Danielita la traviesa.
Hola soy Danielita lee mi relato podemos conocernos..
Soy un chico normal, de esos que pasan desapercibidos en la calle. Mido como 1.75, cuerpo promedio, ni flaco ni gordo, con el pelo corto y castaño que siempre llevo despeinado. Durante el día, uso jeans gastados, camisetas simples y tenis cómodos, nada que llame la atención. Pero cuando llego a casa y me meto en mi mundo, todo cambia. Me despojo de esa ropa de «hombre común» y saco mis tangas rojas de encaje, las que me aprietan el pene y me hacen sentir expuesto, o mis suspensores negros que me marcan las piernas. Me miro al espejo, mi verga dura debajo de la tela fina, y ya siento ese cosquilleo que me prende.
Esa noche, después de un día cualquiera, decido salir. Me pongo mis jeans por fuera, pero debajo llevo mi tanga favorita, roja y diminuta, rozándome con cada paso. Llamo un taxi, y cuando subo, me topo con el taxista: un tipo de unos 40, robusto, con barba de tres días y una camisa a cuadros medio desabrochada que deja ver el pecho peludo. Tiene esa vibra de hombre curtido, con manos grandes agarrando el volante y una voz ronca que me saluda: «¿A dónde vas, amigo?». Le doy una dirección vaga, pero en mi cabeza ya estoy planeando algo más.
Mientras el taxi avanza por calles mal iluminadas, saco mi celular y enciendo la cámara para una videollamada. Llamo a un contacto que siempre está listo para verme, y cuando contesta, le susurro: «Mira dónde estoy, papi». Apunto la cámara al taxista, que me echa un vistazo por el retrovisor, y luego bajo el lente para que vea mi mano deslizándose por mi pantalón. «Estoy con un taxista, y llevo mi tanguita puesta», digo en voz baja, y escucho cómo mi contacto empieza a jadear y a decirme: «Qué zorrita eres, desabróchate ya».
El taxista, que no es tonto, capta algo raro y me dice: «¿Qué haces ahí atrás, cabrón?». Yo sonrío, nervioso pero excitado, y le digo: «Nada, solo charlando». Pero entonces decido ir por todo. Me desabrocho el jeans, dejo que vea el borde de mi tanga roja asomando, y le digo: «Si quieres, párate un segundo y te muestro algo». Él gruñe, pero estaciona el taxi en un callejón oscuro, girándose en el asiento con una mezcla de curiosidad y desconfianza. «A ver, qué tienes ahí», dice, y yo bajo el pantalón del todo, dejando mi pene duro apretado en la tanga y mi culo apenas cubierto por el hilo.
Mi contacto en la videollamada empieza a decirme: «Qué putito rico, muéstrale todo a ese taxista». Yo saco uno de mis juguetes, un plug negro que siempre llevo en mi mochila, y lo enseño a la cámara mientras el taxista me mira con los ojos abiertos. «Métetelo, zorrita, quiero verte», dice la voz del celular, y yo, temblando de adrenalina, me bajo la tanga hasta los tobillos, me escupo en la mano y me unto el culo delante de él. El taxista suelta un «joder» bajito, pero no aparta la vista.
Me meto el plug despacio, gimiendo para la cámara, y el taxista se mueve en su asiento, claramente duro debajo de sus pantalones. «Qué mierda haces, loco», dice, pero su voz tiembla, y yo le digo: «Mírame, papi, soy tu zorrita ahora». Apunto el celular para que mi contacto vea todo: el plug entrando en mi culo, mi pene saltando libre, y el taxista sudando mientras se toca por encima de la ropa. «Fóllate ese culo, putito», me ordenan por el teléfono, y yo empiezo a mover el juguete adentro y afuera, jadeando fuerte para que ambos me oigan.
El taxista no aguanta más, se desabrocha y saca su polla, gruesa y venosa, y me dice: «Si vas a ser zorra, hazlo bien». Me agarra del pelo con una mano callosa, me jala hacia el asiento delantero, y me empuja la cabeza contra su verga. «Chúpala, putito», gruñe, y yo la meto en mi boca, saboreando el sudor y el calor mientras mi contacto en la llamada me dice: «Qué rica zorrita, traga todo». El taxi huele a sexo y gasolina, y yo chupo con ganas, el plug todavía en mi culo, vibrándome con cada movimiento.
Él me agarra más fuerte, me folla la boca mientras el celular cae al asiento, apuntando torcido pero captando todo. «Métetelo más, zorra», me dicen por el altavoz, y yo me saco el plug y lo reemplazo con mis dedos, abriéndome el culo mientras el taxista me embiste la garganta. «Qué puto más sucio», dice él, y me escupe en la cara antes de sacarme y ponerme en cuatro sobre el asiento trasero. Me arranca la tanga del todo, la tira al suelo, y me mete su polla en el culo de un empujón, duro y sin avisar. Grito, pero me encanta, y mi pene gotea mientras mi contacto me grita: «¡Eso, zorrita, déjalo que te rompa!».
Me folla como bestia, el taxi temblando con cada embestida, sus manos agarrándome las caderas mientras mi verga rebota contra mi estómago. «Toma, putito, esto es lo que querías», me dice, y me cachetea el culo hasta que me arde. Yo agarro el celular, lo pongo frente a mí, y mi contacto ve cómo me destrozan, diciendo: «Qué rico te ves, zorrita, córrete para mí». El taxista me da más duro, gruñendo como animal, y yo me pajeo rápido, explotando en un orgasmo que me deja temblando, mi semen salpicando el asiento mientras él se corre dentro de mi culo, caliente y espeso.
Me deja ahí, jadeando, con el culo goteando y mi tanga rota en el suelo. «Buena zorrita», dice, limpiándose la polla con mi camiseta antes de arrancar el taxi otra vez. Mi contacto en la videollamada suspira y me dice: «Eres el putito más sucio que conozco, mañana repetimos». Yo sonrío, agotado, y me quedo tirado en el asiento, sabiendo que esto es justo lo que soy
Mi telegram es @Danytranssola
Le espero besos en sus vergas 😘
Gracias por el beso en mi verga, muy interesante el cuento.
Me uda zorra eres, me encanta tu morbo y me gustaría ir contigo a la playa nudista para que nos miren mientras nos tocamos, que nos hagan fotos rodeados de mirones pajeándome y corriendose en nuestra cara
Mi Telegram es @ulpiano2. Escríbeme te he mandado un mensaje con una foto mia