El Club de Jorgina II, mujercita para siempre
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por jorgina.
Fuímos los cinco a la discoteca. tres chicos dos chicas y yo. Mi amiga Silvia me había dejado una faldita muy corta y unos zapatitos de tacón preciosos. Llevaba sujetador y como tenía el cabello largo hasta los hombros, con unos pendientes, era una chica preciosa de verdad.
Cuando llegamos a la discoteca disfruté mucho bailando y Juan, uno de los amigos de Silvia, no dejaba de mirarme. Así que pronto estuvimos en un rincón oscuro donde empezamos a tocarnos. Él me manoseaba el culito y las tetitas y yo empecé a frotar su paquetito.
Cada vez más excitado, eyaculó en mi mano y yo lamí con deseo mi manita mojada. Los dos un poco sonrojados nos miramos y me propuso que nos fuéramos a su casa. Se lo comunicamos a los otros y así lo hicimos.
Ya en su casa, me mostré un tanto tímida ya que nunca había sentido la proximidad de un muchacho que me gustase tanto como él. Me agarró por la cintura y me besó en la boca hasta que empecé a notar el bulto en su entrepierna. Se puso detrás mío y empezó a susurrarme cositas deliciosas a mis oídos.
Temí que al llegar a ciero punto, a él ledesagradara que no le hubiera dicho la verdad, así que le confesé quién era y lo mucho que me gustaba. Juan, lejos de molestarse, me confesó que aún le gustaba más y uqe ninguna chica hubiera sido tan femenina como yo en aquél momento.
Empezó a desvestirme con dulzura y me miró con mis braguitas de encaje y mi sujetador, temblando delante de él.
Me dijo – no temas, no te haré daño,- Y seguidamente me llevó a la cama y me acarició como nunca nadie lo habia hecho. me sentí totalmente una chica enamorada y dispuesta a entregarse a su hombre.
Se hundió dentro de mí y aunque creo que gemí, sólo podía oir sus palabras excitadas en mi cuello y en mi oído. Me susurraba lo preciosa que era y lo dulce y femenina que me sentía. Yo era la chica más feliz del mundo.
Balanceándose a dentro y afuera de mi, empecé a notar como se erguía un poco más y todo él se envaraba y supe que estaba a punto de eyacular, noté que tenía dudas acerca de donde hacerlo, así que casi gritándole le dije: ¡Por favooor, déjame preñadaaa!, Derrámate dentro mioooo.
Y con un bramido de león me llenó por entero y los dos quedamos exhaustos rendidos en la camita.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!