Lo mío fue algo genético…
Después de dos divorcios un hombre conoce a otro del que se enamora, y finalmente se da cuenta que en realidad, piensa y se siente toda una mujer..
Para hacerles la larga historia, de lo que me sucede, un poco más corta les diré simplemente que al parecer todo se debe a mi condición genética. Aunque externamente nací hombre, genéticamente soy mujer, ¿cómo lo ven?
Yo ignoraba todo eso, pero después de mi segundo divorcio, por no poder cumplir con mis deberes maritales, recibi una lupa y una pequeña pinza de cejas como regalo de mi ex mujer, a riesgo de pasar un mal rato la llamé y le pregunté, que no entendía por qué me había hecho ese regalo, riéndose me respondió. “La lupa es para que te lo puedas ver y la pinza es para que te puedas hacer una paja, por lo menos una vez en tu vida.”
Lo cierto es que yo sabía que mi miembro era pequeño, pero no creí que fuera para tanto, pensé simplemente que ella estaba molesta muy conmigo ya que no se pudo llevar nada de mi fortuna, en el divorcio ya que nos casamos por capitulaciones y por eso no le di importancia.
Aunque traté infructuosamente de tener otras parejas, siempre el final era el mismo, terminaban conmigo, por la misma razón. Por lo que, cansado de tantos fracasos, un día que me encontraba algo deprimido entré a un bar y comencé a beber, hasta que a mi lado tomó asiento un hombre más o menos de mí misma edad.
Casi de inmediato los dos congeniamos, su manera de ser me agradaba bastante, aparte de que también era mi tocayo, por lo que me era realmente muy simpático y poseedor de una vasta cultura, con quien provocaba mantener una conversación inteligente. Así que cuando me invitó a seguir la amena conversación en su apartamento, no dudé en acompañarlo ni por un segundo.
Apenas entramos a su hermoso apartamento, se deshizo en atenciones a mi persona, cosa que, aunque me pareció ligeramente extraña, no me incomodó para nada.
A medida que fuimos hablando sobre la cultura griega, y su ideal de belleza, me fue mostrando todo su apartamento, y después de pasar por su dormitorio, entramos a lo que él llamó su cuarto de ejercicio, donde me sorprendí al ver, la cantidad de aparatos para hacer ejercicios que tenía, aparte de un fabuloso y muy completo banco de pesas, tenía una caminadora eléctrica, bicicleta estática, una mesa de masajes y hasta un pequeña sauna de luces infrarrojas, creo. En fin, tiene más equipo que muchos gimnasios que he visitado.
Cuando notó mi interés en todos esos equipos, de manera muy caballerosa me invitó a probarlos, yo de inmediato fui a tomar asiento en el banco de pesas, cuando el cortésmente me comentó que sería mucho más práctico y efectivo si me quitaba la ropa, para que no se me manchase o arrugase.
Para convencerme más fácilmente me dijo que él también se cambiaría de ropa y hasta me podía prestar algún pantalón corto, para que pudiera probar todos los equipos, y que además podía venir a usarlos cuando me diera la gana, aun si él no se encontraba en su apartamento.
Ante tal oferta, acepté y fuimos al amplio vestidor de su dormitorio, de donde rápidamente sacó un pequeño pantalón corto, que me entregó y de inmediato él se comenzó a quitar toda su ropa.
Cuando él se quedó del todo desnudo frente a mí, me sorprendió la dimensión de su miembro, que aun en estado de reposo era tres, o cuidado si cuatro veces más grande que el mío.
Yo me quedé viéndolo por unos segundos, hasta que discretamente él se puso otros pantalones cortos. Por lo que de inmediato yo también procedí a desnudarme y rápidamente ponerme el pequeño pantalón que me había prestado.
Esa noche me fue guiando a través de todo los equipos indicándome como se usaban, y en ocasiones ayudándome a levantar las pesadas pesas que yo mismo había colocado en la barra, sentí su velludo cuerpo contra el mío.
Se me había olvidado comentarles, que soy lampiño, con apenas unos pocos vellos bajo mis axilas. Al terminar, me sentí como en otro mundo, mi tocayo me continuaba colmando de atenciones, y en ocasiones se refirió a la belleza de mi cuerpo y hasta a las finas facciones de mi rostro, como dignas para tomarlas de modelo para hacer una estatua griega de mármol o bronce.
Esa noche al regresa a mi apartamento, me sentía encantado de haberlo conocido, había sido tan caballeroso, tan atento, y tan buen anfitrión conmigo, que no me di cuenta de que me estaba enamorado de él.
Además, esas cosas no pasaban por mi mente, como él es hombre y yo pensaba que yo también, eso ni tan siquiera lo había considerado. En las siguientes ocasiones en que pasé por su apartamento, me hizo sentir extremadamente feliz por su manera de tratarme, sus atenciones hacia mi persona, los atinados comentarios que hacía sobre mí cuerpo, en fin, ahora me doy cuenta de que simplemente me enamoró como si yo fuera una chica.
Una noche en que los dos nos encontrábamos haciendo ejercicio, durante un descanso que tomamos, después de que me sirvió una bebida energizante, sentado a mi lado bien pegado a mí en el banco de pesas, sentí el aroma de su sudor que me pareció fascinante.
Luego me tomó las manos y comenzó a decirme lo buenmozo que yo era, lo simpático y agradable le resultaba ser yo para él, en fin, tantas cosas bonitas sobre mi persona, que cuando sentí sus labios contra los míos, no me pude oponer.
Sus manos a la vez que me besaba intensamente fueron recorriendo todo mi cuerpo, sin que yo le ofreciera resistencia, para mí fue, como si estuviese en la gloria.
Su cálido y velludo cuerpo contra el mío, su boca en pleno contacto con la mía, su aroma de hombre me llenaba de una excitación tal, que nunca me había sentido así por mujer alguna.
Sus manos suavemente me desprendieron el pequeño pantalón que yo tenía puesto, y en cosa de segundos me encontraba totalmente desnudo entre sus fuertes brazos.
Así que cuando me cargó sin mucho esfuerzo hasta su propia cama, yo me dejé llevar al tiempo que continuábamos besándonos. Pedro después de dejarme acostado en su cama, bajó la intensidad de la luz de su dormitorio y se quitó su pantalón de hacer ejercicios.
Cuando se acostó a mi lado me dijo que yo lo atraía física y emocionalmente como nunca nadie lo había hecho, que estaba enamorado de mí.
Yo me quedé sin decir palabra, pero en su lugar comencé a besarlo intensamente. Así estuvimos por un largo rato entre caricias y fogosos besos, al tiempo que yo, no sé cómo, me atreví a tomar entre mis manos su erecto y caliente miembro, él que comencé a acariciar suavemente, aun a sabiendas de lo que estaba por suceder.
Mi tocayo por su parte me comenzó acariciar mis nalgas, sentí sus dedos rosándome suavemente mi esfínter, y como poco a poco me los fue introduciendo uno a uno lentamente, al tiempo que aun continuaba besándome e metiendo ardientemente su lengua dentro de mí boca.
En mi vida había ni tan siquiera contemplado o pensado en llegar a tener sexo con otro hombre, pero en esos instantes para mí era lo más apropiado que me podía suceder.
Así que lentamente le fui dando la espalda, hasta que finalmente mis nalgas quedaron a su entera disposición. Él me preguntó que si era mi primera vez, y algo avergonzado le respondí que sí, fue cuando me dijo. “No te preocupes mi amor, que procuraré que no sientas dolor.”
Sus palabras tan consideradas, casi hacen que me pusiera a llorar, pero de la alegría. De inmediato sentí que buscaba algo en su mesa de noche, sin separar su cuerpo del mío. Después las caricias sobre mi esfínter aumentaron, sentí como me untaba algo grasoso entre mis nalgas, y como sin dejar de acariciarme, me mordisqueaba sabrosamente por toda mi nuca y orejas.
Cuando más relajado estaba, sacó sus dedos de entre mis nalgas, y casi de inmediato sentí como lo duro y caliente de su glande comenzaba a penetrarme por mi esfínter. No me dejó de hablar, recomendándome que me relajase, que no me pusiera tenso, que dejase que su miembro se deslizase dentro de mí, y así lo hice.
Aunque su miembro es de proporciones descomunales comparado con el mío, fui sintiendo como poco a poco, lentamente me iba penetrando divinamente. Mi respiración se aceleró ligeramente, aunque mi amante me decía que respirase lenta y profundamente, que ya lo más fuerte había pasado.
En efecto sentí todo su velludo cuerpo contra el mío, sus fuertes brazos abrazándome por completo, su fuerte respiración en mis orejas, las que besaba o mordisqueaba de manera alternada, hasta creo haber sentido, como sus testículos entraron en pleno contacto con mis propias nalgas.
Yo no podía creer que eso me sucediera a mí, en medio de todo fue algo tan inesperado, que hasta me parecía estar soñando despierto. Yo por mi parte, de momento cuando sentí que su instrumento me llego a lo más profundo de mi ser, comencé a contonear mis caderas de lado a lado, al tiempo que extraía y volvía a penetrarme con todo su miembro.
Para mí, era como una locura que eso me sucediera, semanas antes en medio de mi depresión, hasta había contemplado en ingresar a una orden religiosa. Pero en los momentos en que me abrazaba con tanto amor y me besaba intensamente, esa idea desapareció de mi mente definitivamente para siempre.
Sentí una de sus manos que la colocó sobre mi propio pene, y era algo que aunque me hizo sentir extremadamente excitado, realmente no hacía falta que hiciera, mi erección era poco menos que insignificante en comparación con la de él.
Pero aun y así, aunque le dije que no hacía falta que me agarrase mi pene, en su mano mis pequeños testículos y pene fueron acariciados como si se tratase de una vulva.
Por un buen rato mantuvimos esa posición hasta que mi amante, extrayendo toda su herramienta, me acostó boca arriba, separó mis piernas y ante mis ojos vi como nuevamente me penetraba con semejante instrumento, mientras que mi miembro apenas y oculto entre los pocos vellos que tengo, se podía ver.
Sentía como una y otra vez, Pedro me continuaba clavando toda su gruesa y larga verga entre mis nalgas, mientras que yo jadeaba y gemía de placer intensamente.
Mis ojos se clavaron en los suyos, y pude ver en ellos que todo lo que me había dicho realmente lo sentía, y cuando finalmente se vino completamente dentro de mí, fui la persona más feliz sobre la faz de la tierra.
Por un rato nos quedamos inmóviles, hasta que, extrajo su miembro, al tiempo que me daba otro beso.
Yo me quedé agotado sobre su cama, y hasta pienso que llegué a dormirme por un buen rato. Cuando me desperté, él se encontraba de pie al lado mío, ofreciéndome un vaso de jugo.
Yo, aunque no lo crean me sentí avergonzado, ya que tenía nuevamente su pantalón puesto y yo me encontraba completamente desnudo, al sentarme en su cama, casualmente mi rostro quedó a pocos centímetros de su cuerpo, y no sé por qué instintivamente e inmediatamente que me tomé todo el jugo, llevé mis manos a la parte superior de sus pantalones e inmediatamente se los he bajado.
Cuando su miembro quedó frente a frente a mi propia boca, lo tomé entre mis dedos y dulcemente comencé a lamérselo, y a medida que se fue tonificando, yo comencé a mamárselo completamente.
Él permanecía imponente ante mí, con sus piernas ligeramente abiertas con ambas manos en su cintura, como si fuera la viva imagen de Superman, en su rostro pude notar una satisfacción tal como nunca había avisto en ninguna otra persona.
Cosa que en medio de todo me hizo sentir tremendamente orgulloso. Cuando después de otro buen rato que yo me dediqué a mamar concienzudamente toda su verga, cuando él finalmente se vino dentro de mi boca, me pareció un desprecio, el escupir todo su semen.
Así que, con todo el amor de mi alma, me lo he tragado completamente, ante su total sorpresa. Desde esa fecha, me fui convirtiendo en su pareja, pero algo me hacía sentir incompleto a pesar de lo mucho que él me demostraba que me amaba, como yo lo amaba a él.
Pero un día en que salimos a cenar, en un afamado centro comercial, al pasar frente a una tienda de ropa femenina, me comentó en tono de broma, señalando un conjunto de tanga, liguero, y sostén, que me quedaría fantástico tomando en cuenta las lindas caderas que yo tenía.
El comentario lo tomé como una broma, y seguimos nuestro paseo, pero a los pocos días esas palabras se quedaron en mi cabeza dándome vuelta, hasta que tomé la decisión, sin consultarlo con mi amante de sorprenderlo vistiéndome lo más femeninamente posible.
Así que sin que él se enterase fui adquiriendo distintas prendas de vestir como íntimas, para mi propia sorpresa hasta los sostenes que había comprado talla A 28 me quedaban ni que mandados hacer.
Prendas las que a solas en mi apartamento me fui probando, también compré zapatos de taco alto talla seis y medio, con los que aprendí a caminar con relativa facilidad, cartera y todo aquello que una mujer acostumbra a usar regularmente.
Aprendí a maquillarme, y al verme al espejo me sorprendió la tremenda hembra que había reflejada en el espejo. Me sentía realizada, aunque nunca en mi vida había pensado en algo así, estaba que no cabía de la alegría dentro de mis propios pantis. Cuando me sentí por completo satisfecha con mi cambio, lo llamé y sin decirle nada, quedamos en vernos en un restaurante que ambos habíamos quedado en visitar en alguna ocasión.
Me tomé mi tiempo, y ese primer día que salí completamente vestida de mujer a la calle, lo disfruté tremendamente, nadie dudó ni por un segundo que yo era toda una hembra, no faltó quien me tirase un lindo piropo, como tampoco faltó quien de manera vulgar me hiciera un desacertado comentario sobre mis paradas nalgas.
En fin, me sentía como toda una reina caminando por la calle, sin que nadie sospechase que yo horas antes había dejado de ser un hombre, por lo menos externamente.
Cuando llegué al restaurante, mi amante me esperaba en la mesa, y a pesar de que me observó entrar de frente a él, para mi propia satisfacción no me reconoció, cuando tomé asiento a su lado, se puso rojo como un tomate, y de manera muy caballerosa me comentó como si yo fuera una persona extraña a él. “Disculpe señorita, estoy en espera de mi socio, con quien voy a discutir asuntos de negocio, así que por favor le ruego se retire, discretamente.”
Cuando le respondí, en un tono bien femenino. “Hay mi amor, no seas mentiroso, de lo que vamos a hablar es si me mudo completamente a tu apartamento, o tú te vas para el mío.”
Al escucharme decir eso, la quijada parecía que se le fuera a caer, sus ojos daban la impresión de que fueran un par de focos. Sonrió forzadamente y me preguntó. “¿Eres tú?”
A lo que le respondí. “Ya no, ahora soy Andrea, si a ti te parece bien, sino regreso a ser quien era nuevamente.” De más está el decirles que continúo llamándome Andrea, me mude al apartamento a su apartamento, y meses después, cuando me comencé a someter a exámenes para el cambio de sexo, uno de mis doctores me dio la feliz noticia de que yo genéticamente en el fondo soy mujer, es verdad que, aunque se me haga una vagina y llegue a desarrollar más mis senos por medio de hormonas, jamás podré tener hijos.
Pero eso a quien le importa habiendo tantos niños huérfanos, que necesitan ser adoptados.
Yo me apunto no manches adoptame super tu relato y seguro abra una segunda saludos amigo buen relato… 🙂 😉 🙂 😉
Eres hermosa y libre …eso le hace falta a la vida