LA CASA DE MI TIA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Años atrás me había iniciado en el arte de vestirme de mujer, y me había gustado muchísimo; no obstante era arriesgado debía tomar precauciones pues nadie conocía mi secreto ni quería que nadie lo supiera.
Recuerdo aquella vez que me quedé también en casa de mi tía me había paseado a mis anchas por su dormitorio; había contemplado complacido sus hermosos vestidos, collares y sobretodo, su lencería.
Todo era bello, mi tia era joven y tenía buen gusto.
Ahora que me encontraba nuevamente en su casa, la idea de usar su vestuario me cautivó sobremanera; y recalco que esta vez era diferente, pues cuando recibí la invitación hace un par de días comencé a planearlo todo; incluso había tenido tiempo de comprar los globos que usaría como prótesis para los pechos, ya los tenía en el bolsillo.
Cerré las cortinas para evitar a algún fisgón inoportuno y me dispuse según lo planeado.
Abrí su guardarropa y escogí un vestido en color verde esmeralda muy entallado y de talle corto, luego el sostén y pequeñísimas bragas bragas del mismo color, todo era un encanto.
Completé el vestuario con medias negras, portaligas, aretes, pulseras, los zapatos de taco alto y un hermoso collar de perlas.
Extendí todo sobre la cama y mi corazón comenzó a acelerarse, me sentía tan excitado.
Como punto final decidí rellenar los globos con agua tibia para que el efecto de los pechos sea lo mas real posible.
Antes de comenzar con la operación me dirigí al bar y me serví un buen vaso de vodka con hielo para asentarme.
Al fin, comenzó la operación más excitante que pudiera imaginar: vestirme de mujer en la casa de mi tía.
Comencé por la ropa interior, las bragas, me acomodé los globos debajo del sostén y quedó perfecto.
Continué con las medias, el vestido, etc.
, mientras me vestía me miraba de reojo en el gran espejo al lado del guardaropa y mi excitación siguió aumentando hasta límites que nunca antes había conocido.
Como paso final, un ligero rímel en las pestañas y un carmesí para los labios.
Finalmente mi obra quedó terminada, me miré en el espejo y quedé asombrado, tal vez pueda decir “asombrada” pues lo que vi fue hermoso: era toda una bella mujer…
Me bebí un buen trago de vodka y encendiendo un cigarrillo me puse a caminar por la habitación con pasos cortos y contorneando el cuerpo.
Era una sensación increíble, sentir el ligero balanceo de mis pechos, el sonido de los tacones, el jugueteo de los aretes en mis orejas y el sonido de la licra de las medias al rozar con el vestido fue algo que me produjo una continua excitación que iba subiendo poco a poco y encendiendo todas las alarmas de mi cuerpo.
Nunca me había sentido así.
El vodka hizo lo suyo y me decidí a salir de la habitación para pasear por el resto de la casa.
La excitación fue en aumento, al entrar a la sala y sentir que el sonido de los tacones se veía gratamente incrementado con un ligero eco me motivó a soltarme más aún y esta vez me sentí una diva.
Estaba tan excitada que comencé a sentir ganas de saciarme y saciarme como toda una mujer.
Algo que nunca antes había hecho.
Había tenido mis placeres solitarios si, de muy diversa índole, me había penetrado algunas veces con algún dildo improvisado, pero jamás había compartido esto con nadie.
Esta vez una idea comenzó a taladrarme por dentro.
Y si…
Sin saber bien lo que hacía me dirijí a la puerta, y mientras la estaba abriendo un pensamiento me aterrorizó
¿y si me ve algún vecino? ¿algún conocido?
Me quedé paralizada por un instante.
No obstante la puerta estaba ya entreabierta.
La duda me invadió, por un momento quise cerrarla pero el grado de excitación era muy fuerte así que solo la deje asi, entreabierta.
Podía distinguir el parque de enfrente, a esa hora estaba vacío, era mediodía y todos estarían en casa.
Un poco mas confiada abrí un poco mas la puerta dando un pie afuera.
En esos momentos la excitación llegó a su punto máximo, sentí la brisa proveniente del parque, movía las caderas en un ritmo lento y sensual.
La adredalina del momento se mezclaba con la excitación.
A mi mente llegaban imágenes siendo penetrada, me veia rodeada de tres, cuatro penes los cuales tocaba y besaba en una danza frenética.
De pronto algo me sacó de mi sueño.
Alguien había tropezado conmigo, cuando reaccioné había un joven confundido y con papeles en la mano y una mochila; me miró sorprendido, no supe que hacer; me había quedado helada.
Ya pasada la primera impresión el joven me saludó; no supe contestar su saludo y en un intento desesperado intenté entrar nuevamente y cerrar la puerta, pero no pude, el joven me lo impidió.
Fue un gesto firme, sin llegar a ser violento, detuvo la puerta con su hombro a vez que acercó su rostro al mío.
Yo me quedé mirándolo aterrada, no sabía que hacer.
Pero fue él el que rompió el silencio:
-no te asustes, me dijo, si no te molesta quisiera hablar contigo un momento ¿puedo pasar?.
Estaba atrapada, era demasiado tarde para reaccionar, le permití el paso rápidamente ante el riesgo que algún curioso nos vea.
Una vez dentro cerré y le pregunté qué quería, me miró de pies a cabeza un poco desvergonzadamente y me dijo: te ves linda…
Iba a invitarlo que se retire cuando se acercó rápidamente cogiéndome de los hombros y dándome un prolongado y jugoso beso.
Quedé aturdida.
No estaba segura si era porque me había gustado o por la sorpresa o ambas cosas.
Nunca me había besado con otro hombre no obstante para mi sorpresa “me había gustado”.
El me miró nuevamente y me sonrió.
Yo solo lo quedé mirando, no salía del aturdimiento.
Esta vez se me acercó más lentamente y me abrazó besándome nuevamente.
En ese momento ya no pude contenerme, era como si el efecto del vodka volviera pero lo cierto es que respondí el beso, y el abrazo…
Este fue un abrazo fuerte, apasionado, como dos amantes que no se ven desde hace mucho.
Y entre ese abrazo apretado comencé a sentir “eso”, su “bulto” que crecía y lo sentía cada vez más grande y duro.
Me di cuenta que era él el que me lo “hacía” sentir.
Una vez que se percató que lo había sentido, me cogió la mano y la dirigió suavemente a su “bulto”.
Ya en ese momento no había como parar y el susto se fue disipando pasando a la excitación.
Toqué su bulto y sentí que reaccionaba así que lo cogí con más fuerza mientras me besaba; lo recorrí con la mano y pude notar que era un bulto grande y macizo.
Me desconocí, no se cómo en ese momento me desinhibí completamenteme, liberé al fin lo que llevaba dentro.
Me puse rápidamente de rodillas y casi con desesperación abrí su bragueta sacando a la luz su enorme bulto, me lo metí a la boca y lo chupé, lo chupé, y lo chupé.
Chupé esa verga con desesperación, la chupé como cuando un bebe hambriento descubre por primera vez el seno caliente y dulce de su madre.
la chupé como nunca había imaginado que lo haría.
El joven me contempló mas que complacido y me dejó hacer.
Yo estaba en mi delirio.
Luego de unos minutos me tranquilizó, cogiéndome suave pero firmemente me dió vuelta de manera que quedaba mi trasero a su vista.
Solo en ese momento caí en cuenta de lo que venía: me iba a penetrar.
Hasta ese momento nunca me había penetrado un hombre; como mencioné antes había jugado con dildos pero no había probado a ser penetrada por una verga "real".
Me asusté un poco, no sabía si echarme atrás.
Mis dudas terminaron cuando el joven colocándose detrás mío cogió firmemente mis caderas comenzó a penetrarme.
Ya no había cómo echarse atrás.
Fue penetrándome lentamente con un balanceo firme hasta que quedó su enorme verga totalmente dentro.
Del susto pasé al paroxismo, el dolor se mezclaba al placer y me dieron ganas de abrir mas las piernas; quería apretar su pene con mis esfínteres y retenerlo, me dieron ganas de ser maltratada, que me violara, me pegara, y me penetrara hasta morir.
El parecía responder a mis deseos y su movimiento se hacía mas y mas enérgico; por momentos lo sacaba mostrándome su verga hinchada y yo respondía besándola, como si un esclavo besara el látigo de su castigo.
Me dominaba y yo respondía empujando y gimiendo.
Sus movimientos se hicieron violentos, como con rabia, yo disfrutaba pues comencé a sentir que mis “tetas” se balanceaban de adelante a atrás una y otra vez.
Yo quería seguir, deseaba sentir su verga muy dentro, ambos ya sudábamos pero el frenesí no disminuía.
Me sorprendió que se detuviera de pronto,pero lo que hizo fue increíble:
Me dio vuelta tan violentamente que caí como un costal sobre mis espaldas e inmediatamente me levantó las piernas para penetrarme nuevamente, esta vez sentía sus testículos golpeando mi ano; yo entonces comencé a gemir, gemía y gemía, de placer ya no me importaba nada.
El parecía percibir lo que yo sentía y contagiado comenzó a pasar su lengua por mi cara, yo respondía con la mía, lamiendo todo lo que encontraba a mi paso.
Recuerdo que en este frenesí y tras un largo grito totalmente gutural, eyaculé entre mil luces que danzaban a nuestro alrededor.
No he vuelto a ver a ese joven, tampoco he podido olvidar ese día.
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