El Vestido.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Al ingresar el boleto a la maquina mi vida cambia, olvido a los que me conocen para que ellos se olviden de mi, la ciudad no me nota, miro el suelo sucio del vagón, levanto la mirada y en el cristal se reflejan los rostros cansados de ellos que no me observan. No era la primer vez que decidía caminar por Calzada de Tlalpan, por las noches cuando viajo por aquella línea, surge ese antojo, el gusano mecánico emerge de la tierra a la altura de San Antonio Abad con dirección a Taxqueña, me pego al vidrio para ver aquellos cuerpos de siluetas inevitablemente provocadoras, para mi ángeles terrenales, la luz del insecto las alumbra a distancia.
De un tiempo a la fecha, se manifiesta aún más la necesidad de caminar y poder percibir de cerca aquellos cuerpos sensuales con vestimentas sexuales, disfrutar del contacto visual que te invita al acercamiento, percibir el aroma de su perfume, todo esto en conjunto incita al pecado. Como siempre voy con poco dinero, solo quedan algunas monedas en mi bolsillo, las ultimas de mi semana, pero espero correr con suerte, mi aspecto juvenil y agraciado, me ha rendido buenos frutos en esos desniveles y calles de esa gran avenida, claro no siempre, a veces tengo que llegar a casa y masturbarme solo con el recuerdo o lidiar con la frustración, pero esta vez no será así, espero.
Bajo de la estación, el sistema de transporte está por cerrar en unos minutos, no importa, afortunadamente vivo cerca de la zona, comienzo mi andanza, camino un par de cuadras, las fachadas cambian su aspecto por la noche, un bar de “mala fama” abierto, la iluminación permite apreciar todo a detalle, miro hacia dentro buscando algo o alguien, no hay nada especial, solo almas alcohólicas satisfaciendo su vicio, entre esas paredes amarillas, decido gastar mis últimas monedas en una última cerveza, llamo a la gorda y añejada mesera que viste una minifalda negra junto con una percudida blusa blanca, pido, pago, bebo y espero, a veces ahí entran ángeles enfiestados, que deciden iluminar por un rato aquel agujero, toman un receso durante su jornada laboral y a veces se olvidan del trabajo, mientras trago la amarga bebida recuerdo la última vez que estuve ahí, aquel día la suerte estuvo de mi lado pero hoy no, después de media hora trago lo que queda de liquido en mi vaso y salgo, un viento refrescante me recibe, abraza y empuja para que comience a caminar, mi cuerpo tiembla, las calles lucen perfectas para el pecado, todo aquello es peligro, ilegal, arriesgado, extremo, secreto.
A lo lejos el primer cuerpo, voluptuoso, solitario, serio, pensativo, me acerco poco a poco y lo admiro con todo respeto y también con morbo, ella parece no percibirme o quizás decide ignorarme, un auto pasa, el conductor toca el claxon, ella no levanta la mirada, no se mueve, solo respira, el auto arranca yo sigo caminando lentamente, distingo sus facciones, morena, ojos grandes con largas pestañas y una ceja bien definida, nariz recta, labios gruesos, maquillaje sublime que realza su belleza, con mirada nada discreta aprecio su escultural cuerpo, me emociono y disminuyo el paso, mi respiración aumenta, le aprecio una cabellera negra larga que brilla y se desliza fielmente por su espalda desnuda, viste un vestido entallado rojo con diminutos brillos y transparencias en los glúteos, escote que muestra la mitad de sus firmes, frondosos y jugosos pechos además de marcar sus deliciosos y finos pezones, en la espalda el corte del vestido baja hasta dejar ver claramente el delicioso y erótico principio de esas grandes y perfectas nalgas, diminuta tanga que la transparencia del vestido permite ver, la cual enmarca el trasero de manera perfecta y envuelve provocadoramente aquel fantástico culo y a un sensual bulto escondido, de cintura marcada y buenas caderas, una pancita que apenas y se asoma, además piernas largas, lisas, morenas y marcadas, sus hermosos y delicados pies son engalanados por zapatillas negras de plataforma gruesa y un alto tacón de aguja, que se amarran fuertemente a lo largo de sus tobillos como raíces de las cuales emerge aquel cuerpo perfecto, maravilla para el erotismo, me detengo un instante, embelesado por ese cuerpo esculpido perfectamente, percibo un aroma, surge de este ángel, completamente idiotizado distingo la fragancia, una de mis favoritas, doy un paso hacia ella, dudo y decido seguir de largo, no quiero interrumpir o contaminar aquel momento de recuerdo o reflexión de este ángel.
Sigo mi camino, en busca de más ángeles. La avenida está libre de embotellamientos, tiene un tráfico fluido pero en algunas calles y/o esquinas, se presentan curiosos congestionamientos, mis ojos buscan mas ángeles, los encuentro y veo de manera distraída, solo pienso en aquel ángel solitario, mis pasos continúan, en medio de miradas, aromas, invitaciones, pero me doy cuenta y había claudicado en mi búsqueda, me detengo y decido regresar, doy media vuelta hacia donde el ángel se encuentra solitario, solo para admirarlo, al menos una vez más.
Camino desesperadamente, en una avenida como esta no es bueno correr, llego a aquel punto solo para descubrir su ausencia, el ángel ha volado, la calle ahora luce deprimente incluso peligrosa, agacho la mirada y suspiro.
Decido abandonar y regresar a casa y quizás masturbarme con aquel recuerdo, para hacerlo tengo que cruzar un olvidado desnivel, me acerco cautelosamente como siempre, no hay nadie, lugar oscuro, solitario, maloliente, solo se aprecia la tenue luz del otro extremo, camino lentamente y mis ojos comienzan a distinguir un poco más, lámparas fundidas, bolsas y montones de basura, botellas rotas y algunos viejos condones con labial o conteniendo semen complementan la lúgubre ambientación no planeada de ese paso peatonal, de pronto algo llama mi atención, un apenas perceptible brillo se distingue y manifiesta con la poca luz que se logra filtrar, me acerco, lo levanto y extiendo, no lo puedo creer, la emoción se apodera de mi, hoy es una noche con suerte, el vestido de aquel ángel perfecto, mi cuerpo tiembla, lo acerco y aprieto entre mis dedos, lo acerco a mi nariz, suspiro profundamente y ahí está el aroma a samba red con un toque de sudor de aquel ángel, por lo que se transforma en una fragancia única, en la sección que cubrió su sexo la fragancia es un deleite para mi olfato, me detengo y percibo como mi pene se engrosa, sin pensar bajo mi bragueta, mi falo hinchado y firme se asoma, de pronto algo se escucha, recuerdo donde estoy, agudizo mis embriagados sentidos, nada, solo se escucha el trafico que pasa por encima, me relajo y busco alguna otra prenda pero no hay mas, decido llevarle a casa, salgo al otro extremo lentamente, mirando alrededor esperando quizás encontrar al ángel desnudo pero no, comienzo a caminar apresuradamente y después comienzo una carrera desenfrenada para llegar lo más pronto posible, en mis manos llevo aquel tesoro rojo, que un ángel me regaló como agradecimiento por respetar su pensamiento y espacio.
Estoy a solas, excitado a tope con el vestido perfecto, que pertenecía al ángel perfecto, me meto a la cama desnudo, apago la luz y…. ahí estás ángel hermoso, que me envuelves y embriagas con tu aroma sensual, que me invitas a que te posea con el recuerdo de tu cuerpo perfecto para que lo disfrute una y otra vez hasta explotar en éxtasis. UJ.
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