Las aventuras de Luna. Parte 2 “Mi primera vez: El enfermero”
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por luna.travesti.
Las aventuras de Luna.
Parte 2 “Mi primera vez: El enfermero”
¡Hola de nuevo! Aquí está tu amiga Luna para continuar con mis experiencias, ya te conté como comencé (aburridoooo), pero ahora sigue la parte donde ¡se pone bueno todo! Aquí va:
MI PRIMERA VEZ CON UN CHICO
Tenía 18 años cuando me vestía con más frecuencia en casa, pues me quedaba sola muchísimo tiempo, ya que mis hermanos estudiaban en otro turno diferente al mío y mis papás trabajaban todo el día, yo nada más llegaba a casa después de la escuela y el chico guapo al que las chicas buscaban, el estudiante de mayor calificación en el grupo desaparecía con cada ropa del uniforme escolar que se quitaba y cuando quedaba completamente desnudo, aparecía yo: Luna.
Me gustaba comenzar metiéndome a bañar, revisar mi cuerpo si esta suave o si hacía falta depilarme; salía del baño y me cubría como una señorita con la toalla más femenina que encontraba y salía a revisar lo que usaría por esa tarde, en ese tiempo no tenía ropa propia, pero estoy segura que usé toda la ropa de mis hermanas (obvis la más sexy), recuerdo que usaba las pantaletas de mi hermana menor, algunas eran infantiles con dibujitos y me sentía toda una nena, algunas más lindas las torcía hasta que quedaran como tanga y me las metía en la rajita de mi culito y me sentía soñada, hacía mi penesito para atrás y lo presionaba con ellas y no se me notaba que tuviera algo entre mis piernas, era toda una linda señorita; me gustaba usar sus pantalones, me quedaban tan ajustados y a la cadera, me encantaba como me quedaban, además que me gustaba que se me notara mi tanga, para sentirme bien zorrita, coqueta, sugerente para quien me viera, aunque aún ningún chico lo había hecho.
En ese tiempo era sumamente delgada, mi abdomen era plano y se me notaban mis costillas, entonces me encantaba presumirlas con tops, bras, blusas amarradas de atrás para que se notara todo mi cuerpesito femenino, llenaba los bras con calcetines y me hacía unos pechos enormes, me sentía soñada, aunque no me veía nada elegante o normal, más bien como una chica en busca de sexo, todo mi atuendo lo gritaba, esto lo hacía frente al espejo sin perder ni un instante de mi transformación, me movía lo más femenina que podía, bailaba frente al espejo, me tocaba mi culito chiquito pero redondito todo el tiempo, mi abdomen, mis enormes pechos falsos, me mandaba besos sexys, recuerdo que hasta ¡me besaba a mí misma en el espejo! No cabe duda que esta señorita le hacía falta que le hicieran el favor de hacerla mujer.
Cuando más tiempo tenía me maquillaba, al principio me veía como un payaso pero poco a poco fui perfeccionando para verme más natural y más linda con poco maquillaje; no tenía peluca pero dejaba mi cabello largo a propósito para poder peinarlo con diademas o ligas y de la manera más femenina posible; cuando terminaba me veía al espejo y mi penesito dentro de mi tanguita estaba super presionado, yo me tocaba como una nena, me “dedeaba” sobre la ropa porque estaba muy excitada y porque pues, ¡era una nena! Trataba de olvida que tenía pene y me imaginaba tener una vagina.
Cuando estaba lista, cuando estaba a gusto con mi atuendo y me veía lo más sexy posible, me conectaba con la computadora a chatear con chicos y amigas travestis, a veces ponía mi cámara para que me vieran y me dijeran como me veía, me prendía todo lo que me decían, que era toda una chica, que me veía sensual, que tenía cara de niña golosa y traviesa, que me movía como toda una puta cuando les bailaba; cada palabra me ponía a mí y me tomaba fotos así y las subía a mi perfil y a foros de contactos travestis, ahí tuve muchísimos pretendientes y me encantaba que les parecía linda y que me deseaban, que les parecía una verdadera mujer, lo que yo veía en el espejo, me sentía realizada; terminaba leyendo relatos eróticos, otras veces videos de travestis, pero los relatos me gustaban más ya que me sentía identificada con las historias y me hacían imaginar tener una rica verga dentro de mí.
Cuando más caliente estaba me subía al cuarto y me empezaba a quitar la ropa hasta quedar en ropa interior, ponía un espejo frente a mí y me abría de piernas, movía la tanga para mostrar mi hoyito y verme, examinarme, acariciarme, me untaba crema en mis dedos y empezaba a acariciar mi anito, todo cerradito, giraba mis dedos como un espiral hasta llegar a la entrada de mi culito y meter un dedito poco a poco, disfrutando cada segundo, gimiendo como una niña, exageradamente, casi gritando y disfrutándolo completamente, cuando ya no aguantaba más me sacaba mi pene que como resorte rebotaba en mi vientre y que crecía hasta llegar los 15 cm, y me empezaba a masturbar mientras me dedeaba cada vez más rápido; no pasaba mucho tiempo y explotaban chorros en mi cuerpo, y me encantaba embarrarme todo mi semen en mi pecho y cara, luego de descansar unos segundos, me miraba con mi respiración agitada, llena de sudor y semen mi cuerpo brillaba y sonreía de lo rico que había sentido, miraba mi pene como se encogía a su diminuto tamaño y me sentía toda una zorra, me daba nalgadas como premio; cuando terminaba de admirarme me metía a bañar para luego salir a limpiar y guardar todo, revisando que no quedara ninguna evidencia de lo sucedido.
Una de esas veces que estaba vestida frente a la compu, un chico me contactó, me sorprendió que era joven y vivía cerca de mi casa, cosa rara ya que la mayoría son señores o los que me llamaban la atención vivían lejos, este chico que no recuerdo su nombre me empezó a hacer una plática interesante, era enfermero en el turno nocturno y casi siempre platicábamos mientras trabajaba, me envío fotos y no se me hizo feo, me trataba muy lindo, de una forma como de coquetería que me seducía y realmente lo logró, le dio vuelta a todos mis peros y quedamos de vernos en un crucero, yo iría vestido de chico y el pasaría por mí en una camioneta, pero por vergüenza de que vean a dos chicos entrar a un motel me escondería en la parte de atrás, y llegó el día, no esperé mucho cuando me llamó y me dijo que ya estaba ahí, lo vi, nos saludamos de mano y me subí a la parte de atrás, me acosté y solo veía el cielo y cables de electricidad hasta que veo un lugar techado, y escucho que se pone de acuerdo con el encargado en el motel y entramos a un garaje, escucho que cierra una cortina y me abre la puerta, yo estaba sumamente nerviosa, no decía ni una palabra y solo miraba al suelo, subimos unas escaleras y ahí estaba yo, con un chico como de 30 años, moreno, no era gordo pero era robusto, bien peinado, vestido como vaquero, en una habitación de motel, él tampoco decía nada, me había dicho que era su primera vez con una travesti, entonces abrí mi boca y con una voz suave dije “Voy a vestirme”.
El solo sonrío y me metí al baño, me bañe, me revisé, me vestí sexy, mi ropa más sexy que tenía, me quería ver muy sexy para mi macho, una tanga negra, que me apretaba delicioso y que cuando metí en mi culito di un suspiro, un bra rojo que apretaba y daba la sensación de que tenía pechos, me puse un vestido negro que me llegaba debajo de mi trasero, unos tacones que me apretaban un poco pero era lo único que tenía, me maquillé con labios rojos, ojos negros, pestañas largas, y salí vuelta una reina, caminaba sonando mis tacones y me arme de valor y abrí la puerta, los ojos de mi hombre se pusieron redondos, no podía creer el cambio, me aduló, me dijo que no creía que fuera tanto mi cambio y se paró, el solo estaba en unos boxers blancos, se empezó a sobar su pene y yo ya veía que su caramelo crecía, cuando estuvo frente a mí me di la vuelta y le restregué mi culito en su paquete como una gata, el me abrazó por detrás y me acarició toda, yo sentía delicioso, sus manos, su pene presionando en mi culito, lo sentía tan grande, me besaba el cuello y yo solo lo tomaba de su cabello, le pregunté si le gustaba, y me dijo, claro que si mamita, estas bien rica, te quiero coger, me jaló a la cama y yo aproveche para empujarlo y se acomodó yo me acerque como una gatita, llegué frente a él, y lo empecé a dar besitos, desde su cuello, su pecho, su panza, ese si era un macho, lo comparaba conmigo y notaba que yo era una nena, mi cuerpo no era de hombre, era de una señorita, a la que en poco tiempo convertirían en mujer, yo solo quería bajar a su pene, le baje su bóxer y su pene boto a mi cara, me sorprendió, lo tome, lo admire, lo acaricié, con una mano, luego con dos, mi hombre me animaba, más chiquita, chúpalo, yo solo respondí con un “si papi” y lo metí a mi boca, lo lamí desde la cabeza hasta sus huevos, eso a él le encantó y cada que podía me bajaba a lamer sus testículos, me lo metí a mi boca y empecé a subir y a bajar cada vez con más ritmo, el me acariciaba mi cabello, yo me perdí, me encantaba chupar verga, me sentía una puta ahí con mi culo levantado chupándosela a un desconocido y me encantaba, él me tuvo que apartar de su miembro porque yo podía quedarme ahí horas, me dijo “espera bebé, ya te la quiero meter”.
Se paró detrás de mí, me quitó mi tanga y se arrodilló, yo solo lo veía por el reflejo y me volvió a sorprender, me metió su lengua en mi hoyito, yo di un brinquito al sentirla, pero me tranquilizó y siguió, me puse un poco nerviosa, no sabía que era eso y no me lo esperaba pero poco a poco empecé a sentir rico y empecé a gemir de lo que sentía pero en eso se paró, se untó lubricante en su pene y en mi ano, metió su dedito y yo pensé que ya me había penetrado, oh que equivocada estaba, me apunto su verga en mi entradita apretadita y empezó a forzar la entrada, yo me espanté un poco por el dolor y él lo notó, me tranquilizó pero me dolía mucho, y ahí lo vi tratando de penetrarme y yo quería pero me dolía, poco a poco fue entrando, me daba nalgaditas, yo fingía placer pero realmente sentía feo, el solo metía la puntita y la sacaba, y así estuvo un rato, fue algo extraño e incómodo pero creo que se me bajó la excitación, le pedí perdón, él me dijo que no pasaba nada, le dije que le ayudaba a terminar, que quería que se viniera en mi cara, di un brinquito y se la empecé a mamar bien rico, yo volví a prenderme y a disfrutar, estuve un rato, mis gemidos se perdían con la película porno en la tv, el parado me presionó de repente y me lo saque de la boca y me puse con mi lengua de fuera esperando su lechita, el se masturbó y me lleno la cara y el pecho de su néctar, yo me lo chupé y embarré, el me acarició la cabeza como un perrito y se fue a bañar, yo me quede solita en el piso con semen en mi cara y me vi al espejo, ni siquiera recordé mi penesito, me lo saqué, no estaba erecto pero si un poco despierto, me acaricie mis pezones, mi anito y me tocaba con dos deditos mi pene hasta que me vine sin siquiera estar bien erecto y me dolió un poco pero sentí rico y así me quedé tocándome y jugando con los jugos de mi cuerpo hasta que salió con una toalla y me dijo, cámbiate, yo entre a bañarme, salí y me vestí de nuevo de chico, el ya no me hablaba, pensé que no le gustó que no me la pudo meter bien, pero tal vez fue por la incomodidad de estar de nuevo de chicos, como sea yo mame bien rico una vergota morena y fui feliz, no me pudo penetrar como quería pero igual me sentí bien.
Me escondí de nuevo en su camioneta y en donde me recogió me dejó y me fui a mi casa algo sacada de onda de lo que había vivido, nunca volví a platicar con él ni saber de él, pero ese enfermero fue el primero que me hizo mujersita y se lo agradezco.
Obvis no fue mi última vez, al poco tiempo mi cuerpo quería más verga y fue cuando conocí cedí mi cuerpo a un señor nada atractivo de 50 años, pero esa será otra historia.
Espero les haya gustado mi relato, espero me comenten sus impresiones, consejos y críticas, de todo se acepta, mi correo es nena.
sofy@hotmail.
com
¡Esperen mas relatos!
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