El silencio de la primera vez
La historia de una chica trans que tuvo su primera vez con la persona prohibida y terminó sintiendo algo hacia él. .
Nunca fué de mi agrado, nadie lo supo, siempre lo rechazaba cada vez que buscaba la oportunidad de decirme que me estaba poniendo bien buena, que no olvidara que él ya sabía mi secreto y que si la familia se llegaba a enterar lo iba a perder todo, quedaría fuera de todo lo que me unía a ella, dicen que el miedo es el arma del dominio absoluto, así que siempre debía callar por seguridad. En dos ocasiones me había descubierto vestida de mujer, con los labios pintados, maquillaje en el rostro, la tercera vez me miró platicando con un amigo quien me tenía abrazada mientras trataba de convencerme que me animara a experimentar mi primera vez con él, nunca pasó nada, un día me tuve que ir de esa casa donde a todos les preocupaba más el dinero, la posición entre las amistades y la clase social. Estaba claro que a una chica trans de clóset jamás la iban a aceptar porque lo consideraban una vergüenza, una aberración, algo fuera de lo normal.
Después de haberme ido a vivir sola, a vivir una nueva vida en donde empecé a ser yo misma, sentirme con la libertad de actuar como una chica, vestirme como tal sin que nadie me lo prohibiera ni me juzgara me sentía mucho mejor, llevaba meses viviendo sola, siempre fuí afeminado, mi apariencia y figura era tan femenina que cualquier persona pensaba que era una chica real. Creo que él se había enamorado de esa apariencia física femenina, era alta, delgada, piel blanca, culona, mis piernas eran delgadas pero mis nalgas eran bastante aumentadas y levantaditas lo que llamaba mucho la atención cuando me ponía pantalones ajustados, shortcitos cortos para andar en la casa, hacía verme atractiva y bastante femenina.
Su deseo siempre fué que lo dejara ser el primero en estrenarme el culito y que a cambio nunca contaría nada en la familia, se la pasaba diciéndome todo lo que me podía hacer y las cosas que podía experimentar estando con él pero siempre recibía mis rechazos primero porque no era de mi agrado y la otra razón porque estaba casado con una de mis primas.
Un día simplemente apareció por la puerta de la casa donde tenía tiempo de haberme instalado, sin ninguna satisfacción por su presencia tuve que escuchar todo lo que me decía, que esa iba a ser la oportunidad para que conociera el placer, que tenía algo bien grande que me podía gustar, que a él nadie lo rechazaba, que podíamos mantener el secreto bien guardado, que quería que yo fuera suya, que me deseaba con todas sus fuerzas, mientras yo siempre le respondí que estaba casado con mi prima que la respetara, que si ella se daba cuenta de lo que él hacía iba a tener problemas. No contento con lo que le respondí empezó a tocarme, me abrazaba intentando besarme a la fuerza, traté de evitarlo pero me daba cuenta que no podía luchar contra él, era un hombre muy fuerte, sabía como tenerme agarrada para que no lograra liberarme.
Al ver que era imposible que se fuera, le tuve que decir que podía aceptar estar con él y hacer lo que quisiera pero no ese día sino que fuera otro día para que me pudiera preparar mejor, mi intención era convencerlo y lograr que se retirara de la casa, así yo tendría la oportunidad de contarle a mi prima todo lo que estaba pasando con él, pero fué en vano, no aceptó y continuaba tratando de impedir que lograra su objetivo, le rogué, le supliqué que no lo hiciera pero tampoco hizo caso, había llegado decidido a hacerme suya por la fuerza.
Pasó lo que pasó, por más que luché con él no pude lograr evitarlo, no pude con su fuerza y me terminé cansando hasta que me hizo suya, lo único que logré hacerle fueron unos rayones con mis uñas largas a la altura del ombligo y eso hizo que me la metiera aún más adentro haciendo que gritara del dolor que sentía, tampoco se compadeció verme llorar, su verga era tan gruesa de unos 24 centímetros más o menos que me logró sacar ciertos restos de materia fecal, aparte me hizo sangrar dejándome adolorida con un ardorcito que curiosamente después lo sentía placentero, logró que mezclara la rabia con el placer, no todo fué brusco porque habían momentos en que me daba despacio al darse cuenta que ya no tenía fuerzas para seguir luchando contra él. Me obligaba a que le dijera que me gustaba, que quería más, que yo era su puta y que él era mi hombre, si no le respondía me lo hundía más haciéndome gemir más fuerte hasta gritar, me obligó a que le dijera que yo lo necesitaba, que me gustaba mucho, que quería más. Descubrí que al decirle esas cosas se excitaba aún más logrando que acabara dejándome el culo inundado con su semen caliente.
Quedé tirada en la cama, cansada, sudada, con lágrimas en los ojos, las piernas me temblaban, en algún momento durante el acto llegué a sentirme tan debilitada que sólo sentía como me daba con aquel vaivén suave, curiosamente el cuerpo reaccionaba generándome corrientes y ciertas sensaciones de placer pero al mismo tiempo sabía que estaba con alguien que no me agradaba y después de eso mucho menos y que aquello no era algo que yo quería sino que fué algo forzado, algo inesperado.
“A partir de este momento eres mía, eres mi mujer al igual que tu prima, poco a poco lograré que las dos lleguen a vivir conmigo en la misma casa, seré el hombre de ustedes dos, también quiero que te quede claro, no te quiero ver platicando con otro hombre que no sea yo, espero que quede claro eso sino tendré que venir a castigarte como tu hombre que soy” -me dijo en voz baja al oído mientras se acostó sobre mí acariciándome las nalgas y dándome algunas palmaditas.
Se fué a bañar, se acercó en toalla para meterme la punta de su verga en la boca, “quiero que la mames, chúpala, todo esto es tuyo, si quieres que me vaya sólo quiero verte como la mamas” -me decía, lo más que quería en ese momento era quedarme sola, así que tuve que ceder pero le dí un mordisco después del glande para asustarlo un poco, me dió una bofetada pero no fuerte sino para intimidarme. “mmm!!!… ¿Te gusta morder? Eso me encanta, veo que eres bien mamoncita, te está gustando mi verga, así me gusta, quiero ver lo putita que eres, sigue mamando, un poquito más, pásale la lengua” -continuaba diciéndome. A medida que me decía esas cosas metía más adentro de mi boca su pene hasta darse cuenta que lo tenía tan grueso que no me cabía en la boca, miraba que me agarraba la mandíbula porque sentía una molestia de tener tan abierta la boca para que lograra tragar lo que pudiera, entonces la sacó y se empezó a vestir en frente de mí viéndome acostada sin decir nada. Antes de irse sacó un sobre blanco y lo dejó en la cama.
“A partir de hoy recibirás esta cantidad de dinero para tus gastos, así no tendrás que usar lo que te corresponde de las ganancias de la familia, eres mi putita y como tu hombre me corresponde hacer esto” -me dejó dicho. Luego se retiró.
Quedé en llanto acostada en esa cama, me habían robado la virginidad, días antes estaba recordando a Fernando uno de mis amigos, de todos los chicos con los que crecí en la zona, Fernando siempre supo que yo era afeminado, que me sentía como una nena, era el que me defendía cuando los chicos se pasaban con sus bromas, era con quien más confianza tenía pero siempre supe que dentro de esa linda amistad habían deseos, interés en mí, había amor, él una vez me dijo que yo me miraba linda, atractiva, que parecía una chica y que le gustaba, tiempo después descubrí que Fernando también me gustaba que lo quería, una vez llegué a pensar que quería que él fuera el primer hombre que me estrenara el culito pese a que él tenía una verga larga, le decían “el caballo”, una vez estando todos en el río pude comprobar porque le habían puesto ese apodo, saliendo del agua se le notaba lo grande que la tenía y eso que estando dormida dentro del short que usaba, pero el destino fué otro, aquel hombre casado con una prima fué quien me tomó bajo amenazas, chantajes, obligándome a guardar silencio, el silencio de la primera vez.
Teo, así se llamaba, era un hombre alto, musculoso bien fuerte, blanco, con barba, tenía unos ojos verdes claros que lo hacían verse lindo, con una verga de 24 centímetros gruesa que me acababan de dejar destrozada, pero era un hombre prohibido para mí por estar casado y además nunca me cayó tan bien, me daba desconfianza, me hacía sentir miedo, era muy misterioso, aparecía sin avisar, era bastante extraño.
Me quedé dormida hasta en la tarde casi entrando la noche me desperté y me acordé de lo que había pasado cuando sentía aquel ardorcito en el culito, me sentía mojada, resbalosa de allá atrás, me fuí a bañar, me vestí y preparé mi cena. Nunca me dió aquello de encerrarme en el sufrimiento, en el odio, en el miedo, no sé porque pero lo tomé como algo que simplemente pasó o estaba escrito que iba a pasar, no pude evitarlo por más que lo intenté impedir terminé debilitada, sin fuerzas ni ánimos, eso le permitió a él continuar como si yo se lo estaba permitiendo. Pasé una semana adolorida, ni sentarme bien podía porque me dolía el culo, cuando iba al baño sufría un poco, pero poco a poco se me fué pasando.
Dos semanas después empecé a sentir unas ganas de ser penetrada, andaba con ganas de un hombre que me hiciera suya, me picaba el culito porque me cogieran, me sentía como una perra en celo, una de esas noches me pinté, me puse una blusa corta ajustada, una minifalda, adentro cargaba un hilo dental, la minifalda hacía que se me notara lo culona que soy, así que fuí a la tienda de la esquina pero antes tenía que pasar frente a un pequeño bar en donde siempre habían hombres tomando y conversando en la entrada, al pasar por ahí escuché unos silbidos, uno de esos hombres dijo “mamasita”, el otro dijo “es una trans”, “no importa” -respondió, “ese culo está para maltratarlo” , no les dije nada, sentía que me gustaba lo que había escuchado, al entrar a la tienda habían tres hombres en la entrada, “buenas noches” -pasé diciendo, uno de ellos respondió “buena estás tú», fuí a buscar tres cervezas para llegar a tomármelas en la casa y al acercarme a la caja para pagar escuché que uno de ellos dijo “yo si le doy” , otro respondió “yo también le doy, yo si se la dejo ir toda” , al salir de la tienda uno de ellos dijo “¿adónde vas preciosa, te acompaño”?, “Quédate un rato con nosotros, la vamos a pasar rico con ese culote que tienes», sólo voltee a ver y me dijo uno de ellos “mamasita rica”. Con todo eso lo que logré fué que llegara a la casa más encendida todavía, con unas ganas de que me cogieran, me tomé las cervezas escuchando música y me fuí a meter un vibrador para terminar mojada e irme a bañar y luego dormir.
Descubrí que Teo llegaba a verme un día cada mes, siempre me dejaba un sobre blanco con una cantidad de dinero que nunca toqué, sólo los iba guardando después que se iba. También descubrí algo bastante raro, nunca había sentido eso pero las veces que llegaba lo sentía mío, sentía que era suya, que yo era su mujer la que lo esperaba ansiosamente para recibir una buena cogida y dejarme quieta y satisfecha con lo que me hacía. Aquello era una mezcla de odio, rabia pero al mismo tiempo de deseo, de placer cuando me cogía, era un hombre que no me tenía asco, me daba unas mamadas de culo que nunca había sentido, me hacía volar cuando me metía la lengua en el culito, me hacía revolcarme entre las sábanas cuando me tenía con las piernas abiertas metiéndome su enorme tronco caliente haciéndome gemir y hasta gritar cuando me estremecía, sentía una fuerte corriente por todo mi cuerpo que me volvía loca, llegué al punto de sentirlo tan rico que lo abrazaba rayándolo con las uñas largas cuando me hacía acabar, siempre me ponía a mamar pero no me cabía toda en la boca, terminaba adentro haciéndome tragar toda su leche caliente, me dejaba bañado el rostro con su semen, me dejaba adolorida cuando me daba, me sentía perdida, me sentía como una puta mientras me destrozaba el culito, me lamía los pies, los besaba, se los pasaba por el rostro, llegó a lograr que tuviera fuertes orgasmos anales, sentía como si orinaba por el culo cuando me salía bastante leche. Pero nunca olvidaba aquella primera vez.
Un día llegó y me encontró platicando con un amigo que conocía en el área, entró y no dijo nada, sabía que lo iba a molestar, yo me reía con ese amigo, luego se acercaron dos chicas amigas mías también y no parábamos de reír, yo sabía que él me estaba observando por la ventana, cargaba puesto un shortcito corto, una tanguita que se notaba mucho, una blusa ajustada, yo me reía como para desafiarlo, hacer que se enojara más viendo que no me importaba que él había llegado, me mandó un mensaje por el teléfono que decía “¿te atreves a desobedecerme verdad? ” “aquí te voy a estar esperando, esas risitas te las voy a convertir en gemidos y llantos después, te voy a romper ese culo, ya verás”, no le respondí y continuaba gozando con las visitas.
Después que se retiraron entré, dejó que cerrara la puerta, se abalanzó a besarme, me agarraba las nalgas y las apretaba
Teo: ¿parece que no nos estamos entendiendo verdad? Creo que te dí una orden, no te quiero ver platicando con otro hombre
Yo: tú a mí no me prohibes nada… Imbécil
Me tomó por el brazo, me llevó a la habitación, él estaba en toalla esperando que entrara, me tiró en la cama y se quitó la toalla, pude ver que su verga la tenía bien parada
Teo: ¿tú piensas que me puedes desafiar verdad?
Yo: ESTÚPIDO… lárgate de aquí, ya lograste lo que querías, ya déjame EN PAZ
Teo: encima te me pones malcriada, me levantas la voz, eso no lo voy a tolerar, creo que llegó la hora de corregirte, necesitas unas correcciones inmediatas
Colocó su verga en mi boca, recuerdo que me lo metía lento pero buscando que me lo tragara todo, yo se lo mordí una vez más, me dió una leve bofetada
Teo: eso es, muérdelo perra, cómetelo todo, me encanta que te pongas salvaje
Me agarraba la cabeza y me la empujaba hacia adentro con fuerza para que se la mamara, hacía movimientos como si me estaba cogiendo por la boca, me hacía dar arcadas, me hacía toser, soltaba mucha saliva sin embargo continuaba dándome por la boca hasta que se vino pero no me la sacó sino que dejó que me tragara todo su semen viendo como se la seguía mamando derramándose su semen por la boca bañando su verga, me volteó para ponerme en cuatro, me quitó el shortcito y bajó la tanguita para luego metérmela, me tomó de las muñecas y empezó a cogerme no tan fuerte pero en ese momento me solté a llorar, gemía y gritaba porque me la dejaba ir hasta adentro hasta que nuevamente se vino dejándome el culito inundado de semen. Mientras me estaba cogiendo me nalgueaba tan fuerte que sentía que las nalgas me ardían, me quedaron rojas de tanto que me daba con sus manos.
Dejó el sobre blanco en la cama y se retiró. Lo guardé y me fuí a sentar a la sala. Me ponía a pensar hasta cuando iba a estar así, ya no podía más. De repente recibí la noticia de que Teo había tenido un accidente automovilístico, eso me tomó por sorpresa, me puse asustada, pasé horas con angustia, con la incertidumbre por saber qué le había pasado, no entendía qué me estaba pasando, me sentí tan preocupada que ni pude dormir, ¿por qué me sentía así por lo que le había pasado a ese hombre que me había hecho daño? Quería saber como se encontraba, quería ver donde estaba, me sentía desesperada, quería saber algo. A la una de la madrugada me llamó Kendra, la esposa de Teo para avisarme que había fallecido.
Kendra me pidió que la acompañara en la vela y el funeral, luego pasó unos días conmigo en la casa, me confesó que lo sabía todo pero que no nos íbamos a pelear por eso, le conté como habían sucedido las cosas y se sorprendió cuando le entregué los sobres que venía guardando cada uno tenía la misma cantidad de dinero porque no toqué nada de lo que venía en esos sobres. Al parecer ellos venían teniendo problemas serios de pareja, también se descubrió que le estaba robando a la familia.
Kendra y yo seguíamos muy unidas hasta que me presentó al negro Din, un nigeriano que tenía habilidades y conocimientos especializados en consejería. Ella era su amiga, llevaban tiempo de conocerse y quiso que yo también lo conociera. Eso es otra historia que después te contaré.
Fin
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