Gatita
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por KoryWoltz.
-¿Te puedo amarrar, gatita?-me dice con una voz suave mientras saca una corbata de uno de sus cajones.
-Sí, papi-contesto con un tono de voz elevado que me sorprende a mí mismo.
Sus manos temblorosas se inclinan sobre mí.
Toman mis manos y las cruzan sobre mi cabeza, hasta el poste de la cabecera donde las amarra firmemente con dos nudos.
-Aw, papi, ya no me podré tocar-le digo con un puchero.
-De eso se trata, gatita, de que yo decida cuando y donde debas tocarte.
-Eres muy malo, papi.
-Mucho.
Sus manos recorren mi piel desnuda, desde mi cuello hasta mi cintura donde jala el elástico de las panties negras con encaje blanco, dejando a la vista mi erección húmeda.
-Parece que alguien ya está lista.
-Sí, desde hace mucho.
Pasa su mano por mi erección con suavidad y lentitud lo que me hace gemir.
Sus dedos están fríos y sobre la piel de mi erección se sienten condenadamente bien.
-Estás húmeda, gatita.
-Perdón, papi.
Se inclina sobre mí y me besa los labios.
Yo le muerdo el labio inferior mientras él pasa una mano por mi pezón.
Lo comienza a apretar y estrujar lentamente y aumenta el ritmo conforme nuestros besos aumentan de temperatura.
Quiero comenzar a tocarme, pero mis manos siguen atadas con la corbata.
Es claro saber quién manda en esta situación.
Mis piernas enfudadas en calcetines negros altos que llegan más arriba de la rodilla rodean a mi novio a la altura de la cintura, acercándolo.
Sus besos saben a mi lipstick de fresa.
La mano que tiene libre la utiliza para acariciarme los glúteos.
Los sprieta y los golpea con ternura mientras me dice:
-Eres mía, gatita, ¿verdad que sí? ¿Verdad que sólo eres mía y de nadie más?
-Sí, papi, tu eres mi dueño-le gimo entre besos.
Siento como mis panties se humedecen más y más como una chica.
Trata de no mover la cabeza mucho para no mover la diadema con orejitas rosas de gatita que mi novio me regaló esta tarde.
Siento como su peso se quita de encima de mí y recorre la habitación al cajón de nuevo.
Rebusca entre mis outfits especiales que constan de una bailarina, de una porrista, de una sirvienta francesa, de una colegiala de Japón y el de gatita que consta de las orejas –que llevo puestas-, de una cola rosa y peluda que termina en un plug y un collar del mismo color que dice Princess.
-¿Me las vas a poner, papi?-le pregunto emocionada, emocionado, perdón.
El momento hace que pierda la perspectiva.
-Sí, gatita, ¿quieres?
-¡Sí!
Me baja las panties solo un poco, me separa las piernas y saca un botecito lubricante debajo de la almohada.
Vierte un poco al final del plug y también entre mis piernas que no dejan de temblar.
-Tranquila-me dice con una sonrisa.
Se acomoda y levanta mi pelvis mientras me coloca el plug.
Siento como cedo ante su presión y como me abre poco a poco a poco hasta que de repente no siento nada más.
Está adentro y no va a salirse.
-Oh, papi…-gimo al sentir las ganas increíbles de tocarme y no poder hacerlo-, quiero… tocarme.
-No, gatita.
Yo diré cuando-como castigo pasa su mano sobre mis panties, provocándome.
Se posa sobre mí de nuevo.
Me siento tan pequeño debajo de él, tan indefenso y sumiso y a la vez protegido por un hombre grande y lindo que me cuida como su princesa.
Bien lo dice el collar que mes está poniendo, soy su princesa y él mi príncipe.
Seguimos besándonos por unos minutos.
Sus bóxers sobre mi erección sirven de fricción para que pueda frotarme contra ellos.
La cabecera comienza a chocar contra la pared una y otra vez.
No me imagino que dirán los vecinos.
-¿Estás lista, chiquita?-me pregunta al oído.
-Sí, papi.
Él entonces se pone de rodillas sobre mí.
Se baja los bóxers American Eagle y me apunta con su erección.
Es gruesa y larga, pero ya he podido con ella un montón de veces, sólo es cuestión de relajar la garganta y dejar que pase poco a poco.
Sólo que a él no le gusta hacerlo poco a poco, le gusta atragantarme con ella.
Estiro la lengua para lamerla como una paleta.
Comienzo a humedecerla y cuando está por completo llena de mi saliva, me la meto a la boca.
Comienzo a chuparla mientras su saco choca contra mi barbilla.
-Sí, nena, sí.
Continúa.
Curvo mis labios alrededor de los dientes para que el placer sea mayor y la lengua la utilizo para pasarla entre de la piel y la cabeza de su erección.
El gime y, al hacerlo, me la deja ir completa.
Como digo, le gusta atragantarme con ella.
Tengo que respirar cuando comienza en vaivén.
Esperar a que entre, y cuando la saca, volver a respirar.
Es un ritmo que él y yo llevamos años practicando que evita conflictos.
Siento que mi erección está a punto de explotar.
El plug se mueve dentro de mí y eso me enloquece.
El pelaje de la cola rosa me roza los muslos y eso contribuye a que mi excitación llegue a la cúspide.
Por suerte él saca su erección y se aparta un poco.
Con extremo cuidado comienza a sacar el plug, mirando mis facciones faciales para evitar que me duele.
Les digo, soy su princesa.
Una vez afuera el plug, se acerca a mí, me levanta las piernas y utiliza mi saliva como lubricante.
Como el plug me dejo abierto y libre, él entra sin fricción.
Siento como su erección ocupa el espacio dentro de mí y eso me excita aun más.
Sacudo las manos de la corbata, pero no ceden.
-Papi, me quiero tocar.
-No, gatita, no hasta que yo termine.
¿Quién manda aquí?
-Tú.
-¿Quién obedece?
-Yo.
-Yo soy tu hombre y tu me obedeces, ¿ok, amor? Además no tardaré.
Verte así, tan excitado y con los pezones duros y la cara roja me ponen al cien, como un tigre.
-Y yo soy una gatita-le digo con una sonrisa sin detener el vaivén entre mis piernas.
Sus movimientos se hacen más rápidos y fuertes.
Las embestidas chocan con fuerza en mis glúteos.
Sus manos sueltan mis piernas para apretar de nuevo mis pezones que liberan una sensación eléctrica por todo mi cuerpo hasta mis pies.
-Gime-me dice y yo obedezco.
La práctica me ha hecho adquirir un tono elevado y muy, muy sexy.
Lo digo sin presumir.
Él se excita más y más.
Sale de mí.
Desata como puede la corbata y me toma del collar, me da la vuelta y me coge en cuatro.
Sus embestidas y el rechinar de sus dientes van a la par del choque de la cabecera con la pared.
No pasa mucho tiempo cuando me advierte que se va a venir y yo asiento.
Entonces siento el chorro dentro de mí.
Gime cuando lo libera y siento como otro chorro me inunda y luego otro y otro poco más.
Sale un último chorro de leche tibia y después para.
Él se queda pasmado por unos segundos, incluso unos minutos, aun dentro de mí.
Después se tiende a mi lado y me da vuelta otra vez.
Comienza a besarme.
Yo siento el sudor de su frente en la mía.
Baja la mano hasta las panties y comienza a fingerearme aun con su semen adentro.
Siento como su leche se mueve dentro de mí y eso me excita.
Me pone a mil.
Sus dedos entran y salen y hacen acción de tijera.
Yo comienzo a frotarme y no tardo mucho en venirme también en las panties.
Quedamos en un estado de semi inconsciencia, incluso nos dormimos por unos minutos y cuando nos levantamos lo primero que hago es cambiarme las panties negras con encaje por unas más ajustadas de color rosa con dos moños en los extremos.
Tomo la colita de gatita y me la pongo –aun con su leche dentro porque él es mi dueño y debe marcarme como propiedad-.
Las panties tienen un agujero especial para que salga la colita y parezca una gatita real.
Ambos tomamos un par de pañuelos y nos limpiamos, el su erección que comienza a disminuir y yo mi abdomen.
Él se queda tendido en la cama y yo me pongo en pie, me quito las orejas y el collar, solo me quedo con las calcetas largas.
Lo miro desde el umbral.
-¿Quieres American Horror Story?-le digo con mi voz normal que ahora se escucha más grave.
-Sí, claro, voy-se pone en pie y en plan de novios normales, continua-, o podemos ver Death Note también, si quieres.
-Sí, Death Note-le digo con una sonrisa.
Me encanta Death Note.
Team "L".
Me acomodo la colita de gatita y me voy al sillón.
Me acuesto de lado por obvias razónes-, ¿y podemos pedir pizza?
-Podemos pedir pizza-contesta él sentándose a mi lado y acariciándome la cabeza.
-¿Y Fanta de fresa?
-Y fanta de fresa.
-¡Yes!-digo recordando una historia que leí en wattpad.
-Te quiero tanto-me dice él con una sonrisa.
-Y yo más.
Y es la verdad.
-¿Te puedo amarrar, gatita?-me dice con una voz suave mientras saca una corbata de uno de sus cajones.
-Sí, papi-contesto con un tono de voz elevado que me sorprende a mí mismo.
Sus manos temblorosas se inclinan sobre mí.
Toman mis manos y las cruzan sobre mi cabeza, hasta el poste de la cabecera donde las amarra firmemente con dos nudos.
-Aw, papi, ya no me podré tocar-le digo con un puchero.
-De eso se trata, gatita, de que yo decida cuando y donde debas tocarte.
-Eres muy malo, papi.
-Mucho.
Sus manos recorren mi piel desnuda, desde mi cuello hasta mi cintura donde jala el elástico de las panties negras con encaje blanco, dejando a la vista mi erección húmeda.
-Parece que alguien ya está lista.
-Sí, desde hace mucho.
Pasa su mano por mi erección con suavidad y lentitud lo que me hace gemir.
Sus dedos están fríos y sobre la piel de mi erección se sienten condenadamente bien.
-Estás húmeda, gatita.
-Perdón, papi.
Se inclina sobre mí y me besa los labios.
Yo le muerdo el labio inferior mientras él pasa una mano por mi pezón.
Lo comienza a apretar y estrujar lentamente y aumenta el ritmo conforme nuestros besos aumentan de temperatura.
Quiero comenzar a tocarme, pero mis manos siguen atadas con la corbata.
Es claro saber quién manda en esta situación.
Mis piernas enfudadas en calcetines negros altos que llegan más arriba de la rodilla rodean a mi novio a la altura de la cintura, acercándolo.
Sus besos saben a mi lipstick de fresa.
La mano que tiene libre la utiliza para acariciarme los glúteos.
Los sprieta y los golpea con ternura mientras me dice:
-Eres mía, gatita, ¿verdad que sí? ¿Verdad que sólo eres mía y de nadie más?
-Sí, papi, tu eres mi dueño-le gimo entre besos.
Siento como mis panties se humedecen más y más como una chica.
Trata de no mover la cabeza mucho para no mover la diadema con orejitas rosas de gatita que mi novio me regaló esta tarde.
Siento como su peso se quita de encima de mí y recorre la habitación al cajón de nuevo.
Rebusca entre mis outfits especiales que constan de una bailarina, de una porrista, de una sirvienta francesa, de una colegiala de Japón y el de gatita que consta de las orejas –que llevo puestas-, de una cola rosa y peluda que termina en un plug y un collar del mismo color que dice Princess.
-¿Me las vas a poner, papi?-le pregunto emocionada, emocionado, perdón.
El momento hace que pierda la perspectiva.
-Sí, gatita, ¿quieres?
-¡Sí!
Me baja las panties solo un poco, me separa las piernas y saca un botecito lubricante debajo de la almohada.
Vierte un poco al final del plug y también entre mis piernas que no dejan de temblar.
-Tranquila-me dice con una sonrisa.
Se acomoda y levanta mi pelvis mientras me coloca el plug.
Siento como cedo ante su presión y como me abre poco a poco a poco hasta que de repente no siento nada más.
Está adentro y no va a salirse.
-Oh, papi…-gimo al sentir las ganas increíbles de tocarme y no poder hacerlo-, quiero… tocarme.
-No, gatita.
Yo diré cuando-como castigo pasa su mano sobre mis panties, provocándome.
Se posa sobre mí de nuevo.
Me siento tan pequeño debajo de él, tan indefenso y sumiso y a la vez protegido por un hombre grande y lindo que me cuida como su princesa.
Bien lo dice el collar que mes está poniendo, soy su princesa y él mi príncipe.
Seguimos besándonos por unos minutos.
Sus bóxers sobre mi erección sirven de fricción para que pueda frotarme contra ellos.
La cabecera comienza a chocar contra la pared una y otra vez.
No me imagino que dirán los vecinos.
-¿Estás lista, chiquita?-me pregunta al oído.
-Sí, papi.
Él entonces se pone de rodillas sobre mí.
Se baja los bóxers American Eagle y me apunta con su erección.
Es gruesa y larga, pero ya he podido con ella un montón de veces, sólo es cuestión de relajar la garganta y dejar que pase poco a poco.
Sólo que a él no le gusta hacerlo poco a poco, le gusta atragantarme con ella.
Estiro la lengua para lamerla como una paleta.
Comienzo a humedecerla y cuando está por completo llena de mi saliva, me la meto a la boca.
Comienzo a chuparla mientras su saco choca contra mi barbilla.
-Sí, nena, sí.
Continúa.
Curvo mis labios alrededor de los dientes para que el placer sea mayor y la lengua la utilizo para pasarla entre de la piel y la cabeza de su erección.
El gime y, al hacerlo, me la deja ir completa.
Como digo, le gusta atragantarme con ella.
Tengo que respirar cuando comienza en vaivén.
Esperar a que entre, y cuando la saca, volver a respirar.
Es un ritmo que él y yo llevamos años practicando que evita conflictos.
Siento que mi erección está a punto de explotar.
El plug se mueve dentro de mí y eso me enloquece.
El pelaje de la cola rosa me roza los muslos y eso contribuye a que mi excitación llegue a la cúspide.
Por suerte él saca su erección y se aparta un poco.
Con extremo cuidado comienza a sacar el plug, mirando mis facciones faciales para evitar que me duele.
Les digo, soy su princesa.
Una vez afuera el plug, se acerca a mí, me levanta las piernas y utiliza mi saliva como lubricante.
Como el plug me dejo abierto y libre, él entra sin fricción.
Siento como su erección ocupa el espacio dentro de mí y eso me excita aun más.
Sacudo las manos de la corbata, pero no ceden.
-Papi, me quiero tocar.
-No, gatita, no hasta que yo termine.
¿Quién manda aquí?
-Tú.
-¿Quién obedece?
-Yo.
-Yo soy tu hombre y tu me obedeces, ¿ok, amor? Además no tardaré.
Verte así, tan excitado y con los pezones duros y la cara roja me ponen al cien, como un tigre.
-Y yo soy una gatita-le digo con una sonrisa sin detener el vaivén entre mis piernas.
Sus movimientos se hacen más rápidos y fuertes.
Las embestidas chocan con fuerza en mis glúteos.
Sus manos sueltan mis piernas para apretar de nuevo mis pezones que liberan una sensación eléctrica por todo mi cuerpo hasta mis pies.
-Gime-me dice y yo obedezco.
La práctica me ha hecho adquirir un tono elevado y muy, muy sexy.
Lo digo sin presumir.
Él se excita más y más.
Sale de mí.
Desata como puede la corbata y me toma del collar, me da la vuelta y me coge en cuatro.
Sus embestidas y el rechinar de sus dientes van a la par del choque de la cabecera con la pared.
No pasa mucho tiempo cuando me advierte que se va a venir y yo asiento.
Entonces siento el chorro dentro de mí.
Gime cuando lo libera y siento como otro chorro me inunda y luego otro y otro poco más.
Sale un último chorro de leche tibia y después para.
Él se queda pasmado por unos segundos, incluso unos minutos, aun dentro de mí.
Después se tiende a mi lado y me da vuelta otra vez.
Comienza a besarme.
Yo siento el sudor de su frente en la mía.
Baja la mano hasta las panties y comienza a fingerearme aun con su semen adentro.
Siento como su leche se mueve dentro de mí y eso me excita.
Me pone a mil.
Sus dedos entran y salen y hacen acción de tijera.
Yo comienzo a frotarme y no tardo mucho en venirme también en las panties.
Quedamos en un estado de semi inconsciencia, incluso nos dormimos por unos minutos y cuando nos levantamos lo primero que hago es cambiarme las panties negras con encaje por unas más ajustadas de color rosa con dos moños en los extremos.
Tomo la colita de gatita y me la pongo –aun con su leche dentro porque él es mi dueño y debe marcarme como propiedad-.
Las panties tienen un agujero especial para que salga la colita y parezca una gatita real.
Ambos tomamos un par de pañuelos y nos limpiamos, el su erección que comienza a disminuir y yo mi abdomen.
Él se queda tendido en la cama y yo me pongo en pie, me quito las orejas y el collar, solo me quedo con las calcetas largas.
Lo miro desde el umbral.
-¿Quieres American Horror Story?-le digo con mi voz normal que ahora se escucha más grave.
-Sí, claro, voy-se pone en pie y en plan de novios normales, continua-, o podemos ver Death Note también, si quieres.
Me encanto.