Mi feminización III (final)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Salimos dejando atrás a Agustina y los demás.
Caminamos hacia el auto de Bruno, había viento y pude sentir algo de frio en el cuerpo.
Habíamos abandonado la casa donde tanto calor habíamos sentido.
Me senté en el asiento de atrás, casi recostándome.
Rubén puso música.
Estaba perdida en mis pensamientos, ellos venían hablando pero no les preste atención.
No podía sacarme de la cabeza la imagen de agustina siento penetrada por todos lados, estaba un poco celosa? Podía ser eso? 3 días atrás quizás me hubiera peleado desarmado con un oso polar por una chance de estar con una mujer como agustina y ahora quería ser ella, siendo el objeto de deseo de cualquier macho que se cruzara y entregándome a sus más bajos y primitivos instintos.
El sabor a leche de Bruno todavía estaba presente en mi boca, y sentía mi garganta seca, recordé también la mamada que habíamos compartido con Gabriela, también hubiera matado por estar con alguien como ella.
– O no diana? Dijo bruno, lo que me hizo volver a la realidad, sacándome de las fantasías de la putita que estaba descubriendo en mí y había tomado el control de mis pensamientos.
– Perdón no estaba prestando atención.
Respondí
– Que si la pasaste bien.
Te gusto?
– Sí, me encanto!! Dije con una voz que hasta a mí me pareció femenina y hasta algo forzada.
– Qué bueno, yo también gocé mucho con ustedes.
– La noche es joven, intervino Gabriela, además todavía queda una sorpresa para Daiana en casa.
– Mmm, que será? Respondió en complicidad Bruno
Fuese lo que fuese esa sorpresa, estaba entregada, iba a aceptar lo que viniera, mi voluntad se había doblegado al placer de sentirme mujer y no hubiera podido negarme a nada.
Trataba de imaginar que podría ser la sorpresa, me había hecho la idea de bruno cogiéndome como una gata en celo.
El auto aceleraba cada vez más, el motor rugía en la autopista y los postes de luz pasaban velozmente por mi ventana.
Había un consenso general, algo que nadie dijo pero estábamos todos de acuerdo, había que llegar rápido, la excitación en nuestros cuerpos y mentes así lo requerían.
Llegamos después de lo que me pareció toda una eternidad.
Cuando entramos a la casa, Gabriela me dijo que fuera para mi pieza.
Por un momento, me entristecí, pensé que me estaba dejando afuera de cualquier cosa que fueran a hacer con bruno.
Con cara de pesadez obedecí, como una nena pequeña a la que acababan de castigar.
Cuando iba acercándome a mi habitación pude ver que la luz estaba encendida, me la había olvidado encendida.
Mi sorpresa fue muy grande cuando descubrí que no era yo quien había dejado prendida la luz.
Un joven hercúleo estaba masturbándose sentando en mi cama.
Él también me estaba descubriendo.
Me apoye sobre el marco de la puerta, como si mis piernas hubiesen perdido su fuerza.
Tome unos instantes mientras contemplaba la situación.
Era un joven de pelo corto, algo moreno y con cara de nene, no creo que tuviese más de 17 años.
Tenía el abdomen marcado, sus abdominales se marcaban mientras recorría su larga verga de arriba abajo lentamente mientras me miraba fijamente.
La película que estaba viendo ya no le importaba y había centrado su atención en mí.
Había sido dejado allí por Gabriela, como una leona deja un pedazo de carne a sus cachorros para alimentarlos y lo iba a aprovechar.
Mordí mis labios instintivamente, mi putita interior volvía a tomar el control de mí haciendo desaparecer mi masculinidad por completo una vez más.
No pude evitar caminar hacia mi presa, el hambre era demasiado, el me miro a los ojos y luego clavo su mirada en su verga mientras la sacudió como invitándome.
Me subí a la cama y camine de perrito hasta tener mi boca cerca de la suya, él había cerrado sus piernas para facilitármelo.
Intento besarme, a lo que tome con mi mano su pelo y tirando del mismo alejé su boca de la mía.
Él era un juguete que había sido dejado para mí y el control de la situación era mío, estaba haciéndoselo saber.
Dejé caer mis caderas sobre su verga, me senté sobre ella, quedo atrapada entre los cachetes de mi culo.
El me tomo de la cintura con ambas manos mientras con las mías recorría su cara, su pecho y esos duros abdominales que me volvían loca.
Cada vez que mis manos se acercaban a su boca el intentaba chupar mis dedos los cuales sacaba rápidamente impidiéndoselo.
Podía sentir su verga entre mis piernas, era larga, sus huevos se frotaban en mi culito y pasando por debajo de mi bombacha su cabeza se asomaba entre mis piernas.
Movía mis caderas hacia atrás y adelante para sentirla mejor, estaba férrea, gozaba sintiéndola, el empezó a jadear y me dijo si así bebe.
Puse un dedo sobre su boca para silenciarlo, solo yo podía gemir.
Lleve mis manos a mi boca y chupe 2 de mis dedos, que luego fueron hacia mi culo.
Me incline un poco hacia delante y levantando la cola corrí mi tanga dejando libre mi agujerito que comenzaba a recibir el cariño de mis dedos.
Estuve así un rato hasta que pude lubricarme completamente y tras un poco de maña y esfuerzo dos dedos entraban con relativa facilidad.
La situación me sobrepasa, no pensaba, solo actuaba.
Levantándome un poco con la misma mano que tenía dándole placer a mi ano tome su verga y la dirigí a mi culo.
Si bien era larga no era tan gruesa como ninguna de las vergas que había tenido el gusto de conocer este fin de semana.
Gabriela estaba en todos los detalles, me había conseguido un macho a medida para me desvirgara el culo, a lo cual estaba sumamente agradecida.
Me deje caer un poco sobre esa verga, su cabeza hacia presión contra mi ano, intentaba relajarme pero sentía un poco de dolor y no pude conseguir que entrará.
Volví a lubricarme con saliva y a meter 2 dedos, esta vez sí me dolió un poco más cuando entraron.
Cuando mi mano hizo tope, moví los dedos dentro de mi culo a pesar del dolor nada iba a impedirme disfrutar de aquel regalo.
Así estuve un rato, una segunda vez no alcanzo y repetí el procedimiento.
Con mis dedos adentro tome una bocanada de aire, respire profundo y mientras me cogía con 2 dedos intentaba relajar mi esfínter ante la atenta mirada del macho adolescente que tenía entre mis piernas, el cual mordía sus labios sin emitir sonido alguno.
Este último intento y un poco más de saliva permitieron la proeza, ya tenía la cabeza de su pija adentro.
Me provocaba incomodidad y algo de dolor, movía mis caderas un poco para acostumbrar mi cuerpo a su intruso.
Me deje caer un poco más sintiendo cada milímetro de verga que empezaba a abrirse paso en mí.
La sacaba un poquito levantándome y volvía a empalarme a mí misma en esa verga, el empezó a gemir, a mí ya no me importaba, estaba concentrada en hacer que mi culo devorara esa verga.
Me entraba cada vez más profundo, mis piernas habían llegado a su límite y mi esfínter apretaba a más no poder.
Ya me había entrado más de la mitad de su miembro, mis piernas me traicionaron y me dejaron caer sobre la totalidad de su verga, sentí sus huevos en mi culo, hacían tope, lo había logrado.
Mi satisfacción por tal hazaña no duro mucho, el dolor se apodero de mí, sentía como ese falo intruso presionaba contra mis entrañas, largue un pequeño y femenino grito.
Me quede quieta como esperando acostumbrarme a estar empalada, el dolor iba desapareciendo de a poco.
Comencé a cabalgarla despacio, me sentía excitada más allá de la incomodidad, toda la preparación de los días anteriores culminaban en este momento, me había vuelto una mujer tenía una pija adentro y lo estaba disfrutando.
Mientras cabalgaba sintiéndome una amazona poseída galopando en su semental el bombeaba hacia arriba haciendo que sus huevos toparan en mi cola, asegurándose que llegaba a los más profundo de mi que podía llegar.
Mi pija luchaba por pararse dentro de su prisión, me hacía doler pero era sobrepasada por la lujuria y el placer que aquel adolescente generaba en mí y en mi culo.
– Parece que le gusto el regalo, escuche la voz de bruno.
Me detuve a mirar sobre mi hombro y pude ver a Gabriela y bruno, estaban disfrutando el show que ella tan detalladamente había preparado para mí, mientras el metía su mano por debajo de la tanga y masturbaba a Gabriela que gemía mientras nos miraba.
Ayudándome con la cabecera de la cama me saque despacio la verga del culo y me paré sintiendo como resbalaba por mi culo mientras lo hacía.
Aproveche para sacarme la tanga y dándome vuelta me puse en 4 patas ofreciendo mi culito otra vez a mi amante que al entender mi proposición se dispuso a complacerme.
Me dio una nalgada fuerte cuyo sonido estremeció la habitación.
Abrió mi culo con ambas manos y sintiendo mi hoyito expuesto sentí como escupía en el.
Se arrodillo detrás mío y me la volvió a meter, ya no había resistencia, me bombeo suavemente y fue acelerando su ritmo.
Sus huevos golpeaban sobre mi cola, me volvía loca.
Bruno masturbaba brutalmente a Gabriela, que intentaba cerrar sus piernas mientras lanzaba gritos de placer.
Bruno la empujó hacia la cama haciendo que apoyase ambas manos sobre el colchón, su rostro angelical quedo en frente del mío, nos miramos a los ojos, como agradeciéndonos mutuamente por todo lo que estábamos viviendo.
La bombacha de Gabriela fue bajada hasta sus rodillas casi agresivamente, y un gemido de Gabriela mientras abría su boca y sus pupilas se fueron para arriba, me dio a entender que su amante le había clavado profundamente y sin compasión.
En ese momento pude sentir como mi semental dejaba su pija enterrada y cada bombeo hacia que mi esfínter se expandiera mientras me llenaba el culo de leche.
La cama se movía violentamente ante las embestidas de bruno a Gabriela, sus jadeos llegaban a mi rostro como un suave y relajante viento tibio, estaba llena de leche, mi verga escupía sus jugos por segunda vez en la noche y mi amante sin haber sacado su verga de mi empezaba a darme masa de nuevo.
El ritmo de nuestros machos se iba acelerando al igual que nuestros gemidos, pronto el ruido de sus pelvis y huevos rebotando contra nuestros culos había ensordecido la habitación.
Nos mirábamos con Gaby como 2 cómplices y sonreíamos cada vez que nuestros ojos se encontraban, estábamos gozando como nunca.
Mi chico me saco su pija y tomando el interior de mi muslo me dio a entender que quería que me diera vuelta.
No tardé en hacerlo, me sentía vacía y quería que volviera a llenar ese espacio rápidamente.
Tomo mis piernas en sus brazos y llevándome hacia el me la volvió a meter.
Gabriela también aprovecho para acomodarse, tras sacarse el panty paso sus rodillas por encima de mi cara, quedando de perrito arriba mío.
Bruno agachándose pasaba la lengua por su ano, era un espectador de lujo de la situación.
Metió sus dedos dentro del culo de Gaby y sus jugos goteaban sobre mi cara, intente recibirlos con mi lengua, se sentían ácidos, un néctar prohibido que degustaba mientras me seguían rompiendo el culo, placer que Gabriela no tardaron en darle también, haciéndola gemir como poseída.
Veía los huevos de bruno balanceándose y rebotando en la concha que seguía derramando su líquido sobre mi cara mientras me daban masa.
Estuvimos así un rato, bruno sacaba su pija, y me la ofrecía para que la degustara, cosa a la que no hubiese pensado negarme, era una catadora de los sabores de Gabriela y bruno, el alternaba entre su culo y su concha.
Gabriela debía estar haciendo lo mismo, me desaparecía la pija de adentro mío para volver a clavarse brutalmente unos segundos después.
Éramos una máquina de satisfacer instintos sexuales trabajando en equipo.
Voy a acabar, dijo bruno, ella rápidamente se salió y se acostó a mi lado abriendo la boca y mirando esa hermosa pija dijo “danos la lechita”.
Fue mi señal para copiar su gesto y abrir mi boca para esperar el tan ansiado manjar.
Gabriela se clavaba los dedos en la concha y con su otra mano se masajeaba las tetas, mientras bruno se masturbaba más rápido cada vez.
Yo sentía que las embestidas de mi juguete violador se aceleraban y se hacían más fuertes, ambos se estaban calentando a punto de acabar.
Un gemido anuncio la acabada de bruno, que gentilmente compartió su leche con ambas llevando su miembro a cada una de nuestras bocas.
Su sabor era intoxicante y agridulce.
Jugué con él en mi boca un ratito, y luego me lo trague.
Volví a abrir la boca mostrando que me había tragado todo y bruno nos dijo que éramos unas putitas obedientes.
Gabriela le limpio la pija sacando hasta el último rastro de leche.
Le agradecimos como buenas putitas.
Podía volver a concentrarme en mi macho y la cogida que me estaba pegando, me dolía un poco pero no quería que se detuviera.
Gabi me acariciaba los huevos, lo disfrutaba muchísimo.
– Si así cógeme!!!, dame más duro!!!, cógeme como una puta!!!, dale, cógeme como un hombre, maricon!!!
Esto último toco una fibra en él.
Me dijo toma hija de puta y empezó a darme sacando su verga casi en su totalidad para volver a clavarla a fondo con la cadencia digna de una máquina de coser.
Volví a acabar, mucho más fuerte esta vez.
Cada embestida me hacía salir más leche de mi verga.
Mi mente se puso en blanco, la sangre se había ido de mi cabeza, la habitación me daba vueltas, estaba en el cielo.
Me la saco, y parándose sobre la cama nos bañó en una lluvia de leche que rego por todos nuestros cuerpos, la cama y el piso.
Era mi primera cogida y la había disfrutado a pleno.
Estaba exhausta, lo último que recuerdo era una lengua que limpiaba mis cachetes dulcemente.
Cerré los ojos y desfallecí, me había quedado dormida.
Lo último que recuerdo de esa noche es que Gabriela levanto mi cabeza para poner una almohada debajo, se acostó a mi lado y pasando su pierna por sobre las mías abrazo mi cintura apoyando su cabeza en mi hombro.
– Te vas a quedar conmigo, no? Dijo con vos angelical.
– Si, mi amor, nunca podría dejarte.
LUNES:
Me desperté con todo el cuerpo dolorido, estaba contracturada de todo el castigo físico de la noche anterior.
Mis piernas me dolían mucho, y el culo me ardía como si alguien hubiera dejado una braza aun encendida allí, ser un juguete sexual tenía su precio y estaba pagándolo.
No había rastros de Gabriela, ella había despertado más temprano y me había dejado dormir sin molestarme.
Como pude me di fuerzas para llegar hasta la mesa de luz para tomar mi celular.
Refregándome los ojos pude ver la hora, era casi la 1 del mediodía, tenía un par de llamadas perdidas de mi mamá, le mandé un mensaje diciendo que estaba bien y que ya estaba por volver, que me encontraba bien.
Sentía todo mi cuerpo pegajoso, mi ropa también lo estaba.
Aproveche la cercanía a la mesita de luz para buscar la llave del candado de mi castidad y me la saque, me costó un poco sacarla, estaba como pegoteada a la piel de mi pija.
Al fin estaba libre de esa prisión, esa condena que yo mismo había elegido cumplir.
Me entre a bañar, al sacarme la ropa sobre todo las medias me recordó la sensibilidad de mi piel totalmente depilada, una sensación placentera, aunque después de 2 días ya podía sentir algunos pelitos volviendo a crecer en mi cuerpo.
Deje todas las prendas en el canasto de la ropa para lavar y después de abrir la ducha me senté a fumarme un cigarrillo en el inodoro con el sonido del agua cayendo de fondo, la situación era relajante.
– Buen día hermosa, como dormiste? Se escuchó la vos de Gaby desde la habitación.
– Muy bien, me hubieras despertado más temprano.
– Es que te veías como un angelito y no quise molestarte, cuando salgas de la ducha vamos a comer algo.
– Ok, no tardo mucho
Termine mi cigarrillo y me metí bajo el agua.
Me lave bien el cuerpo y la cara con jabón para sacar el maquillaje y los restos de semen.
Ya limpio me quedé un rato más debajo del agua tibia.
Al salir envolví mi cintura con un tallón, cosa que al percatarme rectifiqué y puse como lo haría una nena, desde las axilas hacia abajo.
Cuando abrí la puerta del baño y entrar a la habitación vi que Gaby había dejado mis ropas sobre la cama, mis ropas de hombre.
Me decepcione un poco a decir verdad, debía volver a mi vida “normal”, cosa que no había contemplado hasta el momento.
Me vestí percibiendo cierto desagrado en mi cuerpo, la ropa de hombre se sentía tosca, raspaba en mi cuerpo, y era aburrida.
Fui a la cocina y Gabriela estaba con su notebook, la cual al verme cerró e hizo a un lado.
– Daiana, espero hayas disfrutado tu ducha.
– Si mucho, la verdad me sentó bárbaro.
– Porque esa cara? Estas bien?
– Si, por que lo decís?
– Te noto algo cabizbajo
– Solo estoy un poco cansado.
– Cansado seguro, pero te arrepentís de lo de anoche? Me pareció que lo re disfrutaste
– No me arrepiento, la pase bien, linda sorpresa me diste, de donde lo sacaste.
– Mati? Es el hijo de Fabián, no le digas nada, esto queda entre nosotras.
Comimos unas ensaladas, no era mi comida favorita, de hecho me desagradaba pero igual me las aguanté no quería ser desagradecido con la persona que me había hecho vivir un fin de semana inolvidable.
Ella saco el tema de mi decisión de anoche, quería que le asegurara que estaba seguro, con un poco de duda esta vez volví a reafirmarla.
– Buenísimo Daiana, ella seguía llamándome así aunque estuviese en mi forma de Sebastián.
En estos días te voy a estar contactando para seguir con todo esto te parece bien?
– Si dale.
A decir verdad aunque me encantaba hablar con ella, me empecé a incomodar un poco, no sé por qué, pero le dije que ya tenía que volver a mi casa o mi madre se iba a empezar a preocupar.
Dale no hay problema me dijo y me acompaño hasta la cochera, saque mi auto y casi con dolor dejaba atrás la casa, a mi amiga y a parte de mí mismo la cual ya empezaba a extrañar.
Al llegar a mi casa, mi mamá me pregunto si había comido, le dije que sí.
– Y pescaste algo?
– Si uno solo, como de 20 centímetros pero era muy finito y lo dejé ir para que crezca, reía por mis adentros, si supieras vieja.
– Y ahora qué vas a hacer
– Me voy a tirar un rato estoy muy cansado.
– Bueno dale, yo me voy a ir a hacer unas compras al quiosco.
Me tire en mi cama y viendo televisión me quede dormido, me desperté como a las 5 de la mañana.
Era muy temprano, me puse a boludear en Facebook, a responder mensajes de amigos.
Desayuné y me fui a trabajar, volvía a la asfixiante rutina de siempre.
MARTES:
Otro día aburrido, mientras trabajaba pensaba que estaría haciendo Gabriela, se me cruzaban imágenes de todo el fin de semana de Fabián, Diego, Agustina, Bruno, Matías, de todo lo que había vivido.
Los recuerdos me habían dado una erección en pleno laburo.
Al volver a casa después de cenar mi vieja me pregunto si estaba bien, que me notaba raro, le dije que no me pasaba nada, que eran cosas del laburo, pero ya las había solucionado.
A la noche porno, mucho porno, de todo tipo, me clavé una paja furiosa pero el orgasmo no me pareció tan placentero.
MIERCOLES:
Mi jefe me retó apenas entré.
Me mando a llamar porque había cruzado unos papeles, me equivoqué las direcciones de email de 2 clientes, y mande la información a destinos equivocados.
Arranque el día de mal humor.
Mi celular sonó.
“Hola bebé como estas, soy Gabriela, agenda mi número.
”
“Hola, Trabajando, un día de mierda para mi”
“ya sé que estás trabajando gorda, yo te voy a alegrar el día.
Salí estoy en la puerta”
“Qué?, no!, no puedo, me van a echar al carajo”
Habrán pasado 12 minutos cuando la sucursal quedo en silencio.
El sonido de unos tacos parecía acercarse.
Levante mi cabeza y vi que era Gabriela, estaba vestida como una ejecutiva, se veía segura de sí misma y ante la atenta mirada de todos parecía incendiar el piso por donde pasaba.
Se acercó a mí y ante mi sorpresa me tomó de mi cara me clavó un beso de película.
Nadie parecía entender nada, mucho menos yo, era el más sorprendido.
– Hola mi amor.
Vamos? Dijo mientras tomaba mi mano.
Disculpen, es mío y me lo llevo.
Yo sin entender nada salí caminando de su mano como un niño al que van a buscar al jardín de infantes.
Al llegar a la puerta no pude evitar quejarme.
– Gaby, no me puedo ir, necesito este trabajo
– Acordate que vos me lo prometiste, interrumpió.
– Si pero no me imaginaba esto
– Quédate tranquilo, acompáñame, dale!! me dijo mientras yo miraba esos terribles ojazos azules que derretían mi voluntad, tenía una especie de control sobre mí, y pensándolo bien ningún hombre hubiera podido resistir demasiado tiempo a su voluntad.
– A dónde vamos?
– A comprar cosas, sonrió.
Fuimos hasta un shopping bastante grande de la ciudad, ella se veía emocionada, me llevaba de la mano mientras miraba vidrieras de casas de ropa, mayormente femenina.
Paramos en una casa de ropa deportiva, miraba unos leggins grises.
Ya tenía una remera rosa que había tomado del mostrador anterior, era una remera suelta y cortita, que dejaría a la vista su vientre.
– Te gustan.
– Si están buenos, le dije mientras imaginaba como le quedarían.
Le hizo seña a la vendedora que iba hacia el probador.
Ella entró a una casilla libre con una cortina.
Para mi sorpresa me tomo de la remera y me metió con ella.
Apoyándome contra la pared volvió a besarme mientras desabrochaba mi cinturón.
– Pará gaby!
– Shh, puso en dedo sobre mis labios, sos muy nervioso, relájate, nadie nos conoce acá.
En el peor de los casos van a pensar que me estás haciendo el amor a mi jaja.
Desvestite.
Comprendí que la ropa no era para ella.
No paso mucho tiempo hasta que estuve totalmente desnudo y la situación me había hecho dar una erección bastante fuerte.
– Estas contento de verme?? Dijo mientras acariciaba mis huevos.
Ayudo a vestirme, se agacho para ayudarme a poner los legguins en mis piernas, miraba hacia arriba, me moría de ganas de que me la chupara, pero no iba a pasar.
Se volvió a parar y me ayudo con la remera.
– Te queda hermoso, pero te están creciendo los pelitos del cuerpo y pinchas, ya vamos a ver que hacemos con eso.
A ver date vuelta.
Me di vuelta y mientras agarraba mi culo con fuerza me decía al oído, que rica cola que tenés yegua!!
– Bueno vamos
– Ni en pedo me sacas de acá vestido así, encima mira, manche los pantalones
Ella se rio al ver que mi liquido pre seminal había mojado la parte delantera del legguins
– Bueno, cámbiate te espero afuera, cuando calzas?
– 38
– Ok
Volví a vestirme “de hombre” mientras lentamente bajaba mi erección.
Ella había comprado unas zapatillas deportivas en rosa y me esperaba en la caja.
Casi me muero de vergüenza cuando entregue la ropa manchada.
La cajera creo que se dio cuenta, pero se hizo la boluda.
Son $4700, mientras recibía una tarjeta de la mano de Gabriela.
Se había gastado más de un cuarto de mi sueldo en un conjunto para mí sin siquiera titubear.
De donde sacaba tanta plata?.
– Vamos a tomar algo, mientras charlamos.
Jugo de naranja y medialunas de por medio me empezó a contar de mi tratamiento hormonal, me preguntó si estaba de acuerdo le dije que no estaba muy seguro, me comento que ya había sacado turno en una clínica privada para el análisis previo, que no lo podía cancelar, que al menos el análisis lo hiciera y después si no quería no habría problema no tomaba las pastillas y listo.
Estaba algo acorralado.
Bueno vamos, es solo un análisis de sangre, nada del otro mundo
Fuimos a la clínica, se veía de mucha calidad, cara sobre todo.
Ella decía la verdad, solo me sacaron sangre, la enfermera estaba muy buena de paso.
Cuando volvimos a la camioneta llamó por su celular a una tal Tatiana, pregunto si nos podía atender ahora, resulto que sí.
Esta fue mi primera sesión de depilación laser.
Fue humillante, estaba desnudo en frente de una chica que pasaba un cabezal laser por todo mi cuerpo, hasta me abrió los cachetes del culo para tener mejor acceso.
Cada disparo se sentía como cuando te pegan con una bandita elástica, no era insoportable, pero en ciertas partes que me hicieron estremecer y quejarme.
Gracias a dios la chica era súper profesional, hasta ignoro la parada de pija que cargaba, me dijo que no era la primera vez que le pasaba, yo estaba sin dignidad ya.
Tras darme con esa máquina por absolutamente todo el cuerpo me dijo que no me afeitara, que los pelitos tenían que caerse solos.
Cuando salí Gabriela me pregunto cómo me había ido, no le respondí y camine hacia la puerta quería irme de ahí.
Viaje callado la mayoría del trayecto, ella intuía lo que había pasado, al menos la parte del dolor y en su cara se notaba cierto dejo de satisfacción, me dejo en mi casa.
JUEVES:
Volví a presentarme en el trabajo, ni bien llegué un grito de mi jefe llamándome a su oficina terminó de despertarme, reemplazando al café que solía tomar a diario al arribar al lugar.
Me dio un corto, fuerte y conciso discurso que podría titular “las inconveniencias de abandonar el lugar de trabajo, el impacto que este produce en la empresa y las implicaciones económicas en el salario de quien lo realiza”
Viejo de mierda me iba a descontar el día y el presentismo.
Punto aparte fue el comentario acerca de “el yeguón que me estaba comiendo” y me preguntaba como lo había logrado.
Según él debía tener un miembro importante para que una mujer así se fije en mí.
Estoy tratando de suavizar las palabras que el usó.
La jornada laboral se desarrolló normal, salvo que la oficina completa me observaba y hasta algunos compañeros y compañeras se acercaban a hablarme tratando de dilucidar un secreto que ni el más despierto podría imaginarse, que era su juguete sexual y ni siquiera de una forma “heterosexual”
Cuando llegué a mi casa Gabriela conversaba con mi madre.
Que carajos hacia ahí, invadiendo el poco espacio que me quedaba de privacidad.
Al verme me saludo con un beso en los labios y un “hola amor”.
Mi vieja me sonreía.
Hacía mucho que quería que “sentara cabeza”, me dijo que era una chica muy linda y responsable y que tenía que cuidarla.
Se retiró a su pieza, supongo que para darnos privacidad.
– Que carajos haces acá?
– Mostrame tu pieza.
– No ándate, no me gusta que te involucres con mi familia.
– Yo te ofrecí mi casa, te compré ropa, te hice vivir cosas que no hubieses soñado, pone un poco de tu parte también.
Supongo que tenía algo de razón.
Accedí de mala gana pero fuimos a mi habitación.
Una vez adentro ella cerró la puerta, me empujo a la cama y me dijo “te voy a hacer gozar como nunca”
Me ayudo a sacar la remera, y mientras hacía lo mismo con mis zapatos me dijo que estaba re caliente y que quería coger ya.
Me desvistió completamente, y sin darme cuenta como estaba levantando mis piernas y pasando su lengua culo.
Yo sabía que no iba a tener sexo convencional con ella, pero la excitación se apoderaba una vez más de mí y me dejaba llevar a sus deseos.
Una vez lubricado, ella metía sus dedos en mi culo sin resistencia, esta vez a diferencia de la anterior no mostró el más mínimo interés en tocarme la pija.
Se detuvo solo para buscar algo en su bolso, saco un pote de lubricante y para mi asombro un arnés con un consolador de color rosa.
Recordé que estaba en mi casa y pensé en detenerla pero no pude, a decir verdad no quize.
Me pidió que me diera vuelta y me arrodille apoyando mi torso sobre la cama.
Cuando estaba en esa posición unto una buena cantidad de lubricante en mi culo, que goteaba sobre mi escroto produciéndome una sensación de escalofríos.
Sentí la punta del consolador presionando sobre mi ano ya dilatado, hice un poco de fuerza y no tardo en entrar.
Empezó un vaivén suave aunque sin aumentar el ritmo, si era cada vez mas profundo.
– Gemí putita, no te guardes nada.
Al principio me resistí a hacerlo pero el placer, me llevo inconscientemente a hacerlo.
Le pedí que me cogiera más fuerte, pero ella me ignoro manteniendo el ritmo lento y profundo que llevaba.
Mis gemidos se hacían cada vez más femeninos y aumentaban en volumen, ella acariciaba mi cabeza y espalda en signo de aprobación.
– SI, ASI SEBA!! DAME MAS FUERTE, grito ella.
Me preocupo que mi madre la escuchara, pero esa era su idea, me éxito un poco la situación.
– SI, DAMELA TODA, NO PARES SEBA!! SEGUI!!! ASIIIIIHHHH!
Por mis adentros pensé que no podía existir en el planeta una mina más hija de puta, pero estaba enloquecida como una perra caliente.
Estuvo asi dándome un rato, me sentía en el cielo, mi pene aprisionado contra el colchón acabo, sentí como me manchaba y el líquido recorría mi vientre y chorreaba por mis piernas.
– Wow, Daiana acabaste muchísimo, me pusiste a mil, dijo mientras me sacaba aquel aparato de mis adentros.
Me encantas, sos divina Daiana .
Nos paramos, ella busco algo en su bolso y me entrego una tarjeta de memoria.
– Es para el celular, son audios que quiero que escuches siempre que puedas, si es posible las 24 hs.
Guardo el strapon en su bolso y me dejó el lubricante encima de la cómoda.
– Bueno tengo que irme, no hace falta que me acompañes, muchas gracias por este momento, espero que lo hayas disfrutado tanto como yo.
Dijo mientras se iba.
Me quedé acostado en silencio, recapitulando e intentando descifrar la situación.
Un golpe en la puerta de mi habitación me hizo taparme con las sabanas.
– No voy a pasar, Gabriela, se acaba de ir.
Era la voz de mi mamá.
Sabes que esta casa no es un telo Sebastián!!, al menos tené la decencia de mantener un perfil más bajo, creo que hasta los vecinos escucharon!
Me había ganado un reto más gracias a que ella había invadido mi mundo, mi trabajo, mi casa.
No pude detenerla.
Después de una ducha, habiendo pasado un par de horas me llego este mensaje de Gabriela.
“me dejaste a mil Daiana, gracias a dios pude encontrar a un hombre que me sacara las ganas”
adjuntaba una foto de su concha chorreando semen a traves de sus muslos
“mañana quiero que vengas a casa por el fin de semana, decí que venís a lo de tu novia, besis”
Me dormí pensando en Gabriela, ella seguía dando vuelta y sacudiendo mi mundo, supongo que tras masturbarme mi mente había recuperado algo de claridad y comenzaba a darme cuenta del juego perverso al cual me había arrastrado.
Era solo un juguete a su merced y voluntad.
A medida que los días habían ido pasando me hundía mas y yo casi sin oponer resistencia a sus macabros designios, acaso disfrutaba de ser sumisa? En el fondo me excitaba, pero me daba miedo arrepentirme y ya no poder escapar a esta realidad que generaba tantas dudas en mí.
Esa noche soñé que tenía sexo con ella, pero mis esfuerzos por darle placer parecían ser insuficientes, veía en sus ojos insatisfacción simple y plana, a pesar de mi empeño ella ni siquiera esbozaba un gemido, estaba con la persona de la que al menos mi parte masculina, o lo que quedaba de ella, estaba profundamente enamorado y era incapaz de darle satisfacción al menos en lo relativo al sexo, no como hombre.
Al fin viernes.
Amanecí algo agobiado, sintiendo impotencia de no poder ser aquel que pudiera satisfacerla.
Pese a lo derrumbado que me sentía esa mañana me dispuse a ir a trabajar.
La mañana se me hizo eterna, perdido en mis pensamientos, ido de la realidad.
Calcule que escuchar música me iba a cambiar el ánimo.
Mientras pasaba los cables de los auriculares por debajo de mis ropas tratando de esconderlos de la vista de mi jefe recordé que la música que usualmente escuchaba estaba en la tarjeta de memoria que había cambiado por la que me había suministrado Gaby.
Mi sentimiento de curiosidad pudo más, decidí investigar su contenido, eran todas canciones, aunque percibí una voz femenina de fondo, apenas audible y que no podía distinguir lo que decía.
Había música que me gustaba y deje el playlist corriendo mientras trabajaba al ritmo relajado característico de todos los viernes.
Al salir del trabajo volví a mi casa y tome una siesta que se me fue un poco de las manos, me habré despertado casi entrando la noche.
Vi que tenia varios mensajes en el celular, algunos de amigos y mensajes y 2 llamadas perdidas de Gabriela.
La llamé y me dijo que me estaba esperando en el shopping.
La llamé para aclararle que me había quedado dormido y quedamos de juntarnos allí en media hora.
Tan rápido como pude me pegue una ducha en tiempo record, me vestí y le dije a mi vieja que no me esperara, que me iba a lo de mi novia y probablemente pasaría allí el fin de semana.
Suerte la mía que al salir de casa coincidí con un remis que venía vacío y me llevo rápidamente al punto de encuentro.
Al llegar al shopping tras una llamada coincidimos con ella.
Estaba sentado en el patio de comidas, vestida con un jean ajustado y un top blanco, suelto y bastante escotado, irradiaba belleza.
No fui el único que lo notó, cada hombre que pasaba parecía comerla con la mirada, aun ante la desaprobación de sus acompañantes femeninas que miraban con ojos de envidia y algunas ni siquiera intentaban disimular su cara de resentimiento.
Ella parecía disfrutarlo.
Tenía una buena cantidad de bolsas de distintas marcas, había dado rienda suelta a sus impulsos y como toda mujer que puede permitírselo desató un frenesí de compras que algunos considerarían exagerado.
La abrace por detrás como sorprendiéndola y susurré en su oído “hola hermosa”.
– Hola Diana, como estas? Me tuviste esperando mucho tiempo.
– Si perdón, me quede dormido.
– Está bien, te voy a decir algo y espero que no lo tomes a mal, no me gusta que no respondas el teléfono y que me dejes esperando, vas a tener que compensármelo de alguna forma.
– Bueno perdóname, me quedé dormida.
– Ok, ya fue, vamos.
Ayude a cargar sus bolsas, fuimos hacia el baño y cuando estábamos en la puerta ella me entregó 2 de esa bolsas y me pidió que me cambiara.
Al entrar me di cuenta que era el baño de mujeres, 2 mujeres de seguramente mas de 40 años me miraron sorprendidas mientras se apuraron a salir.
Busque un cubículo vacío y después de cerrar la puerta con pasador me dispuse a mirar el contenido de las bolsas.
Era una cola less negra, una calza también negra, a media pierna que llegaba a cubrir apenas mis rodillas.
Lo complementaba una remera deportiva algo suelta, escote en V que llegaba hasta mi cintura.
En la otra bolsa había una caja con unas zapatillas blancas deportivas y unos soquetes, de esos que llegan a cubrir apenas los tobillos.
Incómodamente por las dimensiones del baño donde me encontraba estaba terminando de vestirme cuando sentí que golpeaban la puerta.
– Ocupado, respondí
– Abra la puerta por favor.
Una voz masculina hizo que me paralizara, sentí un frio recorrer mi espalda.
No atine a nada, me quedé callada.
– Abra la puerta por favor!!, dijo con un tono más amenazador que la vez anterior.
Atrapado, no había otra solución, la única opción era quedarme ahí alargando la agonía.
Las viejas de mierda seguramente habían acusado a un hombre en el baño de mujeres.
Pensé en volver a cambiarme rápidamente, quizás prefería ser capturado como “hombre” pero los golpes repetidos en la puerta me hicieron saber que no disponía de tiempo para eso.
Con todo el miedo del mundo, saque el pasador de la puerta.
Abrí lentamente la puerta mientras que mi cabeza daba vueltas a mil.
Era un seguridad, un gordito canoso, algo entrado en años ya.
Se quedó mirándome fijamente tratando de dilucidar la situación.
Encontró algo que no se esperaba.
La falta de maquillaje y mi cara de sobresalto me habrá hecho parecer un travesti, en el mejor de los casos un hombre femenino vestido de mujer.
Hubo un silencio de unos segundos, se podía sentir su atención en mí.
– Disculpa, me denunciaron que un hombre se había metido en el baño de mujeres, pero viéndote ahora no sé cómo proceder.
No se me ocurrió nada para decir.
Su cara cambió de asombro a lujuria mientras me suavemente me empujaba a lo profundo del cubículo.
Una vez estuvimos adentro lo aseguró con el pasador.
– Mira pendejo, o nena, no sé cómo llamarte.
Tenés 2 opciones o me demostrás que sos una mujer, o voy a asumir que sos un hombre y te tengo que denunciar y retenerte hasta que venga la policía.
No termino de decir esto que estaba desprendiéndose el cinturón, bajó su pantalón hasta las rodillas dejando su miembro expuesto.
Me pidió que me sentará en el inodoro y sacudiéndolo frente a mi rostro me dijo.
– Dale no tengo todo el día, no se va a chupar sola.
O capaz preferís ver que podría pasarte dentro de la comisaria si te vieran así vestido chiquito.
Mis opciones se redujeron a terminar en la policía o chuparle la pija al gordo baboso este, en cana no iba a terminar.
Era bastante desagradable, su pene estaba fláccido, era pequeño, peludo y olía mal.
Contra todos mis instintos me lo lleve a la boca, sabia tan mal como olía era un asco que sumado al viejo gordo diciéndome “así chúpala, que rico mami”, haría la pesadilla de cualquier mujer.
Sentí como se ponía erecta en mi boca, no creció nada, tenía un pene minúsculo que no llenaba mi boca.
Intente que acabara lo más rápido posible para salir de esa situación.
Acabo en mi boca, mientras hizo un gruñido sentí que largaba la leche en el fondo de mi garganta, sentí una arcada, no de ahogo sino de desagrado.
No la quise tragar, él me ordenó hacerlo como si la humillación ya no fuera la suficiente.
Guarde mis ropas masculinas como pude Me enjuagué la boca en una canilla del baño y salí rápidamente, no pude encontrar a Gabriela.
La llame y me pidió que fuera a la peluquería, q ella estaba ahí.
Le estaban cortando las puntas.
Me moría de vergüenza, era la primera vez que estaba de nena en público.
Me acostumbre a tener y disfrutar ropa de mujer pero siempre reservado en la intimidad de su casa, rodeada con gente que aceptaba y entendía mi fetiche.
Esta vez era diferente, el recuerdo del reflejo del espejo del baño, en el que parecía un travesti me desagradaba y pensé que los demás también sentirían lo mismo al verme.
Ella le pidió a una de las chicas que me peinaran de forma femenina.
Después de aclarar con Gabriela el motivo de mi demora, el cual obviamente mentí, no iba a decir que le chupe la pija a un viejo verde en medio de todas las empleadas de la peluquería para poder escapar del baño de mujeres.
Mientras me peinaban la chica que me atendía me dijo que tenía un cuerpo precioso, muy femenino y que si quería que me delineara las cejas para parecer aún más femenina.
Gaby al escuchar esto, sin darme tiempo a nada decidió por mí y pidió que me maquillaran también.
Los resultados se mostraban a simple vista.
Parecía una mujer de pelo corto con rostro bien definido, cejas finas, pestañas largas y hermosas que junto con el maquillaje resaltaban mis ojos y gestos bien femeninos, me encantaba.
Cuando salimos todavía sentía el gusto a la leche del guardia en mi garganta, pasamos por un kiosco y me compre una latita de 7up que acabe como si fuera la ultima en la tierra.
Mientras caminábamos nos observaban todos.
No podía distinguir si era por la belleza de Gabriela o si notaban algo raro en mí.
Fuimos a una tienda de lencería lamentablemente estaba cerrando, pero ella pidió fervientemente que por favor nos atendieran a lo que los chicos que estaban ya casi dispuestos a irse accedieron casi de mala gana.
Nadie podía resistirse a ella.
Entramos y empezó a mirar la lencería mientras me comentaba lo linda que había quedado, y que de ser hombre me haría el amor salvajemente.
Casi como sin querer Gabriela seguía quebrando la masculinidad en mi interior.
– En serio Daiana yo te re daría.
– Jajá, cortalá.
– Pero en serio, estas divina, es más mira te apuesto lo que sea que cualquiera de estos chicos te marcharía sin dudarlo.
Hagamos una cosa, toma esto y dándome un conjunto completo, con portaligas y todo me pidió que fuera al probador.
Procedía a desvestirme estaba bajando mi calza cuando abrieron la cortina.
– Wow, uno de los chicos que atendía, de unos 30 años me miraba maravillado, tu amiga me dijo que pediste un descuento “especial” a cambio de unos favorcitos.
La situación ya me había emputecido.
Daiana se apodero de mi mente, no había vuelta atrás.
– Si es que me encanta este conjunto y no tengo mucha plata.
– Bueno eso no es problema, las chicas como vos siempre obtienen todo lo que quieren, dijo mientras se agarraba el bulto
Me arrodillé sin dudarlo y me dispuse a sacarle a desprenderle el cinto para liberar su pene.
Era bastante más grande que el del seguridad, estaba a media asta con la cabeza afuera.
Le di besitos por toda su extensión mientras lo miraba con cara de viciosa, eso lo volvía loco.
Yo por mi parte sentía como crecía en mi mano.
Estaba a full, me volvía loca calentar un macho.
Estaba en ritmo chupándosela con todas las ganas del mundo cuando vi que la pija del otro tipo, un poco mayor, de unos 40 años con una verga un poco más gruesa se ofrecía a un costado de mi boca.
Gabriela mordía sus labios grabando todo desde afuera del cambiador con su celular.
Me miraba como si estuviera orgullosa de mí, yo no quería decepcionarla.
Ahí estaba, vestida de nena, disfrutando de 2 pijas que se alternaban en mi boca mientras sus dueños me llenaban de halagos que rosaban por momentos lo burdo y me encantaba.
De mas esta decir que me ponía a mil ver a Gabriela documentando la situación.
Uno de los tipos le propuso que se prendiera a la fiesta, ella políticamente lo declinó, era un regalo para mí y ella no quería interferir.
Me clavaba esas pijas en la boca, en realidad eran ellos los que se alternaban a cogérmela mientras masturbaba a la otra ya bien lubricada por mi saliva.
Estuvimos así un rato.
Me preguntaron si quería la lechita “mmmhmmm” solo pude balbucear mientras me embestían lo más profundo de mi garganta.
El más joven me separó de su pija y sin darme tiempo a reaccionar me tiro todos sus jugos sobre mi cara.
El otro me indicó que se la limpiara bien antes de seguir chupándosela a él.
Me daban órdenes y las cumplía sin chistar.
Después de sacarle todo rastro de leche de su amigo siguió dándome bomba por la boca.
Estaba en el cielo, chupando una pija toda bañada en leche, me estimulaba a pleno.
Me separo también de su pija y mientras se masturbaba rápidamente me dijo “ pedimela zorrita”
– Si, dame la lechita, la quiero toda.
Mientras abría mi boca lo miraba a los ojos como rogándole que calmara mi sed.
Este acabo muchísimo mas que el anterior, algunos chorros cayeron en mi boca, los cuales me ordeno tragar, no sin antes pedirme que se los mostrará.
Otros cayeron sobre mi pelo y ropa, en el momento no me importó.
– Que buena putita, bien ganado lo tenés al conjuntito, ahora ándate, ya nos hiciste perder mucho tiempo.
Gabriela me seguía filmando, así toda bañada en leche, me pidió un besito para la cámara.
Lo hice de la manera más sexy posible, me bese la mano con los labios y tirándole un beso a la cámara termine saludando, como habría aprendido de tantas películas porno, al fin tantas horas invertidas servían para algo.
Les pedí que me dejaran pasar al baño para limpiarme mientras guardaba mi recompensa en una bolsita.
– Son pelotudas o no entienden? Les pedí que se fueran.
Váyanse!
A Gabriela no pareció importarle, yo me sentí como una niña a la que acababan de retar.
Mientras salíamos y ellos cerraban la cortina metálica atrás nuestro una bocanada de realidad llego a mi
– Gaby, no puedo salir así, estoy bañada en leche.
– Estas hermosa, viste que te dije que cualquier hombre iba a querer estar con vos? Además lo re gozaste no? Ella le restaba importancia a mi reclamo.
– Pero no me da salir así
– Vestida así no te reconoce nadie, no queda mucha gente y además no te calienta estar asi?
– La verdad si, un poco pero parezco una puta, una puta usada!
– Sos una puta y te acaban de usar que esperabas, lanzo una carcajada.
Veni vamos al cine.
Mientras caminaba mis 5 sentidos estaban alineados en las personas que circulaban por el edificio, eran pocos pero tenía pánico de cruzarme algún conocido.
Me sentía observada, los rostros se dividían entre asombro, repugnancia y morbo, tanto hombres como mujeres.
Después de un rato de humillación que me pareció eterno y la atenta mirada de quien vendía los boletos, entramos al cine, la película estaba empezada el cine estaba a oscuras, solo iluminado por la pantalla.
Casi no había gente, era una película de esas de 3ra que nadie quería ver, supuse que no habíamos entrado allí por la trama de la película.
Nos sentamos casi al fondo.
El rostro de Gabriela se iluminaba con los cambios de escena de la película, la luz mostraba según su intensidad una faceta diferente tranquilidad, morbo, dulzura, oscuridad, toda una paleta de personalidades en un mismo rostro.
No se cuáles eran sus planes en el cine, pero la película termino sin “novedades”
– Que bajón, esperaba algo más, me dijo.
Bueno, vamos para casa.
Dijo como decepcionada.
Cuando llegamos a su casa, nos bañamos juntas, me ponía a mil la situación pero en ningún momento se me paró, a decir verdad en ningún momento de la tarde tampoco se me había parado, algo pasaba en mi mente, estaba cambiando?
Antes de acostarnos, me dijo que me había olvidado de darme las pastillas.
Las busco y me entrego 3 pastillas pequeñas “tomálas” dijo con un tono que más que un pedido fue una orden, las bajé con un sorbo de agua.
Era la primera vez que lo hacia
Me explico los cambios que iba a sentir, que iba a estar más sensible a todo, tanto emocional como físicamente, que con el tiempo, si seguía el tratamiento, mi cuerpo iba a empezar a parecerse más al de una mujer, que me iba a crecer más el cabello, cambios en mi vos, en mi cintura y mis pechos, entre otras cosas.
Fue demasiada información para digerir de una sola vez, con un montón de vocabulario técnico en el que parecía ser experta.
Yo al momento ignoraba las consecuencias de la irreversibilidad del tratamiento y las consecuencias que iba a tener en mi vida personal.
Ya no iba a poder ocultarlo.
– Hoy te portaste re bien Dai.
Estoy orgullosa de vos.
Dijo mientras me abrazaba en la oscuridad ya listas para dormir.
Esa misma noche Gabriela no podía dormir y termino quebrantando mi sueño, se movía para todos lados su respiración se entrecortaba, pude sentir como refregaba su entrepierna en mi muslo, estaba caliente.
– Gaby estas bien?
– No, necesito que me cojas, quiero sexo, ya.
Me giré hacia donde estaba y agarrándola fuerte de la cola acerqué mi cara a la suya.
Su respiración estaba ardiente, gemía mientras movía suavemente sus caderas como no pudiendo controlarlas.
Acerco sus labios a los míos y como tímidamente me los mordía delicadamente yo respondí de la misma manera y no paso demasiado hasta que nuestras lenguas se enredaran vorazmente en nuestras bocas.
La acariciaba recorriendo todo su cuerpo.
Mis manos viajaban en sus curvas aprendiendo el desnivel de su cintura, sus muslos, sus caderas.
Detuve mis besos para disponerme a chupar sus tetas, sus pezones estaban firmes.
Los mordía ligeramente, solo los soltaba para chuparlos y pasarle la lengua por sus pechos.
Mientras tanto mi mano derecha frotaba sus ya húmedos labios vaginales al compás de sus gemidos.
Su concha estaba totalmente depilada, se sentía muy bien al tacto, mi mano apresada en su ropa interior no tardo en penetrar aquel lugar tan ansiado con uno y luego dos de mis dedos.
Ella gemía, mordía los lóbulos de mis orejas, me susurraba que no parase, lo mucho que le gustaba lo que le estaba haciendo mientras clavaba sus uñas en mi espalda y se contorneaba sin control alguno.
– No aguanto más chúpame la concha, por favor te lo pido.
Como pude me desenganche de sus brazos, ella levanto sus piernas ayudándome a sacarle su bombacha.
Ya sin nada que se interpusiera entre mi lengua y su objetivo, ella abrió sus piernas mas de lo que yo hubiese podido, parecía una contorsionista.
Con el camino aclarado empecé a besarla en su entrepierna.
Ella desesperada me tomo de los cabellos e hizo que enterrara mi cara en su pubis.
Sentía sus jugos revoloteando en mi lengua, era una sensación única, agradable, intoxicante.
Se acomodó un poco levantando su cintura
– El culo, chúpame el culo también.
Sin perder tiempo me puse a lamerle también su otro orificio, los cachetes de su culo abrazaban mi rostro mientras lo hacía, era suave y carnoso, hubiese sido la envidia de cualquier hombre en ese momento.
Volví a meter los dedos en su vagina mientras mi lengua buscaba perforarle el culo.
Sus gemidos eran más agresivos y acelerados.
– Asi putita si paras te mato.
Me encantaaaahhhh.
Estuvimos asi un rato hasta que tuvo un orgasmo que recibí directamente en mi cara, ella sostenía mi cabeza cerrando sus piernas por lo que me hubiese sido imposible esquivarlo.
Tirando de mi pelo me llevo hasta su boca y abrazo mi cintura con sus piernas mientras me besaba y lamia mi rostro saboreando su propio néctar.
Nuestras entrepiernas habían quedado juntas, las refregamos mientras me daba cuenta que no había forma alguna de que se me parara la pija, quizás las pastillas que me había dado, los audios de hipnosis o como había abatido mi masculinidad durante este tiempo habían hecho efecto en mí.
– Ya sabía que no se te iba a parar, por suerte hay muchas formas de satisfacer a una mujer.
Me volteo en la cama quedando ella arriba mío.
Se levantó y tomando mi pene fláccido y muerto lo miro con desprecio y me dijo “bueno parece que ya no sirve”.
Me angustio un poco.
Ayudándose con la cabecera de la cama se sentó sobre mi cara y movía sus caderas por sobre mi lengua que recibía su concha y su ano en un solo movimiento, mientras gemía frenéticamente.
Por mis adentros intentaba no pensar y disfrutarlo pero se me cruzaba la idea por la cabeza de asumir que esta era la única forma de satisfacer a una mujer que tenía, yo era toda una mujer y esto era una relación lésbica.
Ella saltaba sobre mi lengua, intercambiaba su vagina y su ano para recibir placer.
Yo lo disfrutaba estaba súper estimulado y fuera de mi también.
Se volvió a acostar a mi lado y me pidió que siguiera con los dedos.
Refregaba su clítoris con mis yemas, cuando note que sus manos habrían los cachetes de su culo como ofreciéndomelo.
Ensalive mis dedos y lubricando su ano le metí 2 dedos, su esfínter no propuso resistencia.
Ella gozaba sin límites, sus ojos quedaban blancos de a ratos, su cara se desfiguraba de placer, con mi otra mano inserte 2 dedos en su vagina, ella hizo un intento de cerrar sus piernas pero no se lo permití.
Luego de un rato de esta vil tortura que le estaba haciendo decidí hacerla acabar, saque mis manos de sus orificios a lo cual protestó de forma gutural.
Levante un poco más sus piernas y volví a clavar hasta el fondo los dedos centrales de mi mano derecha, mi mano más hábil.
Empecé a moverlos de arriba a abajo, mientras entrecerraba mis dedos acariciando su interior.
Lo hice lo más fuerte y rápido que pude.
Ella estaba extasiada de placer, parecía querer gritar pero no podía, solo intentaba cerrar sus piernas pero no iba a dejarla.
Su concha suave parecía aferrarse a mis dedos como queriendo morderlos, su respiración se agitaba, por momentos parecía olvidarse de respirar y tomaba una bocanada de aire de forma abrupta.
El vaivén de mis movimientos sacudía toda la cama, los cachetes de su cola se abrían y cerraban al compás, al igual que sus tetas que parecían girar sobre su pecho.
Un grito fue la señal de un trabajo bien hecho, saque rápidamente mis dedos, y sus jugos afloraron entre sus piernas lanzando un chorro que mojo toda la cama mientras con su mano frotaba violentamente su clítoris.
Ella temblaba, estaba fuera de si, parecía poseída mientras se sacudía acostada sin parecer entender nada de la situación, su cerebro parecía apagado.
Sin darle tiempo a recuperarse volví a introducir los dedos para continuar con el espectáculo, ella quiso tomar mi antebrazo para impedírmelo, pero ya era tarde había tomado el control de la situación y no iba a detenerme.
Volvi a masturbarla de forma brutal mientras se contorneaba y giraba la cabeza hacia los lados.
Tras unos instantes el resultado fue el mismo, volvió a eyacular de forma violenta.
Fueron varias veces que hice esto, ella se perdia en la inconciencia, cada vez más profundo en el placer que le estaba dando.
Luego de un rato me detuve, si mal no recuerdo después de que acabara por sexta vez, ella reia como poseída.
Me acosté a su lado y dándole un beso tierno en su cachete la abrace y mientras acariciaba su cuerpo nos dormimos profundamente.
Me despertó abalanzándose sobre mi cuerpo, se acostó sobre mi espalda y me empezó a dar besos en mi cara con la cadencia digna de una de una ametralladora moderna.
– Hola mi amor, como dormiste?
– Muy bien y vos?
– Excelente, me encantó lo de anoche, me hiciste gozar como nunca nadie lo hizo, si me hubieras cogido a lo mejor no la hubiera pasado tan bien.
Espérame en la cama voy por el desayuno.
Fue malicia el recordarme que no podría haberla hecho gozar como hombre, pero poquito a poco me estaba sintiendo mejor siendo Daiana, había hecho gozar una mujer como Sebastián, mi antiguo yo, jamás hubiera soñado.
No solo eso, si no que como buena perra bien atendida me traía el desayuno a la cama.
Desayunamos yogurt con cereales, y fruta.
Ella me lo daba en la boca, ya me volvía loco su hermosura física y estas actitudes, como me estaba tratando, con tanta dulzura hacían que me derritiese por dentro.
En la bandeja del desayuno estaban las 3 pastillas, de las cuales no olvido asegurase de que las tomara.
– Gorda bañate y vestite de diosa que tenemos que salir, vestido de noche por favor y bien sugerente.
– A dónde vamos?
– Es mas divertido si es una sorpresa
Me pedía que me pusiera un vestido de noche a las 11 de la mañana? Me sonó raro pero accedí.
Al salir de bañarme me vestí, me maquille, me puse accesorios, aros.
Iba arreglado bien sugerente , con tacos aguja un vestido suelto que colgaba de mis hombros y con volado.
Apenas llegaba a tapar mis glúteos, y ante el mínimo agachón dejaba ver la parte inferior de la bombachita que había elegido.
Una cartera cruzada en mi pecho medias y portaligas completaron el vestuario.
– Estas re calienta pija Daiana, escuche su voz.
– Como si vos estuvieras vestida de monja.
Ella iba vestida con un vestido del mismo largo que el mío, que se le entallaba en la cintura marcándole el culo al punto que dejaba poco a la imaginación, era escotado por delante y de espalda descubierta.
Medias de red y guantes hasta el codo también de red complementaban su vestimenta.
Sus ojos azules resaltaban contrastando con el maquillaje oscuro que había elegido.
– Te falta algo me dijo.
Puso un collar en mi cuello, con una arandela, algunos lo conocerán como “choker”.
No lo ajusto tanto, solo sentí una leve molestia en mi garganta, que desapareció con el correr del tiempo unos instantes después.
Buscando en su cajón saco la correa de tela que habían usado Fabián y Diego, cuando me hicieron “jugar” a ser su perrita y la puso en el anillo de mi cuello.
Me sorprendí de la decisión pero estaba intrigada por la situación.
Me puso un poco de perfume, lo cual había olvidado y ya estábamos listas para salir, parecíamos 2 prostitutas VIP.
Ella llamó un remis desde su celular.
Cuando subimos al auto pude ver que era el mismo chofer de la otra noche, miraba atento toda la situación sin disimulo alguno, Gabriela me llevaba de la correa puedo jurar que lo vi babear ante la imagen de 2 mujeres que jamás siquiera había fantaseado poseer.
“vamos a la construcción” dijo Gabriela, el chofer volviendo en si arranco el auto y salimos.
Pude ver que salimos a las afueras de la ciudad, entramos por un campo en medio de la nada, y tras recorrer lo que me pareció más de unos kilometro por un camino de tierra rodeado de monte pude divisar una construcción que parecía abandonada.
Nos dejó en la puerta, Gabriela le agradeció, y le dijo que lo iba a llamar para que nos viniera a buscar.
Bajamos por unas escaleras de cemento con una baranda oxidada ya por el tiempo que daban hacia un subsuelo.
Pasamos por una puerta de lata, y entramos a un pasillo bastante húmedo y apenas iluminado por un foco tenue, que de no estar ahí la oscuridad hubiera invadido naturalmente.
El piso estaba bastante maltratado y con charcos que hábilmente esquivamos mientras tratábamos de hacer equilibrio con los tacos que vestíamos.
Una segunda puerta nos llevo a otro pasillo ya mas iluminado en donde en el fondo pude ver la persona mas grande que vi en mi vida.
Era de raza negra bastante alto, y una espalda con un ancho que no parecía humano, parecía un oso parado de tamaño.
Vestía de traje, sonrió al vernos, bah al ver a Gabriela.
– Señorita Gabriela, es un gusto volver a verla por acá.
– Igualmente ”tebby”, como están tus cosas? Bien? (no pude evitar sonreír al enterarme que semejante bestia se llamaba o le apodaban “tebby”, trate de disimularlo).
– Si gracias a Dios si señorita, trabajando para no perder la costumbre
– Vengo con una invitada, ella es Daiana.
dijo ella mientras levantaba su brazo derecho mostrando el lazo de la correa que tenía en su muñeca.
– No hay ningún problema, que disfruten la velada señoritas, pronuncio mientras abría la puerta a sus espaldas y con su brazo, agachando un poco su cabeza hacia un ademan de permitirnos pasar.
– Gaby que es este lugar?
– Shhhh abrí bien los ojos, ya te vas a dar cuenta.
Descubrilo por vos misma.
Nos adentramos en otro pasillo, esta vez más corto en cuyo final se veía una pesada puerta de metal, pude oír música del otro lado.
Al abrir esa puerta la música me ensordeció, era música electrónica, los bajos me retumbaban en la cabeza.
Allí dentro funcionaba una pequeña disco había muchas personas bailando, más aun para ser las 12 del mediodía, supuse que estaban de after, algunos rostros me lo confirmaban.
Había gente de todas las edades y ambos sexos, todos muy bien vestidos.
Los hombres la mayoría de traje y las mujeres bastante elegantes o sugerentes, no había término medio.
Pude ver 2 chicas besándose salvajemente mientras se tocaban sus partes intimas, nadie parecía darle importancia.
Me recordó la noche anterior.
Gabriela intentaba decirme algo pero las luces los flashes y la música no me dejaron escuchar o entender lo que decía.
Solo moví mi cabeza diciendo que si para no quedar como boluda.
Un tirón en mi cuello hizo que comenzara a caminar atrás de Gabriela que se abría paso entre el tumulto de gente.
Concentre mi vista en sus caderas, me hipnotizo el movimiento de las mismas que se balanceaban como un péndulo con cada paso, una perfección que había estado tratando de imitar como ella me lo había enseñado, pero que difícilmente podía alcanzar.
Mientras cruzábamos pude sentir que me tocaban la cola, intentaban abrazar mi cintura, decían cosas en mi oído, tanto barones como mujeres, esta vez el acoso era unisex.
Me percate que a Gabriela no le hacían nada de esto, y comprendí que la correa marcaba quien era el objeto de deseo y quien merecía el respeto en esa situación.
Al cruzar el lugar llegamos a una puerta donde había otro seguridad, esta vez menos imponente que el anterior pero si digno de respeto, Gabi le dijo algo al oído y nos dejó pasar.
Al cerrarse la puerta atrás nuestro el ruido ensordecedor desapareció como por arte de magia.
Llegamos a un lugar enorme, era una plataforma redonda rodeado de Balcones de varios niveles con mesas en cada uno.
Eran 4 niveles nos sentamos en una mesa en el 2do donde un papel doblado a la mitad con una escritura que decía que la mesa estaba reservada para “Srta.
Gabriela y Cia.
” Nos sentamos y pude apreciar más el panorama.
En la plataforma central había una cama de 2 plazas con grilletes, y algunos artefactos que reconocí de algunas películas de BDSM o dominación.
– Es un espectáculo sexual no?
– Cooooorrecto, exclamo parodiando a la diva de la televisión mientras sonreía.
Una chica hermosa se nos acercó y nos preguntó que íbamos a consumir.
Gabriela me pregunto qué quería que acá podía conseguir “lo que quisiera”, hasta drogas.
Lo decía con total naturalidad, a mí me costaba creer lo que estaba pasando.
Le dije que solo se me antojaba un cigarrillo.
La chica me pregunto que marca fuma
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