Mi amor
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por salette.
…me fui más hacia abajo dentro de la sábana y poco a poco mi mano alcanzó a rozar suavemente el gran bulto en los bóxer de Héctor.
Entre la somnolencia, Héctor se excitó y aquello había empezado a crecer, todavía más, debajo de la tela, cuando se dio cuenta de que no era un sueño, dio un sobresalto apartándose ligeramente de mí, ¿Qué haces Sal? –preguntó en voz baja pero sorprendido, yo, sin escuchar y volviendo a acercar mi mano pero esta vez por dentro sintiendo el tacto caliente de aquello engrosando. –Oye, no tienes porque hacer… –Héctor no sabía cómo terminar la frase. – Quiero hacerlo – dije sacando afuera del bóxer la verga de Héctor claramente excitada. – Oye, después de lo ocurrido no creo que esto… – intentó explicar Héctor entre temeroso y excitado por la situación. – Relájate, no me gustaría que esta noche no durmieras por mi culpa – y nada más terminar la frase mis labios rodearon el pene de Héctor. Saleeecita, nunca me habían mamado la verga de esta manera, su pene se hundía en mi boca. Mis labios y mi lengua, con movimientos estudiados como los de una auténtica profesional del porno, humedecían todo su lindo, largo y gordo pene. Un recorrido que a Héctor le pareció infinito cada vez que me la tragaba. Su verga no podía estar más dura ni él, más excitado, le estiré el bóxer hacia abajo para poder alcanzar con su mano los huevos y jugar con uno de los dedos en la entrada de Héctor. Este solo respiraba ansioso por más y acariciaba mi cabello, empecé a mamar con más fuerza sin sacarla un instante de la boca, masajeando sus genitales y enterrándole un dedo. Héctor estaba tan excitado en ese momento que estiró su cuello para acercarse a mi cara. Nos besamos con las lenguas húmedas mientras seguía masturbándole con fuerza. Así Héctor se corrió en mi mano mientras ese beso caliente no terminaba.
La mañana siguiente Héctor se despertó temprano para ir a su trabajo y yo me hice la dormida pero estuve observándolo. Héctor, se sentía especialmente extraño por lo sucedido en la noche y apenas se atrevió a despertarme. Me dejó allí acostada, desnuda, con ganas, con ansias, cerró la puerta de su casa y se fue al trabajo.
En la tarde noche, al regreso del trabajo, Héctor solo se me quedo viendo, y yo, desnuda me puse cara a la pared e hice que Héctor se acercará a mí, aprisionando todo mi cuerpo, contra la pared adelante del suyo. Llevé las manos de Héctor a mis pechos poco abultados pero excitados y con los pezones erectos, pude sentir su erección caliente dentro de su pantalón, rozar mis nalgas, un deseo irrefrenable me invadió por completo empecé a mover mi culo adelante y atrás rozando la verga caliente de Héctor. –No me la metas – le dije en voz baja, él se quedo quieto rozando mi culito, le dije "gracias" "¿por qué?" me preguntó "lo he pasado muy bien, anoche –contesté- y me ha gustado como me has tratado" "¿a qué te refieres?" "me has tratado como a una mujer" lentamente acercó su cara a mí poniendo una mano en mi cintura y la otra en mi nuca, volteándome, me beso, yo pude reaccionar y con mi lengua empecé a buscar sus labios a lo que él reaccionó abriéndolos y buscando con su lengua la mía, nuestras lenguas se abrazaban igual que nosotros y nuestras salivas se mezclaban como nuestros cuerpos, no sé cuánto tiempo estuvimos besándonos hasta que nos separamos y me pregunta "¿quieres que te siga tratando como a una mujer?" yo le respondí dándole un beso en los labios; Héctor empezó a acariciar mis pechos, otra vez, mientras yo, ni corta ni perezosa, dirigí mi mano a su paquete y empecé a masajeárselo por encima del pantalón, se notaba grande, cuando le había aflojado el pantalón fui recorriendo su cuerpo con besos, bajando hasta llegar a su bulto y se lo besé por encima del pantalón, yo estaba fuera de mi, le bajé todo y ante mi apareció una enorme y bella verga, me quedé mirándola ya que me embelesaba, al verme me dijo "no te asustes, no muerde", con una mano le empuñé el pene y con la otra le agarré los huevos que difícilmente me cabían en la mano, yo no sabía cómo empezar, así que lentamente le fui besando todo el tronco, recreándome en el glande y jugando con mi lengua en esa rajita de la que ya salía un liquidito, con miedo lo probé con mi lengua y me gustó, así que decidida me metí ese fresón en la boca y empecé a chuparlo como si fuera un caramelo, me sentía como la niña que prueba por primera vez una golosina, Héctor me tenia sujeta la cabeza y yo subía y bajaba mi boca por su verga hasta que me la retiró y me dice "vamos a la cama, estaremos más cómodos" yo me dirigí y vi como él se desvistió corriendo, yo desnuda camine lentamente delante de él y veía que no me quitaba el ojo de encima, por lo que empecé, coqueta, a mover mis nalgas,
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Me tumbé en la cama, lo abracé y nuevamente nos besamos, él seguía jugando con mis pechos y yo empecé a masturbarlo, Héctor dirigió una de sus manos a mi entrepierna y acarició mi pequeño penecito, que ya estaba muy paradito, yo me paré y le retiré la mano diciéndole que por ahora prefería que no me tocase eso, me miró un poco extrañado pero volvió a besarme y llevó la mano hasta mi culo, cuando encontró mi agujerito empezó a rozarlo con un dedo y eso me hizo soltar un gran gemido. Yo volví a dirigir mi boca hacia su pene, él me besaba toda la entrepierna, sin tocarme la verga ni mis huevos, mientras seguía rozándome el agujero de culo con un dedo; al rato la respiración de Héctor se aceleró y su pene empezó a soltar unos chorros de leche que cayeron en mi boca, intenté escupirlos pero cuando pasaron directos a mi garganta me enloquecieron y empecé a chupar como si me estuviera bebiendo de una mamila, hasta que Héctor no me dio más y gritando me pidió que parara.
Me dejé caer bocarriba en la cama y Héctor empezó a besarme los pies hasta que me preguntó "¿quieres que te haga ya sentirte como una mujer?" yo me quedé callada unos segundos y le dije "por una parte estoy deseando pero por otra parte me da miedo que me puedas hacer daño" él se levantó, se acercó a mí y me dice "Sal –me da un beso- me lo estoy pasando muy bien y me gustas mucho, no sería capaz de hacerte daño", se tumbó encima de mí besando mis tetas hasta que se puso de rodillas entre mis piernas, las cogió, las puso sobre sus hombros, "¿lista?" preguntó "cuando tú quieras mi amor" le contesté, poco a poco empezó a penetrar mi estrecho culito, me dolía mucho pero aguantaba porque quería que me hiciera suya, en un momento solté un pequeño grito de dolor y paró la penetración por unos segundos hasta que vio que me había vuelto a relajar, entonces prosiguió con su trabajo, el dolor había desaparecido dando lugar al placer y yo los gritos los había sustituido por gemidos de auténtica satisfacción, cuando por fin me había penetrado entera empezó a follarme, primero suavemente metía y sacaba su pene de mi culo, que ya no era estrecho, luego parecía un caballo desbocado fornicándome, hasta que sacó su verga de mi particular culo, ups, como él lo llama.
Se tumbó a mi lado y con voz de pena me dice, mientras me abrazaba por la espalda "Sal, no he llegado" yo me volví y muy pícaramente le dije "penétrame" "quiero sentirte dentro de mí" me besó la oreja y levantó mi pierna izquierda, empezó a cogerme nuevamente, introdujo su pene de un solo golpe, apenas me dolió, sentí su lanza hasta el fondo de mi alma, en mis nalgas sus testículos chocaron fuertemente, una seducción divina, su mete y saca alucinante, con una rapidez increíble y esa sensación de tener su verga tocando todo mi interior hicieron que yo reventara en un orgasmo sin tocarme el pene, de los mejores de mi vida que se vio acompañado de un nuevo placer para mí, Héctor explotó en una gran venida dentro de mí, sentí como un río de lava ardiente corría hasta mis profundidades, dándome placer y tranquilidad, satisfacción y goce, sentí como ese plasma me quitaba todo indicio de dolor, curando todas mis heridas, estuve quieta sintiendo como ese líquido dejo de hervir en mis entrañas, después de un momento, no sé cuánto tiempo, giré mi cabeza y nos besamos hasta que su verga, antes erecta, fuerte, poderosa, caía rendida ante mis nalgas, mi culo y ya flácida salió sola; nos acostamos, nos besamos y abrazados nos quedamos dormidos…
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