Conociendo a Mauricio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por chicochica.
Desde que salimos de la prepa no nos habíamos reunido, pero ese sábado por la noche, 10 chicos y 4 chicas fuimos a un antro en una ciudad cercana; había dos chicos que no conocía, eran compañeros de Laura en la universidad que se colaron en la reunión; el que llamó mi atención fue Mauricio, moreno claro, cabello y ojos negros, cuerpo atlético, 1,74 de altura, no muy musculoso, barba de 3 días y una sonrisa encantadora.
Fue algo muy extraño, porque nunca me había sentido atraido así por un hombre y lamentaba ser Alex en esos momentos, deseando poder vestirme y mostrarle lo mejor de Lorena, aunque pensaba que era solo una fantasía, porque no sabía sus preferencias sexuales o lo que haría si fuera hetero y yo tratara de conquistarlo.
Fuimos en 3 coches; llegando al antro, Laura nos presentó y después la reunión dejó de ser tal, al final, cada quien se fue con su grupo, yo con mis tres mejores amigos y los otros no sé dónde se metieron.
Al poco rato fui al baño y, al regresar, encontré a Mauricio en la barra, hablando con una chica, me acerqué y le dije al oido que realmente era un chico vestido de mujer; me respondió con un "¿Ah, sí?, gracias por el dato", pero ni se inmutó, siguió charlando con ella.
Laura, una de mis mejores amigas y conocedora de mis secretos, se acercó a mí:
– Parece que a Mau le gustan las chicas con sorpresa escondida – dijo
– ¡Sí! – respondí emocionado – lástima que no vengo preparado para la ocasión, ¿qué me puedes contar de él?
Brevemente, me dijo que viene del norte, estudia en la ciudad, pero renta una casita en el pueblo, no tiene problema con recorrer 30 minutos todos los días para ir a la escuela y le encanta la tranquilidad del pueblo y la amabilidad de la gente.
– ¿Le has dicho algo de mí? – pregunté inquieto
– No, niño – respondió – sé que no quieres que se conozcan tus gustos y eso dependerá de ti, si te gusta, ¡pues llégale! – Ambos reímos y volví a la mesa donde estaban mis amigos
Bebimos, analizamos chicas y oportunidades de encontrar acción; realmente, yo me dediqué a no perder de vista a mi nuevo amor platónico; me di cuenta que se comportaba con mi competencia como todo un caballero y los vi dirigirse a la salida; "de pronto" recordé haber dejado mis cigarrillos en el coche, me disculpé con mis amigos y les dije que no tardaría.
Mauricio y su eventual pareja no parecían tener planes románticos, no se tomaban de la mano, no hablaban, solo caminaban por el estacionamiento hasta ocultarse detrás de una camioneta; sigilosamente me deslicé entre los autos hasta encontrar un lugar donde podría ver sin ser visto.
No hubo besos, a menos que me haya perdido ese detalle, la chica ya estaba en cuclillas, desabrochando el pantalón de Mau y relamiéndose los labios; él solo estaba recargado en la camioneta y dando una calada a su cigarrillo; mi rival bajó el pantalón de su macho hasta las rodillas, sacó el pene y comenzó a besarlo hasta que logró una espléndida erección; "maldito puto, por eso nadie los quiere", pensé sarcásticamente, cómo deseaba ser yo quien estuviese recorriendo ese bello miembro con labios, lengua, dientes y, sobre todo, con pasión.
Por estar fantaseando, no me dí cuenta en qué momento comenzó la mamada, pero la chica ya estaba trabajando a un ritmo vertiginoso y más tardo yo en contarlo que ella en tener la boca y la cara llena de semen, recogiéndolo con los dedos para chuparlos después con fruición; "desgraciada travestida, ¿cómo se atreve?".
¿Por qué estaba "celosa"?, es decir, yo no estaba vestida como Lorena y apenas acababa de conocer a este chico; ¿realmente me estaba volviendo tan puto como para desear a un hombre de esta forma?; "Alex, déjate de puterías", me reprendí a mí mismo, "a tí te gustan las viejas".
Afortunadamente el acto fue breve, ella sacó un pañuelo de su bolsa para limpiarse la cara, él se acomodó el pantalón y yo salí corriendo de regreso al antro, por cierto, sin cigarrillos.
– ¿Qué pedo contigo, Alex? – preguntó Luis, uno de mis amigos
– Nada, güey, es que en el estacionamiento había una pareja haciendo sexo oral y no quise interrumpir
– ¿Y no veniste a avisarnos? – preguntó Octavio – ¡serás cabrón, nos hubiera gustado ver!
Todos reímos y volvimos a la normalidad: beber, ver chicas, criticar a quienes estaban bailando, fumar y seguir riendo; en otra de mis idas al baño, me encontré nuevamente con Mauricio:
– ¿Qué hacías en el estacionamiento? – preguntó
– No, nada – respondí sorprendido, creí que no me había visto – iba por mis cigarros al coche y no quise interrumpir
– Pero, ¿te gustó lo que viste?
– La verdad sí, fue excitante
– ¿También te gustan las chicas así? – me estaba arrinconando con sus preguntas
– No exactamente – fue mi titubeante respuesta
– ¿Te gustaría intentarlo también?
– Sí, pero no exactamente en esa forma
– Te la puedo presentar – sugirió
– No, gracias, así estoy bien
– ¿Te da pena por tus amigos?
– Algo así – volví a dudar
Ya estábamos hablando abiertamente de sus preferencias, pero me costaba trabajo revelarle mi doble vida, de lo que sí estaba seguro era de que no podía dejar pasar la oportunidad de conocerlo mejor y, de ser posible, que él me conociera también tal cual soy; así que me armé de valor y le dije:
– Conozco a una chica como ella y dicen que es bonita, pero no le gusta el sexo casual, prefiere las relaciones estables, románticas y a largo plazo
– ¿Es del pueblo? – preguntó sin poder ocultar cierta emoción, aunque solo fuese por curiosidad y eso me ayudó a sentirme más seguro
– Sí, pero es de clóset, no sale vestida a la calle
– ¿Me la presentas? – interrumpió – podrías llevarla a mi casa, ahí puede prepararse y yo aparezco cuando ella esté lista
Mi corazón estaba latiendo a mil por hora y me era casi imposible ocultar una sonrisa de satisfacción que tal vez él confundió con burla, pero no pasó a mayores consecuencias y quedamos en vernos "los 3" el siguiente sábado en su casa.
La noche terminó tranquila, no así el resto de la semana, porque estuve nervioso, deseando, soñando y planeando para que todo saliera perfecto.
Llegó el sábado, me bañé y busqué en mi caja secreta, dentro del clóset, para elegir mis mejores prendas: conjunto de brasiere y bikini en color turquesa; medias de nylon negras, con liguero; vestido de raso negro, con hombros descubiertos, ajustado a la cintura y falda plisada, 10 cms.
arriba de la rodilla; zapatos negros con tacón de 6 cms; maquillaje y algo de joyería.
Guardé la mochila en la cajuela de coche y fui a comer con mis amigos; ensalada, carne, cerveza, charla y, como siempre, muchas risas conformaron el menú de la tarde; dije que tenía un compromiso y salí casi corriendo de ahí, para llegar puntual a mi cita de las 4pm en casa de Mau.
Abrió la puerta y se sorpredió de verme llegar solo, le dije que no se preocupara, que pronto llegaría Lorena y que él solo debería esperar arriba, en su recámara y tenía prohibido bajar si no le hablaba.
En cuanto desapareció por las escaleras, revisé que las cortinas estuvieran bien cerradas, acomodé todo en un sillón de la sala e inicié mi transformación: Lo primero fue desnudarme y ponerme la lencería, con los rellenos de silicón en el sostén; me puse el vestido y fui al espejo del baño para maquillarme y peinarme, lo que me llevó poco más de 20 minutos.
Salí del baño, me puse los zapatos, aretes, pulseras y collar; guardé todas las cosas de Alex en la mochila, que quedó detrás del love seat y le dije a Mauricio que ya podía bajar.
– ¡Ah, no mames! – exclamó al verme – ¿Alex?
– ¡NO! – respondí – bueno, sí, pero, te presento a Lorena – hice un giro de 360 grados, lento, para que me viera completa
– ¡Guau!, sospechaba que podrías ser tú "la amiga", pero nunca imaginé que te verías tan hermosa
– Gracias – me sonrojé
– ¿y qué hacemos?
– Por ahora nada – respondí – recuerda que no me gusta el sexo ocasional, la única opción es conocernos y ver si puede pasar algo después
Mostró gran respeto por mi decisión y, al igual que con el putito del antro, se comportó como todo un caballero conmigo, sirvió un par de copas, escuchamos música, bebimos y charlamos animadamente durante un par de horas, hablamos de todo y nada, como haría una pareja normal que se acaba de conocer.
Estaba por llegar el final de la cita, me levanté del sillón, ayudada por la mano de mi caballeroso nuevo amigo, que me veía con una expresión que demostraba que le había gustado conocerme; no pude resistirme y me lancé a sus brazos, lo abracé fuerte, él me correspondió y sus labios buscaron los míos; recorrí su pecho con mis manos, llegué a su cintura y comencé a desabrochar y bajar su pantalón.
– No me gusta el sexo casual – dije – tampoco me gusta el sexo en la primera cita – hice que se sentara en el sillón y me hinqué para estar en condiciones de tomar suy pene en mis manos – pero esto es algo que he querido hacer desde que te vi subirte al coche de Laura
No hubo necesidad de más palabras, él ya estaba acariciando mi cabello, yo ya tenía su erecto, depilado y circuncidado miembro en mis manos, no era muy grande, 14 cms según mis cálculos, grueso y recto, nunca había visto uno sin curvatura y sin prepucio; no era tan fácil masturbarlo, al menos en principio, después descubrí lo mucho que ayuda la saliva en estas situaciones.
Lo recorrí lentamente con las yemas de los dedos, desde el glande hasta la base, acariciando también sus testículos; no podía dejar de admirarlo, estaba como hipnotizada y tardé un poco en acercar mis boca y lamer suavemente la cabecita; me encantó su sabor y lo disfruté mucho recorriendo cada venoso y palpitante centímetro de su extensión.
Lamí una y otra vez antes de decidirme a meterlo en mi boca; chupé el glande como un niño lo hace con una paleta y luego me lo tragué completo; me sorprendió no sentir arcadas, me estaba volviendo en una experta mamadora, acaricié sus huevos y saqué el pene de mi boca muy lentamente; levanté la vista para ver la cara de Mau, estaba con la cabeza recargada en el respaldo del sillón y la mirada perdida; obviamente estaba disfrutando.
Sin pensarlo más, tomé el pene en mis manos y comencé a meterlo y sacarlo de mi boca, masajeándolo con labios y lengua, con un ritmo cadencioso y lento, deseando perpetuar el momento para la posteridad; pero afloró la puta golosa que hay en mí y no pude evitar incrementar la velocidad, haciendo breves pausas para chupar nuevamente el glande (mi sabrosa paleta) y volver a atacar con ritmo cada vez más frenético.
– Ya casi voy a terminar, hermosa – dijo Mau
– ¡Mmmmhhhhjjjuuu! (es de mala educación hablar con la boca llena)
Con su verga bien ensalivada, mamé solo el glande y lo masturbé con las manos hasta que sentí cómo eyaculaba, disparando pequeños chorros que trataba de contener con la lengua y algunos se iban directo hasta la garganta; tragué todo sin desperdiciar ni una sola gota, como desmostrándole que soy mucho mejor que el otro putito con el que estuvo la semana anterior.
Al terminar, retiré mi cara y abrí la boca, enseñándole su viscosa y deliciosa leche en mi lengua, para después tragarla; no sé si gocé más el saborear su semen o verlo cansado, asombrado y satisfecho; me levanté, ayudada por Mau, con intención de ir al baño a cambiarme, él me abrazo y me dio un tierno beso.
Mientras me transformaba nuevamente en Alex, no podía dejar de ilusionarme con que esto podría ser el inicio de una nueva y muy buena relación; al salir, me ofreció guardar la ropa de Lorena en el clóset de la segunda recámara, pues no lo usa; quedamos en vernos el siguiente jueves y ver qué podría pasar.
Tuvimos 6 citas más en su casa, sin sexo, solo él y Lorena conociéndose mejor; me obsequió blusas, faldas, vestidos y zapatos; al final, nos hicimos novios y, por supuesto, no tardamos mucho en tener sexo.
Solo por no dejar a la imaginación, aclaro que el proceso de conocernos y presentarle a Lorena llevó más tiempo, pero decidí resumirlo para no alargar demasiado el relato.
Nota: Todos sus comentarios y críticas son bienvenidos, seguramente me serán de utilidad para mejorar en siguientes relatos.
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