Encuentro prohibido
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Viviendo solo, fue relativamente fácil tener una colección de lencería a mi disposición.
Desde siempre me gustaron las tangas, los bras y las medias.
Ahora incluso tenía tacones y un vestido rojo muy putón.
Ahora recordé que teniendo muy poca edad, tal vez unos 12 o 13 años subía a la azotea de mi casa y en las jaulas de tendido me desnudaba y me ponía la ropa de una vecina que me parecía muy cachonda.
Cada vez iba más lejos, la primera vez solo me bajé el pantalón y acaricié sus pantaletas eso me excitó a tal grado que tuve un orgasmo sin secreción obviamente era muy pequeño para eyacular.
Después me quitaba la ropa y me ponía sus pantaletas, luego de varias veces, me aventuraba y me ponía su brasier y e inclusive me paseaba así por el lado más oscuro de la azotea, no olvidaré jamás la excitación de sentir el aire frío sobre mi cuerpo y las masturbaciones tan placenteras que logré.
Una vez descubrí que mi madre tenía un bra y una tanga con lentejuelas, ambas doradas, hacían el juego perfecto.
La idea de ella usándolas me disgustó.
No así el pensar en ponérmelas.
Una vez que estuve solo y de que me aseguré que mis padres no regresarían pronto esculqué sus ropas y me puse aquellas prendas deliciosas.
me paseé por la casa, luego me puse alguna ropa encima y subía a la azotea.
Me despojé de la ropa que ocultaba la lencería y caminé así por largo rato.
!Que disfrute¡ fue delicioso.
Pero.
sentía la necesidad de ser visto, de tal vez ser ridiculizado, sorprendido y no lo sé, descubierto también.
Encontré una vez a la mujer que hacía el aseo maldiciendo a mi madre.
Eso, eso era lo que necesitaba.
Mi perversión se desató.
Mis padres salían con frecuencia, esperé con paciencia y me vestí con las ropas de lentejuela, sabiendo que la mujer del aseo se hallaba en mi casa.
El corazón se me salía.
La llamé.
Ella vino a la recámara y yo estaba allí parado, vestido de puta, excitado a más no poder y poseído por el miedo y el placer.
Me miró con sorpresa y gritó con fuerza: !que haces niño¡
yo respondí masturbándome.
mira, le dije.
Ella se ruborizó pero no se fue.
Comprendí que ella quería mirar aunque algo dentro de sí misma le reprobaba lo que miraba igual que mi interior me reprochaba lo que yo hacía.
Le mostré las nalgas, me abrí la tanga y mostré el resto, regresaba a mi posición inicial y le mostraba mi pene que ya era de buen tamaño.
Tuve dos, tres orgasmos increíblemente deliciosos, intensos a tal grado que me cegaban.
ella ya más tranquila, (o eso aparentaba) me miraba recargada en el marco de la puerta.
Repetíamos la experiencia tantas veces como podíamos, ella añadió el hecho de acariciarse y de dejarme tocarla aunque de forma esporádica solo los senos que eran abundantes y firmes.
Su estancia en mi casa fue breve y cuando se fue sufrí mucho pues mis experiencias con ella eran una delicia.
Por diversas razones, suspendí mis aventuras, tuve varias novias a las que por supuesto jamás revelé mis gustos.
Pasaron años hasta que me casé.
Siendo novios, mi esposa habiendo bebido algunas copas me metió el dedo en el ano, aquello me encantó y aunque ya había disfrutado de esas experiencias con anterioridad, el pudor de mi mujer hizo que aquello fuera delicioso.
Después de aquello y ya casado, yo procuraba embriagar a mi mujer siempre que podía para que me hiciera eso que me gustaba tanto.
Transcurrido algún tiempo, ya con algunas copas, (cosa difícil por que ella no bebía con tanta frecuencia)
Me atreví a decirle que quería que me viera con su ropa.
Ella se asombró.
Me pregunto: ¿Cómo?
Respondí: si, quiero que me veas con tu ropa interior, que me digas puta y que me lo hagas con el dedo.
Ella se quedó en una pieza y de inmediato pensé que yo había ido demasiado lejos.
Le dije: No hagas nada que no quieras, solo es una inquietud.
Ella se levantó de la cama.
Pude ver sus nalgas y sus tetas y aún cuando me sentía apenado mi erección se pronunció más.
Abrió un cajón, sacó una tanga y me dijo: ¿ésta?
!Sí¡ respondí ahora aún más excitado.
Tomó el brasier que hacía juego y me lo entregó.
-Quiero ponerme tus tacones.
– le dije ya de manera por demás atrevida.
Ella se paralizó, pero fue al closet y sacó unos que ella misma decía ¨parecen de zorra¨
Se acostó, noté que no estaba excitada, pero sí muy sorprendida.
Me puse la tanga y sentí aquella tira que rozaba mi ano y nalgas y mi vista se nubló.
Me puse el bra e inmediatamente después, los tacones.
Caminé un poco por la habitación.
Ya lo había arriesgado todo, ¿por que no ir más lejos?
-Dime puta.
-Dije.
Ella se levantó de la cama.
-Puta, ¿quieres que te coja?
-Si respondí.
-tócame las nalgas, cógeme.
me hizo ponerme de rodillas sobre una silla y me penetró con el dedo.
-Méteme dos – dije.
Ella lo hizo, me penetró con dos dedos.
Después de un rato le pedí que me mirara.
que fuéramos a la sala de la casa y que me dijera que sentía o lo que ella deseara.
Mientras caminábamos ella me decía: ¿Te gusta putita? ¿Te gusta que te vea? ¿Quieres ser mi putita y que te coja?
eso me encendió muchísimo.
Yendo cada vez más lejos le pedí: -Quiero que veas como me coge un hombre, que veas como me la mete.
Reconocí que eso ya era demasiado y me arrepentí.
Ella, para mi sorpresa dijo, si, quiero ver como se la chupas.
Quiero que te meta su pito en la boca.
Que te coja.
Quiero ver lo puto que eres.
No pude evitarlo y me vine de inmediato.
Toma mi semen y dámelo en la boca le dije.
Ella lo hizo.
A la mañana siguiente, sorpresivamente yo no sentía pena alguna, y pude ver que ella tampoco.
Más tarde se acercó a mí, y con voz queda me dijo: ¿No estaremos llevando la sexualidad muy lejos?
Yo respondí: ¿Te apena lo sucedido? si es así no lo volveremos a hacer, pero quiero que sepas que me causó un placer indescriptible.
¿Y a ti?
Ella atinó a decir: -Sí, a mi también.
Tuve varios orgasmos deliciosos.
pero eso de que quieras que te coja un hombre delante de mí me inquietó y me excitó más aún.
No esperé mucho tiempo para proponerle mi deseo de ser ¨poseída¨(me gusta esa palabra en femenino) delante de ella.
Las cosas se habían enfriado y ella mostró cierto disgusto.
Aún así, fui paciente.
Ella salió a cenar con sus amigas y de nuevo, con un par de copas me mandó un mensaje de texto que decía.
¨Quiero que te pongas perverso, ya voy para allá"
De inmediato me puse su ropa interior y sus tacones, me probé una falda corta que ella tenía, me vi al espejo y aquello me excitó.
Hallé medias y un cinturón delgado metálico.
Me puse todo.
Esperé en la sala vestida.
Sí vestida.
Escuché su auto y por precaución me asomé por la ventana.
!Qué sorpresa me llevé al ver que no venía sola¡
corrí como pude a la recámara, los tacones me delatarían, cerré la puerta y quedé paralizado.
Ella abrió la puerta y me llamó.
Ven le dije.
Ella entró a la recámara, me miró y sonrió, una mezcla de burla y sorpresa se imprimió en su rostro.
pregunté que con quien venía.
Viene Fernando conmigo.
su esposa está fuera del país y hemos bebido mucho.
Me siento muy, pero muy perversa.
Quiero ver que te coja.
El asunto es ¿como lo convencemos?
Yo sentía que el corazón se me salía.
Pero la excitación y la oportunidad eran inigualables.
Dale una copa -casi le ordené.
Muéstrale un poco de tu cuerpo.
Vamos a calentarlo.
Ella dijo que no.
-No, no haré eso.
Los pies me volvieron a la tierra y solo pude decir: -¿Y qué, quieres que salga así?
-Si.
Te espero en la sala.
!Y se fue¡
Tuve una erección enorme.
Me llevó unos segundos y fui a la sala así.
Minifalda, blusa, bra, tanga, medias y tacones.
Fernando no entendía lo que pasaba.
Creo que ni yo.
Buenas noches.
-Saludé.
Me senté junto a él.
Mi esposa se notaba excitada pero también pálida.
Él hizo cara de desagrado más que de sorpresa.
¿Te molesta? pregunté con voz temblorosa.
No sé.
respondió Fernando al tiempo que miraba a mi mujer.
Para mi sorpresa ella desabrochó un botón de su blusa e hizo un gesto parecido al de ofrecer sus senos al tacto.
Yo me subí un poco la falda y dejé ver un poco mis piernas.
Me acerqué a mi mujer y la besé.
Le pedí que me dijera ´putita¨
Ella lo hizo y comenzó a tocarme las nalgas.
Me incliné y por encima del pantalón toqué el miembro de Fer.
Ella lanzó un gemido.
¿Te gusta ver a tu puta? si dijo ella.
me encanta.
Fernando estaba paralizado.
Le desabroché el pantalón.
Metí mi mano y le acaricié el pito.
Le bajé el pantalón.
Esto último me costó trabajo por que él no cooperaba mucho.
Ella estaba muy excitada.
Subí su falda y comencé a desnudarla previendo que ella no querría.
Lo permitió.
Fernando la miraba.
O nos miraba.
Le dije al oído: quiero que te vea desnuda.
que vea tus tetas y tus nalgas.
Ella respondió.
quiero que te coja.
Enseñé mis nalgas a mi mujer desnuda y puse el pito de nuestro amigo en mi boca.
Ella se desentendió de mí y se puso de frente para poder mirarme.
Fernando tuvo una erección.
Su pene era de buen tamaño, con venas gruesas y proporcionado.
Gocé con ese pene en mi boca, vestida y con mi esposa mirando.
Ella me acarició las nalgas, estaba desnuda totalmente y Fernando no dejaba de mirarla.
Lo desnudé y le pedí a ella que le chupara el miembro.
Ella se negó.
No insistí.
En cambio me pidió que me pusiera de frente y se metió mi pito en la boca.
Yo estaba ya en bra, tanga y medias.
Conservé los tacones por que me excitaba mucho todo eso.
Él la retiró con suavidad y con cierta iniciativa me acarició las nalgas, mi esposa se puso muy roja y mientras miraba aquello se acariciaba entre las piernas.
Me decía: así putita.
Así.
Me levanté y me mostré ante ambos.
Me acaricié un poco el miembro y le dije a mi mujer que me metiera el dedo mientras se la chupaba a él.
Ella lo hizo y mi excitación fue máxima.
Después de besar los senos de mi esposa, enseñé las nalgas abiertas a Fernando.
Suavemente comenzó a penetrarme.
Eso fue el éxtasis.
Ella tocaba mi cuerpo mientras el me poseía.
Ambos me decían con suavidad: ´Puta, putita¨
-¿Te gusta que te cojan mientras te mira tu mujer? Que puto eres.
Si decía yo.
Si
Estuvimos así un largo rato que yo no quería que terminara.
Quiero que termines en mi boca.
-Pedí.
Ella se estremeció.
Un chorro líquido surgió de entre sus piernas.
La acerqué hacía mí y al tiempo que él me hacía su puta lamí los femeninos líquidos.
Me vine de inmediato.
Ella me chupó el pito y me besó en la boca, probé mi semen de sus labios.
Él se retiró de mi trasero y eyaculó en mi rostro.
Una parte entró en mi boca.
Chúpaselo.
-Ordenó ella.
Lo lamí, introduje su pene chorreando en mi boca y recibí además el nuevo líquido de aquel nuevo orgasmo de ella en mi cuerpo.
Ambos me dieron nalgadas.
Terminamos exhaustos.
Bebimos y yo continué ¨vestida¨
Cuando Fernando su hubo retirado ella me dijo:
¨No te desvistas puta.
quiero más¨
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