Con mi primo, jamás lo imaginé
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Después de mi ruptura con Walfren no pensé en la vida estar con otra persona. Creí que para mi había llegado todo y de la misma forma, nunca jamás creí que tendría algo con alguien.
El recuerdo de aquel amor, lo seguía viviendo cada vez que me colocaba aquel vestido negro de seda y su conjunto interior que guardaba con recelo y lógicamente, cada vez que utilizaba a Hércules.
En el armario de mi cuarto en la casa de mis padres, guardaba en el último rincón la ropa envuelta en papel periódico y esta a su vez envuelta en una bolsa negra que decía en una etiqueta que yo le puse, “Normas de trabajo”. Este paquete iba con unos papeles para dar la sensación a que era material de lectura y mi consolador, estaba envuelto en una tulita de tela que guardaba con llave en mi cajón de materiales de trabajo, pero debajo de otras cosas más.
Mientras no llegara las épocas de vacaciones, yo vivía relajada, pero cuando estas llegaban, me sentía nerviosa ya que con la llegada de las vacaciones de mitad de año, llegaban mis primos de otras partes y estos eran demasiado curiosos y no quería que nadie se diera cuenta de lo que yo ocultaba con tanto recelo.
Y llegaron los primos, uno de la costa y otro del interior.
Yo me divertía mucho con ellos, sobretodo con el costeño. Ustedes saben que los costeños llevan más el folclor a boca que los del interior, así que con el que mejor me la llevaba era con Rubén, pero en mi cuarto dejaron hospedado a Gustavo.Gustavo era más callado que Rubén, más introvertido pero también divertido.
Ya éramos lo suficiente grandecitos, pero el mayor de los tres era yo, que por aquel entonces tendría 27 años.
Una noche nos metimos los tres a mi cuarto a ver televisión. Rubén sacó una revista pornográfica que cargaba para todos lados y perdimos el interés por seguir mirando un documental sobre construcciones en los rios y nos pusimos a ojear la revista. Ya saben los comentarios machistas que habrán salido de nuestras bocas, “Huy como se le va de todo”, o, “Ah, pero casi le mete también las guevas” o, “Que hijueputa tan zorra, mirá como la tienen clavada y mamando al tiempo y la cara de felicidad que pone, se ve que le gusta la verga, ¿no?” Lógicamente al ser el mayor, tenía que salir de mi, el mejor comentario machista e imprudente, con el fin de quedar bien ante mis primos, no quería que se dieran cuenta que yo tenía tendencias femeninas y menos que se dieran cuenta que deliraba por estar como la protagonista de la revista, estar clavada hasta el fondo con casi las guevas de ese semental adentro y mamándoselo al otro con esa cara de satisfacción total.
Miraba la revista y por dentro pensaba que, que tal sería estar con dos hombres al tiempo, haciendo las ricas posiciones a la cual era sometida la niña de la revista. Pero eso solo estaba en mi pensamiento, nada de labios para afuera y lo otro, relaciones con los primos…!jamás!, que tal un mal comentario y toda la familia sabría que yo era marica y que me gustaba vestirme de mujercita.
Sacarían conclusiones de los varios pantys y brassieres que se perdieron de sus armarios en sus casas cuando yo iba de vacaciones a ellas y sabrían que yo era la maldita ladrona de calzones y demás.
Mamá nos mandó a dormir como a la una de la madrugada, por la bulla y las risotadas que estábamos originando. Rubén se fue a dormir al cuarto de arriba, el que está pegado a la calle y mi cuarto era el último, pegado al patio.
Rubén dejó la revista en mi cuarto, a lo que Gustavo después de estar solos y ya para dormirnos me dijo que quería ver la revista otra vez. Claro le dije y se la pasé. En la primera página se saludaban los tres muy vestiditos en la sala. En la segunda mientras uno de ellos tenía la falda levantada de la chica mirando su culo vestido por una tanga de encajes de color azul rey, el otro ya tenía afuera uno de sus senos y se los estaba mamando, mientras ella tenia la verga del segundo en la mano, asomada por el sierre del pantalón.
– Huy que rico, comentó Gustavo mirando fijamente la escena en la revista. Yo miraba sin decir palabra.
Mi cama era una cama doble, bien amplia ya que esta cama era la de mis papás de recién casados y con el tiempo heredé este armatoste de mueble colonial. Pasó la siguiente hoja y en un primerísimo primer plano, estaba ella con aquella vergota metida en la boca, puyando una de sus mejillas desde su interior. Gustavo se mando la mano a su verga, apretándola fuertemente. Yo seguía expectante con lo que estaba pasando en mi habitación. Walfren y yo hicimos varias veces el amor en mi cuarto, pero Gustavo era el segundo hombre que sacaba a relucir en mi habitación el sexo y eso me estaba poniendo un poquito nerviosa.
Pasó la siguiente página y hay si fue la de Troya. Uno de los hombrotes tenía penetrada a la pobre niña por detrás, de pié, y él otro también de pie tenía su verga clavada, pero en la boca de esta valiente guerrera, que también estaba de pié.
Creo que me dejé llevar un poco por la acción de Gustavo. Su verga se empezaba a dibujar en la pantaloneta y ya saben lo que me gusta mirar un pene en esa forma, ¡me derrite!, me parecen tán tiernos. Yo miraba de reojo, no a la revista, si no a su pene. Ya habían pasado unos meses después de haber roto con Walfren y esto me empezaba a calentar y a pensar, en quitar mi duelo.
– Que rico, que rico…que rico!!!. Musitó seguidamente Gustavo cogiéndose en forma, su indefinido falo, Se veía grandecito…pero no me imaginaba cuanto.
– Me encanta, dijo nuevamente Gustavo.
– Te encanta estar así como los tipos de la foto? Le dije.
– No como los tipos…!como ella!
– ¿?, me pregunté para mis adentros…- ¿como ella? Le dije extrañada…
– No mentiras, como ella no, como ellos. Me respondió con cierta pena y queriendo enmendar la cosa.
Pasó la siguiente página y a la pobre niña la tenían más ensartada que papa en tenedor. La toma estaba hecha de lado y ella estaba sentada sobre uno de sus culeadores y el otro, arrodillado detrás de ella ya la tenía clavada hasta el fondo. La cara de esta mujer parecía de sufrimiento y dolor, lógicamente no era así, por que al final de la revista, los dos sementales se corren en su cara y el rostro que vi en la toma no se parecía en nada a la cara de sufrimiento que tenía en la toma pasada, ahora tenía cara de mala y de golosa mientras en sus manos estaban los falos erectos corriéndose en ella. Gustavo me miró a los ojos detenidamente. Guardo por un instante un silencio morboso y me dijo de una…
– Cójemela y después te la cojo yo .
– ¡Pero Gustavo si somos hombres y somos primos!
– ¡Ah, fresco quien lo va a saber, esto solo quedará entre tu y yo, no le dirás nada a Rubén de esto cierto?
Vi un temor por parte de Gustavo, a que se supiera la propuesta que me había hecho.
– A Rubén…¿Por que? Le respondí.
– Mira… sabes qué, no tomes las cosas a mal. Yo te lo dije por mamar gallo…no más.
– OK, Tavo. Esto no se lo voy a decir a nadie, es mi palabra. Pero tú no me lo dijiste mamando gallo, me lo dijiste en serio. Le respondí, haber que más podía sacar de esto tan improvisto. Nunca me imaginé lo que estaría por pasar.
– ¿Eres gay? le dije amablemente.
– Gay no… soy bisexual.
– ¿Has estado con otro hombre ya?…fresco, no le voy a decir a nadie.
– ¿Seguro que no le va a decir a nadie?
– Se lo juro por dios y la virgen. (Y así fue, nunca se lo dije a nadie. Bueno a excepción de ustedes, pero como ustedes no lo conocen…entonces no hay problemas)
– Si. He estado con tres chicos ya.
– ¿Y con chicas cuantas? Le pregunté rápidamente a ver que me decía
– Con chicas, he estado dos veces. Hummm, más con chicos que con chicas pensé…vaya, vaya…esto se está poniendo interesante.
– ¿Y…con travestis?
– ¿Travestis?…!no nunca!
– ¿Y… te gustaría estar con uno?
– Pues no sé, no conozco a ninguno, los he visto en la calle, pero de verlos a llamarlos para estar con ellos, no nunca…y pues no sé, de pronto si.
¿Será que esta era una nueva oportunidad que se me presentaba en la vida? Tenía que llenarme de valor para decirle la verdad, pero no sabia como y llegué a la conclusión que es mejor decir las cosas como son.
– ¿Te confieso una cosa? Le dije mirándolo a los ojos.
– Me vas tú a decir que ya has estado con alguno primo. Me responde él.
– No nunca he estado con un travesti…es que…! Yo soy travesti!
– ¿TUUUUU? ¿Travesti? No te lo puedo creer…¿En serio?
– ¡SShhhhhh! Baja la voz no tienes que gritar…
– ¡Perdóname! Me dice bajando la voz
– Me estas mamando gallo…¿En serio? No lo podía creer, a eso imagínense la cara de sorprendido, cualquiera.
– Si Tavo, y muy serio le respondí.
– Es que no te lo puedo creer. ¿Te vistes de mujer y todo?…!Sí! le respondo nuevamente.
– ¡No! Yo tengo que verte si no, no lo creo…
– ¿ Y si te lo demuestro qué…guardarás mi secreto también?
– Pues claro que si, además podríamos inventarnos algunas cosas.
– ¿Cosas, como qué?, le dije haciéndome la pendeja.
– ¡ Ah no! Primero te veo y después te digo.
De pronto quise que tuviera el sartén por el mango, así que le dije qué listo. Que me iba a vestir para él, pero que no se fuera a burlar.
– ¡No que tal!, como se te ocurre. Pero si no me gustas así, te lo digo, ¿Vale?
– ¡Vale!, le contesté, pero apagamos la luz y prendemos una velas, (tan romántica, cierto?)
Me dirigí a aquel rincón donde descansaba mi atuendo seductor, recuerdo de un amor insuperable. No tienes nada que perder, pensé yo. Al fin y al cabo él es bisexual entonces…¿Temer de que?, además estaba deseosa por desfilarle a alguien otra vez y que mejor oportunidad que esta. Solos, en mi casa y en mi cuarto…!hagámoslo!
Gustavo miraba sin pestañear todos mis movimientos de donde saqué la bolsa. Apagué el televisor y caminé hasta la puerta de mi cuarto para salir de el y cambiarme en el baño. Delante de él no me cambiaría, por lo menos no por ahora…es esa maldita pena que te embarga las primeras veces y que la tenía en todas partes.
Sin hacer bulla, caminé hasta el baño y solo me puse el conjunto interior y el vestido de seda que ustedes ya conocen. Por la situación, no quise ponerme los ligueros; donde mi mamá o mi papá llegaran a golpear la puerta por cualquier cosa del destino, no me demoraría mucho tiempo en cambiarme.
Romántica, no. Previsiva. Antes de cambiarme fui a la cocina por un par de velas, no quería que me viera con la luz plena, mucha pena sentía, además de algo infiel con Walfren aunque esa historia ya dio la vuelta…! Pero las mujeres somos así y que vamos hacer! Con todo el sigilo del mundo caminaba de puntitas hacia mi cuarto de nuevo vestida.
Entre abrí la puerta y con mis dedos apagué el bombillo de mi habitación, suiche que estaba al lado de la puerta y que me dejó entrar como una gata sin hacer mucha escaramuza.
– ¿Estas listo…o mejor, lista, me pregunta mi primo?
Todavía no, le respondí; con el cuarto completamente a oscuras. Busqué una toalla la enrollé y la puse en la unión de la puerta con el piso. No quería que llegara alguien y viera la luz todavía prendida o el reflejo tenue de las velas. O sea, qué el que pasará por fuera de mi habitación creería que estábamos durmiendo. – Ahora si, le respondí. Prendiendo el encendedor para darle vida a las velas. La luz volvió a mi habitación pero diferente. Gustavo estaba sentado en la cama prácticamente con la boca abierta mirándome asombrado. Yo coqueta y sabiendo que estaba siendo observada caminaba con gracia y estilo, poniendo las velas en los puntos opuestos de la alcoba.
– ¿ Y bien como te parezco así…primito?, ¡pero baja la voz!
– ¡Guauuu!…te ves tán distinto…digo, tán distinta…te ves increíble.
– Oye…de donde sacaste ese cuerpo femenino, por que hace 10 minutos no lo tenías.
– Ah, para que veas, la sorpresita, le contesté con menos pena.
– A ver, a ver una vueltita…A lo cual le regalé la vueltita un poco más tranquila, terminando con mis manos en la cintura y quebrando un poco mi cadera hacía un lado.
– Creo que la vamos a pasar muy bien es estas vacaciones, me dijo sobándose las manos acaloradamente.
– Ahora, que cosas son las que nos vamos a inventar, primito. Le dije sentándome en la cama e insinuándome un poco hacía él.
– Primero no serás más mi primo, en las noches…serás mi primita y entre primo y primo, más me arrimo. Mientras me decía estas palabras se me iba acercando hasta propinarme un beso que me agradó, eso si, no besaba como Walfren, por lo menos por ahora. Pero me agrado.
– Como te llamaré…se pregunta en voz alta a lo cual le digo…!Me llamaras Mónica Lucía, así me llamo cuando estoy de mujer.
– Mónica lucía, me gusta ese nombre, además creo que te sienta de maravilla.
Se arrodilló en la cama e hizo que me arrodillara frente a él. Puse mis manos en sus hombros mientras iba levantando mi corto vestido. Me acariciaba las piernas por los lados externos y terminaba en mi cintura levantando la falda y mirando como me quedaban los pantys.
– Con la voz bajita me preguntó que en donde estaba mi pene, ya que me tocaba y no lo encontraba.
– Entre mis piernas le dije, con tono morboso. El metió sus dedos entre mis cerradas columnas. Metía los dedos con cierta fuerza, ya que no le dejaba que los metiera a sus anchas y de paso, me acariciaba muy rico mi calzoncito transparente. Metía los dedos una y otra vez, como queriendo masturbar un clítoris oculto, o mejor, sacar del doblado estado mi pene escondido.
Yo miraba paso a paso sin soltarme de sus hombros todo lo que me hacía. Era la primera vez que estaba con un hombre diferente a mi Walfren. No era su cara lo que yo quería ver. Quería ver como era su verga, me intrigaba no se por qué.
– ¿Entonces que nos vamos a inventar…? Le pregunté para ver hasta donde llegaba la imaginación de mi primo.
Se quitó de la cama y me acabo de poner en cuatro sobre ella. Se volteo a mi espalda y se ubicó detrás de mí, viendo como el vestido me cubría hasta la mitad de las nalgas en esa posición y de paso, miraba mi redondo culo, vestido delicada y sensualmente por el cachetero de encajes. Yo no perdía un solo detalle de su acción.
Me levantó el vestido y empezó a sobar mis nalgas cubiertas por la suave tela transparente. Hizo que abriera mis piernas un poco más, pudiendo acariciar ahora sin obstáculos mi pene escondido, que de paso lo tenía ahora frente a él por la posición adquirida. Era como si me estuviera masturbando el clítoris. El dedo del corazón empezó a rozar en círculos mi glande, como no tengo prepucio, el cabezote de mi verga quedaba al descubierto y poco a poco empezaba a lubricar. Besaba mi trasero por encima del panty, era como un tributo a mis fantasías. Pasaba su lengua por la raya de mis nalgas y terminaba mordisqueándome mi glande, eso me hacía brincar, con un poco de risa nerviosa.
Hasta el momento las cosas estaban saliendo bien. Yo movía mis caderas cadenciosamente sobre sus labios. Por momentos dejaba de mirar para atrás para concentrarme, pero no quería perderme la acción de mi gato chiquito, ya que jugaba con mi cola, mi pene, mis piernas, mis pantys y hasta con mi ojete, por qué hundía la punta de su dedo tratando de tocar mi viudo anillo, bien resguardado.
Hasta que por fin consiguió lo que quiso. Logró meter en mí enlutado rotico uno de sus dedos, entre mis ajustados pantys. El dedo índice me punteaba de una forma diferente a lo que sentía con Walfren, era otra sensación y me gustaba a lo que le respondía, con leves empujones hacía atrás.
– ¿Te gusta no? Prima…
– Si primo me está gustando…lo estás haciendo muy bien.
Sacó su dedo vaporoso de mi ano, se arrodillo detrás de mí y poniendo sus manos sobre mi cintura recostó ya desnudo miembro sobre la tela que cubría mi culo.
– ¡Ho, ho! Pero que es lo que estoy sintiendo…esto no es normal. Esto es algo anormal…eesto…esto, se siente muy grande. Pensaba, mientras empezaba a abrir mis ojos por lo que sentía.
Puse mi mano sobre mi cola y pude sentir la joyita que se masturbaba contra mi cola cubierta de transparentes encajes. Mi mano atrapó una vergota con características similares a la de Hércules (mi consolador). Yo me voltee enseguida y me senté sobre la cama, al frente de Gustavo para observar un coloso de verdad ¡Qué verga tan grande y gruesa dios mío!. Ahora era yo la que le decía a él sorprendida…
– ¿En serio esto es todo tuyo? ¡Huy, que cosa tan grande!, le dije estupefacta. No pretenderás meterme todo eso, eso es demasiado para mi. Recordé en el acto las veces que Walfren me quería meter todo a Hércules (mi consolador), aún así estuviera bien lubricada. A pesar que soy alta (1.85) no soy muy profunda, en cambio conozco, otras que son bajitas y les cabe un camión entero. ¡A carajas para tener ese culo bien profundo!
– Ah? Como te parece…¿cierto que es una belleza?
– ¿Belleza? ¡Esto es un monstruo!…Es..es demasiado grande para lo que tengo, con eso me vas a despedazar. Además donde está la belleza?
– Mira primita, pones una mano desde la base y cubres parte de mi verga, la otra, la pones encima de la otra…y lo que sobra de ahí para arriba…¿no te parece una belleza?
A mi medió una risa por el comentario con el que salió, tuve que tapar mi boca para que no se escucharan esos sonidos clásicos de la burla incontenible. Yo no podía quedarme con las ganas de quien era mas grande si mi Hércules, o el de mi gato chiquito.
– ¿Para donde vas?, me pregunta Gustavo…”espera le contesto”
Me paro y busco las llaves de mi cajón, reblujo las cosas que hay en orden para buscar rápido a Hércules en el rincón.
– ¿Qué haces? Me replica Gustavo….”espera necesito saber algo urgente”
Saco el paquete y con él un metro de modistería. – ¿que es eso? Me pregunta mi primo…Ya veras…ya veras!, le respondo yo.
Saco de ese estuche una verga fosforescente de color rojo, no brillaba mucho por que no había recibido luz directa a lo cual lo agarra Gustavo diciéndome, que esa cosota se parecía a la suya, que está chévere. Si chévere hasta cierto punto, por que si esa verga era como Hércules, creo que iba a tener problemas.
Acosté a mi primo en la cama, mientras le sobaba con mucha inquietud esa herramienta tan poderosa. Quería medirla en su pleno poder y para eso tenía que probarla, de paso estaba intrigada por su sabor. Puse el metro dejándolo pendiente cerca de mi. Mientras Gustavo se acomodó bien en la cama sobre unas almohadas, yo me puse sobre sus piernas, dándole la espalda por un momento. Estaba curiosa y quería mirar sin que me vieran mi curiosidad o por lo menos las caras que ponía de sorpresa, angustia, maldad y terrible dolor, por que ya sabía lo que se me venía… como dicen, “Culo arriba” Mi mano se veía chiquitica sujetando aquel gigante. Lo masturbaba suavemente sin todavía poderlo probar. Hasta que una gota de su interior brotó por su desproporcionada boquita. Hay…no pude contener las ganas y como animal sediento, me mandé sobre ese descomunal glande para probar, como sabía mi primo.
Al entrar, la punta de esa vergota en mi boca abrió mis labios un poco más de lo que se abría cuando mamaba la punta de Hércules para excitar a Walfren. A él le encantaba como me sentaba en el sillón patiabierta con ligueros y sin calzones y desde el bar me miraba como lo retaba a poner su verga en el reemplazo de Hércules.
Nooo, amigos míos de este relato. cada vez que me la iba metiendo a la boca, esta se desencajaba rapidito y sin avanzar demasiado.
Trataba de medirla en profundidad, pero el tamaño y grosor de su miembro no pude catearlo a fondo.
Por fin pude ponerla como quise. No me lo van a creer, pero el metro midió 26 centímetros y medio desde su base…!desde su base! Era centímetro y medio más largo que Hércules y de grosor tenía (en redondo) 14 centímetros y medio, dos centímetros más que Hércules. Sí Hércules me parecía gigante, esta cosota era descomunal.
– ¿Qué tal…Te gustó? ¿Cómo te pareció?
– Gustavo tienes que tener mucho cuidado conmigo. Tu tienes un pene muy grande y si no me lo metes con cuidado, me vas a dañar.
– Dime la verdad, ¿Has tenido problemas por meterlo todo?…!La verdad!
– Bueno…la verdad con los otros chicos si tuve problemas, no podía penetrarlos del todo y eso me baja un poco de nota, por qué sé que mi verga es muy grande. Con una de las chicas tuve más problemas que con los chicos, claro por delante. Y con la otra, que fuimos novios como por un año, no. A ella si le cabía enterito y nunca la maltraté, incluso cuando lo hacíamos por detrás.
Mientras hablábamos yo lo iba masturbando y dándole besitos tiernos en la punta. Mi mano estaba encharcada con su preciado líquido, mientras agitaba ese envase de 2 litros y medio. Paramos de charlar por un momento por que mis labios en vez de hablar se concentraron en mamar. Yo me arrodillé en la cama sobre él, eché mis cabellos detrás de mis orejas para que no se me viniera todo a la cara, mientras estaba masturbando semejante tronco. Gustavo hurgaba mi culo con sus dedos. Quiso meterme a Hércules pero le dije que con uno solo bastaba por ahora. Qué con dos gigantes mientras no estuviera preparada, no podía intentarlo, ya que me iba a doler demasiado. Entonces me concentré en la sola punta mientras se lo cogió desaforadamente. Lo batía y lo batía como si estuviera espesando claras de huevo (y que huevo tenía al frente), no tardó en soltarme un riflazo de potencia seminal, directa a la cara. Su sabor era diferente, pero rico.
Recogí en mis papilas gustativas todo lo que pude. El resto lo esparcí en su hinchado ser, acompañando esa venida de bienvenida, de una espectacular pajeada.
Por un momento nos quedamos en silencio, él reponiéndose de sus líquidos perdidos y yo reponiéndome de esa sorpresita. No pensé que en la familia hubiera más homosexuales y menos con una verga… “así de grande”. Que sorpresas nos da la vida, no?.
Esa noche hablamos de nuestras experiencias. Hablamos largamente sobre Walfren y de nuestra historia. Nos dieron las 6 de la mañana hablando y hablando y preguntándonos muchas cosas de interés.
Me cambié puse todo en su lugar y nos acostamos a dormir, como los mismos primos de siempre. Después les contaré mi experiencia con ese gigante descomunal, por ahora los dejo con esta historia y si tienen un primo a su lado, no peleen con él, no sabe que sorpresas te puede dar…!hasta una próxima…chaaao! Cualquier comentario me lo escriben, me encantará.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!