EL HAREM II: LA SUBASTA
Relato Real. Una travestí es llevada por su novio a una reunión y no lo olvidará nunca..
Entre nosotras hablábamos bajito, pero casi todas sentíamos como nuestros clítoris enjaulados, presionaban sobre aquellas jaulas que los hacían prisioneros, deseosos de crecer y explotar por el morbo de la situación, provocándonos aquella presión hasta dolor.
Las siete, con los velos transparentes, resaltando nuestros ojos estupendamente maquillados, las uñas pintadas de pies y manos, los labios destacando con un rojo intensísimo, la verdad, que éramos siete guapísimas yeguas pura raza española, que iban a servir sexualmente a sus amos moros. Lo que daba aún más morbo a la situación. De fondo se escuchaba, el murmullo de aquellos hombres que entre ellos, departían cuestiones de negocios y de mujeres.
De pronto se hizo el silencio y se escuchó una fuerte voz del amo Hamtum, diciendo: “Hadifa que entren las yeguas”. Hadifa dio un golpe de fusta en una puerta y dirigiéndose a nosotras dijo “potrillas en silencio y a trabajar, cuidado con la que no lo haga bien…será castigada duramente”.
Tras ella entramos en un amplio salón, todas contorneando nuestras caderas de forma insinuante, ayudadas por aquellos taconazos que llevábamos puestos, paseando por delante de todos nuestros amos, diez conté yo. Diez guapísimos morenazos árabes, todos de mediana edad, salvo dos que rondarían entre quince y diecisiete años, que según Azahara comentó después, eran Gamal hijo de su amo Hatim y su primo Hadil, hijo de Fadel, que también al parecer estaba entre los amos más mayores. Algunos tenían sus chilabas entreabiertas, dejándose ver grandes y potentes vergas de extraordinario calibre, muy bien circuncidadas, muy venosas y de cabeza gordísima. Comprobar que nos iban a follar con aquellos vergones, hizo que se me pusiera el pelo de punta, deseando tener en mi boca y en mi coño cuanto antes, por aquellos capullos sonrosados en la punta.
Hadifa dijo “señores amos, aquí les traigo la mercancía que hoy ponemos a la venta, se trata de siete esclavas españolas, deseosas de comerse los rabos de sus amos y gozar con ellos al ser preñadas”. Acto seguido comenzó a pronunciar nuestros nombres, al escuchar Tatiana perteneciente a la cuadra de Mustafá, di un paso adelante e hice una reverencia. Así conocieron los amos, la yegua que había aportado a la subasta cada uno y entre ellos, se comentaba la calidad de cada yegua a subastar. Gastándose bromas, comparando la calidad de unas esclavas y otras.
La primera en ser vendida fue Ruth. Me puse cachondísima cuando vi como uno de los amos se acercó a la tarima donde estaba subida y comenzó a manosearla, llegando incluso a meterle dos dedos en su boca. Acto seguido apartó su sujetador y pellizcándole sus dos tetitas, retorciendo el pellizco, lo que provocó que se le escapara un chillido. Después le dio la vuelta y golpeando con fuertes manotazos sus nalgas comprobó la dureza de las mismas. Me ponía excitadísima, pensar que instantes después sería yo, la subastada y por lo tanto, la humillada.
Tras varias cantidades, Ruth fue adjudicada al amo Abdul y acto seguido sentí como la fusta de Hadifa, me daba en mis nalgas para que anduviera y me subiera en la tarima, mientras decía “venga putita sube, sube” y así lo hice.
“Esta es Tatiana de la cuadra de Mustafá, tiene 26 años, de todas las esclavas solo hay otra mayor que ella, es muy guapa, tiene buen cuerpo, el pelo no es suyo, es peluca, tiene una linda boca, que según su amo, es agradable y muy mamadora, es una yegua obediente, sumisa, muy pasiva, que le gusta satisfacer las pollas de sus amos” dijo en voz alta Hadifa y dirigiéndose a mí me indicó “date la vuelta esclava”. A lo que obedecí de inmediato y rozando mi culo con la fusta dijo: “Como verán los amos, tiene un buen culo, presentando un coño tragón y muy femenino, propio de cualquier mujer, follar esta furcia debe ser un placer. Sus piernas son robustas y bien contorneadas, date la vuelta, que las vean bien los amos, son piernas carnosas y turgentes, que enfundadas en esas medias que lleva puestas, hacen de ella toda un delicia de zorrita”.
Uno de los amos en voz alta dijo que ande esa perra un poco que la veamos. Hadifa me dio con la fusta de nuevo y me dijo “esclava obedece”. Me baje de la tarima y comencé a modelar despacio y exagerando el movimiento de mis caderas, así estuve paseando de un lado a otro de la sala, siendo observada por todos los amos, mientras Hadifa me arreaba dándome leves golpes de fusta en mi culete, hasta que uno de ellos dijo: “Ven putón, acércate”.
Con la indicación que me hizo con el dedo Hadifa, obedecí de inmediato y me acerqué. Aquel amo comenzó a palpar mis huevos y a apretarlos fuertemente, notando un gran dolor, que casi me hace gritar, saltándoseme solo un poquito las lágrimas del dolor. Luego bajo el tanguita rojo y dirigiéndose a Mustafá le pregunto “como anda de polla tu puta”, a lo que contestó “la polla no le sirve para nada, la tengo castrada y aunque tenga polla, solo le sirve para mear”, todos comenzaron a reírse y a mofarse de mí, llegando uno a decir que yo era una medio puta, puesto que las putas enteras debían tanto recibir, como dar.
Seguidamente aquel amo me dijo “date la vuelta putón”, yo obedecí como una sierva asustada y muy ruborizada por la burla, y acto seguido, me dijo “arrodíllate, ponte a cuatro y muéstrame tu coño”. Así lo hice, notando como aquel amo, comenzó a introducir varios dedos de su mano en mi chochito, provocando que comenzara a sentirme cachonda, diciendo “está dura y dilata bien ésta yegua, su culo es el de una hembra de primera, además es guapa, pujare por ella, si no me la quedo ahora, Mustafá, mañana te hare antes que te marches, una oferta de compra, para hacerla mía, me gusta que no envele su polla, menos problemas en mi cuadra, enhorabuena por traer una potra de tanta calidad”. Gracias Musa contestó mi amo.
A mí me resulto aquello halagador y tuvo que notarse en mi cara que pasó a dar señas de malos sentimientos, a sentirme reconfortada, valorada y reconocida por lo dicho por aquel amo lindo. Acto seguido me dio un fuerte manotazo en mi culo, que me supo a caricia, y me dijo “venga esclava levántate que vamos a pujar por ese culazo que tienes”.
Subiéndome el tanga, me levante y tras darme otra vez con la fusta en mi culo Hadifa, hasta que llegue a estar subida en la tarima, dijo “comienza la venta de esta cerda” y comenzaron a pujar por mí. A voces iban subiendo las pujas que llegaron a alcanzar casi tres veces, la cantidad de salida.
Tras el remate Hadifa dijo “adjudicada la esclava Tatiana de la cuadra de Mustafá, al amo Said. Señor la quiere así o con correa?”. Mi nuevo amo dijo: “ponle correa y quítale el velo que todos vean lo fea que es…jajaja”.
Hadifa me quitó los pasadores que cogían el velo que llevaba puesto y paso un mosquetón por la argolla del collar que aprisionaba mí cuello, me dio un fuerte tirón de la correa y un fustazo en mi culo y dijo “andado a servir a tu nuevo amo Said…a ver cómo te portas furcia…tienes que sacar todo el putón que llevas dentro y dejar en buen lugar a tu amo Mustafá”.
Le dio la rienda a mi nuevo amo Said, el cual sin decirme ni una palabra, de un fuerte tirón me hizo arrodillar, a la vez que señalaba el suelo con el dedo. Tras unos instantes me dijo “Túmbate como una perra y lame mis pies, cerdaca”. Una vez baje mi cabeza hasta besar sus pies, con el extremo de la correa que me puso Hadifa, me dio un fuerte golpe en la espalda y me dijo “chupa y lame mis pies con esa lengua de puta que tienes”.
Así permanecí mientras continuaba la subasta, lamiendo como una perra los pies de mi amo, los cuales desprendían un olor fuerte como a leche de cabra y tenían un sabor salado. Mi nuevo amo, de vez en cuando, al hallarme totalmente humillada sobre sus pies, movía uno de estos y aproximándolo a mi coño, con el dedo gordo de su pie, rozaba mi agujero e intentaba tratar de metérmelo. Aquello me ponía excitadísima y más cuando levantaba un poco la mirada y veía desde mi posición a Ruth, a la que su amo la había puesto ya a mamar su pollón, lo que me hacía explotar de envidia y deseo, por no tener algún superpollón de aquellos, dentro de mí.
Fueron subastando al resto de las chicas. Azahara fue subastada en cuarto lugar y comprada por el dueño de la casa el amo Hamtum, como éste ya le hizo saber. El cual se encontraba sentado al lado de mi amo Said. La puso enseguida a mamarle su polla, llegando uno de sus tacones a darme en la cara, que yo tenía pegada al suelo lamiendo los pies de Said.
Mi amo, que se dio cuenta, me dijo “cerda cómele el tacón a esa zorra”. Yo empecé a lamer el tacón del zapato de Azahara, obedeciendo la orden recibida. Al rato dijo “entre la cerda esta –refiriéndose a Azahara- y tú me estáis poniendo muy caliente” y dando un tirón de la correa que llevaba yo cogida al collar, me levantó de forma violenta y agarrándola por el extremo más próximo a mi cuello, llevo mi cara hacia su entrepierna, ordenándome: “Empieza a trabajar bien que quiero que me des mucho gusto putón”, quitándome seguidamente la correa.
Yo me dispuse a abrir algún botón de su chilaba y me dijo “ábrelos todos cerda y empieza a comer polla yaaa”. Así lo hice, abrí todos los botones, comprobando que posiblemente mi amo Said, era uno de los amos, que más grande y gorda la tenía. Aquel tiburón mediría más de 23 centímetros de larga y un grosor de más de 6. La cabeza de su polla era descomunal, tanto que me costó trabajo introducirla en mi boca y eso que soy boqui-grande. Con mi mano derecha comencé a acariciar unos duros y grandes huevos, que se notaban totalmente llenos de leche y que olían de manera muy intensa a macho muy macho. Pese a su grosor y longitud aquella polla morena, casi negra, estaba exquisita, sabía a moro intenso, con un aroma especial y acentuado, como saben las pollas de los árabes. Me empujaba con gran violencia y me cogía la nuca para que no retrocediera, a veces me tapaba la nariz para que absolviera para dentro, viendo yo como aquellas venas de aquel pollón se inflaban intensamente de gusto. Cogió con su mano derecha un pequeño flagelo de cintas y de vez en cuando, desde su posición, me azotaba con fuerza mi culo o espaldas, dando yo un respingo al sentir el golpe, con cuyo movimiento mi amo se moría de gusto.
Mientras con el rabillo del ojo, pude ver que las siete esclavas, todas estábamos mamando los rabazos de nuestros nuevos amos. Vi como a mi verdadero amo Mustafá lo atendía Noelia, a Musa, el amo que antes alabó mis virtudes de puta esclava, era Esther la que le atendía, y los más jóvenes Gamal y Hadi, eran atendidos por Hadifa, la veterana putita del amo Hamtum, a la que uno por delante y otro por detrás, le estaban dando muy duro con sus falos de adolescentes recién estrenados.
Yo entre tanto, no dejaba de disfrutar de aquel rabazo, el cual entraba y salía en mi boca, y lo notaba como me llegaba hasta la campanilla, haciendo que a veces me faltara la respiración, cuando presionaba aquel pollón al fondo. Aprecié que mi chocho se mojaba, de lo bien que mi nuevo amo Said, me estaba follando la boca. El rojo de mis labios impregnaba aquellos nudos que ofrecían las gruesas venas de la polla de mi amo, dando la impresión que sangraba. Mi amo, se estremecía de gusto y dijo en cierta ocasión “que panorama más bello, ver estas ocho mariconas como dan gusto a sus amos y como están disfrutando las ocho, con las pollas a las que sirven, es una gozada comprobar lo machos que somos y lo putas que son ellas”. Al escuchar esto, noté como el agujero de mi coño, se abría y cerraba de gusto y satisfacción, deseoso de que algún vergón de aquellos, lo traspasara de forma contundente y violenta.
Me extrañó comprobar como Hadifa, tras hacer explotar las jóvenes vergas de los amos a los que atendía, recogía en un recipiente la leche que sacó de las pollas de aquellos noveles folladores. Ella después adoptó una postura expectante esperando la eyaculación del resto de todas aquellas descomunales pollas. Vi como Abdul, empujándole en la cara de manera airada, retiraba de su polla la boca de su esclava Ruth y requería con urgencia la presencia de Hadifa, que se acercó apresurada y entre ella y ayudada por Ruth, hicieron que el amo Abdul, dejara toda su lefa en aquel recipiente. Al ver esto, me di cuenta que la leche que las esclavas íbamos extrayendo de las pollas respectivas de cada amo, era guardada en aquel recipiente por Hadifa.
Mi amo Said, tras más de 20 minutos de masajes en su pollón, note como aquel bastón en mi boca se ponía cada vez más inflamado y presionaba sobre la cavidad bucal a una temperatura extremada, tanto que en un momento dado, me dio un fuerte golpe en la frente, para que dejara libre su miembro y solicitaba apresurado la presencia de Hadifa con aquel recipiente transparente, y a mí me exigía de manera terminante y con genio que no dejara de trabajar su polla, diciéndome “puta no pares de pajillear, no pares…cerda, si no quieres sufrir un duro castigo”. Dio un suspiro estrepitoso y comenzó a arrojar lefa por aquella manguera, en una cantidad desorbitada, siendo depositada en el recipiente de Hadifa. Así fueron eyaculando todos en aquel recipiente, que custodiaba aquella puta vieja, hasta que termino el último.
Todas seguíamos manoseando y limpiando con nuestras lenguas los rabos de nuestros amos, quienes comenzaron a departir acerca de lo bien o lo mal que habíamos hecho nuestro trabajo y algunos ya, incluso trataban de cambiar de esclava, bien porque habían visto otra que le había gustado más, o porque la suya no le había satisfecho lo suficiente y comenzaban a hacer tratos, para traspasarnos a alguna.
Les preguntaron a los jóvenes Gamal y Hadi como le había ido con la veterana perra Hadifa y respondieron que muy bien, que había cumplido sobradamente con su experto trabajo de puta con experiencia, pero que habían visto otras esclavas que lo hacían mejor y eran más bellas. Al ser preguntados cual le gustaba a cada uno más, Gamal, que podría tener 16 años, dijo que Azahara la rubia esclava que era usada por amo Hamtum, y Hadi, tras pensarlo un rato, dijo que la puta que más le había llamado la atención, había sido yo. Al escuchar esto, las lágrimas por la satisfacción casi me afloran, al comprobar como un crio de 18 años, se había fijado en mí y me quería poseer como esclava.
Hadifa dijo en voz alta “voy a guardar en el frigorífico la cena de estas siete cerdas…no se vaya a echar a perder y se nos pongan malas… con el trabajo que aún tiene que ofrecer”. Se trataba del recipiente lleno de casi cuatro dedos de leche de macho, que había ido recaudando de las corridas de todos los amos.
En ese instante el amo Hamtum, ordeno a la veterana esclava que preparará la cena. Al rato volvió Hadifa y dando dos palmadas dijo “Esclavas a la cocina a servir la cena a nuestros amos y a que os retoquéis un poquito, que estáis hechas un esperpento…. hay que veros como se habéis empleado a fondo en vuestro trabajo, que el rímel y el maquillaje lo tenéis alguna en los pies….”. Los amos se rieron escandalosamente y Hamtum dijo “Hadifa, manda a alguna cerda de éstas que nos sirvan unas bebidas”.
Todas las mujeres nos retiramos a la cocina, Hadifa eligió a dos, a Noelia y a mí y nos dijo “ir y retocaros, que vais ahora a salir a servir a los amos, mientras las demás preparan la cena”. Entré en el vestidor me repase el maquillaje y el esmalte labial, me di un poco de color en mis mejillas y en mis ojos y me presenté ante Hadifa.
Con sendas bandejas llenas de bebidas, una Noelia y otra yo, entramos de nuevo en el salón y comenzamos a servir a los amos, quienes se había todos incorporado de los sofás, pudiendo comprobar como alguno aun llevaba abierta su chilaba, dejando ver su gran polla amorcillada, y aunque no quería ser descarada y mirar, los ojos no los podía controlar y se me iban hacía aquellos pollones gigantescos. Casi todos al pasar, se rozaban con nosotras, te sobaban o te tocaban el culo y algunos incluso, intentaban meter sus dedos en tu coño, mientras ofrecías de forma sumisa las bebidas.
Llevando la bandeja cargada y sobre las dos manos, el amo Hatim, me dio un fuerte pellizco en mi tetita derecha por encima del sujetador, que casi me hace derramar las bebidas, con la consiguiente risotada de todos los demás amos.
Al llegar donde estaba el amo Said, me cogió por la cintura y le dijo al amo que estaba con él, “esta es la puta que he comprado en subasta, por ahora me ha gustado –mirándome a la cadera, añadió- es propiedad de Mustafá, antes de irnos le haré proposición de compra a ver si me la vende, para tenerla a mi servicio y pase a ser una de mis yeguas a fin de darle calidad a mi propia cuadra, y tenerla cerca para poderla usar cuando me apetezca. Es una buena perra”. Dicho esto apartó el hilo de mi tanga e intentó meterme un dedo en mí coño, notando que pese a la fuerte presión que realizó, no logró penetrarme y me dijo “sigue sirviendo bebidas….ahora te veré cerdita”, todo esto llevando yo la bandeja sobre mis manos y teniendo que realizar un gran esfuerzo para no tirarla.
Por último, llegue a servir a los amos jóvenes, dirigiéndome al amo Hadi le dije: “Mi amo me permite usted que le diga una cosa”. Contestó dándosela de hombretón ante los presentes “Dime putita qué quieres”. Respondí: “Nada señor, solo agradecerle que se haya fijado en esta pobre esclava, sería para mí un honor poderle servir y atenderle en lo que desee”. Contestando el joven amo: “Ya hablaré con tu amo, para ver si me deja usarte y darte un pollazo, para que notes como folla un buen macho y te sientas satisfecha de polla por una vez, puta maricona, retírate cerdaca que lo único que buscas es estar siempre bien follada, con ella dentro…”.
Agache mi cabeza y me fui hacia la cocina, y aunque la respuesta del joven amo fue dura, me dio la sensación que lo hizo, para mostrarse rudo conmigo y humillarme ante sus amigotes, pero yo en el fondo me sentí orgullosa y encantada con lo que me había dicho aquel jovenzuelo aprendiz de amo.
(continuará)
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