INOLVIDABLE EXPERIENCIA COMO PUTA CALLEJERA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por adrianalucia80.
Mis deseos de sentir como mujer, de vestirme como mujer los tenía muy represados, así que un buen día decidí vestirme de mujer, como puta y salir a la calle.
Ese día voy al centro de la ciudad, a la zona de tolerancia, pero tenía temor y estaba nerviosa como para ingresar a un motel a cambiarme, así decidí buscar un lugar solitario para cambiarme, eran como las 10 pm.
Finalmente encontré un lugar, era un jardín de una casa ocupada, pero con matas grandes y frondosas que podían ocultarme y además una zona del jardín era bien iluminada por el alumbrado público.
Después de verificar que nadie me vería ingreso al jardín, me oculto entre las matas y lo primero que hice fue desvestirme para ponerme un lindo mini-vestido rojo que apenas me cubría las nalgas, seguidamente me pinte las uñas de manos y pies con esmalte rojo.
Luego comencé a maquillarme, fue un proceso muy lento ya que debía esconderme cuando escuchaba pasos, pues en la zona iluminada corría riesgo de que me vieran y eso me ponía muy nerviosa, pero a la vez me excitaba muchísimo el riesgo de que me vieran.
Tal vez tarde 2 horas en maquillarme.
Use la acostumbrada base para la cara, sombra azul para los ojos y delineador, Pinte mis cejas, rubor rosa y por supuesto un labial rojo.
Me puse aretes grandes con piedras rojas, para lo cual atravesé mis orejas con los mismos aretes, lo cual me excitó aún más, pues soy masoquista.
Finalmente, cuando estuve lista me puse unas lindas sandalias blancas de tacón alto, de 11 cm.
Estaba lista para salir, me veía como una linda puta en minifalda y tacones altos.
El corazón se me quería salir por la excitación y el nerviosismo.
El temor me excitaba aún más.
Escondí mi ropa de hombre en el mismo jardín y pensaba ¿Qué haría si alguien la encuentra y la pierdo? Ese era mi mayor temor, pero me excitaba ese temor y lo que pudiera pasar.
Todo era muy excitante, me armé de valor y salí con cuidado del jardín.
Los primeros pasos fuera del jardín fueron de puntillas, tratando de no hacer ruido con los tacones, pero cuando estuve a unos 10 m del jardín comencé a caminar como una mujer normal, me sentía más liberada y excitada.
Era la media noche y las calles estaban solitarias, así que mis tacones retumbaban en el silencio del lugar.
Me dirigí hacia la zona de tolerancia del centro de la ciudad, barrio Santafé.
Cuanto más cerca del barrio santa fe más gente en la calle, lo cual me gustaba, quería que me vieran como puta callejera caminando coquetamente por las calles.
Me sentía mujer, y más que una mujer, me sentía como puta, lo cual me hacía feliz.
De vez en cuando algún piropo, algunos lindos y otros morbosos y depravados, pero me gustaba.
A veces me detenía en alguna esquina como puta esperando a un cliente.
De vez en cuando algún hombre se me acerca preguntando cuanto cobro por el rato y cuando le doy el precio se marcha diciéndome un piropo, otros simplemente se van o me dicen algo vulgar o depravado.
Pasa el tiempo y mis deseos de ser follada crece hasta que un tipo no muy bien vestido se me acerca y me dice “Hola mamita, cuanto por el rato” y le dije “20 mil, pero tu pagas la residencia” y el me responde “sólo tengo 10 y no tengo para la residencia, pero me encantas como te vez, te he estado observando y no me aguanté las ganas, por eso estoy aquí hablándote, me gustaría hacerte el amor mamita, cogerte rico, no seas malita y dime que si” No supe que responder, pero me sentí alagada que ese hombre me dijera que me estaba espiando y me excitó muchísimo que me dijera que me quería coger.
Significaba que como hembra soy apetecida.
El desconocido me toma de la mano y dice “vámonos de aquí y hablemos” después de caminar unos 20 ms me pregunta ¿Qué dices de mi propuesta? Y yo le respondo ¿si no entramos a una residencia a dónde vamos? A lo que responde “a mí me gusta el riesgo y por aquí hay muchos sitios solitarios donde podemos hacer diabluras” está bien, le respondí.
Así que caminamos, yo lo tomé del brazo como si fuéramos pareja.
Ese hombre me hacía sentir como una verdadera dama y me hacía tan feliz que no me importaba a donde me llevara, simplemente era totalmente sumisa.
Nos detuvimos frete al jardín de una gran casa, ingresamos a él y sin más preámbulo se sacó la verga, yo me arrodillé y empecé a mamar.
El jardín tenía mucho aserrín, como si fuera una carpintería.
Mamé verga un rato, hasta que el mismo me la saco de la boca y me dice “mamita, ponte en 4 que te quiero coger pos el culito” Eso disparó mi excitación al infinito, era lo que hacía rato estaba esperando, estaba ansiosa de ser penetrada, así que sin pensarlo me puse en 4, abriendo un poco las piernas para que el pusiera las suyas entre las mías.
Me acaricio las nalgas un rato, loa cual fue increíblemente delicioso, luego puso la punta de su pene en la entrada de mi ano y empujó levemente.
Sentí un fuerte dolor que me hizo suplicarle que se detuviera, que me dolía mucho y el simplemente se detuvo y dijo “mamita, tranquila, lo haremos más suave para que lo disfrute” a lo que le respondí “está bien, sólo úntate un poco de esto” y le mostré un frasco de aceite para la piel.
Le humedecí el pene con el aceite y le dije que me untara aceite en la entrada de mi ano para que la penetración sea suave y no tan dolorosa.
Volví a ponerme en 4, pero con los codos en el piso y levantando lo más que pude mis nalgas para facilitarle la tarea.
Fue muy delicioso y excitante sentir como me lubricaba el ano con el aceite usando sus dedos.
Luego puso nuevamente la punta de su pene en la entrada de mi ano y empujó levemente, entrando la punta con facilidad y el dolor ya no era tan fuerte, era soportable.
Seguía penetrándome lentamente hasta llegar hasta el fondo de mis entrañas.
Cuando sentí que su pene estaba por completo dentro de mí, le supliqué “ahora si dame duro mi amor, sin detenerte, hazlo sin compasión” y entonces aquel desconocido se desboca fallándome con fuerza, me lo sacaba y me volvía a ensartar con fuerza hasta el fondo, el dolor se fue transformando en placer y empecé a suplicarle más y más, que me diera más duro, que me romperá el culo, que me diera fuerte sin descaso.
Me cogía duro y empezó a darme fuertes nalgadas, lo cual me excitaba aún más.
A veces se detenía para no derramarse y luego reiniciar la follada, así que fue una follada muy larga, como nunca antes me la habían dado.
Después la follada comenzó a ser incomoda, porque empecé a sentir como si tuviera arena en el ano que me estaba lastimando.
Creo que era por arena en el aserrín, pero a el no le importó, siguió fallándome, como si quisiera lastimarme el ano, pues me daba duro y yo le suplicaba que se detuviera, que me dejara descansar, pero no me escuchaba, estaba como desbocado, me dio y me dio durante un buen rato.
Me había tomado de las muñecas llevándolas hacia mi espalda, como si fueran riendas tiraba fuertemente de mis brazos y empujaba duro con su cadera y decía “mamita esto era lo que querías, así que ahora aguanta que te quiero llenar el culo de leche” y folló muy duro hasta sentí sus espasmos y como me inundaba el culo se semen.
Sentí sus gemidos de placer y su orgasmo.
A pesar del ardor en el ano me sentí muy feliz cuando terminó dentro de mí porque sentía que era una verdadera hembra que podía darle placer a cualquier hombre, me hacía sentir más femenina, me sentía mujer, me sentía deseada y porque un hombre acababa de tener un orgasmo dentro de mí, disfrutando mi ano.
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