Cumpli mi deseo de sentirme mujer
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Arcami.
Sentirse mujer era una de las debilidades que siempre tuve. A la vista de la gente tengo una vida heterosexual sencillamente normal, pero cuando la intimidad me lo permite disfruto y gozo como una adolescente cuando siento que me penetran.
Cuando era niño, como la mayoría que disfrutan de ser penetrado, tuve la curiosidad de saber que era lo que sentía una mujer cuando era penetrada. Por este motivo, en la intimidad del baño o de mi cuarto aprovechaba a masturbarme introduciéndome objetos fálicos en la cola, mientras me manoseaba como si fuera un hombre que magrea a una mujer, apretándome las nalgas y los pechos y pellizcándome las tetillas hasta ponerlos duros como si fueran pezones femeninos. Siempre que tenía oportunidad y tiempo me ponía las medias de nylon de mi mamá, así como sus bombachas y corpiños, hasta algunas veces usaba un poco de maquillaje y me dedicaba a cogerme con el mango de un cepillo o cualquier otro objeto que tuviera la forma deseada.
El tiempo transcurrió y yo fui incrementando y perfeccionando estas prácticas, hasta que ya adulto, casado, tome la decisión de probar una verdadera penetración, quería sentir que un pene erecto se introdujera dentro de mi y me hiciera gozar como a una mujer. recurrí al maravilloso internet que con su anonimato te permite ver sin ser visto y llamar a los que publican en las páginas de acompañantes. Mi primera intención fue contactar algún acompañante masculino, pero los hombres no me gustan, no me veía siendo penetrado or algún semental velludo, así que las maravillosas travestis resolvieron el dilema. Recurri a una que se llamaba Sol y publicaba en una página conocida dedicada a Traviesas.
Para resumirlo, cuando conocí a Sol conocí la luz, nunca a nadie le quedaba tan bien el nombre como a ella. Sol se enteró de mi virginidad y dispuesta a ganar un cliente hizo un trabajo de seducción tan irresistible, que a la hora de estar entre sus manos, brazos y lengua me tenía en cuatro y me enterraba su miembro duro hasta el fondo, sentía sus testículos golpeando en la base de mi ano, sus manos sosteniéndome por la cadera y yo gimiendo y retorciéndome de placer aferraba las sábanas con las manos crispadas y levantaba mi cabeza buscando sus besos mientras ella continuaba entrando y saliendo acompasadamente, y me decía cosas que me excitaban cada vez más, me hablaba en femenino y me llamaba su perrita, yo asentía y gritaba que siguiera metiéndomela hasta que finalmente acabó con su miembro apretado por mi cola.
Desde luego que lo hicimos con condón, con lo cual no sentí sus jugos pero sí sus estertores. No hizo falta ni que ella ni yo me tocara, porque al sentirla tan excitada acabé segundos después que ella.
Una vez desvirgada, repetí la visita a mi Sol que siempre un paso adelante me preparaba ropa de mujer para que me ponga y me cogía con esas ropitas puestas.
Confieso que he probado con otras Traviesas y también finalmente con más de un hombre, pero hasta ahora nadie me entendió y me hizo disfrutar tanto como mi Sol a la que dejé de ver porque se fue a trabajar a Italia, algo muy lejos para mi desde el cono sur de américa.
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