Fernanda es la nueva secre de la imprenta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Era un jueves cuando me presenté a trabajar en aquel negocio lleno de pilas de papel, prensas, guillotinas, engrapadoras y otras máquinas que no recuerdo .
El ruido del taller llegaba hasta el área de oficinas donde me asignaron un escritorio.
Saludé tímidamente al dueño, un hombre sesentón con principios de calvicie, pelo canoso y mostacho bien cuidado.
Junto a su oficina estaba la contadora, una mujer cuarentona, pelo corto, gesto serio, en camisa y pantalón un tanto masculinos.
En otro cubículo el jefe de taller, alto, moreno, fornido, brazos muy velludos y risueño.
Ojos pícaros.
Mi tipo de hombre.
Creo que a esas oficinas yo le di el toque femenino.
Lo digo porque cuando llegaban los clientes y saludaban al verme de espaldas, decían: buenos días señorita.
Yo creía que saludaban a la contadora pero no.
Ella me decía socarrona: Es a ti.
Y soltaba la risita.
Pronto comprobé lo que me advirtió el dueño, cuando tuve que pasar al taller y llevar una orden de producción a los operadores.
En seguida me rodearon para darme la bienvenida muy a su manera.
Oí que entre ellos decían: Uyy ya tenemos secretaria, y venían las carcajadas.
y otros gritaban: ¿cuándo nos comemos esa torta papacito? y más risas.
No era nada nuevo para mi.
En la escuela tuve mi gran iniciación y ya no me asustaba tanto.
De hecho me divertía bastante.
Al pasar de los días nos fuimos familiarizando y nos llevamos bien, pero el dueño me pidió no socializar tanto con ellos y mantuve mi distancia hasta ese día de la reunión en la que "probé" al personal
El negocio cumplió años y se organizó un convivio al que fueron invitados proveedores y empleados.
Eso se hacia en un salón de hotel todos los años y se les entregaba un obsequio a los clientes.
Todos fuimos muy bien arreglados.
Yo, para la ocasión me puse hilo dental, pantaloncito ajustado, top blanco para levantar mis pechos y camisa de manga larga flojita.
Melena bien peinada, uñas naturales, zapatillas de tela y una pulserita en mi muñeca.
Y un toque de Channel.
Sin proponérmelo fui muy solicitada por los compañeros que me felicitaban por haber "puesto orden" en el negocio.
A cual más decían que era un chico valioso.
Dos operadores prácticamente me acapararon, y no se separaron de mi y me llevaban una y otra copa y eran todo simpatía.
Al finalizar el evento el jefe de taller se ofreció llevarme a casa y acepté porque ya era tarde y porque me encantaba ese hombre.
Con el descaro que da el alcohol, subí emocionada al auto.
El patrón le dijo malicioso: llévalo directo a casa, nada de seguir la parranda ¿eh? El prometió hacerlo.
Promesa de hombre
Todo fue alejarse unas cuadras para yo desbotonarme la camisa, quitarme los zapatos y subir los pies al tablero: -El viento alborotaba mi melena.
Qué rica noche, rodeado de compañeros, conociendo personas y al final en el auto del hombre que me derrite.
-Lindos pies-.
dijo mi acompañante.
-Lindos brazos- le respondí y froté sus vellos muy coqueta.
-Te queda bien ese top´.
Se ve muy femenino- continuó
-Gracias.
¿Tu pecho es tan velludo como tus brazos?.
-pregunté insinuante.
– Sí.
Soy bastante velludo.
–
– Qué varonil.
Me alegro por tu novia, o esposa.
-Sí, les agrada a las dos- dijo y soltó la risa.
– Descarado-.
lo reprendí.
¡Al fin hombre!
-Y tu?- preguntó-¿tienes pareja?
-No.
No he encontrado al hombre de mis sueños.
-¿Y cómo es ese hombre de tus sueños?
Traviesamente bajé el espejo de su visera y le dije: Así-.
Sonrió y dijo – que malos gustos-.
-Imposibles-.
diría yo- y suspiré.
-Nada es imposible si te lo propones- dijo el pícaro y agregó: -Es tu noche de suerte.
Detuvo el auto y me retó: Si te diera 5 minutos ¿qué harías Fernanda.
?
Ante esa cuenta regresiva, me hinque veloz en el asiento,le rodee el cuello y lo bese con ansia.
Busqué los botones de su camisa y los desabroché para meter mi mano en sus pectorales cubiertos de vello sedoso.
Besé su cuello, sus hombros y sus tetillas y, sin perder mas tiempo, desabroché su cinturón, y el botón del pantalón y el cierre, con desesperación.
-Tranquila-.
me ordenó.
-Me quedan tres minutos- respondí ansiosa y se rió.
– Di luego con su tesoro que tantas veces imaginaba entre sus piernas cuando lo veía en la oficina.
Era un órgano hermoso, cubierto de un suave prepucio con ligero olor a orina.
Mi boca se apoderó de él pensando en los dos minutos que restaban.
Empecé a succionar con ansia, lamiendo y succionando pensando que de un momento a otro diría basta.
Pero no lo hizo.
Dejó que corrieran otros minutos más, cuando vio que su miembro se había elevado orgulloso y que entraba hasta mi garganta.
Los cinco minutos ofrecidos se multiplicaron por cinco hasta el momento en mi atractivo jefe de taller sintió venir un torrente cálido por el canal de su hermosa verga.
Y yo que jalaba y chupaba frenéticamente, sentí repentinamente un chorro de líquido caliente y espeso como atole de avena.
Inútil despegarme, Mejor seguí extrayendo hasta la última gota porque mi cabeza estaba aprisionada por las tenazas de sus manos.
Luego, cada uno se recostó en su asiento exhausto.
Nos volteamos a ver y yo pasé a propósito mi lengua por mis labios, en señal de saborear su leche condensada.
Pasados unos minutos oyendo una música suave, encendió el auto y me llevó a casa.
Lo besé en la mejilla para despedirme.
No quise mojar sus labios con su propio semen.
Me baje descalza y senti delicioso el suelo frio.
Vi alejarse su auto y suspiré.
Había consguido probar al hombre que deseaba.
Los días que siguieron fueron un remolino de emociones.
Pasé en esa imprenta una de las temporadas mas cachondas de mi vida.
Ya les platicaré lo delicioso que es ser cojida en plenas horas de trabajo por hombres manchados de tinta.
Bye bye
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