De cómo me volví en Andrea II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Papillon13.
Como les iba contando, si bien es cierto que no pasó mucho en esa oportunidad con Jhonny, fue la puerta que me abrió a nuevas experiencias.
Pues si yo pensaba que todo iba a quedar en secreto, no podía estar más equivocada.
Jhonny lo contó a medio colegio, incluso alardeaba cosas que nunca pasaron, de eso luego me enteraría.
Ya no solo era Jhonny y algunos chicos de mi salón quienes siempre me molestaban, ahora también se habían sumado algunos chicos de secundaría.
Y aunque ya no se repitió la misma oportunidad que tuvo Jhonny ese día, pues aparte de las matemáticas, literatura y cosas del colegio, ése año también aprendí a chupar vergas.
Mis profesores en esas lides fueron mis nuevos amigos, mucho más experimentados que mis compañeros de aula.
Algunos me invitaban a ir a sus casas o encontrarnos fuera del colegio, pero por miedo nunca acepte y para mis lecciones de placer usábamos los vestidores o los baños del colegio, pero había que tener mucho cuidado, pues Don Benito siempre rondaba, así que había que ser breves.
Don Benito era el portero y el que daba seguridad interna en el colegio.
Tenía unos 50 años, moreno, no era alto, pero si tenía una enorme panza y una voz muy gruesa y alta que intimidaba al solo escucharla.
Su aspecto daba temor, y él sería mi primer hombre.
Nunca lo hubiera imaginado.
Así transcurrió el año escolar, entre mamadas y manoseadas.
Llegaron las vacaciones y extrañaba a mis compañeros de colegio.
Mis masturbaciones ya no tenían como protagonistas a los monstruos y zombies que me devoraban a besos y mordiscones.
Ahora eran mis amigos del colegio.
Recordaba sus rostros, sus besos, sus manos tocando mi cuerpo, sus penes de diferentes colores y tamaños que sobaban por mi rostro.
La tibieza del glande tocando mis labios y luego introduciéndose dentro de mi boca, el vaivén de sus caderas , el aroma y finalmente ese gusto entre salado del semen que explotaba dentro de mi boca , algunas veces tan abundante que se deslizaba afuera por la comisura de mis labios.
Me encantaba mis lecciones de sexo que recibía en el colegio, así que aprovechando las vacaciones y que tenía una laptop en mi dormitorio, decidí utilizar el internet para aprender más y sí que aprendí bastante.
Me masturbaba a diario y siempre viendo videos porno.
Fue mi vicio durante las vacaciones.
Al año siguiente fue la verga de Jhonny la primera que probé.
Él estaba tan erguido y yo tan caliente que faltó poco para que me follara en el baño, sino hubiera sido por doña margarita que entro a limpiar.
Y así fueron pasando las semanas, era la putita del colegio, hasta que un día don Benito rompió mi rutina y me rompería luego otra cosa.
Ven me dijo.
Me sorprendió y me dio miedo al mismo tiempo, ya que nunca me había hablado.
-Tengo que decirte una cosa, ven para acá.
Casi como susurrando.
Y dicho eso, sacó un celular y me mostró un video en donde yo estaba con un chico de secundaria en el baño del colegio.
-¿Acaso creías que nadie te veía? , me dijo mirando hacia todos lados.
Me temblaban las piernas y no supe que decir.
Solo agache la cabeza.
Luego me dijo:
-Mira, se lo puedo contar al director y a tu madre.
Eso valdría tu expulsión del colegio.
Yo estaba casi llorando.
Le suplique que no avise a nadie y que nunca más lo haría.
Por favor , por favor, repetía.
Estaba en sus manos.
Y agrego :
-No te preocupes que todo tiene solución.
Sabes, soy un hombre muy ocupado y mi cuarto necesita limpieza, si estás dispuesto a limpiarlo este fin de semana y todos los fines de semana, podría pasar por alto esta ofensa al colegio.
Yo acepté sin dudarlo.
No tenía otra salida.
Llegó el viernes y al terminar las clases cumpliendo mi promesa me acerqué al cuarto que tenía don Benito al otro extremo de las aulas.
Toqué la puerta y el abrió al instante.
Por lo visto ya estaba esperándome.
Ingresé y me mostró lo que tenía que hacer
-Como ves, mi cuarto necesita limpieza.
Así que manos a la obra.
Ponte ese uniforme y empieza a trabajar.
Me quede tonta viendo el uniforme que me alcanzó.
Era un disfraz de mucama.
-Pontelo!! Me ordenó.
En dónde le dije, ya que me daba vergüenza desvestirme delante suyo.
-Que carajos!! Grito.
Te doy la espalda y te cambias.
Rápido!!
Y así lo hice.
Por lo visto ya todo lo tenía preparado.
Era un uniforme de mi talla.
El uniforme incluía unos calzones con blandas y una peluca que supe como ponérmela.
Cuando terminé, giro y me dijo:
-Toda una niña!!
No puedo describir la sensación que sentí en ese momento.
Decir que sentí vergüenza y miedo era poco.
El tipo no solo me daba miedo, sino que era repulsivo.
Sin embargo tenía que limpiar el cuarto.
Al menos eso pensaba que tenía que hacer hasta ese momento.
Don Benito se acerco.
Tenía una mirada oscura y fija en mi.
Su mirada era tan fuerte que no podía sostenerle la mirada.
Solo hice mi cabeza a un lado.
Luego el me tomo por los hombros y me llevó a su dormitorio.
Si su sala era asquerosa, su dormitorio ya no tenía nombre.
Las paredes estaba cubierta de figuras de mujeres desnudas en diferentes poses.
El piso era de madera y en una esquina había un camastro con unas sábanas sucias que parecían no haber sido cambiadas por mucho tiempo.
Me llevó ante un gran espejo que reflejaba toda su cama y me ordenó que mire en el.
Miré, y vi una niña.
Una linda niña.
Nunca lo había imaginado.
Ese día sería mi primer paso al travestismo.
-Eres linda.
Te pareces mucho a tu mamá, me dijo.
Yo no podía despegar la mirada del espejo.
En verdad me parecía a mi mamá.
Solo que sus ojos son verdes y los míos negros.
Pero mi nariz, mi boca, mis ojos y la forma de mi rostro era bastante cercanos a la de mi mamá.
Estaba extasiada frente al espejo, cuando siento que Don Benito se coloca detrás de mí, me toma nuevamente por los hombros y comienza a acariciar mi rostro y cuello.
-Eres bonita.
Sabes, me gusta tu mamá.
Es una hermosa yegua, pero sé que es inalcanzable para mi, pero tú no.
Tú estás aquí.
Ya para ese entonces, sabía que lo que tenía que hacer ahí no era precisamente limpiar el cuarto.
Eso acrecentó mi temor y asco por ese hombre.
Pero mis piernas no me respondían, no sé si era por miedo o porque no tenía otra salida.
¿Qué tal si me negaba y salía corriendo? Seguramente me expulsaban del colegio y ni que decir la pena que le causaría a mi mamá.
Don Benito continúo tocándome.
Se apego más.
Sentí su panza dar contra mi espalda.
No era mucho más alto que yo, solo me ganaba por unos 20 cms.
Sentí su aroma o debo decir hedor, porque el tipo decidamente emanaba un olor asqueroso, como si no se hubiera bañado por días.
No podía moverme.
Estaba aún frente al espejo y miraba a través de él como aquel hombre iba tomando poco a poco posesión de mi cuerpo.
Sentía su respiración, sus brazos que rodeaban mi cuerpo y su rostro que se metía entre mi cuello, besándolo y lamiéndolo a su placer.
Yo solo decía , por favor no.
No , no , no , por favor.
Pero no podía dejar de mirar el espejo.
Verme vestida de niña siendo manoseada por un tipo tan asqueroso me hacía sentir y rememorar a los primeros personajes de mis masturbaciones infantiles.
No puedo negar que algo raro pasaba en mi interior.
Me volteó y puso su rostro a centímetros del mío.
Si de lejos era feo, de cerca era peor.
Intento besarme.
Yo me negué.
Retire mi rostro lo más que pude.
Traté de alejarlo con mis brazos, pero era imposible.
-Chico de mierda, yo sé que te gusta.
Te he visto varias veces como le chupas la verga a medio colegio.
Te dejas o aviso.
Gritó con su típico vozarrón .
Me quede paralizada y eso aprovechó él para besarme.
No era la primera vez que besaba en la boca a un hombre, pero esta vez era diferente.
Su boca había atrapado a la mía dentro de ella e intentaba introducir su lengua dentro de mi boca.
Nunca sentí mayor asco, ni cuando la primera vez que bebí semen sentí algo igual.
Intentaba alejarlo de mi, pero era imposible.
Su saliva espesa comenzó a rebalsar por mis labios.
Su lengua ya se había apropiado de mi boca y de mi rostro, que lamia con fruición.
Y mientras tanto sus manos tocaban todo mi cuerpo, es ahí cuando escuche entre murmullos que me llamó por el nombre de mi mamá: Andrea.
Dicho eso, me tomo del brazo y me lanzó sobre su cama.
Inmediatamente doble mis piernas y me puse en posición fetal en una esquina.
Desde ahí vi su mirada torva y lasciva con que me observaba.
Y me dijo:
-Ahora vas a ver lo que es bueno.
Serás mia, Andrea.
Y comenzó a desvestirse.
Hubiera deseado que no lo hiciera, si vestido era repulsivo, desnudo era muchísimo peor.
El tipo era deforme, con una panza enorme y unos brazos que parecían columnas.
Mire abajo y en medio de unos enmarañados pelos canos, estaba su verga totalmente erecta que apuntaba hacía mi.
Subió a la cama, me tomo de las muñecas, abrió mis brazos y se echo encima de mí.
Suplique y suplique, pero parece que eso lo enervaba más .
Él sabía que me tenía donde quería y yo no podía hacer nada.
Me volvió a besar.
Su boca recorrió mi cuello, mi rostro y hasta mis orejas.
El disfraz de mucama poco a poco fue cayendo al suelo.
Veía con que glotonería iba desvistiéndome, como si fuera un regalo de Navida.
Pronto estuve totalmente desnuda.
Se separo para verme mejor y ahí estaba yo, muerta de vergüenza y de miedo.
Se lamió los labios y se lanzó nuevamente sobre mi.
Traté de hacerme a un lado, pero bastaba solo su peso para dominarme.
Traté de gritar, pero él presto me tapo la boca.
Poco a poco mis esfuerzos para deshacerme de él fueron disminuyendo, hasta que solo me deje hacer.
Me besó, lamio y chupo a placer suyo, mientras sus manos tomaban mis nalgas, muslos, cadera y una de ellas comenzó a tocar mi pene.
Eso hizo que yo lanzará un largo Ahhhhhhhhhhhh!
-Sabía que te gustaría.
Tu piel blanquita me gusta, que suavecita y tierna que estás.
No voy a parar hasta romperte el culo, cabrito rico.
Me dijo.
Su boca se prendió de mis tetillas que ya estaban duritas y que tenían un tamaño peculiar debido a que era uno de mis puntos erógenos que acariciaba en mis masturbaciones diarias.
Don Benito las mamaba como un bebé, las chupaba y las estrujaba.
Eso ya era demasiado para mi.
Mi mente poco a poco fue dejando de tener dominio sobre mi cuerpo.
El miedo y asco que sentí al inicio fue pasando a un lado, incluso diría que su misma fealdad recargaba el morbo que iba creciendo en mi.
Sus manos grandes y toscas recorrieron todo mi cuerpo.
Besó mis muslos, mis nalgas y finalmente llego a mi pene.
Lo beso y se lo metió entero a su boca.
Algo no muy difícil, pues era muy pequeño,incluso para un chico de mi edad.
Hoy sé que lo que tengo es un micropene.
Pero continuando con el relato, eso hizo que arqueara mi cuerpo, mi respiración se entrecorte y mis extremidades se contraigan.
Era una sensación indescriptible, era como ondas de electricidad que fluían por mi cabeza.
Y era lo más rico que había sentido en toda mi vida.
Lancé un largo Mmmmmmmmmm!!!.
Riiicooooooooo!!! Señal que el camino ya estaba abierto.
-Eres mía Andreita.
Mía, mía , mía!!! Gritó.
Por mi mente pasaban todo las imágenes que había visto en Internet.
Los chicos que había estado y lo que ellos me hacían.
Estaba rebalsando de placer y sin que él me diga nada, fui en busca de su pene.
Fue algo automático, como si ya estuviera programada para eso.
Lo tome con mis manos y comencé a acariciarlo.
No era muy grande, mediría unos 14 cms, pero aún así era la verga más grande que había visto en toda mi vida.
Era negra con unas venas gruesas que la recorrían y emanaba un fuerte olor que incrementaba mi placer.
-Puta! Puta! Eres mi puta!! Comenzó a gritar Don Benito.
Eres una puta de mierda.
Chúpalo carajo!!
Hice mi mejor trabajo.
Había mamado tantas vergas y había visto tantos videos pornos que podría decirse que era una experta.
Los ronquidos de Don Benito así me lo aseguraba.
Hice de todo, hasta que Don Benito me dijo – espera, no quiero venirme en tu boca.
Y me hizo a un lado.
Era el momento que tanto había temido, pero también deseado.
Siempre imaginé que mi primera vez sería con Jhonny o con algún otro chico del colegio, nunca con un hombre tan mayor.
Pero era lo que había jajaja , no mentirá.
En ese momento Don Benito era mi violador, mi macho, mi amo, mi todo.
Don Benito me tomo nuevamente entre sus brazos y me puso en posición de cuatro.
-Ahora serás mía.
Yo estaba nerviosa.
Mi cuerpo temblaba de miedo.
Cerré mis ojos anticipando el dolor que iría a sentir.
Don Benito me tomo por las caderas y cuando pensaba sentir la punta de su pene hurgando entre mis nalgas, el lugar de ello sentí su húmeda lengua que lamia mis mi orificio anal.
Luego sus dedos fueron entrando poco a poco.
No voy a decir que mi ano era enteramente virgen, ya había sido dedeado por varios otros dedos, pero no del grosor de los dedos de Don Benito.
-Así cachorrita, suavecito te lo voy a meter.
Susurraba Don Benito mientras me introducía su dedo y con su otra mano recorría mi cuerpo.
Luego me dijo:
-quiero ver tu carita cuando te penetre.
Voltéate.
Me puso de espaldas en la cama.
Me jaló al borde la cama, tomo mis piernas por los tobillos y las puso en su pecho.
Desde esa posición Don Benito se veía imponente.
Ya la tarde caía, la poca luz que ingresaba al cuarto reflejaba su gordo y sudoroso cuerpo.
Me sentía vulnerable y desvalida.
Sentía miedo, pero yo por don Benito, sino por el dolor que vendría, pero al mismo tiempo quería hacerlo y gozar de la misma forma como lo había visto en los videos porno del Internet.
Me abrió un poco las piernas y sentí como la punta de su pene intentaba abrirse paso entre mis nalgas.
Por un instante quise zafarme, pero él me tenía bien sujeta.
Mi ano a pesar de estar lubricado no cedía , pero más pudo la fuerza de Don Benito y su pene fue abriendo los finos pliegues de mi orificio anal.
Grrrrrrr ….
Ahhhhhh!! Exclamó Don Benito cuando logró su objetivo.
Yo solo cerré los ojos, abrí la boca más que pude y contuve la respiración.
No podía creer tanto dolor.
Don Benito siguió empujando y logró meter parte del tronco de su pene.
Yo estaba llorando de dolor.
No podía aguantar.
Quizá eso o no, pero Don Benito detuvo su avance.
Eso hizo que me calmara un poco.
Pero no duraría por mucho tiempo.
-Relaja el culo andreita.
Sino será peor.
Abre el ano.
Me dijo.
Intente hacer lo mejor posible.
Don Benito continúo penetrándome de a poquitos.
-Así mamita rica, serás mi puta.
Repetía una y otra vez.
Finalmente lo tuve todo adentro.
Podía sentir sus testículos que rozaban mis nalgas.
Don Benito me miraba fijamente y una risa burlona se dibujaba en su rostro.
Parecía un animal.
El dolor era intenso aunque no tanto como al inicio.
Así estuvimos buen rato, hasta que comenzó a sacar su pene.
Sentí un aire frio que ingresaba a mi ano a medida que Don Benito retiraba su pene.
Me sentí aliviada por un momento y mi respiración volvió a su ritmo normal.
Pero era solo el comienzo.
Pronto Don Benito volvería por más y esta vez no tendría compasión.
Me lo volvió a meter.
Sentí otra vez ese dolor que me partía en dos.
Y cuando pensaba que ahí lo iba a tener por un buen rato, Don Benito lo saco y lo volvió a meter, una y otra vez.
Me tenía tomada de las caderas y él mismo me jalaba hacía si, mientras empujaba.
Mis brazos estaban como muertos uno a cada lado y se movían al ritmo de la penetración.
Grité, lloré pero nadie me oiría en ese lugar tan apartado del colegio.
Me continuó usando.
El sonido característico de la penetración anal llenaba todo el cuarto : chock! Chock! Chock! Y también retumbaba en mis oídos.
El dolor fue cediendo.
No desapareció del todo pero pude recobrar algo de conciencia e instintivamente lleve mi mano hacia mi pene y comencé a masturbarme.
Es en eso que algo raro pasó por mi mente y el dolor dio paso al placer.
Un placer intenso y sucio que comenzó a inundarme que hacía que mi cuerpo se crispara de placer y gozo.
Me vine y le dije algo que nunca pensé decirle – que rico papiiiiiii!!! Mmnnnnnnnn!!
Mientras tanto Don Benito parecía al borde de un ataque cardíaco.
Su rostro sudoroso me era irreconocible por los gestos que hacía.
Gruesas gotas de sudor se deslizaban por su rostro e iban a caer sobre mi cuerpo.
Él también ya estaba por terminar.
Bufaba y gruñía mientras gozaba en mi cuerpo, hasta que en un momento su cuerpo se puso duro, sus manos se prendieron fuertemente de mi cuerpo y lanzó una largo Ahhhhhhhhhhhhhhh!!! Al mismo tiempo sentí como algo explotaba dentro de mi ano y mojaba mis ya húmedas nalgas.
Era su semen.
Don Benito respiraba fuertemente hasta que se fue calmando y se tumbó encima de mí.
Hasta ese momento nunca me había sentido tan niña.
Traté de abrazarlo, hasta ahora no sé por qué.
Él me tomo del rostro y me dijo – Andrea, ahora serás mi mujer.
Y me beso y yo le respondí.
Ya era suya y podía hacer conmigo lo que quisiera y cuando quiera.
Mi cuerpo me dolía.
Intente ponerme de pie, pero no pude en una primera instancia.
Me ardía las piernas, las nalgas y por supuesto mi ano.
Me quede con él esa tarde hasta las cuatro.
Comimos una pizza recalentada y luego continuamos besándonos, pero su verga ya no se pondría dura otra vuelta.
Me dio una pastilla para el dolor y unto mi ano con una crema.
Y me fui, no sin antes prometer que volvería la semana que viene .
Menos mal que mi casa solo está a dos cuadras del colegio y mi mamá llega a las 6 pm de su trabajo.
Llegue a mi casa, me di un baño y me metí a la cama para dormir por el resto del día.
Estaba exhausta y tenía que recobrar fuerzas para la próxima semana para complacer al que ahora era mi amo y yo su Andrea.
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