Con la cola satisfecha
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Arcami.
Mi vecino, no vive junto a mi casa pero sí es del barrio. Cuando siento que mi cola está hambrienta lo llamo y él presuroso viene a darle de comer, no quiere que mi cola pase hambre es muy solidario.
Si bien tuve muchas experiencias con distintos hombres, últimamente le doy la exclusividad a mi vecino. Me hace sentir bien, no me exige nada, viene solo cuando lo llamo y me coge soberbiamente dejándome la cola satisfecha.
La última vez fue hace una semana y recordándolo estoy sintiendo que mi apetito anal se está haciendo cada vez más intenso así que creo que no pasará mucho tiempo hasta que lo llame nuevamente.
La última vez, volvía del trabajo como a las 20:00 horas y ya a la bajarme del subte supe que quería que esa noche me cogiera, mi agujerito tenía esa vibración que no se detiene hasta pedir a gritos que lo penetren, estaba verdaderamente caliente. Así que mientras recorría las tres cuadras que me separan de casa lo llamé por teléfono, se alegró mucho de que lo llamara porque él también tenía ganas de estar conmigo, así que le dije que lo esperaba a las 21:30 para que me diera tiempo a que me produzca, es decir bañarme, elegir mi ropita de mujer, vestirme, maquillarme y esperarlo lista para que me haga suya.
Me di un baño bien completo, y me preparé con todo lo necesario, unas hermosas bragas de encaje negro con un sostén haciendo juego, como estoy un poco excedido de peso tengo unos pechitos que, aunque pequeños, parecen bien femeninos y mis tetillas de tanto masajeármelas sobresalen como pequeños pezoncitos. Me puse las medias de red que me dan un aspecto de putita que tanto a él como a mí nos encanta. Sobre eso un vestido de seda, negro y acampanado, que me llega hasta arriba de las rodillas y tiene con un cinturón de seda de color rojo. Una linda peluca, de pelo largo hasta los hombros, de color castaño claro y unas sandalias con poquito taco completaron el cuadro. El maquillaje fue bastante discreto, no me gusta pintarme demasiado, así que un poco de sombra en los ojos, poco rimel en las pestañas, un poco de base y un labial rosa muy suave. Lista.
Preparé dos copas, saqué un vino blanco del refrigerador lo puse en un balde con hielo, luz tenue y puse música suave. Todavía faltaban 10 minutos y yo ya no podía esperar más, estaba ansiosa por que llegara y me cogiera como a una mujer. Mi ano necesitaba, con desesperación, tragar su miembro hasta el fondo, sentirlo dentro de mí tomando el control de mis deseos y de mis actos. Me gusta ser sumisa y entregarme a pleno, cumplirle a mi macho sus deseos y dejarlo exhausto de tanto cogerme. Sonó el timbre.
Presurosa, le abrí la puerta desde arriba y esperé que subiera. Sin dejarlo cerrar la puerta del ascensor abrí la puerta del departamento y lo miré con mi mirada más putita, provocándolo a que entrara. No se hizo esperar, cerró el ascensor de un golpe y se metió en mi departamento, cerrando la puerta. Me dio un beso profundo y húmedo mientras me abrazaba y me decía te extrañaba muñeca, que suerte que me llamaste a lo que le respondí que yo necesitaba leerlo en mi cama. Me abrazó, y me puso de espaldas a él, apoyo su bulto en mi raja y me llevó hasta el cuarto. Nos comimos la boca a besos mientras metía su mano por debajo de la falda para apretar mis nalgas, me sacó el vestido y me acarició los pechos, el sabe que eso me fascina y me pone a mil. Yo tomé su miembro, duro, por sobre su pantalón y lo sobé con dedicación, me arrodillé mientras le bajaba sus pantalones y por sobre su bóxer le lamí el pene. Que maravilloso mástil erecto. Le bajé el bóxer y su pija se dirigió sola a mi boca que no esperó un segundo para tragársela. Que rico miembro, duro, del tamaño justo para hacerme gozar. Subía y bajaba mi cabeza mientras él terminaba de desvestirse.
Me levantó, me sacó el sostén solamente y nos acostamos, comenzó a chuparme los pechos y a acariciarme las nalgas, metía sus dedos en mi boca para que se los chupe y los llevó a mi hueco para ponérmelos adentro uno a uno, yo gemía de placer, me retorcía al sentir su boca en mis tetas y sus dedos en mi culo. Me puso en cuatro y solo corriendo mi tanga encaró su miembro a mi puerta, solo un poco de presión y entró sin detenerse hasta que la tuve toda adentro, la cintura se me arqueaba de tanto placer, así, así, ponémela así le decía yo totalmente entregada haciéndole saber que era suya, que era su mujer puta. Sentía como entraba y salía, todo el canal de mi recto relleno de carne dura, gozaba sintiendo que me cogía sin ningún miramiento. Me tenía tomada de las caderas y de vez en cuando me daba un golpecito en las nalgas, Con mis manos abrí bien mi culo para que el camino sea cada vez más directo. Gozábamos los dos. Él era mi macho y yo su hembra. Acabó dentro de mi y yo, al sentir sus estertores de hombre, acabé sin siquiera tocarme.
Ya tenía la cola satisfecha, por lo menos por un rato. Nos repusimos y nos fuimos al living, él desnudo y yo con mi lencería puesta a tomar esas merecidas copas de vino blanco fresco.
Después de charlar y de decirnos cosas lindas volvimos al dormitorio y ya les contaré.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!