Con un policía en su patrullero
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
En una disco de ambiente en el centro de Lima, estaba acalorada y salí a la puerta a comprar un cigarrillo y tomar algo de aire. Me vino la tentación de caminar hasta la esquina, luciendome con una mini negra voluda de puntitios blancos que me quedaban al ras del culito. No me resistí al ver que la calle estaba vacía y nadie me vería. Sólo yo, caminando libre, sintiendo el viento entre las piernas sobre las medias de naylon con encaje que me marcaban muy bien mi trasero.
El ruido de mis zapatos negros de taco aguja, delataban mi recorrido por esa calle solitaria. Mis senos turgentes que se escapan de un corpiño mandado hacer, lucían los pesones completamente debajo de una gaza negra que los transparentaba y a duras penas los cubría. Sentía que mis pequeños senos rebotaban a cada paso que daba.En la pared veía la sombra de mi silueta: unas bonitas piernas contorneadas, el talle formado por el corset y el busto prominente. El cabello de la peluca se sacudía con el viento que venía de cara a mí y la minifalda se levantaba, dejando ver seguramente mis gluteos blancos y redondos, adornados por un diminuto hilo dental rojito con bordes negros, el mismo que lo sentía bien metido entre mis nalgas, rosando mi ano a cada paso. La sensación de sentir que mis nalgas y senos se movían al compas de mi andar y el estar tan expuesta a la vista de quien pudiera pasar, me ponía a mil. Llegué a la esquina y en eso…
Apareció un muchacho que al verme se detuvo. Yo, no supe que hacer, si cruzar la calle, volverme por donde vine…cuando el apuesto joven exclamó: uaaauu, que bonita. Aquello me complació enormemente. Con una voz entrecortada le dije gracias. El añadió: que haces, a lo que le respondí que salí de la disco a tomar aire. Me preguntó cuanto cobraba, yo me sonreí y le expliqué que no lo hacía por dinero, que sólo me gustaba vestirme de así y si algo pasaba en la disco saldría a un lugar apropiado (hotel). El me dijo que trabajaba en la peluquería que estaba al frente y que si quisiera podíamos entrar ahí, pero que esperemos un rato que recién se habían marchado los dueños y no vaya ser que regresen, esto me decía mientras se acariciaba su pantalón por el lado del cierre. Me fijé bien y se le notaba como un tubo grueso y largo. El se me acercó y tomó mi mano y diciéndome que eran suavesitas la llevó hasta su bulto, yo no podía creer lo que tocaba. Era verídico, tenía un inmenso miembro. En ese momento, sentí que me mojaba. Estaba siendo deseada por un apuesto joven bien dotado, que no se cansaba de elogiarme y decirme lo excitante que se me veía.
Quizo que cruzáramos la pista para ponernos en la penumbra de una pared, cuando en eso apareció una camioneta de la policía, de aquellas que recién habían comprado. Bajaron dos policías e inmediatamente nos pidieron nuestros papeles. El no tenía y yo expliqué que los tenía en la disco que estaba casi en la otra esquina. Ellos nos ordenaron subir a la camioneta y por más que mi galán argumentara, tuvimos que subir. Al hacerlo bajo el jefe de ellos y nos dió pase. Primero mi galán, al medio yo y al otro lado el jefe de esa unidad. Los dos policias que nos intervinieron iban delante, piloto y copiloto.
En el camino, yo estaba relajada, les daba un nombre falso que ellos anotaban en un block, mientras que nos decían que nos llevarían a la comisiaría. El jefe me miraba con atención, mis piernas contorneadas se lucían hasta mas arriba de medio muslo y mis pesones estaban muy crecidos de la excitación. El jefe, me hizo varias preguntas y yo le respondía con tranquilidad y elegancia. Luego le dijo al chofer que se detenga y le ordenó a mi galán que se bajara, que no lo quería ver por ahí nuevamente. Cuando arrancó el vehículo, continuó el jefe interrogándome, que como era eso que no me prostituía, que desde cuando me vestía así, que si lo hacía con frecuencia etc, etc, etc. Yo le conté la verdad. Que soy profesional, (le dije otra carrera en la que me desenvolví un tiempo) que rara vez me vestía pues me daba mucho temor hacerlo y salir a la calle y que era la tercera vez que lo hacía, y simpre me cambiaba en la disco.
El me dijo que se notaba por mi modo de hablar que no era asidua a ello y empezó a decirme que mis senos eran bonitos, que le gustaba el olor de mi perfume, que me quedaba bien esas medias; todo esto mientras se sobaba su pene sobre el pantalón. Yo veía lo que hacía y luego lo miré fijo a los ojos sintiéndome atraída por él. Estaba que me derretía y lo dejé notar sobando mis piernas entre sí. El tomó mi mano y la llevó hasta su pene que ya lo había sacado. Estaba duro. Yo se lo toqué tímidamente. El jefe se lo sacó más del pantalón abriendose mejor el cierre, a la vez que le decía al chofer que fuéramos a un sitio solitario y oscuro. Entre el chofer y el copiloto se pusieron de acuerdo y se iban diciendo por donde irían. En el trayecto, yo iba masturbando ese pene que había crecido considerablemente y que se había anchado como por obra de magia. Nos detuvimos, prendieron la circulina sin que esta sonara y bajaron tanto el chofer como el copiloto para montar guardia, parándose cada uno al lado de la camioneta. El jefe, se bajó el pantalón y calsoncillo, cuidando que su arma no se caiga de la correa y ante mis ojos apereción un ejemplar enorme, blanco, con el glande rosado que se estaba poniendo ya morado.
El jefe, puso su mano en mi nuca y suavemente me inclinó hacia ese monumento a la virilidad. Me costó metermelo en la boca. Su mano en mi nuca me empujó hacia abajo haciendo que me engullera todo. Sentía que me ahogaba, hasta que me soltó y pidió que se lo chupe metiéndolo y sacándolo de mi boca. No esperó que lo cogiera tiernamente y empezara a darle una lamida con tanto placer. Quedó atónito, me decía que delicia, que bien lo haces, que rico, uuuaaauuu, sigue, sigue, etc. Yo disfrutaba lo que estaba haciendo, mientras que él trataba de capturar mis senos sin interrumpir mi tarea. Cuando tuvo sus manos llenas de mis tetitas, me dijo, que delicia, que piel tan suave, que duritas… mientras jalaba de la punta de mis pesones y los apretaba con fuerza. En ese momento, sentí que una corriente recorrió todo mi cuerpo, me estremecí y por más que quise que no se notara, solte un gemido que me salió desde el fondo de mi secreta feminidad, yo misma me sorprendí pues gemí como una mujercita excitada, lo que al jefe le hizo estallar en deseo, me levantó la cara y me comió a besos la boca, casi me lastima los labios de tanto morderlos, se apoderó de mis senos con su boca, abriéndola lo más que podía para meterse mis tetas en ella, subsionaba fuertemente mis pesones, dejando los pesones, luego de cada subsión, infladitos, con una forma más femenina aún.
Después de un buen rato de disfrutarme, me pidió que me volteara, me preguntó si tenía preservativo, saqué uno de mi bolsito que llevaba colgado donde guardaba todo lo que pudiera necesitar. Se colocó a duras penas el preservativo, mientras que yo habría el sachet del lubricante, se lo unté y antes que me lo pusiera en mi ano, me pidió que me ponga de rodillas, me levantó la mini, se encontró con mi hilo dental, se alocó más aún, y bajándomelo, me dió de nalgadas, me pidió que apoye mis hombros en el suelo del carro y en esa posición separó mis nalgas y acometió contra mi ano, sentí que su lengua me violaba, me lamía cuan larga es la raya de mi culo, besaba mis nalgas, las estrujaba, luego me dijo ya ahí voy. Aproveché que se acomodó acercandose de rodillas y me puse el lubricante. Sentí ardiendo la cabeza de su pene, me incorporé pensando que se lo había quitado, pero no, todo estaba en orden. Volvió a ponerlo en la entrada de mi culito y de un solo lento empujón lo metió. fue entrando suavemente,. Sentía que me partía en dos. jamás me había dilatdo tanto el ano. El con paciencia, fue ingresando, mientras decía que ajustadito. que rico, eres una ricura. Quiero que seas mi putita. Yo estaba demás adolorida, no aguantaba aquello dentro. quería escapar, pero lo que me decía me retenía, me excitaba y animaba a pagar el precio por aquel placer de sentirme tan deseada.
Cuando tuve enterrada toda esa pieza de carne dentro de mí, el se quedó quieto. El dolor fue sediendo, me fuí acostumbrando a lo que tenía metido, mientras secaba mis lágrimas. Me había pedido que no gritara. Luego empezó a moverse suavemente, me decía que sople, que ya va a pasar. y efectivamente, poco a pco fue calmando el dolor. Sentí que ya era soportable y él lo entendió, por lo que empezó a meterla y sacarla cada vez más rápido. yo lo deje hacer, abandonándome a su furia lasciva, deje que me disfrutara, que me cogiera comoquisiera, me sometí a su rigor, mientras veía que mis senos iban de arriba abajo meciéndose al compas de las arremetidas. Llegó e momento del climax. El se echó sobre mí. me abrazó estrujando mis senos y votó toddo su semen en el preservativo. Se quedó un rato abrazándome, luego se retiró, me besó con ternura y pidió a sus subordinados que nos lleven de vuelta a la calle de la disco.
En el camino el me ayudó a limpiarme, pasándome pañitos húmedos, y papel higienico para secarme. Me agradeció todo el camio, me prguntó si quería hacerlo con sus muchachos pero yo estaba que me sentía abiertísima y me ardía la cola. Llegamos, yo estaba arreglada, con los labios pintados nuevamente, sin que antes, el jefe no me besara una vez más. Cuando nos detuvimos, el se bajó, me dió la mano, la besó y me dijo que el proximo fin de semana volvería a tener guardia. Que saliera a la misma hora. Le agradecí, me dí la vuelta, el viento soplaba sobre mí, la mini se levantó y como haciéndo adioses se batió, dejando ver todo mi desnudo culito, adornado con un nuevo hilo dental lila que llevaba en mi bolsito; los tres policias, no dudaron en hacer sus exclamaciones, insistiendo que nos veríamos el proximo fin de semana. (susanaca@outlook.es). Espero comentarios en e-mail o facebook.
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