De vez en cuando con mi suegro, dudo que sea lo correcto.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Amanecí en la cama de mis suegros, con el al lado, y un poco de pena que me embargaba. Así que me levante y me dirigí al baño para desmaquillarme y vestirme con mis ropas de hombre para poder salir antes que el despertara. Me costaba trabajo creer que después de la calentura él se sintiera cómodo ya que yo no. Si bien me había pasado un buen rato, creo que había sido con la persona equivocada. Abrí el botiquín para buscar lo necesario para limpiarme la cara, mientras percibía el sutil perfume que me había puesto el día anterior. Mi cuerpo me traicionaba al verme reflejado una vez más en el espejo del baño. Que rico se sentía estar usando ropa interior de la progenitora de mi amada esposa. El calzón me ajustaba de manera que mis nalgas se marcaban tal cual una mujer de verdad (transparentándose bajo el sexy baby-doll) y mi peluca con los pelos alocados por la almohada se veía muy natural. Mis manos adornadas con las uñas largas y los anillos buscaron mi pubis y los senos postizos. Quise sentir una vez más la suavidad de las telas mientras mi pene doblado hacia atrás se erectaba nuevamente entre mis piernas. Cerré mis ojos y dije con voz melosa:
– Hay Guillermo que rico me cogiste anoche. Gemí como nena satisfecha!
Sin escucharlo el entró en ese instante en el que mis sentidos me transportaban a los momentos antes vividos y de pronto me lleve el susto al sentir sus grandes manos en mi vientre, jalándome hacia él y haciéndome sentir su vasta y dura verga. Creo me ruboricé y abrí los ojos al instante, descubriendo que estaba desnudo y con cara de lascivia mientras acercaba su boca a mi oído derecho,
– Claudia que rica estas mami… Soñé que te cogía en la oficina del gimnasio y que me pedias que te tratara como golfa. Porque eso es lo que eres verdad mi putita linda…
Mientras movía su estaca entre mis nalgas y me apretaba más contra él. Yo ya no quería hacerlo, pero mi debilidad por las sensaciones recibidas me hizo ceder, por lo que alcé mis brazos y coloqué mis manos tras su cuello, apoyando el mío en su hombro. Sus manos -tan calientes- pasaron a acariciar el costado de mi cadera y las piernas; apretaba mis nalgas de vez en vez, besándome el cuello suavemente (Que bueno no tener que rasurarse!).
– Que suave te sientes. Dime, así se siente Claudia? Así se ve cuando se levanta? Seguramente huele tan rico como tú (Mientras me besaba el lóbulo de la oreja y metía su mano entre mis piernas).
– Dímelo tú… te gustaría investigarlo suegro? Te gustaría cogerte a tu propia hija? (Me brillaron los ojos y empecé a temblar por la emoción de escuchar su respuesta).
Metió su verga entre mis nalgas y el calzón, continuando con los movimientos antes iniciados, como si me estuviera cogiendo y me masajeó más fuerte, como si tuviera vagina y me estuviera masturbando. Me empezó a pasar la lengua por los hombros y me dijo:
– Claudia es una puta y le encanta la verga (Lo dijo quedamente)… Quise decir, me imagino que así es, pero no podría cometer algo de esa naturaleza. Pendeja! Claudia ahora eres tu!! Y te voy a coger cuantas veces quiera!!
Yo lo agarre de las nalgas y sentí que se movía mas rápido, como queriendo acabar, por lo que lo arañe y hundí las uñas… También empecé a moverme cachondamente, viéndome al espejo… y de pronto paro… Me miro a los ojos y me dijo,
– Ve a cambiarte mamita. Quiero que te vistas con un vestidito que te vi hace dos semanas, el blanco con flores violetas. Y te pones las mismas sandalias de tacón blancas. Te quiero ver el cabello levantado como ayer sentada en la cama y usa su perfume, no el de mi mujer. Por lo demás ponte lo que más te guste ya que aquí hay de todo cómo pudiste darte cuenta. Te puedes llevar el mini para que no tomes taxi y no demores. Toma un juego de llaves que están en la cocina y nos vemos para desayunar. Nooo Tardesss zorra!
Él se metió al cuarto de baño. Yo me dedique a prepararme para irme a casa a buscar todo lo que usaría ese día. Además, tenía que hacer algo más al paso… Comprar lubricante apropiado para que no me sintiera incómoda al momento de ser penetrada. No estaba seguro de querer hacer todo eso, solo que me sentía un autómata esclavo del travestismo y las palabras vulgares.
Abrí automáticamente la cochera. Salí de casa de ellos y por alguna causa me sentí aliviado de no ver a nadie en la calle. De hecho esta mayormente solitaria ya que es un fraccionamiento con casa grandes relativamente separadas. Cerré y me dirigí manejando a casa…
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