Descubriendo mis inclinaciones sexuales
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por chicochica.
El primer día de clase no conocía a nadie, elegí una banca al azar y, por suerte, a mi lado se sentó Javier, uno de los chicos populares de la escuela, nos presentamos y congeniamos inmediatamente. En ese entonces no me atraían los hombres, por lo que no puse atención en su físico.
Javier, al igual que yo, era muy cachondo y no desperdiciaba oportunidad para tener una erección; me enseñó sus "técnicas" para ver los calzones de las chicas sin ser descubiertos, ya sea cuando subían las escaleras o cuando se sentaban y cruzaban las piernas; también me enseño que cuando hay mucha gente puedes tocar el trasero de las chicas sin reclamos, caminando hacia ellas, porque siempre se ponen de lado para pasar y siempre te dan la espalda.
Comenzamos a pasar también las tardes juntos y, la verdad, yo prefería que fuera en su casa, porque tiene una hermana con un cuerpo escultural y siempre se vestía muy sexy; además, cuando ella no estaba, entrábamos a su recámara a hurgar en los montones de ropa sucia, en busca de ropa interior recién usada que, por supuesto, hacía que nuestras vergas se pusieran duras al percibir el sutil aroma.
Al principio pensé que Javier era un pervertido haciendo esas cosas con los calzones de su propia hermana, pero no podía negarme a disfrutar juntos su perversión que, poco a poco fue subiendo de tono; tomábamos prestadas las prendas, nos encerrábamos en el cuarto de mi amigo y frotábamos con ellas nuestras vergas; lógicamente, no tardamos mucho en comenzar a masturbarnos con ellas.
Un día, Javier tomó mi verga en su mano y me dijo que más dura no podía estar, también me invitó a tomar la suya, como si fuera algo natural; no pasaron muchos días para que me convenciera de masturbarlo. En otra ocasión, en cuanto entramos a su cuarto, se desnudó y se puso la tanga negra que recién había sustraido, yo solo lo miré extrañado y me dijo: "Venga, hombre, pónte la tuya, que te va a gustar la suavidad de esta tela cubriendo tu verga"… sí, me convenció.
Iniciamos un nuevo juego: "Nos masturbamos, vestidos solo con tangas de Lucy y el que acabe primero eyacula sobre el otro". No sé cómo hacía, pero siempre era él quien me bañaba con su lechita caliente, a veces en la panza, a veces en el pecho y, como no queriendo la cosa, también en la cara. Se reía y me decía que echara mi propio semen en mi pecho.
De ahí pasó a hacerme calzón chino, yo no quería, pero se sentía muy rico que la prenda se metiera entre mis nalgas y apretara mi ano, aparte de que Javier me acariciaba y decía que lo iba a disfrutar mucho.
Cada vez era más atrevido, en la siguiente sesión me hizo ponerme en cuatro sobre la cama, yo me masturbaba y él acariciaba mi ano; al principio yo quería reclamar y él me dijo: "Tranquilo, que si algo no te gusta, ahí paramos y no pasó nada"; por más que quería resistirme, me estaba gustando y mucho más cuando por fin metió un dedo en mi culito.
No sé cómo o porqué, aunque ambos nos masturbábamos yo era siempre el que tenía que hacer la parte pasiva en nuestros cachondeos.
Estábamos en uno de esos cachondeos cuando me dijo "Eh, mira esta gotita que comienza a salirme de la verga", yo me estaba masturbando también y no dije nada; él la tomo con su dedo y luego lo puso en mi boca, lo lamí y no me disgustó el sabor; puso su mano en mi cabeza y me hizo inclinarme: "Ven, mira más de cerca".
A estas alturas yo ya estaba tan familiarizado con su verga, largo, grosor, textura y solo me faltaba comprobar el sabor. Javier siguió guiándome hasta tener mis labios en su miembro, no lo pensé dos veces y comencé a mamarlo como tantas veces vi que lo hacían las chicas en la colección de pelis porno de mi amigo.
Lamí el glande una y otra vez, recorrí con mi lengua toda la extensión de su verga (entre 14 y 15 cms.), llegando a sus huevos y regresando hasta la punta, misma que volví a lamer y, sin más miramientos introduje en mi boca, presionando con los labios, engulléndola completa, sacándola y volviendo a meterla entera una y otra vez.
Javier se recostó en la cama, hizo que me acomodara como si fuéramos a practicar el 69, yo segía mamando a un ritmo acompasado y esperaba que él comenzara a hacer lo propio pero, en lugar de eso, sus manos fueron directo a mi culito, acariciando mis nalgas y luego metiendo un dedo en mi ano.
Eso me puso más jarioso todavía, aceleré el mete saca de su verga en mi boca, masajeaba sus testículos y gozaba como loco… no, loca, ya gozaba como loca tener su dedo en mi ano, ¿o fueron dos?, es más, creo que llevábamos el mismo ritmo, yo con la mamada y él picándome el trasero.
No pasó mucho tiempo hasta que Javier eyaculó en mi boca y yo no quise desperdiciar ni una gota de la espesa y deliciosa lechita que me regaló; él aceleró la ensartada de sus dedos en mi culito hasta que yo también me vine como nunca antes lo había hecho, gran cantidad de semen salió de mi verga cayendo en las sábanas. Mi amigo supo convencerme para limpiar todo con mi boca y no paró de masajear mis nalgas.
Al terminar me dijo: "No mames güey, qué mamada tan rica me acabas de hacer". Lógicamente, el turno de que él me devolviera el favor nunca llegó.
Esta escena se hizo recurrente, pero con variantes: solo yo usaba lencería de su hermana, al bikini se agregó el brasiere, luego medias, después liguero y hasta zapatos de tacón.
Debo mencionar que Javier siempre me trató con respeto, nunca me dijo zorra, puta, ni cosas así; lo que sí me pedía era que me dejara crecer el cabello; no lo tenía corto, pero él creía que me vería bien si lo dejaba largo hasta los hombros y lo recogía en una coleta.
Nunca me hice amanerado, excepto cuando me vestía para complacer a mi macho. El primer día que usé vestido me dijo: "Ay, güey, pero si estás preciosa". Tomó mi cara entre sus manos, se acercó lentamente a mí y besó tiernamente mis labios, luego agregó: "Me encantaría hacerte el amor", me ruboricé y acepté su propuesta, pero él replicó: "No, así no, quiero que seas mi novia, enamorarte primero y después vendrá el sexo".
Lo que pasó en el siguiente mes tal vez lo cuente pronto, si es que les gusta esta primera parte.
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