Gaby travesti recibe a su amante
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Estoy casi temblando de la emoción, me invade una mezcla de romanticismo, felicidad, pasión, deseo sexual, angustia y mil otros sentimientos bellos, tantos que ni siquiera el placer de bañarme con mucha agua caliente, frotar mi cuerpo con aceites perfumados y efectuar en los profundo de mi ser el sagrado ritual de la limpieza íntima logro tranquilizarme. Ya en mi recámara escojo con mucho cuidado la ropa íntima que voy a usar, primero las pantaletitas de encaje, hoy me voy a poner las de color rojo con moñitos blancos, ay me encantan, me quedan bien pegaditas al cuerpo y dejan que enseñe casi todo, por supuesto que el liguero y el corpiño son del mismo color, ahora escoja las medias, me fascinan las color tabaco, brillantes, sedosas y en la parte superior terminan con una banda gruesa de encaje, son de una suavidad al tacto verdaderamente pecaminosa. Tomo primero el liguero y me lo pongo, tiene un broche muy coqueto al frente, me gustan así, ay, porque me lo puedo quitar al estar haciendo el amor para quedarme únicamente con las medias puestas, ahora me coloco el corpiño, su tacto de seda y encaje hacen que mi piel y mi corazón anhelen aún mas las caricias de mi amado, me siento en el borde la cama, tomo una de las medias y con mucho cuidado la enrollo sobre sí misma para luego colocarla sobre la punta de mi pie y subirla lentamente hasta la parte alta de mi muslo, repito la mismo con la otra media, ay, se me ven hermosas las piernas, me encanta, me encanta sentir las suave y acariciante suavidad de las medias en mis piernas, ahora pongo los broches y los ajusto sobre la parte superior de las medias, ay cuando hago esto siempre se me pone la piel chinita, chinita. Tomo el corpiño y me lo coloco sobre mis tetitas chiquitas y redondas pero muy deliciosas, que ya tienen muy erguidos y duritos, duritos mis pezoncitos, ay, cuando me los bese Roberto se me van a poner muchísimo mas duros y erguidos, ay, ay, siento correr dentro de mi vientre algo como una corriente eléctrica que me excita y estremece. Voy al espejo de cuerpo completo a verme y me cautiva como me veo. Las pantaletas hacen que se me vean las nalgas muy paraditas, ojalá le gusten mucho a mi hombre, las tetitas se me ven súper, súper y el liguero me dibuja un marco completo a mi vientre y mis nalgas, ay, me siento tan sexy, tan excitante, tan bella, tan mujer que yo misma me asombro
Bueno ahora me voy a maquillar, me gusta hacerlo antes de ponerme la ropa exterior, me excita mucho hacerlo así. Comienzo aplicándome en la cara maquillaje líquido de un tono canela clarito, luego las sombras de los ojos en colores perla y bugambilia y algo de color en los pómulos, ahora el bilet color rojo brillante en los labios y termino aplicándome rímel en las pestañas, mas que mirarme me contemplo en el espejo y me gusta mucho como me veo, quedé muy bien, muy natural y muy coqueta, ahora sí viene lo mejor, voy al clóset y no dudo que ponerme, ya lo tengo decidido desde antes, tomo la faldita de piel de ante, es color miel muy clarita, muy entallada a la cintura y justo a la mitad tiene muchas tablitas, está súper, súper, súper cortita, ay, así enseño todas las piernas y casi, casi un poco las nalgas, ay, se me figura que Roberto me va a meter mano muy rico, ¡Ay ojalá! Sigo con un micro suéter de angora color amarillo muy clarito con diminutas florecitas bordadas, me calzo con unas sandalias de color amarillo con tacones altos, para terminar mi arreglo tomo una peluca de lacios cabellos rojo oscuro que me llegan casi a los hombros, y de nuevo voy al espejo a verme, ¡Ay, ay, me quiero morir! ¡Estoy di-vi-na, di-vi-na!
Para terminar me coloco una cadenita dorada en el tobillo izquierdo y me perfumo por aquí y por allá, por si me besa, por si me abraza y por si se pasa, ¡Ojalá se pase mucho, muchísimo! Regreso a mi recámara y prendo dos lamparitas con luces muy tenues y apago la luz principal, ay que nervios, que bueno que desde ayer me pinté las uñas de las manos y las de los pies, porque ahorita estoy tan nerviosa que no podría hacerlo, casi corriendo llego a la sala y prendo algunas luces, pongo algo de música muy suavecita y viene a mi mente el cómo conocí a Roberto: Hace dos días fui al centro comercial a comprarme un juego de lencería, mientras estaba escogiendo algunas pantaletitas Roberto se acercó y me observó durante todo el largo tiempo que deliberadamente me demoré escogiendo mi ropa íntima, cuando me dirigía a la caja a pagar se me acercó Roberto y me lanzó una sonrisa muy hermosa al tiempo que me dijo un piropo muy hermoso, yo únicamente le correspondía a su sonrisa de igual manera y sin detenerme me pase de largo y fui a la caja a pagar, al salir del centro comercial Roberto me estaba esperando y me pidió, mejor dicho, muy dulcemente me suplicó que le permitiera invitarme a tomar un café o una copa o lo que yo quisiera, yo me ruboricé de inmediato y me disculpé muy sentida y honestamente por no poder hacerlo, él me pidió entonces mi teléfono y quedamos en que me hablaría en la noche, cosa que hizo y platicamos mucho, le conté todas mis intimidades y él a mí las suyas, nos comprendimos mutuamente, hablamos casi durante dos horas y quedamos en que hoy lo recibiría en mi casa.
Unos golpecitos en la puerta me sacan de mis pensamientos, me levanto me acomodo la falda y el cabello y con piernas temblorosas acudo a la puerta, veo por la mirilla y se me paraliza el corazón por la emoción y el júbilo al ver a Roberto, abro la puerta y dejo que pase.
-Estas rosas son pálido espejo de tu belleza.
Roberto me entrega un ramo de rosas muy bellas y yo le doy a él un beso en la mejilla.
-Están bellísimas, ay qué lindo eres, muchas gracias. Las voy a poner en un florero, no me tardo, con tu permiso, por favor toma asiento.
-Mira Gaby también traje una botella de champaña ¿Me permites ponerla en hielo?
-Ay, en verdad que eres muy lindo, si quieras acompáñame a la cocina, en el refrigerador hay bastante hielo, mientras yo arreglo las flores tú por favor ocúpate de la chamapaña.
Salgo de la cocina, voy por un florero y la hielera y regreso de inmediato.
-¿Está bien esta hilera?
Le entrego la hielera a Roberto y él muy hábilmente aprovecha para acariciarme la mano, me estremezco toda completita. Roberto y yo terminamos casi al mismo tiempo y nos vamos a la sala, cada quien con su arreglo. Roberto está guapísimo, vestido con un traje azul marino muy elegante, con una camisa a rayas azules y blancas y una corbata de seda en tonos guindas.
-Que departamento tan coqueto y elegante, tienes muy buen gusto Gaby.
-Ay, muchas gracias, yo creo que lo del buen gusto me lo dices por ti, me lo merezco por tu compañía.
-Al contrario chiquita, en este caso el del buen gusto soy yo.
Nos acomodamos los dos en el sillón y yo cruzo la pierna, para que se me suba la faldita un poco ó un mucho más y logro que Roberto me recorra completamente con su vista las piernas.
-Ay, perdón se me olvido traer unas copas.
Me levanto de inmediato y voy a la cantina, me pongo de puntitas y al hacerlo tengo buen cuidado de plegar con mi mano la falda contra mis nalguitas para evitar que se me vean, pero algo logró verme Roberto. Él toma las copas y me pide que me siente de nuevo en el sillón y descorcha la champaña que vierte en las copas, toma asiento junto a mí.
-Brindo por ti muñequita divina, por ti hermosa mujercita.
-Yo lo hago por el hombre mas maravilloso y apuesto, por ti Roberto.
Me gusta mucho el sabor de la champaña y aumenta los placeres que estoy recibiendo, dejo mi copa en la mesita de centro.
-Estás hermosísima Gaby, eres toda una belleza.
-Ay, que lindo eres Roberto, me haces muy feliz, gracias.
Roberto se acerca a mí, me abraza y siento sus labios acercarse a los míos, cierro los ojos y dejo que me bese en la boca. ¡Ay, ay! Sus labios son una delicia, hacen que me derrita de placer, me besa con mucha suavidad, sus labios acarician los míos y ay, suspiro de placer. Roberto me besa muy largamente, el tiempo parece hacerse eterno, su lengua acaricia mis labios y se introduce en mi boca, el placer que me proporciona es inmenso. Roberto pasa de besarme en la boca a hacerlo en mi cuello, en mis orejas, en la cara, una de sus manos acaricia mis piernas y logra meterla entre mis muslos, yo aprieto mucho mis piernas y él logra subir su mano un poco mas arriba y dentro de mis muslos, su boca susurra en mi oído:
-Eres una mujercita muy linda, jamás lo hubiera creído. Antier que te vi comprando ropa femenina me llamaste mucho la atención y no te enojes, pero, jamás me han gustado los hombres.
-¿Y entonces por qué te me acercaste, por pura curiosidad?
-Porque a pesar de que ibas vestido como hombre logré imaginarte tan mujercita, tan bella, tan femenina como realmente eres. Te juro que no es curiosidad, te lo dije cuando hablamos por teléfono, estoy seguro que eres la mujer que siempre he deseado.
Sus besos, sus caricias y sus palabras me convencen, sé que voy a ser totalmente suya, su mujer, y voy a lograr ser el amor de su vida.
-Ay, Roberto, ojalá siempre me quieras así, mucho, mucho.
Roberto se pone de pie y me ayuda a levantarme, lo ayudo a quitarse el saco y él pone mis manos en la hebilla de su cinturón, entiendo a la perfección lo que me ordena y me pongo de rodillas ante él, mi boca queda justo enfrente del enorme bulto que conforma su gran paquete masculino, llevo mis labios sobre su pantalón y comienzo a besarlo justo ahí en su muy preciado sexo, Roberto toma mi cabeza entre sus manos y me jala hacia adelante aún más, mientras lo beso logro desabrocharle el cinturón, el botón del pantalón y bajarle el cierre, su pantalón cae al suelo y meto mis dos manos entre sus calzoncillos y su piel desnuda, apoyo las palmas contra su piel y las subo lentamente hasta llegar a la base de su columna masculina que no logro contener en todo su grosor y mucho menos en toda su deliciosa extensión, con mis dedos pulgares le bajo un poco su calzoncillo y lo jalo hacia abajo con mi boca dejando al desnudo sus exquisiteces masculinas, la gran punta redonda de su miembro se corona con una gota de cristalino líquido que emerge de su ojo cíclope, ay, llevo la punta de mi lengua a tomar el amado néctar y lo paladeo con gran placer, me agacho para quitarle los zapatos y los calcetines y retorno a su bello palo, pongo mis manos una delante de la otra y engarzo su miembro, ay, que rico, lo tiene muy grueso, tanto que no puedo abarcarlo todo y a lo largo no logro tomarlo todo, ay sí que rico, le beso la punta con mucho amor, paso mi lengua por todo su contorno y mi hombre me premia con unos chorritos de su cristalina agua que devoro y paladeo con exquisito placer, abro mi boca y con muchas dificultades logro meterme la punta de su instrumento de placer, yo redoblo mis esfuerzos y meto gran parte de su bello cilindro cárnico hasta el fondo de mi garganta, con una de mis manos le acaricio sus bolas grandes y carnosas mientras que la otra la llevo a sus nalgas y lo empujo hacia adelante para que me llene mas y mas, me balanceo hacia adelante y hacia atrás, me lleno y me vacio la boca y la garganta con su muy grueso, largo y durísimo regalo, Roberto se sale de mi boca y hace que me ponga de pie, ay que bueno ya no tiene puesta la camisa ni la corbata, está totalmente, pecaminosamente, esplendorosamente desnudo, me abraza y empieza de nuevo a besarme en la boca, que bueno que me puse unas sandalias de tacón muy elevado porque él es muy alto y yo muy bajita, ahora sus manos recorren mi espalda y me jala con toda su fuerza contra su cuerpo y siento su viril miembro en toda su magnitud. Roberto es excepcional, no tan sólo me besa y me acaricia sino que sabe hacerlo tan magníficamente que me tiene ardiendo, muy excitada y deseosa de entregarme com-ple-ti-ta a él. Ahora Roberto se sienta en el sillón y hace que me siente de lado sobre de él, tomo su cabeza entre mis manos y sigue besándome en la boca, me mete su lengua y la enrosca con la mía, con una de sus manos me sube la faldita hasta la cintura mientras que con la otra trata de abrirme un poco las piernas y yo dejo que me las abra todas, siento a través de la frágil seda y los encajes de mis pantaletas su enorme miembro muy duro y erecto justo en la entrada de mi culito, ahora comienza a besarme las tetitas por encima de mi suetercito y de mi corpiño, me acaricia las piernas y hace que me levante un poco para meter una de sus manos en mis nalgas y me las acaricia con mucha pasión y ternura.
-Ay Roberto, ay Roberto.
-Quítate el suéter niñita.
Obedezco de inmediato y quedo en corpiño.
-Súbetelo, quiero mamarte las tetitas. No te lo quites sólo súbetelo.
De nuevo obedezco de inmediato y jalo hacia arriba de mis tetitas el corpiño y Roberto me empieza a lamer mis pezoncitos, ay, ay, que rico lo hace, ay, ay, está llevando uno de sus dedos a mi culito y trata de metérmelo, ay, ay.
-Estás muy mojada, tienes el culito empapado.
Pero por supuesto que estoy muy mojada, tengo mucha de su dulce y pegajosa miel en la entrada de mis culito y en las nalgas, ay, su dedo me está penetrando por mi culito, lo hace muy lentamente, ay, que delicia, sigue metiéndome su dedo y yo muevo mis nalgas en círculos.
-Mas Roberto, mas, mételo todo.
Mi hombre clava su dedo hasta el fondo mi misma y logra que me sienta mujer completa, felizmente muy completa. Roberto me mueve su dedo dentro de mi culito tanto hacia arriba y hacia abajo como a todo lo ancho de mi culito, yo lo beso en la boca con deseo, con desesperación, con amor extremo, ay, ay que sensaciones tan hermosas.
-Que rico culito tienes Gaby, muy cerradito, muy caliente.
Roberto deja caer dentro de mi boca un gran chorro de saliva que sabe a gloria, me lo sorbo todo y él me regalo otra gran cantidad de su saliva, ay, tengo la boca llena de su exquisita saliva, se me corren por las comisuras de los labios algunas gotas y como seguimos besándonos en la boca se me desparraman por la cara.
-Así niñita, así Gaby, sigue moviendo las nalgas.
Estoy completamente llena por su dedo y trato de tomar su erecto miembro con mi mano, pero no logro hacerlo trato de moverme un poco y Roberto aprovecha mi posición para meter y sacar con mucha fuerza y velocidad su dedo en mi culito.
Roberto logra ponerse de pie cargándome en sus brazos y me lleva a la recámara, me deposita en la cama y me coloca boca abajo, me quita las sandalias, ay, me toma las piernas por los tobillos y me las abre con mucha fuerza, me deja toda de piernas abiertas, ay, me encantan que me hagan eso, me súper excita, me hace saber que soy dominada, subyugada, vencida, sojuzgada y a punto de ser poseída y penetrada, ay Roberto me está bajando las pantaletas, ay, ya me las quitó, estoy con las piernas abiertas, con las nalgas muy levantadas y desnudas y Roberto se arrodilla entre mis piernas, con sus manos me abre toda de nalgas y se agacha para empezar a besarme las nalgas, ay, ay, siento como lleva su lengua a mi culito, me lo chupa, me lo besa, me lo llena de saliva y su lengua entra a mi culito, ay, ay, qué hombre tan maravilloso.
-Ay Roberto, así, así méteme toda tu lengua.
Mi hombre me tiene muerta de placer, agónica de satisfacción y sigue metiendo su dedo en mi culito, ay, ay, ahora lo saca y se sube sobre de mí, se acuesta arriba de mí, trato de cerrar un poco mis piernas y de inmediato el me obliga a abrirlas otra vez separándomelas con mucha fuerza con sus piernas, ay, ay, ya me va a clavar toda su bella, rígida, magnífica y gran columna del placer, siento como pone la punta húmeda de su miembro en la entrada de mi culito y levanto lo mas que puedo mis nalgas para facilitarle entrada, ay, su palo es muy grueso y por mas que lo empuja tratando de metérmelo no lo logra y eso que me lo dejo muy ensalivado por tantos besos y metidas de lengua que me dio, yo me esfuerzo al máximo y logro levantar aun mas mis nalgas y ay, ay, ay, su enorme falo me desflora, desgarra, rompe, mi culito y entra con mucha violencia en mí intimidad, siento como si mi culito fuera a explotar lo tengo abierto al máximo posible y ahora su pene comienza su largo camino hacia adentro de mí, siento que estallo por dentro en todas direcciones.
-Ay, ay, me destrozas papito. Ay, ya, ya.
Roberto no hace caso de mis quejas y de mi súplica, al contrario redobla su empuje y me empala enteramente, estoy mas que atravesada a todo lo largo y ancho de mi culito, siento que tengo su instrumento masculino clavado en mí desde la entrada de mi culito y hasta mas allá de mi ombligo y también una mezcla exquisita de placer y dolor, de dolor gozoso, dejo escapar algunos lamentos por la dulce tortura a la que estoy sometida.
-¿Te duele chiquita?
-Si, si, pero no me la saques, ay, así, así, ay, déjala dentro de mí.
-¿Te gusta mi verga?
-Mucho, me encanta.
-Dímelo, dime que te gusta mi verga.
-Si papi me gusta mucho tu, tu…
-Dímelo.
-Ay, me encanta tu… tu… tu verga papacito.
Roberto pasa una de sus manos a mis tetitas y comienza a acariciarlas, yo por mi parte muevo mis nalgas en círculos y logro sincronizarme con sus embestidas.
-Que bien das las nalgas putita, te mueves muy rico.
Ay, si que me diga muchas cosas, que me diga putita, eso me hace muy feliz, ser la putita de mi amante, escuchar que me dice cosas me excita mas y mas.
-Que deliciosas nalgas tienes, duritas y muy paraditas, y tus pezones están igual de duros y paraditos.
Roberto pasa su otro brazo alrededor de mi cintura y casi me levanta en vilo yo me inclino hacia adelante y ay, ay, su enorme verga se me va hasta el fondo, ay, ay, estoy teniendo unas convulsiones fuertísimas dentro de mí, deliciosos espasmos que me provocan un goteo muy abundante por mi cosita delantera.
-Hmmmm, ayyyyy, hmmmmmm.
Roberto hace algo sorprendente, toma mi cosita en su mano y recoge mis chorritos en la palma de su mano y la lleva a mi boca.
-Comételos putita, trágatelos todos.
Con mi lengua y mis labios recojo mis propios jugos de la palma de su mano y me los sorbo mientras sigo derramando diminutos chorros líquidos.
-Mueve las nalgas putita, goza mi verga.
Roberto me da durísimo, ahora está sacando completamente su gigantesco pito de mi culito y en cuanto lo hace me lo mete de nuevo con mucha fuerza.
-Me rompes toda papito, me destrozas mi culito.
-Y apenas estoy comenzando niñita.
Roberto me da su verga en forma monumental, a veces me toma con sus manos por los hombros y me jala hacia él, a ratos me toma por la cintura y yo no dejo de disfrutar el orgasmo mas inmenso, exquisito y delicioso de toda mi vida. Roberto me saca su bellísima verga, se baja de mí y se acuesta boca arriba y hace me hinque sobre de él con las piernas muy abiertas y separadas quedando él en medio de mis piernas, ay siento dolor en las ingles y creo que me voy a descoyuntar.
-Así Gaby putita, te vas a sentar muy derechita en mi verga.
Tomo su descomunal verga con una de mis manos y mientras doblo mis muslos para bajar mis nalgas pongo la punta de su gigantesca verga en mi culito, Roberto me toma por la cintura y me jala con fuerza brutal hacia abajo mientras empuja sus veintitrés centímetros de extensión masculina a lo muy profundo de mi culito.
-Hmmmmmm, hmmmmmmm, ay Roberto me tienes toda envergada.
-Tan chiquita y que bien aguantas la verga Gaby.
Ya estoy mas que sentada en su verga, siento su pubis contra mis nalgas, me restrega sus pelos contra mi culito, mientras mi hombre me sigue tomando con sus dos manos por la cintura yo enderezo toda mi espalda para quedar muy erguida, muy sentada y soberbiamente llena de verga.
-Quítate el corpiño putita.
Ahora me doy cuenta que tengo la falda toda enrollada en la cintura, estoy sin pantaletas, levanto mis brazos para obedecer a mi amor y quitarme el corpiño y quedo enteramente desnuda de la cintura para arriba.
-Te ves muy hermosa sentada en mi verga Gaby, que bellas tetitas tienes.
El placer que me causa estar sentada en el pito de mi amor se incrementa cuando levanto mis brazos y los pongo atrás de mi nuca y hago la cabeza para atrás, me hago para arriba y para abajo, me muevo de lado a lado y la verga de amor se mete excesivamente en mi culito, de nuevo empiezo a sentir los espasmos de placer dentro de mí y de mi cosita delantera salen diminutos chorritos de líquido muy transparente, como puedo me las ingenio para bajar el cierre de mi falda y al lograrlo me la saco por la cabeza, ahora desabrocho del liguero las medias y qué bueno que traigo el del broche por delante así que no me cuesta nada de trabajo quitármelo, ay qué pena Roberto me está viendo casi toda desnuda, ya nada traigo las medias puestas, ahora Roberto me toma las manos por las muñecas y me jala hacia abajo.
-Mantén tu espalda bien erguida chiquita, así putita linda.
-Roberto, Roberto.
El orgasmo que sufro muy placenteramente desde hace mucho rato continúa y parece ser eterno, Roberto me ha estado cogiendo desde hace casi una hora y mi culito está muy abierto por los casi siete centímetros de grosor de la verga de mi amante pero mucho mas por la forma en que me está cogiendo.
-Ay Roberto que chinga tan hermosa me estás parando. Me tienes tu pito metido casi hasta los pulmones, ay Roberto que verga tan exquisita tienes, ay, así, así cógeme mucho.
Bien se que Roberto al escuchar lo que le digo se excita mucho y me da verga a rabiar, con sus manos me separa salvajemente las nalgas y yo me froto contra su pubis, estoy muerta de placer, hace casi una hora que no dejo de venirme continuamente, tengo los ojos cerrados y la boca entreabierta, estoy toda sudada de la cara, la espalda, las nalgas y las piernas, me duelen las ingles en exceso por estar tan abierta de piernas y Roberto no deja de darme pito, ay, ay, pero no dejo de gozar ni un solo instante.
-Bájate putita y ponte de perrita.
Apenas y puedo obedecerlo, me bajo de él y me pongo en medio de la cama apoyada en las palmas de mis manos y en mis rodillas, Roberto se pone atrás de mí y de un solo golpe bestial, magnífico, poderoso y destructor me meta su verga creo que hasta el cerebro.
-Que buena putita eres Gaby, aguantas mucho la verga.
-Ay, en verdad que si soy muy puta y contigo estoy aprendiendo a aguantar tu verga, ay papito, ay dame mas, dame más.
Roberto me toma con sus manos por la cintura y me empuja hacia adelante y me jala hacia tras con fuerza brutal, empieza a bombearme con mucha violencia, me tiene sometida, tiranizada, abusada, regenteada y muy bien cogida y envergada, cada vez que me jala para atrás y él se avienta hacia adelante hace que mis nalgas choquen muy violentamente contra su pubis, ay, yo creo que me va a dejar las nalgas más que moradas, negras de tanto golpes que me da y si eso siento por fuera lo que siento en mi culito y gran parte interna de mí es el paroxismo del placer, ay, no quiero que deje de cogerme, pero, ya no puedo mas, se me salen algunas lágrimas de placer junto con quejidos de goce supremo, extiendo mis brazos hacia adelante y quedo con la cara pegada al colchón y las nalgas muy en alto, Roberto se monta completamente sobre mí y aumenta el ritmo de sus acometidas y de pronto me clava bestialmente dentro de mi culito su enorme pito, su gigantesco palo, su soberana verga hasta donde nunca antes he sentido la verga de un hombre.
-Así, así Roberto, ayyy que rico, ayyy más, toda dámela toda.
-Ya me voy a venir, te voy a aventar los mocos.
-Sí, sí, sí.
-Ahí te va la leche pinche Gaby.
Siento todo a lo ancho y a lo largo de mi culito como suben por su verga los chorros de mocos que ya me avienta, una, dos, tres, cuatro veces y entonces le aprieto la verga muy fuertemente con mi culito.
-Gaby putita, ahí te van otros mocos.
Cuando siente que de nuevo me va a aventar su ardiente leche aflojo mi culito y mi amante me aviente otros dos chorros de deliciosa leche ardiente, en cuanto termina vuelvo a apretarle muy fuertemente con mi culito su verga durante un rato y se la suelto, de inmediato se la vuelvo a apretar, lo hago muchas veces.
-Que bien haces el perro Gaby, aprietas muy fuerte, muy rico, pinche putita.
Me siento muy orgullosa como mujer, como puta y como amante porque desde que vi la verga de Roberto no creí poder mamársela y mucho menos soportar que me la metiera completa por mi culito, jamás había visto ni tenido para mí una verga tan gruesa, tan grande, tan dura y tan parada. Mi amorcito saca su verga de mi culito y antes que me incorpore me azota una nalgada tan fuerte y tremenda que me cimbra todas las nalgas.
-Ay, ay, me dolió.
Roberto me repite la nalgada dos veces mas.
-Por puta, por putita, por aguantar bien mi verga.
Ay que bueno, me encanta que los hombres me den de nalgadas, aunque las que me dio Roberto si bien me dolieron mucho las gocé mas. Ay, que bárbaro es mi amorcito, siento dentro de mí una gran cantidad de líquido tibio, son los mocos que me acaba de aventar, me enloquece la sensación de estar toda mojada por la leche de Roberto, fueron seis los chorros que conté de lava ardiente los que me aventó y ahora gozo del excelso placer de sentirlos dentro de mí. Roberto se acuesta boca arriba y yo me acurruco junto él, me besa tiernamente en la boca y me acaricia con suavidad las nalgas.
-¿Disfrutaste nenita?
– Muchísimo amorcito, gracias por hacerme tan feliz. ¿Y tú, gozaste?
-Coges como nadie putita, te gocé mucho. Ojalá me mames la verga igual de bien como me diste las nalgas Gaby.
-Pues pruébame papito.
Me quedé dormida en sus brazos y al despertar me encuentro dentro de la cama muy cobijada, ay, no tengo las medias puestas ni la peluca. ¿A qué horas me las quitó y me metió a la cama? Abro mis ojos y veo a mi amor acostado junto a mí, ay me duele mucho mi culito y lo tengo todavía un poco mojado, no puede ser su leche, tomo un poco del líquido de mi culito y veo que es sangre, es mi sangre, así de maravillosa y fuerte fue la envergada que me dio. Roberto se despierta y me descubre viendo mis dedos ligeramente ensangrentados.
-¿Yo te hice eso Gaby?
-No mi amor, fue tu verga.
-¿Te dolió?
-Me dolió, pero me gustó. Y ay, ojala me vuelva a doler.
-Gaby vamos a bañarnos.
-Lo que ti digas Roberto, dame unos minutos por favor.
Me levanto de la cama y voy al baño a preparar dos toallas grandes y abro los grifos de la regadera, cuando sale el agua muy caliente le digo a Roberto que venga y nos metemos a bañar juntos. Mi amorcito es maravilloso, me baña completita de cabeza a pies con ternura y cariño, hace que me ponga de tal manera que el agua caliente cae justo en mis nalgas que me las abre con mucho cuidado y el agua caliente me calma el dolor de mi culito, terminamos de bañarnos y Roberto me envuelve en una de las toallas y regresamos a la recámara, donde me seca completamente, me abraza y me dice:
-Eres muy hermosa Gaby, quiero ver que te arregles y te vistas para mí, ¿Lo haces?
-Lo que tú me digas es una orden que cumplo gustosa. ¿Quieres que me vista de alguna manera especial amorcito?
-No, creo que no, pero, quizás algo muy juvenil nenita.
-Ya sé, ya sé cómo me voy a vestir para ti papito.
Voy al clóset y saco de un cajón un juego de pantaletitas, liguero y corpiño de color gris plata con encajes negros, un par de medias color plata y una blusita y faldita de lamé plateado tela metálica muy brillante, la falda es diminuta, diminuta y se me entalla mucho al cuerpo, tiene dos aberturas a los lados, la blusita es sin mangas y de corte recto, muy escotada, y para terminar pues unas zapatilla plateadas, lo bueno es que soy muy morenita y el contraste entre mi piel y mi vestimenta me hace ver muy sensual y juvenil, regreso a la recámara y Roberto está de pié junto a la cama, totalmente desnudo y su miembro masculino comienza a ponerse rígido.
-Quítate la toalla Gaby, quiero verte desnuda otra vez.
Me sonrojo mucho y con pena me quito la toalla y la llevo al baño, al regresar Roberto me come con la vista.
-Eres totalmente lampiña ¿Verdad Gaby?
-Si, soy muy lampiña y donde me salen algunos pelitos me los depilo.
-¿También lo de cosita de adelante y los de tu culito?
-Nada mas me depilo los de adelante, no me salen en el culito.
-Date una vuelta muy despacito, extiende tus brazos a lo alto y a los lados.
-No, por favor, me da mucha pena.
Roberto se acerca a mí y me abraza, cuando creo que me va besar en la boca cierro los ojos y ay, ay, Roberto me acaba de dar una nalgada, ay.
-Para que aprendas a obedecerme sin protestar.
-Pues no, fíjate que no te obedezco papito y si eres tan hombre a ver dame otra nalgada.
Roberto me estalla las nalgas con su mano, ay que rico, me excita que lo haga.
-Pues ni me dolió, creo que yo las doy mas fuerte.
Por toda respuesta de nuevo su mano se estrella contra mis nalgas.
-Si me dolió, si me dolió. Voy a hacer lo que me dices.
Otra nalgada y ay, ay, esto me pasa por retarlo, Roberto me suelta y se va hasta la cama-
-Estoy esperando que hagas lo que te ordené.
-Eres muy malo, no sé cómo te atreves a pegarme a mí, tan frágil, tan mujercita, te aprovechas porque me ves chiquita.
Roberto me hace la seña con su mano de darme otra nalgada y yo de inmediato levanto mis brazos y los extiendo y me doy una vuelta completa muy lentamente.
-Tienes las nalgas muy rojas, eres muy hermosa Gaby, ahora arréglate para mí.
Me volteo de espaldas a Roberto, tomo el liguero y me lo pongo con mucha calma, recojo mis medias y me siento en la cama y con mucha calma y lentitud me pongo las medias y las abrocho al liguero, me levanto y voy por el corpiño y siempre de espaldas a Roberto me lo pongo, ahora las pantaletitas, me doblo toda hacia el frente y con toda la sensualidad que me es posible me las pongo y las subo lentamente, voy al tocador a maquillarme, escojo un maquillaje líquido color cobre intenso y lo aplico en mi cara, me para un poquito lejos del espejo y doblo mi torso hacia adelante no para lograr ver bien mi reflejo sino para que mis nalgas luzcan mas paraditas, ahora la sombra de los ojos, una línea color plata y otra verde, luego un poco de color en las mejillas y me aplico el rímel con mucha precisión y lentitud, me pinto los labios con un color perla muy clarito y nacarado, tomo la blusita y me la pongo, tardo mucho en abotonar los cinco botones al frente, ni que decir cuanto disfruto ponerme la faldita y saber que me queda muy entallada, recojo las zapatillas y me siento en el taburete para calzarme, ahora me cepillo el cabello y me asalta una duda.
-Amorcito quieres que use alguna peluca o mi propio cabello.
-Tu cabello, usa tu cabello.
Tomo algo de gel en mis manos y lo disperso por mis cabellos, luego los cepillo para darles volumen, me queda muy bien y me doy el último toque con perfume. Volteo a ver a Roberto y ay, ay, ay, está de pie junto a la cama con su columna del placer enteramente erguida, recta, dura y se me hace agua la boca.
-Ven Gaby vamos a la sala, quiero tomar una copa de champaña.
Me toma de la mano y yo muy vestida y arreglada me voy con él y su absoluta desnudez.
Ya en la sala Roberto hace que me siente en el silloncito individual y él llena con la champaña dos copas, me entrega una y él se retira al sofá grande.
-Salud Gaby.
-Por ti Roberto.
lylygay@hotmail.com
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