De Closet
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Mony.
Confesiones:
“De Closet”
Tratar este tema es escabroso por varias razones.
Una porque no se trata de hombres, sino de travestis. Otra porque no fue un solo encuentro sino varios, aunque generalmente con una chica distinta. Así que esto tuvo variedad y vaya que lo disfruté.
Otra razón por lo cual lo considero delicado es que lo hice en una ciudad grande, con el riesgo de ser descubierto, aunque siempre de fue madrugada.
Sea como sea, fue una etapa de mi vida que recuerdo y que trataré de contarlo de la forma más clara posible.
Por principio de cuentas yo estaba joven, aunque no tanto. Trabajaba hasta tarde en la oficina, aunque en el fondo eran más bien pretextos. Pretextos para quedarme viendo porno, ya que de día no podía hacerlo por el riesgo de los empleados.
De algún modo esta etapa subrepticia y nocturna me rememoraba otra etapa vivida antes, por todo lo que hacía yo en secreto en la oficina con el internet y los dildos. Y de hecho, también me masturbaba casi todas las noches, aunque procuraba manejar el dren de semen, puesto que era casado y había que hacer entregos regulares.
Pero lo que no variaba eran mis deseos de mi culo, siempre despiertos, intensos y al punto cada vez que veía porno, algo que, sobre todo los shemales, me ponía super cachondo. Me había hecho de pequeños dildos que usaba a discreción, ya fuera en el baño o en algún punto discreto. En la oficina no había mucha fiabilidad y me cuidaba mucho de eso.
Tal vez este hecho, el de no poder descargarme a gusto, fuese un filón abierto para que buscase yo alguna opción pero que fuera diferente. Comenzaba a añorar algo distinto, algo riesgoso. Yo sabía de qué se trataba pero no lo admitía. Quería ser una shemale, y si no se podía, entonces necesitaba buscar y estar con una.
Por supuesto, la razón para desear buscar trasvestis fue el hecho de ver tantos videos de shemales. Todo esto había madurado en mí. Se dieron las condiciones para que por fin me decidiera a probar algo que desde hacía tiempo deseaba, pero que no había hecho por falta de valor, pues en la ciudad que habitaba, los había y suficientes.
Esto lo descubrí por las noches, cuando salía de la oficina. Los veía parados a la orilla de la avenida, vestidos de mujer y esperando clientes. Nunca antes intenté algo parecido. Las relaciones que tuve siempre fueron con gente a la que traté antes y con la que nació un sentimiento. Pero en este caso buscaba un contacto casual, rápido y disimulado que acabara en unas horas, o quizás en menos.
La cuestión, en el fondo, era borrar todo vestigio, contacto y relación, y este era el modo ideal de conseguirlo.
Cierta noche salí de la oficina a la una de la madrugada decidido a hacerlo. Iba nervioso porque para mí era algo nuevo, aún con la experiencia que tenía en el sexo en general.
No me fue difícil acceder a lo que quería. Tan solo me detuve en una calle oscura adyacente a la avenida para manejarme con discreción. Ellas están al acecho, y cada auto que se detiene significa una posibilidad. Así que uno solo tiene que esperar a que lleguen. A veces son dos o tres; a veces una. Y dependiendo de lo que quieras elegir, es como actúas.
Apenas me había estacionado cuando se acercó una. Era delgada, joven, y no se veía tan mal. Pero yo estaba al mismo tiempo avizorando a la esquina, donde estaba un grupo más numeroso charlando y esperando.
Le mentí. Le dije que ya esperaba a una amiga. Ella se fue, pero vino otra… y luego otra. De pronto me di cuenta que no podía estar tanto tiempo ahí sin exponerme. Tenía que decidirme. Total, sería tan solo un encuentro rápido y punto.
Le dije que sí a la siguiente que vino y me agradó. Era delgada, lo recuerdo, y parecía ser de carácter agradable. Parecía una mujer. Se subió y arranqué el auto.
-¿A dónde? –le pregunté.
-A donde tu quieras papito.
-No, mejor dime tú. Nunca he venido aquí.
-¿Ah no? –dijo en tono incrédulo.
-Es verdad.
-Okey… puedes tomar la avenida y dar vuelta en la glorieta. A varias cuadras hay varios moteles. Podemos ir al que te guste.
-Bien.
Hice lo que me dijo. Ella me guió. En pocos minutos arribamos a la zona motelera. En efecto había varios sobre la avenida, pero yo no quería quedarme ahí. Le dije que buscáramos otro más discreto.
-Dobla a dos cuadras a la derecha –dijo.
Lo hice. Más allá se divisaba uno. Este me pareció a modo. Entramos. Ya en el cuarto, luego de pagar, nos sentamos en la cama. Ella encendió el televisor y escogió un canal de vídeos porn. Una pareja follaba intensamente en la pantalla. Nos pusimos a ver un poco la acción.
De pronto ella se paró y comenzó a desvestirse.
-Papi, no puedo quedarme tanto tiempo –dijo.
-Yo tampoco.
Me desnudé también. El asunto con ellas, en apariencia, es que tú las penetres, pero todo eso no es más que un velado papel. Claro, lo supe después, a medida que experimenté. Y esta primera vez también, aunque no lo sabía bien, sí lo suponía en el fondo.
Comenzamos a acariciarnos, y después rodamos en la cama. Los travestis, y muchos no lo saben, no buscan del todo ser penetrados. Ellos más bien, por lo que descubrí, buscan generalmente penetrar. Son hombres con facha de mujer. Y eso fue para mi una revelación seductora.
Luego de rodar comenzó a chuparme el pene. Pero al mismo tiempo veía que ella se tocaba el suyo, que había crecido y endurecido al máximo. Era un miembro de lo más normal, pero era fascinante verlo. Para mí, esto es una mezcla extraña. Una mezcla de mujer-hombre, hombre-mujer… una chica dotada de verga y a la vez de agujero donde puedes experimentar de todo.
De repente comenzó a tocarme entre las nalgas. Dejé que me lo hiciera sin decir nada. Ellas usan mucho esta táctica. Si hay oposición insisten o desisten; pero si intuyen algo, pegan el tiro. Y eso me sucedió esa noche.
Me dejé llevar por las caricias, que por lo general son de mano experta. Claro, cada una es diferente, pero tampoco es mucha ciencia tener sexo rápido en un motel, y menos cuando se está dispuesto y decidido a explorar, y yo lo estaba. Venía de calentarme intensamente por varias horas viendo porno y lo que deseaba era saciarme.
Ella me metió un dedo, luego dos. Lo hizo bastante bien, así que yo mismo me empujé sobre su mano para que me lo insertara todo. Después de un buen caldeo anal, se me puso entre las piernas. Yo solo cerré los ojos, abandonándome. Ella había comprendido mis intenciones desde antes, así que me penetró casi al instante. Es algo mucho muy explosivo.
No es igual, hay que decirlo, que te penetre un hombre a que lo haga un travesti. Hay un ingrediente adicional, algo distinto, mucho más morboso y hasta más excitante, si se puede decir. No tardamos casi nada. Se me vino adentro de un modo explosivo. Tan caliente andaba la chica. Después lo monté yo y también me vine rápido. Traía la leche casi en la punta.
No tardamos ni siquiera una hora en el motel. Nos vestimos y salimos. Lo dejé cerca de la avenida, a dos cuadras donde están sus compañeras, y me fui a dormir.
Quiero decir algo: Quizá para algún otro, con un encuentro de éstos hubiese bastado para experimentar, pero no en mi caso.
Al contrario, comencé a sentir intensos deseos de repetirlo, aunque sabía que era riesgoso. Dejé pasar dos semanas, y lo intenté de nuevo. Mi deseo por hacerlo era muy intenso, casi irrefrenable. Ahora iba menos nervioso, como suele ocurrir.
Esta vez me llevé a una que se miraba más madurona, aunque aún joven. Deseaba a alguien con un poco más de fuelle que la chica anterior. Y creo que lo conseguí.
Nos fuimos al mismo motel, y pronto descubrí que había escogido bastante bien. Era atractiva, delgada, morena, bastante caliente y atrevida, y además iba decidida a cogerme. Evidentemente andaba excitada, porque me dijo que era yo el primer cliente de la noche. Quizá si, quizá no.
Pero su enjundia parecía que sí lo era. No tuvimos que decirnos nada, simplemente ella lo entendió todo de mi. Mi pasividad en las caricias le hizo entender que yo quería recibir más de ella. Lo que siguió fue sencillo. Comenzó a trabajarme de tal suerte que me preparó para montarme, no tanto para que la montara. Y así sucedió. Todo fue sin decir nada, como algo ya entendido.
Pienso que las travestis saben muy bien su negocio. Conocen perfectamente a todos los hombres que las buscan, y saben que esta búsqueda, por lo regular, no es activa sino pasiva en la mayoría de los casos. Seguro habrá hombres -pocos creo yo-, que busquen a una travesti para cogerla. Insisto: lo que buscan los hombres es hacer con ellas algo que no se atreven a hacer abiertamente ellos: el homosexualismo de closet.
Asi que el trabajo de ellas es sencillo, aunque en ocasiones puede ser duro, es como todo: Exploran al cliente con ciertas caricias emotivas, típicas, buscando cerciorarse qué es lo que el cliente desea, es decir, si busca ser penetrado. Es la primicia. Y por lo general es así, lo repito. Asi que no es difícil el asunto. En la soledad del cuarto, en silencio, sucede todo, y todo queda entre dos que ni siquiera se conocen. El juego es ese.
En este caso simplemente se me encimó y me puso la cabeza en la entrada. Como siempre, mi culito venía super preparado por fuera y por dentro con la cremiza y la masturbada con dildo en la oficina. Estaba digamos al punto para ser penetrado, y sin duda que ella lo notó claramente, aunque no dijo palabra. Y ninguna otra lo dijo tampoco. En eso son discretas.
Penetrarme entonces no fue sino cosa de un instante. Un empujón fuerte de muslos, luego otros dos y listo. Hasta los huevos. Esta no tenía el pene grande (de hecho una característica fue hallarme siempre con chicas de pene pequeño, delgado, poco desarrollado, excepto un par de casos donde el miembro era digamos normal). Supongo que es debido a las hormonas que toman, o al mismo desarrollo homosexual. Quien sabe.
El coito no fue tan rápido como la primera vez sino que mejoró. Ella se esmeró un poco más, pareció olvidarse momentáneamente del tiempo para dedicarse a mí, y a trabajarme el hoyo, que se entusiasmó y gozó más que la ocasión anterior. Muy rico.
Solo que hubo algo diferente: ella no se vino. Sin duda lo hacen para administrarse. No pueden eyacular con todos los clientes, es antinatural. Incluso, quizá guarden el semen para su amante de cabecera. Pero si limó lo suficiente para que yo me viniera penetrado hasta el fondo. Por esto no hubo necesidad de penetrarla, y tampoco podría a menos que esperase unas horas. No tuve entonces que trabajar sino solo recibir, y la cosa me agradó.
Nos fuimos contentos y le dije que la buscaría en unos días, porque yo era un viajante que pasaba por la ciudad cada dos semanas más o menos. No pienso que me creyera. En fin.
Los días pasaron y por momentos me olvidé de ella. Pero por las noches me venía otra vez ese deseo de buscarla. Esperé solo una semana y volví. Pero no la encontré. Me arriesgué un poco para preguntar a sus amigas por ella, pero dijeron que quizá estaba ocupada. Esto me hizo sentir mal.
Al fin me decidí por otra. Era una rubia de piel blanca, algo alta y refinada. Se notaba a leguas que era una travesti experimentada. Andaba por los 28 años. En el recorrido al motel conversamos para conocernos algo. Me dijo que solo me cobraría un poco más de la tarifa por quedarse toda la noche conmigo, si lo deseaba. Le hice ver que mi plan era estar solo un rato, y que no podía quedarme. Lo tomó con calma.
Esta vez probamos en otro motel de la cercanía. No era diferente al otro, y ellas tenían la costumbre de poner la TV para ver pornos. Era lo primero que hacían, seguramente para calentar, pero también para romper el hielo. La rubia se desnudó. Tenía un hermoso cuerpo bien torneado, con cintura delgadísima. Sus nalgas eran realmente bellas. Cualquiera que la viera desnuda la confundiría con la mejor actriz de moda. Tetas grandes, supongo que artificiales, pero un pene de regular tamaño, nada despreciable.
Conversamos, pero yo estaba deseando poseerla y que me poseyera. Quería saber qué se siente tener sexo doble con alguien como ella. Me turbaron sus besos, que eran violentos y salivosos. Así que después de acariciarnos nos tumbamos en la cama. Ella sue la única que se colocó de a perrito esperando mi penetración. Le merí la verga con saña. No tardé tanto en venirme porque ya venía caliente, y además, ver su bello cuerpo a mi disposición me llenó de lascivia. Me vine dentro de su culo como nunca.
Luego fue ella quien me tumbó y se me montó. Lo hizo de frente, en pose misionero. Ahí me cogió, pero no tardó ni siquiera cinco minutos en venirse. Era tierna y agradable sentirla dentro, y se lo dije. Ella solo sonreía.
-Oye, ¿por qué te veniste tan rápido?
-Uy niño, andaba caliente y me pusiste más cuando me la metiste.
-Yo creí que ustedes se guardaban para sus amantes y que solo fingían con los clientes.
-Lo hacemos. Pero no contigo. Me gusta como eres.
No se si me engañó o no, pero me sentí bastante complacido con esta rubia a la cual tampoco volví a ver jamás.
Sigue…
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