Mi experiencia de puta callejera
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por adrianalucia80.
Fui a un motel en el centro dela ciudad y estaba muy excitada por lo que pretendía hacer, vestirme de mujer y salir a la calle.
Me depilé completamente, incluyendo la zona púbica y con mucha paciencia en la vecindad de mi ano.
Si alguien me abría las nalgas quería que mi ano se viera limpio y libre de pelos.
Me puse un minivestido rojo cuya falda apenas me cubría las nalgas, sandalias de tacón alto cuyo color rojo hacían juego con las uñas de mis pies pintadas de rojo, bien maquillada, sombra en los ojos, rubor y labial rojo que también hacia juego con mis grandes aretes rojos.
Definitivamente me veía muy linda, o al menos era lo que creía.
Armándome de valor salí de mi habitación dirigiéndome hacia la puerta principal del motel, para salir a la calle.
Oprimí el timbre para que me abrieran, estaba muy nerviosa por lo que el portero pudiera decirme.
Al verme sorprende por mi cambio, se sonríe un poco y me abre la puerta.
El corazón se me quería salir, pues todavía no me acostumbro a salir en minifalda y tacones a la calle.
Sin embargo no era la primera vez que lo hacía.
Caminaba coquetamente, muy nerviosa pero excitada, esperando que algún hombre se me acercara y me tratara como una putica callejera.
Sentía la tenue y fría brisa de la ciudad en mis piernas y nalgas casi expuestas.
Los hombres que pasaban a mi lado se me quedan mirando, algunos de ellos me sonríen y yo sin quitarles la mirada les devuelvo la sonrisa esperando a que se animen a proponerme algo.
Deseaba ansiosamente ser tratada como mujer o como puta.
Quería que algún hombre me abordara y me ofreciera dinero por poseer mi cuerpo.
De sólo imaginarme que un hombre me haría suya por dinero se multiplicaba por mil el morbo y la lujuria.
Estaba muy excitada y deseosa de ser cogida por un hombre.
Había caminado 3 cuadras cuando por fin ocurrió lo que tanto anhelaba, que un macho me abordara… ¿Hola mamacita cómo estás?, me dijo el desconocido, a lo que respondí; muy bien ¿y tú como estas? Le respondí.
Seguidamente aquel macho, grueso, moreno, de 1.80 m de estatura aproximadamente me pregunta ¿Cuánto cobras linda? Y le respondí sin siquiera pensarlo, 25.
Y el desconocido me pregunta ¿25 por la hora? Y le dije que si sin pensarlo, pues no me interesaba el dinero, sólo quería que alguien me follara, me hiciera sentir como mujer y además, quería sentirme como una puta y me trataran como tal, pero la verdad es que le ofrecería mi ano gratis a cualquiera que quisiera follarme cuantas veces quisiera.
Aquel desconocido macho, a quien en adelante llamaré Juan, caminando junto a mí, empieza a acariciarme las nalgas diciéndome “que lindo trasero tienes mamacita”… Y Le dije; gracias, me alegra que te guste.
Me dice cosas bonitas y hace que gane confianza.
Luego me dice “muy bien, te doy 50 mil pesos pero por toda la noche ¿Qué dices?” y le dije “está bien, ¿pero a donde me piensas llevar?” A lo que responde… “la verdad es que sólo tengo 50 mil, así que si los quieres completico será en la calle en un lugar solitario ¿Qué dices? Y le respondí “para serte sincera, me gusta la idea… me excita el peligro, le dije” y el responde “me alegra que seas atrevida, busquemos entonces un lugar”.
Caminábamos buscando un lugar solitario pero con algo de luz.
Juan me seguía manoseando las nalgas, metía su mano por debajo de mi falda y corriendo el hilo de mi tanga, me acariciaba el ano con sus dedos.
Estaba tan excitada que no me importaba que algunos hombres que pasaban a nuestro lado se dieran cuenta.
Sólo me importaba que Juan me hiciera suya, así que lo dejaba, que me manoseara todo lo que quisiera.
Como no me resistía, empezó a presionar con uno de sus dedos la entrada de mi ano, tratando de penétrame mientras caminábamos.
Yo le dije “mi amor, si vas a penetrarme con el dedo hazlo con cuidado, no me lastimes con la uña” y así lo hace, empieza a penetrarme con cuidado mientras caminábamos, mi excitación era infinita, nada me importaba.
Fue algo increíble, me sentía como una verdadera putica caminando con su cliente impaciente por la calle y desesperado por penetrarme.
Me hacía sentir como una verdadera y provocativa mujer.
Y aunque al principio me dolió un poco, la excitación mitigaba ese dolor, sólo sentía placer y lo dejé que me lo metiera hasta el fondo, luego lo saca un poco e introduce 2, para jugar con ellos dentro de mí.
Me sentía en las nubes, mi morbo se multiplicaba por miles, mientras buscábamos un buen lugar para entregarme por completo a Juan.
Estábamos ya en una calle solitaria.
Nos detuvimos junto a un poste de luz y le dije “me gustaría que me cogieras aquí” La calle está solitaria y hay luz, me excitaba también el riesgo.
Y sacando sus dedos de mi ano me dijo, “¡sácame la verga! Le bajé la cremallera del pantalón y saque su gran falo, tan duro como un palo.
Me sentía inmensamente feliz de saber que como mujer podía despertar tanta lujuria en un hombre.
Me dice entonces “date vuelta”.
Yo sin hacerlo esperar me di media vuelta dándole la espalda y me incliné un poco hacia adelante apoyándome en el poste de luz con mi hombro derecho para liberar mis manos, levanté lo más que podía mi trasero y abrí yo misma mis nalgas para exponerle mi ano y facilitarle la tarea.
Juan no me hace esperar y coloca la punta de su falo en la entrada de mi ano y empuja con fuerza.
La penetración fue muy brusca y hasta el fondo, haciéndome lanzar un leve quejido de dolor, sentía que se me doblaban las piernas, pero él me rodea la cintura impidiéndolo.
Gemía por el dolor, pero a Juan no le importaba, sólo le importaba follarme; Me penetraba hasta el fondo y sin sacarlo completamente me volvía a ensartar, clavándomelo hasta el fondo con mucha fuerza, como si quisiera atravesarme toda, sacándomelo por la boca.
Y Juan me daba fuerte nalgadas diciendo “tranquila linda que el dolor se te pasa pronto y lo vas a disfrutar muchísimo” En efecto, poco a poco el dolor se fue disipando mientras el placer y el morbo crecían al infinito.
Disfrutaba cada milímetro del enorme falo, estaba en el cielo del placer.
Juan aumentaba cada vez más el ritmo de las penetraciones, Cerraba mis ojos para concentrarme en disfrutar la follada que me estaban dando en la calle contra un poste de luz, gemía de placer infinito.
Mi macho me decía muchas cosas que me excitaban aún más… “que rica estas mamita, que culito tan delicioso, quiero romperte el culito… etc”.
Y yo, loca por el morbo y la lujuria, le rogaba que abuzara de mí, le decía… “rómpeme, rómpeme si quieres mi amor, quiero ser tuya, abusa de mi todo lo que quieras, hazme tu mujer, quiero ser tuya, tu perra, atraviésame toda”.
Sentir cómo ese gran falo me ensartaba hasta lo más profundo de mis entrañas me llevó al éxtasis, perdiendo la noción de todo, sin pensar en que me estaban clavando en la calle como a una perra, bajo la luz de un poste de calle y el riesgo de que la policía nos detuviera por escándalo público.
El peligro me excitaba aún más, y sólo me concentraba en disfrutar cada milímetro del gran falo, que atravesando mi ano, llegaba a lo más profundo de mis entrañas una y otra vez, hasta que estallé una vez más en un indescriptible orgasmo anal; Me temblaban las piernas, me esforzaba para que no se me doblaran y poder seguir disfrutando de las salvajes y profundas penetraciones.
Yo, infinitamente satisfecha, lo dejé que siguiera cogiéndome y disfrutando mi ano, mis nalgas.
Por fin sentí sus espasmos y como me inundaba de semen.
Yo me quedé inmóvil y deseosa de tener ese gran falo dentro de mí por un buen rato, pero ese rato fue fugas y siento como me lo va sacando lentamente y acariciando mis nalgas.
Cuando me lo sacó por completo me erguí y me di media vuelta para verle la cara y decirle “espero que te haya gustado”, a lo que respondió, “linda fue muy rico, tienes un culito delicioso y espero que se repita”.
Yo le respondí, “mira mi amor, anota mi correo para que te comuniques conmigo, quiero ser tuya otra vez”.
Juan anotó mi correo y se fue, no sin antes darme un beso y decirme “cuídate linda, disfruté mucho tu culito delicioso, adiós”.
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