Como estrene a una jovencita
Lucia tan hermosamente bella y juvenil que caí enamorado ante su ser..
Vivo en el norte de México, soy un hombre separado de 48 años, moreno de complexión regular, mido 1.85 m de estatura, buena herramienta, las mujeres me consideran atractivo y tengo predilección por las jovencitas, pero tengo un defecto… desde hace un par de años debido a la diabetes he sufrido problemas de erección.
Debo declarar que me encanta el sexo anal; sin embargo, a la mayoría de mujeres que he conocido no les encanta la idea y menos viendo el tamaño de mi miembro. Al principio de mi impotencia sexual, tuve episodios de depresión; sin embargo, los fui superando; con una buena dieta, ejercicio y Viagra, he conseguido sortear esa dificultad.
En una ocasión, mirando en Facebook la página de vecinos de mi comunidad, buscaba qué había de bueno, ya que a veces los vecinos venden cosas de uso y he obtenido grandes ganancias revendiéndolas. De repente vi una publicación que llamó mi atención.
Sofia: Busco trabajo en la colonia o alrededores, como encargada de mostrador, mesera o sirvienta.
Entrando en su perfil vi que era una chica linda de unos 18 años, de piel blanca y delgadita. Tiene cabello negro largo y se veía que cuidaba mucho de su aspecto. Había fotos en las que lucía blusitas lindas, vestiditos ajustados o shorts.
Para apoyar la publicación le di like y seguí mirando más anuncios de los vecinos.
Pasaron unos días y me llegó un mensaje. Era Sofia quien me escribía:
Sofia: Hola, ¿cómo estás?
Yo: bien, muchas gracias, ¿ya conseguiste trabajo?
Sofia: Ya lo encontré, pero son unos explotadores, me pagan poco y me tienen corriendo todo el día.
Yo: que mala onda…
Sofia: ¿tú no sabes de un trabajo?
Yo: leí que querías aquí cerca y no sé de alguno.
Sofia: No importa donde, ni de qué, me urge ganar dinero; ¿tienes algún conocido que me de trabajo de sirvienta en su casa?
Yo: la verdad no, pero si me entero de algo te aviso de inmediato.
Sofia: Sí, es que me urge, estoy dispuesta a hacer cualquier cosa.
—Era la segunda vez que me decía que haría cualquier cosa, así que me entró la malicia y le escribí.
Yo: espero no causarte molestias, es que eres muy bonita. Lo primero; ¿eres mayor de edad? Y ¿si te han ofrecido dinero por sexo?
Sofia: no me incomoda tu pregunta… y no me han hecho esas propuestas; soy mayor de edad y solo lo haría por necesidad.
Yo: ¿estarías conmigo?…
Sofia: si
Yo: cuánto quieres.
Sofia: unos 15 dólares
Se me hizo poco y pensé que lo decía solo para dejarlo como una anécdota. Le comenté que me confirmara el día y la hora para vernos. Pasaron solo un par de días. Eran las 8 de la noche.
Sofia: hi, ¿si vas a querer verme?
Yo: Hola, claro que sí, nena, solo quiero saber si eres la de las fotos.
Sofia: si soy la chica de las fotos, me urge dinero para arreglarme las uñas acrílicas; si quieres nos vemos en 45 minutos. Voy saliendo del trabajo.
Yo: me agarras un poco de sorpresa.
—Acababa de bañarme y veía Netflix; estaba ya descansando, pero al ver su mensaje me puso caliente.
Sofia: Es que tengo tiempo ahora, por eso te escribí.
Yo: bueno, pero solo pido que sea con seguridad que llegas para no perder el tiempo.
Sofia: te veo en el oxxo de la carretera federal, ¿traes preservativos?
Yo: si los llevo, te espero allí, ¡apúrate!
—Me prepare, la tienda que me dijo está cerca de mi casa. No la espere en el frente sino al otro lado de la carretera en una banca donde la gente toma el autobús. Pensé: si es un perfil falso o es algo raro, desde aquí observo todo para que no me agarren de sorpresa. Llego la hora acordada pero no aparecía nadie con sus características físicas. Le escribí.
Yo: Ya estoy aquí y no apareces.
Sofia: voy llegando, pero espérame mero donde te vea, ¿cómo estás vestido?
Yo: Sudadera azul metálico y pantalón negro, ¿cómo vienes vestida tú?
Sofia: Ya llegué y no te veo…
—Sabía que mentía porque no había nadie en el sitio; de repente volteó y se paró al lado mío, cruzó la calle sin voltear a verme.
Me fascinó el contemplar su persona; estaba hermosa, bajita, menudita, y lucía muy sexi, cara bonita de tez blanca con un top rosa de tirantitos con unos pechos chiquitos dejando al descubierto sus hombros y una faldita de mezclilla y lindas piernas. Se paró frente al Oxxo y buscaba.
Sofia: Ya me voy, pues no apareces, me engañaste ☹.
Leí, pero no contesté. Crucé la calle y me detuve frente a ella; la vi tan guapa, jovencita, flaquita; al punto la abrace y la bese y entonces ella me correspondió. ¡Qué delicioso sabor de su boquita rica!
Sofia: Pensé que no vendrías.
(Con una voz de niña tímida)
—Emanaba un aroma riquísimo y me puso durísimo de solo imaginar que en unos minutos más me la estaría cogiendo.
La tomé de la mano y le dije: vamos, empezamos a caminar a un motel a unos 100 metros de allí.
Entre al sitio y pregunté en la recepción si había habitaciones y me dijeron que sí. La encargada vio a la chica y me miró después a mí, recapacité y es que sí se veía más joven de la edad que me dijo. Imagine «a ver si no tengo problemas», pero entonces nos dijo: acompáñenme, conduciéndonos a la habitación y le pague.
Entramos y ella se detuvo frente al espejo y de su bolso sacó maquillaje y se empezó a arreglar. No hacía falta porque su aspecto es muy agradable. Me acerqué detrás de ella y le hice sentir mi paquete que ya estaba erguido (había consumido un par de pastillas azules 30 minutos antes). Le tome sus senos chiquitos y le acaricie sus piernas. Ella giró y fuimos juntos a la cama. Nos besamos con lujuria y ella me tomaba el bulto. Yo levanté un poco su falda y traía una tanguita. A ciegas la hice a un lado y metí la yema de mi dedo en su anito, analizando su reacción. Ella gimió un poco, y seguimos besándonos; empecé a quitarme la ropa y ella también. Pude ver sus pechos pequeños de adolescente, y empecé a bajarle la falda. «Cuál fue mi sorpresa», que traía su tanga bien apretada al frente y ya se le notaba el bulto de su pene prisionero; estaba excitada y su verga quería salir.
Me entró la duda, pero estaba muy caliente, y parecía tan femenina… a pesar de que al retirar su prenda tenía una verga larga y delgada. Estaba bien depilada; nunca lo había hecho con un travesti, pero no dejaría pasar esta oportunidad.
Sofia: ¿no te molesta?
Le digo que no, me siento en la cama y se sienta en mis piernas. Me empieza a contar que estaba usando hormonas, por eso su cuerpo es delicado de piel suave, no tenía vello y su voz femínea, además una carita bella de nena, no se podía adivinar viéndola así vestida. Me confesó que no tenía 18 años, sino que acababa de cumplir 15 y que su familia la apoyaba en su trasformación y estaba ahorrando para su cambio de sexo. Me causó ternura y más deseo; ella estaba excitada con su verga extendida y dura; me causó envidia porque su erección es natural y yo en cambio necesitaba medicina. Pero no tarde más, me baje el pantalón y empezó a mamarme la verga. Logré alcanzar con mi dedo su ano y empecé a penetrarlo. Ella gemía delicioso. Me senté recargando la espalda en la cabecera de la cama y ella se puso a mi lado, entonces;
Yo: ponme el condón, ¿sabes cómo hacerlo?
Sofia: si
—Lo pone, pero observo y lo había colocado al revés.
Yo: espera, lo pusiste mal.
—Se da cuenta y al segundo intento lo pone bien, empezando a succionarlo, después levanta la cara.
Sofia: Es que te cuento, es mi primera vez. No seas brusco conmigo.
—Mejor imposible, la beso y le digo, no te preocupes, muñequita, voy a cuidar de ti…
Pedí por interfono a la recepción lubricante íntimo y no tardaron en dejarlo en la tómbola, donde ya había puesto el dinero que costaba.
Regreso y le digo ponte en cuatro al borde de la cama; me obedece y empiezo a untarle el lubricante.
Sofia: Se siente rico.
—En aquel momento lo aplico en el contorno de su ano y después meto el dedo lentamente, luego otro para empezar a dilatarla.
Yo: Con esto va a ser más placentero para ti, relájate.
Sofia: me lavé bien antes de venir, me hice un enema, así me dijeron unas amigas que habia de prepararme.
—Me pareció que estaba bien informada y dije: eso está excelente, así no saldrá otra cosa.
Sofia: cuido mucho mi dieta, no me gusta verme gorda, hago ejercicio, además, como más frutas y verduras.
Pensé que era una bendición tenerla así; seguro cagaba bombones. Una princesa en toda la extensión de la palabra. Olía delicioso y sabía rico.
Yo: ¿Estas lista?, ahora siéntate encima de mi verga.
Me acomodé reclinado y la fui bajando poco a poco sobre mí. Yo miraba su espalda y la tomé de la cintura para que descendiera lentamente empalándola con mi pito. Apretaba increíble.
Cuando quedó al final bien atravesada, nos empezamos a mover; ella con las piernas subía y bajaba sobre mi verga, y distinguí que ella también tenía una erección fuerte.
Agarré su miembro así mientras la penetraba y lo empecé a masturbar tomándoselo con fuerza (he de decir que no soy gay, pero sí muy morboso), Sofia empezó a mofar de goce, pero la nena era precoz y no pasó mucho tiempo cuando eyaculó abundantemente sobre su abdomen. Yo seguía caliente y continuaba cogiéndola. Le pasé una toalla que tenía al lado y se limpió. Después la pongo de costado y de cucharita empiezo a abalanzarme con más intensidad, dándole con fuerza hasta el fondo; ella gemía de placer como una puta, entonces estalle exhausto y me vengo en el condón dentro de su ano que palpitaba gustoso.
La abracé de costado y le acaricié las piernas y su abdomen (es delgadita, se ve que se cuida y tiene un culito paradito), su miembro ya estaba flácido, pero seguía tomando el mío con ahínco y continuamos platicando.
Yo: ¿tienes novio?
Sofia: Sí, se llama Andrés.
Yo: ¿Ya han tenido sexo?
Sofia: No, solo fajes, Andrés es de mi edad, yo tenía la fantasía de hacerlo por primera vez con un maduro y cuando te vi fantaseaba con eso. Hoy fue mero impulso, estaba ganosa desde la mañana.
Yo: qué rica estás, mientras chupaba sus senos pequeñitos formados por las hormonas.
Sofia: quiero uñas postizas nuevas, y sueño con mi cambio de sexo.
Yo: cuando lo logres me buscas para estrenarte y claro que te pagaré lo de hoy…
—Jaja, le da risa, nos seguimos besando apasionados, su frágil cuerpo juvenil me pone duro de nuevo, tuve un impulso salvaje y la giré boca abajo. Ya sin condón al saber que estaba limpia, empecé a penetrarla entre sus nalgas. Yo besaba su nunca y buscaba su boca; nos lengüeteábamos y cogíamos como locos. La aprisionaba con mi peso, sometiéndola, entrando y saliendo con mi verga en su culo. Comencé a sentir como me apretaba con sus nalgas tratando de exprimir mi pene. Estaba como desaforado, embistiéndola con violencia hasta que ella gritó: —¡Es suficiente, es suficiente! Me duele… pero yo seguía como loco. Con mi abdomen y pecho sudoroso sobre su espalda y con la verga bien erecta en su anillo penetrándola intensamente, bombeé hasta que vertí la última gota de mi semen dentro de ella. Entonces me aparte, recostándome a su lado y ella todavía boca abajo, levanta la cara y se me queda viendo con esos ojos grandes, lanzándome un beso. La había hecho mujercita y con esa mirada tan dulce me enamoro aún más. Pareció como si después de nuestro orgasmo todas sus facciones de hembra resaltaran más nítidas.
Me encantó, cuenta mas