De como me volví en Andrea I
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Papillon13.
Todo empezó cuando tenía 8 años viendo un documental de Nat Geo sobre como unas lampreas envolvían el cuerpo de sus víctimas y devoraban su carne.
No sé porque, pero me imaginaba que yo era su víctima.
Que esos animales envolvían mi cuerpo y me devoraban de a poco.
En la noche en mi dormitorio, esa idea volvió a mi y sin querer fui frotando mi pequeño pene y ese pequeño calor que sentí en aquella tarde se transformó en un fogonazo de placer que terminó cuando lance mi primera eyaculación.
Fue mi primera masturbación y no sería la última.
Las siguientes siempre tenían como personajes a zombies y monstruos que imaginaba sobre mi cuerpo y que lo recorrían son sus manos y bocas.
Hasta ese entonces yo estudiaba en un colegio privado, pero para el año siguiente mi familia pasó por una crisis económica y tuvieron que ponerme en un colegio público y de solo varones.
Craso error de mis padres, pero que me aseguraría un sinnúmero de momentos de placer para mi y lo que marcaría mi futuro.
Estos chicos eran diferentes a los de mi antiguo colegio.
Estos eran más despiertos y manejaban un vocabulario que yo desconocía.
Términos como follar, coger , culear eran para mi desconocidos.
Pero ellos lo hablaban como si fuera parte de su lenguaje cotidiano.
Para mi mala o buena suerte me pusieron en la misma carpeta de un chico llamado Jhonny.
Él era dos años mayor que yo, tenía la piel oscura y los cabellos crespos.
Y también uno de los más mañosos del salón.
Y no tardo en hacérmelo saber.
Yo era pues un chico de mediana estatura para mi edad.
De ojos claros, cabello oscuro, piel rosada como la de mi mami y un rostro más de niña que de niño.
Pero lo que más destacaba de mi era mis muslos bien gorditos y un culo redondeado que no pasaba desapercibido.
Yo lo sabía, porque me veía en el espejo y me gustaba lo que veía y también parece que a Jhonny, pues así como jugando siempre acariciando mis muslos o tomándome de la cintura y yo por supuesto feliz.
Y más cuando lo hacía sin la mediación de la tela mi pantalón.
Que rico era sentir su mano recorrer mi piel .
Mis tetillas se erectaban y mi piel se ponía como de gallina.
Pasaron los días , hasta que toco la primera clase de deportes.
Todos fuimos a los vestidores y ahí empezó mis problemas.
Me daba vergüenza cambiarme delante de mis compañeritos.
Utilizaba cualquier excusa para ir al baño y cambiarme.
Cada una más tonta que otra, pero no podía hacerlo frente a ellos.
Y menos delante de Jhonny.
Eso fue uno de los motivos que precipitaron las cosas y de a pocos me fui convirtiendo en la “chica” del salón.
La chica a la cual todos no perdían la oportunidad de tocar y fastidiar durante todo el día.
Yo no lo sabía para ese entonces, pero para Jhonny yo era de su propiedad y muchas veces me defendía y eso me gustaba.
Me hacía sentir protegida y chiquita a su lado, aunque él mismo me tocaba y no pocas veces.
Ya para ese entonces mis masturbaciones nocturnas habían cambiado de personaje principal, ya no eran los zombies y monstruos de la tv, sino era Jhonny y mis compañeritos de clases.
Recordaba cada una de sus palabras e insinuaciones como “pecosita linda” , “que rico culo blanco tienes” , “qué tales piernotas!!!” y ni que decir de sus tocamientos que eran cada vez más seguido.
Para ese entonces desconocía lo que era la penetración anal, pero eso no duraría demasiado, pero no por causa de Jhonny.
Una mañana en la clase de educación física me olvidé mis zapatillas y por eso no pude ir con todos los demás alumnos a la clase.
Me quede en el salón encerrada , pero no sola.
Curiosamente, Jhonny tampoco fue a clases.
No sé si fue una excusa o solo el destino, pero ambos terminamos en un salón vacío por una hora y media Y él no lo desaprovecho.
A los pocos minutos que todos se fueron, él se acerco y me dijo – vamos a jugar a la pelea.
Yo ni idea de eso, él solo me tomo y trató de lanzarme al suelo.
Yo por reacción trataba de hacer lo mismo, pero él era mucho más fuerte y fácilmente me doblaba y me hacía caer.
Se tiraba encima de mí , me sujetaba de las manos y acercaba su rostro al mío.
Podía sentir su respiración agitada, su aliento y su calor.
Yo me retorcía tratando de salir debajo de él, pero no podía.
Su fuerza parece que se había multiplicado por 100 y me tenía dominada mientras sus manos recorrían mis muslos, mis nalgas y mis pechos a su placer.
Y luego hizo algo que siempre han hecho todos los hombres con los cuales he tenido sexo: me escupió dentro de mi boca.
¿alguien podría decirme por qué hacen eso?
Y tanto fue al balde que comencé a participar.
Me gustaba lo que hacía y sentía placer.
Y le dije – que rico … comeme.
Y eso parece que fue el gatillo que disparó algo dentro de él.
Me tomo y me comenzó a desvestir.
Y yo me deje hacer.
Fue cayendo en el piso del aula mis ropas, hasta que quede solo con mi calzoncillo.
Yo solo atinaba a decir – ¿qué haces? No por favor.
– Aunque ese no significa si.
Luego él me quedo mirando mi cuerpo semidesnudo.
Yo respiraba agitadamente y solo hice mi cabeza a un lado.
Él se lanzó nuevamente sobre mi y comenzó a besar mi cuello, mientras sus manos se volvían locas tratando de agarrar la mayor cantidad de carne posible.
Mis sueños masturbatorios se estaban volviendo realidad.
Él era mi zombie, mi monstruo que cada noche devoraba mi cuerpo.
Ya estaba a su merced.
Era suya y él lo sabía.
Una sensación indescriptible recorría mi cuerpo mientras él devoraba mis pechos.
Mis tetillas estaba a full, y él jugaba con ellas con su lengua.
Y un largo mmmmmmm llenó el aula vacía.
Ella yo que no podía contener el placer que sentía .
Ya no tenía control sobre mi cuerpo, solo se retorcía bajo sus manos.
Besó mis muslos, mis nalgas.
Las amaso e hizo con ellas lo que quiso.
Y yo solo gozaba y me retorcía de placer.
Luego me dijo – es hora que me chupes la verga.
Yo ni idea de eso.
Solo vi como sacaba su pene y lo dirigía a mi rostro.
Chúpamelo, me ordeno.
Me dio asco ver un pene negro que estaba a centímetros de mi rostro.
Era pequeño, pero mucho más grande que el mío, que incluso hoy sigue siendo bien pequeño.
Solo cerré los ojos y sentí como su pene tocaba mis labios y hurgaba entre ellos forzando la entrada.
Hice mi rostro a un lado, pero me tomo de la cabeza y me presionó contra su pelvis.
El pene estaba totalmente erecto, parecía un fierro y olía a orines, pero aún así abrí mi boca y lo recibí.
Era una sensación extraña, nunca lo había imaginado y solo atiné a succionarlo, quizá en forma instintiva no lo sé, pero parece que lo estaba haciendo bien pues Jhonny ronroneaba como un gatito .
Poco a poco me fui acostumbrado y la sensación me resulto placentera, al punto que comencé a sobarme.
Abrí mis ojos y todo mi mundo en ese instante era su pelvis, su pene ingresando entre mis labios , el ronroneo de Jhonny y ese sabor almizcle que ahora inundaba mi boca.
Pensé que se había orinado, pero no, era el preludio de lo que posteriormente sería su venida.
Él lo sabía , así que lo saco de mi boca y me dijo : ahora te voy a culear como una perra.
Y acto seguido me ordenó que me ponga en cuatro.
Yo ni idea de eso, así que él tuvo que enseñarme.
Luego se puso detrás de mi, bajó mi calzoncillo, me tomó de las caderas, subió sus manos hasta mis pechos, los apretó y luego me dio un empujón que me hizo dar con el rostro al suelo.
Sentí como su verga se sobaba contra mis nalgas que para ese entonces ya estaban rojas de tanto placer que sentía.
Eso daría paso a que posteriormente en el colegio en lugar de llamarme por mi nombre lo hagan por manzanita .
Jhonny se movía una y otra vez, de adelante para atrás y de izquierda a la derecha.
Yo solo me dejaba hacer.
Me recorde aquella vez cuando vi como dos perros follaban.
¿Me haría igual? Temí quedar abotonada como sucedió con los perros.
Era la primera vez que me pasaba esto, no tenía idea.
Sus manos no dejaban de recorres mi espalda, mis caderas, pechos y muslos.
Mi piel se erizaba de placer al paso de sus manos.
Era como electricidad que recorría por todo mi cuerpo y que no permitía ni hablar, solo entre balbuceos llegaba a decir “queee ricoooo” y no sé en que momento comencé a sobar mis nalgas contra la pelvis del ahora mi macho.
Volteo y veo a Jhonny con un rictus de placer en su rostro moviéndose detrás de mí y esa imagen aún hoy me excita, incluso en estos momentos que estoy masturbándome mientras escribo esto.
Ese día no perdí mi virginidad.
Aún hoy me pregunto porque Jhonny no me penetro.
Y al cabo de unos instantes bañó mis nalgas con su semen.
Le escuché decir un largo Aaaagggghhhhhh y se tiró encima de mí.
Su respiración era agitada , tanto o más que la mía.
Yo también me había vaciado ya dos veces y mi semen estaba esparcido en el piso del aula escolar.
No sé porque Jhonny no me penetró en esa oportunidad.
Ahora a la distancia, hubiera dado cualquier cosa para que él habría sido el primero y no aquel asqueroso conserje que posteriormente se encargaría de hacerlo, pero eso es otra historia.
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