Doble anal con mi dentista
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Vulpecula.
Era un simple chequeo de rutina, la verdad es que no presentaba algún tipo de dolencia, y no tenía ninguna intención de hacer lo que posteriormente sucedería. Saliendo de la universidad me dirigí hacia el consultorio del dentista ubicado a unos 20 o 25 minutos de mi casa, previa cita, tenía que estar ahí alrededor de las 2:30, y así lo hice, toque al timbre y de inmediato salió un tipo esplendido (medio gordo, unos 75 u 80 kilos, 1.75m de altura, tez realmente blanca, peludo a más no poder y usaba lentes por cierto) y digo esplendido porque realmente me llaman la atención los tipos de complexión “gruesa”… no mas bien “muy gruesa”?. Prosiguiendo, le pregunte si no se encontraba el Doctor Mendiola, (quien era el que siempre me atendía), a lo cual me dijo que no, pues se encontraba en un periodo de descanso y que no regresaría hasta dentro de tres meses. Ya sabiendo esto me preparaba para retirarme, pues no confiaba en este nuevo doctor, pero después me dijo –no te preocupes, yo te atiendo, el me ha enseñado todo así que soy como él, pero más gordo, jaja- ese sentido del humor que desplego me dio bastante confianza para aceptar el ser atendido.
Al entrar al consultorio por un momento fugaz pensé en hacer mis locuras, pero lo recapacite y pensé –no vienes preparada, así que no lo disfrutare del todo-, – además, con los instrumentos que maneja el dentista, que tal si le molesta mi postura y me ataca, no… no lo hare- , así que me mantuve como un paciente normal en el consultorio. Pero mi conciencia no me dejaba, sentía una corriente eléctrica rondándome el cuerpo, hacía ya tiempo que no me devoraba un pedazo de carne de entrepierna, estaba intranquilo, solo me recosté en el espacio de auscultación mientras el dentista preparaba su equipo. Mientras hacía esto charlamos un poco, -¿tu nombre?, preguntó, -Sebastián-, no sé porque rayos le dije un nombre que no era el mío, pero mi nerviosismo comenzaba a traicionarme, -muy bien Sebastián, soy el doctor Galindo, ¿es solo un chequeo verdad?, bien empecemos-, ni siquiera me dejo contestar, pero si, era solo un chequeo.
Todo transcurría de manera ciertamente normal hasta que por fin, el problema de mi intranquilidad de agravo cuando el dentista al acercarse tiro por error el espejito, ese que utilizan para ver las áreas bucales difíciles de observar, y lo tiro justo en la parte lateral contraria a su posición, cerca de mi cabeza, por lo cual se posó cerca de mi rostro para alcanzar aquel instrumento, dicho movimiento dejo su entrepierna muy cerca de mi rostro, olía un poco fétido, pero realmente me excito ese aroma y ese momento, pues por lo menos fueron casi 5 o 6 segundos los que se tomo el doctor para tomar su espejito aquel. De verdad en ese momento me sentí con ganas de bajarle la bragueta y despacharme aquel miembro, abrí un poco mi boca y perdiéndome en esa fabulosa vista estuve a punto de acercar mi rostro a su miembro, pero inmediato tomo su instrumento y me dijo –perdona las molestias, es que me resbalo el objeto por la mano- a lo cual asentí un tanto nervioso –no, no se preocupe-. La revisión duro poco mas de 10 minutos, no mucho, pero en cada movimiento que pude realizar, me daba vuelo con la vista dirigiéndola hacia la entrepierna del doctor Galindo, de verdad estaba que ardía, hasta que por fin me dijo, -bien, eso es todo-, por fin sentí que en tanto saliera de ahí podría calmar mis ansias. Mientras me daba sus observaciones de pie junto a su escritorio, yo no pude resistirme y no quitaba la mirada de aquella entrepierna, creo que el doctor se dio un poco de cuenta así que mejor se sentó, justo antes de pagar por el servicio me solicito mi número telefónico, pues según dijo –estamos recabando los teléfonos de nuestros pacientes, por cualquier situación pertinente-, al dárselo, le pregunte después –disculpe, ¿puedo usar su sanitario?-, -ahí al fondo- respondió. Necesitaba inmediatamente un poco de agua fresca en la cara para pensar mejor las cosas, durante sus observaciones y al perderme en su entrepierna había estado a un pequeño, muy pequeño paso de abalanzarme a él pidiéndole el garrote de carne que traía entre sus robustas piernas.
Al salir del sanitario pude observar al doctor Galindo acomodar algunos archivos en un librero, mientras se encontraba de espaldas avance hacia él, al parecer la calentura había vencido a la razón, me acerque disimuladamente a él y en cuanto estuve justo detrás, pase mis dos manos hacia su miembro y lo tome descaradamente… lo asuste bastante, pues su reacción fue un ligero grito y un giro de su cuerpo hacia su derecha lo obligo a “descontarme”, pues aun tenía en la mano un par de carpetas (de esas grandotas donde guardan archivos y archivos). El golpe fue ciertamente algo fuerte, pues me golpeo la cabeza y me hizo alejarme por lo menos metro y medio de mi posición original, el doctor algo nervioso y confuso dijo –ehm…e, lo siento es, es que me tomaste por sorpresa-, y después de dejar las dichosas carpetas en su escritorio se acerco a mí, para lo cual yo estaba con una mano en la cabeza y esboce una ligera sonrisa y le dije, -no se preocupe, yo tuve la culpa, pero podemos…- no termine de decir eso cuando entro otro paciente preguntando por el doctor, al parecer era un amigo suyo, un tipo de mediana altura, blanco igual, robusto, de cabello negro y corto. El doctor lo saludo todavía inquieto, le dijo -pasa, siéntate-, posteriormente se volteo y me dijo, -bien nos vemos pronto Sebastián, cuídate- y estrechándome la mano, me despedí ciertamente incompleto e insatisfecho por aquel momento.
El resto de la tarde me la pase bastante intranquilo por aquella situación, meditaba en lo que podía hacer, aquel doctor me había excitado bastante, y no quería dejar ese asunto inconcluso. Pensaba en llamar al consultorio, pero no quería meterme en problemas, pues le había dado el teléfono de casa y si llamaba molesto y mis padres contestaban podrían enterarse de mis fechorías y sería el fin de Viridiana. Mis ansias se tranquilizaron afortunadamente por la tarde-noche, mientras bajaba a la cocina por un vaso de jugo el teléfono sonó, mi intranquilidad me hizo detenerme justo en el claro de la puerta, mi madre contesto y poco después me dijo, -es para ti hijo, es un tal señor Galindo, compañero tuyo de la universidad-, me acerque al teléfono y me propuse a contestar en la cocina, bastante nervioso conteste…-¿Sebastián?- si, conteste –me dejaste bastante anonadado con tu actitud, me parece que debemos resolverlo…te espero mañana en el consultorio a las…te parece…a las 4- y balbuceando le dije -bab, eh, si, mañana-, -bien, nos vemos- a lo cual enseguida colgó. Me había sorprendido la llamada, al parecer no se notaba molesto, por lo cual salí de la cocina, olvidando por completo el vaso de jugo, al salir mi madre me cuestionó, – ¿señor Galindo?, ¿acaso tienes compañeros mayores?-, a lo cual asenté con cierto desdén –madre, en la universidad hay de todo-, con un claro gesto de conformidad a medias por parte de mi madre, me dispuse a subir a mi habitación, sabía que el día posterior seria vital en mis aspiraciones por seguir siendo una putita en toda la extensión de la palabra. Me prepare metiendo la ropita necesaria en mi mochila, me duche y prepare mi cuerpo para la ocasión y prácticamente no dormí por pensar en los múltiples escenarios que podrían presentarse en el consultorio el día siguiente.
Ya en el día crucial, decidí no ir a casa y esperar la hora para llegar al consultorio, me di una vuelta por un pequeño parque cercano al consultorio volviendo a recordar los posibles escenarios, definitivamente sentía que era una oportunidad inmejorable para volver a ser poseída por un macho, me dije a mi mismo –si está inconforme, seguro que viéndome transformada cambia de opinión, dudo que a un tipo así le lluevan las ofertas sexuales- y convencido de mi futuro en ese consultorio me movilicé hacia allí.
Justo a unos pasos me repetí el plan mentalmente –le pido antes que nada acceder a su sanitario, ya ahí, me transformo completamente y salgo-, para dicho propósito ya llevaba una minifalda beige, una blusa blanca de tirantes y con unas pantaletas del mismo color blanco bajo mi ropa masculina, y unos zapatos de tacón blancos en la mochila, una liga para el cabello y un labial. Sabía que solo era despojarme de mi atuendo superficial y obtener una transformación contundente y rápida.
Al arribar, un poco tembloroso toque el timbre, un par de segundos después salió el doctor Galindo, me dijo con un rostro bastante serio, -pasa, necesitamos…- antes de decir cualquier otra cosa le dije –em, si este me deja pasar al baño, es que vengo desde la universidad y ya me urge- a lo cual asintió ciertamente con un ligero dudar –si, ya sabes donde esta-. Detrás de mi cerró la puerta y escuche como se acercaba a su escritorio mientras yo ingresaba al sanitario. Rápidamente me saque los zapatos, los calcetines y la demás ropa, me coloque ávidamente los tacones, me puse un poco de labial, me amarre el cabello de una manera más femenina y acomode mi falda para que quedara poco más arriba de media pierna y ya lista me dispuse a salir. La gran sorpresa fue que al salir me esperaban el doctor y su amigo que había interrumpido la acción un día antes, los dos recargados en el escritorio con la bragueta abierta y masturbando sus penes, ambos sonriendo depravadamente al verme salir vestida de aquella manera. Mi reacción fue de total asombro, para lo cual me dijo el doctor Galindo –sabes, ayer mi amigo Franki noto un cierto halo de misterio cuando llego, me pregunto que había sucedió y…tuve que contarle Sebastián- para lo cual dije un poco sacada de onda pero a la vez empezaba a calentarme –Viri…Viridiana, díganme Viridiana- -¡ah!, jaja… ¿así que Viridiana, eh?, bueno Viridiana, creo que ya sabes lo que va a suceder aquí, ¿cierto?- dijo el doctor Galindo, y yo con cierta picardía en el rostro, típica de una putita, conteste –mmm, pues…me van a coger los dos- una risa en conjunto de los dos tipines concluyo con aquel preámbulo de la acción, se acercaron los dos y me flanquearon, me llevaron entre los dos hacia el librero y me colocaron de espaldas, así después prosiguieron a manosearme, me acariciaban la espalda, me tocaban las nalgas, subían la minifalda y me acariciaban las piernas (lo que más me gusta) para esto yo quería bajar las manos para apoderarme de sus miembros, pero con un golpe en mi mano derecha de parte de “Franki” me hizo bajarla, al tiempo de decirme –tranquila zorra, ahora eres nuestra, nosotros te diremos cuando nos las agarres-.
El momento era riquísimo, estaba totalmente recargada de frente al librero, con las manos en alto y las piernas semi-abiertas, a merced de los manoseos del doctor Galindo y de Franki, que pronto se convirtieron en besos y lamidas en el cuello, deliciosas nalgadas y pellizcos. Me frotaban por completo la raja, metiendo por completo las pantaletas en mi culo que ya estaba ansioso por ser embestido por dos miembros viriles.
De pronto el tal Franki se acerco para darme un beso en la boca a lo cual dije –espérate, besos no, no me gustan- a lo cual con una carcajada un tanto burlona me dijo –así que no te gustan, jaja, está bien puta, lo que tu digas- dicho esto, me volteo la cara de nuevo, presionándome la nuca contra el librero y bajándome las pantaletas de manera brusca y manoseándome el ano violentamente me dijo –pero que tal esto, ¿ah?…¿esto si te gusta puta, te gusta?, a lo cual yo solo gemí, me gustaba ese trato de violencia ciertamente. Seguido de este acto, el doctor Galindo dirigió mi mano hacia su verga, la cual era gorda, unos 4 o 5 cm y unos 12 o 13cm de larga, cabezona, blanca en todo su tronco con un lunar justo en donde terminaba el glande, muy rosa y brilloso por cierto. Alcance a tomar aquel miembro mientras Franki seguía manoseándome el ano, les dije pocos segundos después casi como una orden –ya, déjenme chuparles el pito-, y bastante más tranquilo ahora Franki dijo –lo que tu digas Viri, deléitate-.
De esa manera me gire estando a mi espalda el librero, a mi derecha el doctor Galindo y a mi izquierda Franki, su verga era poco mas grande, unos 17cm de larga y algo así como 4cm de gruesa, lo cierto es que su verga estaba descubierta de todo vello púbico, incluso sus huevos, mientras la verga del doctor no era lo mismo, pues como ya mencione, el era muy peludo, al igual, su pito estaba cubierto por gran cantidad de pelaje castaño.
Me agache debidamente y con mi verga también ya excitada me dispuse a mamar aquellos trozos de carne. Comencé por lamer la verga de Franki, era limpia, deliciosa al tacto de mi lengua, sentía sus primeros fluidos salir por el glande, a los cual los absorbía ávidamente, al sacármela de la boca me gire para mamar al doctor Galindo, su verga de nuevo tenía ese aromilla fétido de la consulta del día previo, pero de nueva cuenta, ese aroma me encendió. Lamia y lamia su cabezona verga e incluso llegue a tener sus pelos en mi lengua, pero no me importo, mamaba y mamaba sus vergas como becerra hambrienta de leche, ese momento era ya más que necesario en mi vida.
Unos 7 u 8 minutos después de ensalivarles la tranca en multitud de repeticiones, me levante y les dije, -ya, métanmela, cójanme, mi culo necesita verga-, a lo cual de nuevo Franki respondió, -ya tranquila, con calma nena-, diciendo esto el me llevo hacia el escritorio, mientras el doctor Galindo se despojaba de sus ropas, lo pude ver, ¡vaya que era peludo!, su pecho, brazos y piernas cubiertas por capas de pelo castaño, solo pude decir al ver esto –sss, me va a coger un osito de peluche, jiji- y soltando risas ambos seguían en los suyo. El buen Franki tiro todo lo habido en el escritorio, me puso con la cabeza y brazos apoyados en aquel mueble y me acomodo de manera que mis piernas quedaron totalmente juntas, con el culo bien paradito me dijo –así me vas a apretar bien duro con tu culo nena- y yo riéndome ligeramente le propuse –sabes, primero acaríciame las piernas, me encanta que me las acaricien, ¿sí?-, -bien Viri, lo que tu digas- respondió.
En tanto el me toqueteaba las piernas, el doctor con algo de trabajo se subió al escritorio e hincado se posó justo cerca de mí y me dijo –anda, mariconcita, dale chupetones a tu dentista-, para ello mi cabeza se levanto de aquel reposo para mamar al doctor, en cuanto a Franki al unisonó me ensalivo la cola para preparar la penetración. He de decir que me costaba trabajo meterme aquella tranca del doctor Galindo por la boca, por lo cual mi trabajo con él era casi lamerle el exterior y solo meter parte de la cabeza, pero en un esfuerzo por parte de el al tomarme por la nuca, me hizo apoderarme de la mitad de su fierro al interior de mis fauces, creí ahogarme por un momento, pero aquel fétido aroma se apoderaba de mi cerebro, deseándome encajar en la boca su miembro completo, importándome poco y nada los pelos que de él me tragaba.
Ya ensalivado mi ano, Franki metía uno y hasta dos dedos, tratándome de generar la mejor abertura de culo para su posterior embestida. Ya estando preparado, frotaba su reata en toda la extensión de mi raja, escupía hacia mi asterisco tratando de lubricar muy bien el área para un placer mayor, mientras yo seguía tragándome verga y pelos del doctor Galindo. Cuando todo estuvo listo, me dijo con voz de mando –ahora si puta, ya estas lubricada, te la voy a dejar ir- y sin darme crédito de aquella situación sentí como de un golpe me saturaba de verga la cola. Solo unas lagrimas llegaron a salir de mis ojos después de aquel maltrato a mi culito, pero de verdad, me encanto aquel dolor, mi cuerpo poco a poco se fue acostumbrando a las embestidas que me daba Franki, primero en velocidad media, de pronto, fuertes, de pronto también se detenía, era riquísimo la manera en que me estaba cogiendo por el culo.
Pasaron varios minutos, no sé cuantos, me tenían vuelta loca con la cogida, solo supe que de pronto en las embestidas de Franki, el se detuvo, bastante jadeante le dijo al doc. –ey, crees que este lo suficientemente abierto- para lo cual el doctor Galindo me despojo la verga de la boca y se bajo del escritorio y se pos atrás de mi, en tanto al llegar el ahí, Franki me saco de golpe la verga del culo y el doctor acerco sus dedos a mi ano, solo dijo –hay que intentarlo, esta hirviendo- y si tenía razón, sentía bastante caliente la cola, pero me gustaba. Después de un ligero silencio el doctor me preguntó, -¿te han hecho un doble anal, Viri?- y con bastante temor voltee y le dije –no, nunca- dije esto y los dos contestaron con una risa picara y Franki me dijo –siempre existe una primera vez nena, ahora si vas a sentir lo que debe sentir una verdadera puta como tu-. Con susto, solo deje que me manosearan el hoyo, me escupían para lubricarlo, me metían los dedos y para una mejor comodidad sugirió Franki, -me acuesto y tú te montas de espaldas a mí, aquí…en la orilla del escritorio, y mi buen amigo de pie, te la receta también, ¿va?- solo asenté con la cabeza y repare –pero, me va a doler, mejor no- y jalándome el doctor Galindo me contesto –ni modo Viri, tu quisiste esto, te mostraste muy puta aquí en mi consultorio, pues como puta te trataremos- y creo que de nuevo la calentura me cegó y deje que me intentaran penetrar la cola entre los dos. Franki tomo su posición, luego yo me subí con los tacones aun puestos al escritorio y ya en cuclillas sobre de la verga de Franki, me despoje de la blusa dejando desnudo mi torso, y solo quede con la falda totalmente agolpada en la cintura y los tacones blancos. El me recargo sobre de él y con la ayuda del doc., me metió su pito de nuevo, me dio algunas embestidas y solo gemía, gire la cabeza hacia él y lo mire, jadeando le dije – ¿de verdad crees que soy muy puta?- y contesto –la mayor de todas, Viri-.
Seguido de esto, el doctor se preparaba para encularme también, empezaron a temblarme las piernas, a lo cual Franki atendió rápidamente acariciándolas de arriba abajo por toda la extensión de mis muslos ya sudorosos por la actividad realizada. Acomodando su verga en la entrada de mi culito, el doctor escupió y posteriormente empujo su verga contra de mi ano, grite descomunalmente (aun creo que se escucho hasta la calle, espero no haber alertado a alguien, jiji) su verga pronto estaba encontrando resquicio en mi culo ya saturado de carne sin hueso, sentía un calor demasiado ardiente en el fundillo, era realmente fuerte, pronto Franki me tapo la boca con una mano, mientras con la otra me seguía acariciando los muslos –ves, ahh, ves, sigo acariciándote, ah…como te gusta… shh, ya no te va a doler, vas a ver, sss, te, te va a gustar, quietecita- él y el doctor Galindo solo gemían y jadeaban gustosos de verme sufrir, de verdad me dolía lo que me estaban haciendo. Después de algunos intentos, al parecer mi ano no estaba lo suficientemente dilatado, pues no podía seguir ingresando, pero eran insistentes. El doctor seguía escupiéndome la cola en busca de más lubricación, y Franki seguía tranquilizándome con caricias y lamidas en el cuello y espalda, hasta que pocos minutos después, para desgracia de mi pobre culito ¡lo lograron!, tenía por lo menos 10 cm de grosor de verga metidos en ese pequeño orificio, -ahh, si- gimieron triunfantes aquellos machos, -lo ves Viri, así es como gozan las putas de verdad, te gusta- a lo cual no pude responder pues me dolía, solo jadeaba esperando la pronta aceptación de las dos vergas por parte de mi orificio.
Realmente no se presentaron embestidas mayores durante algunos minutos, pues esperaban la adaptación, en cuanto se iban acostumbrando los dos metían y sacaban sus penes de mi cola de manera sutil, pero llego el momento deseado, por fin la corriente eléctrica de la excitación y el deseo llegaron a mí, tal vez esta reacción de mi parte favoreció la mayor apertura de mi culo, pues de un momento a otro me solté y dije –ya, denme duro- y diciendo esto, los dos comenzaron a moverse dentro de mí, de nuevo apareció el dolor en mi ano, pero ahora gemía feliz como la vil puta que soy, jadeando los tres cual película porno les dije casi con gritos –si.. así papitos, así… denme duro…reviéntenme la cola, vamos, follenme- parecía que los motivaba con mis palabras pues Franki me abrazaba mas fuerte, sentí pellizcos bastante fuertes en los muslos también, en tanto pude ver que los ojos del doctor Galindo estaban como poseídos, todos jadeantes, era una cogida impresionante.
Jamás pensé tener dos pitos en la cola, era la experiencia más brutal que ni yo había imaginado en los hipotéticos escenarios del día anterior y del parque minutos antes de meterme al consultorio, pero realmente ese momento lo comenzaba a disfrutar. Pronto Franki se levanto junto conmigo, quedando sentados en la orilla del escritorio, y sin sacar las vergas comenzó de nuevo el mete saca, esta vez más complicado pues la postura cerraba los espacios, pero aun así continuamos, mi verga ya había derramado su respectiva leche y ya estaba de nuevo en pie, para lo cual el doctor Galindo me ayudo a masturbarla, mi excitación era mucha, nuestros cuerpos ya estaban muy sudorosos y el hedor ahí dentro era cada vez más fuerte, pero realmente me excitaba esa atmósfera, pero el doctor no pudo resistir mucho mas, sacando su verga de mi culo, gimió y dijo –creo que, que- y lo interrumpí, diciendo –espera, vente en mi boca, quiero probar tu leche- para esto me Franki me soltó y me ayudo a bajar, las piernas de verdad me temblaban como cierva recién nacida, me caí y solo atine a acercarme a la verga del doctor Galindo que sin esperar, derramo su leche sobre mis ojos, nariz y boca…el momento lo ameritaba, me lleve los dedos al rostro, a las partes donde había sido derramado aquel néctar, y luego me lo trague. Era riquísimo, podía sentir la esencia de aquel momento en ese líquido, pronto Franki se acerco y me dijo –ahí te va la mía, chúpame- y me acerque y le devore la tranca cual paleta de caramelo…podía sentir el sabor salado de su pito, y al parecer un nuevo sabor se mezclaba, sangre…si, sangre, la calentura no me dejo ver ni sentir que mi culo estaba sangrando, aun así seguí lamiéndole la polla a Franki hasta que se vino, de nuevo, volví a beberme el liquido sagrado de su pene hasta la última gota que estaba al alcance.
Sin más después de esto, me desparrame por el piso, jadeante, sudorosa, extasiada por aquella épica cogida que me habían propinado por la cola, descanse sin escuchar absolutamente nada hasta que los dos me ayudaron a levantarme, me llevaron hasta el baño, con algunas mantas me limpiaban el ano y el cuerpo con agua tibia, ellos hacían lo propio. El doctor Galindo dijo –supongo que no te irás como Viridiana, ¿o sí?- y como era lógica la respuesta, ambos ayudaron a ponerme el atuendo de hombre, para esto eran ya casi las 6:30 y me dispuse a irme a casa, pero las piernas no me respondían, el culo me ardía y no podía enfilar un par de pasos sin dirigirme hacia abajo. Franki se ofreció a llevarme y el doctor Galindo solo sintió con la cabeza, me dijo –adiós preciosa, me encanto cogerte, haber cuando repetimos, pero solitos tu y yo- y yo solo sonreí para después ser llevada al auto de Franki.
Cuando nos acercábamos a casa lo detuve una cuadra antes de llegar, por supuesto no iba a dejar que supiera donde vivo, incluso aunque me costara trabajo llegar a mi verdadera dirección. Nos despedimos, el se acerco a mi rostro y le repetí –ya te dije que los besos no me agradan, ok-,y sonriendo me respondió -lo sé Viri, pero podrías darme tu teléfono, me encantaría volverte a ver- le dije -…ya veremos, gracias por este momento- y abrí la puerta del auto y me dispuse a salir, claro que me costó bastante trabajo, a lo cual, Franki riendo me dijo de nuevo –estás segura que no quieres que te ayude a entrar a casa, podemos decir que tuviste un accidente o algo así-, y le conteste –no de verdad, ahora me recupero, nos vemos-. Salí del auto y me dirigí a la acera cercana, me recargue en un árbol y me despedí de él. Cuando por fin había abandonado la calle me dispuse a caminar hacia mi verdadera casa, lo cual en tiempo normal me llevaría no más de tres minutos, aquel momento de regreso me llevo 25.
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