Mi máxima fantasía Transexual.
Poco a poco fueron subiendo de intensidad y me han llevado a probar más formando una de mis más recientes fantasías: Un gangbang con varias Travestis..
«Era mejor de lo que había imaginado. Todo mi cuerpo estaba recibiendo o dando placer al mismo tiempo. No puede haber algo mejor.»
Desde que tuve mi primera experiencia con una travesti (otro relato que ya publiqué) mi horizonte de opciones y todas mis fantasías sexuales cambiaron. Poco a poco fueron subiendo de intensidad y me han llevado a probar más y más cosas.
Me he comprado consoladores para darme placer, compre una máquina sexual que me facilita el trabajo, compré un dildo grande y grueso para dilatarme el ano llegando hasta 6.5 cms (2.5 pulg); probe el auto-facial masturbándome hasta echar en mi propia boca mi semen; contraté a una puta para que me cogiera con un arnés y un dildo grueso mientras me azotaba y teníamos una sesión de BDSM.
Pero de todo eso se fue formando una de mis más recientes fantasías que anhelo cumplir tan pronto como pueda: Un gangbang con varias TVs, específicamente que 3 travestis me agarren de su puta al mismo tiempo, una y otra vez.
Hace varios años vi un video porno en que a una chica le aplicaban un gangbang y le metían verga por todos lados, 2 en el culo, 1 en la vagina, 1 en la boca y 1 en cada mano y al final le hacían un bukkake. Al verlo pensé que si yo fuera mujer definitivamente viviría esa experiencia; e imaginaba la intensidad que se debía sentir al ser estimulada en todas sus partes al mismo tiempo. Pasaron varios años para que se me ocurriera y animara a probar sexo con TVs pero ahora que pasó, veo la alternativa de vivir lo que esa chica vivía (a mi manera). Y mi fantasía comienza así:
Una habitación de esas ambientadas como calabozo, con baja luz, y todo tipo de accesorios: cadenas, látigos, caballo, cruz, dildos, bastones, fuetes, mordazas, etc. todo cuanto se pueda imaginar que de placer doloroso. 3 travestis están conmigo en la habitación, 1 negra alta y delgada, una blanca un poco rellenita y con tetas grandes y una pequeña flaquita con pocas tetas y apariencia asiática. Me rodean mientras estoy de rodillas en el piso con las manos atadas y se sacan su verga dejándolas frente a mí: la de la negra es grande gruesa y venosa, su glande oscuro como de chocolate y brilloso, y ya se me antoja sentirla entrando en mi boca hasta ahogarme por la garganta. La de la blanca es mediana pero también gruesa, aún tiene la piel del prepucio (como me gustan) y ya quiero sentirla rompiendo mi ano y entrando duro en él. La de la “asiática” es normal, buen tamaño y buen grosor pero su carita es muy femenina y sus pechos se ven dulces. Lo que más me atrae de su verga, en realidad son sus huevos colgando, suaves y pellejudos, limpios, depilados y grandes, igual ya quiero lamerlos y metérmelos en la boca o su pequeño y apretado culo que me encantaría sentir siendo penetrado por mi verga mientras la escucho gemir.
Al ver esos 3 caramelos tan deliciosos, esas 3 vergas jugosas frente a mí, mi reacción es sacar la lengua e intentar alcanzar alguna de ellas con la punta pero antes siquiera de hacerlo la negra me jala del cabello bruscamente y me cachetea, me pregunta si estoy listo para ser tratado como puta, como una perra y un juguete sexual. Me tardo en contestar a penas unos segundos pero la asiática no tiene paciencia y su voz dulce pero dominante suena: -¡¿Ya estás lista puta?!- a la par que patea mis huevos en seco.
Obviamente caigo al piso adolorido y excitado. en lo que recupero el aliento, siento líquido cayendo sobre mí, líquido caliente. La blanca ha comenzado a orinar sobre mí. Su orina cae sobre mi espalda, mis nalgas y piernas. Otro chorro comienza a caer, aquella que me pateó las bolas también me está meando, su hilo cae sobre mi pecho y mis brazos y de pronto me siento completamente mojado cuando la negra, con su impresionante manguera gruesa me orina sobre la cabeza y el rostro. -¿Te gusta así, puta? ¿te gusta que seas nuestra esclava?- y cometo el error de contestar que “Sí”, ella (la negra) al ver que contesto me exige que abra la boca, no quiero, así que me levanta del cabello, me reincorpora de rodillas y me vuelve a decir: -¡Abre tu puta boca de una vez perra!- así que la abro y los tres chorros se enfocan en llenar mi rostro y boca de su líquido, así como entra sale escurriendo sobre mi barbilla, mi cuello, pecho y llega hasta mi verga que extrañamente está durísima y excitada, el sentir la tibieza de la orina rodeando mi verga y mis huevos al caer, me gusta, me hace sentir como una caricia despacio, apenas tocando mi escroto y mi pene.
Aun las otras dos no han terminado de bañarme y la negra me agarra de ambos lados de la cabeza y con la boca abierta y poco tiempo de reacción, mete su verga hasta el fondo nada amable, y aún quedan centímetros fuera de mi boca. La saca y vuelve a repetirlo, una y otra vez. Yo siento que me ahogo, siento el ejercicio del vómito, mi garganta se retuerce y forcejea para no vomitar. Hasta que logro acomodarme bien, y preparado para la estocada, jalo aire mientras entra y mi garganta se dilata, entra hasta el fondo de mi boca y se desliza por mi garganta hasta que ya no queda nada afuera -Eso es, trágatela completa pinche puta-. Mi labio inferior toca sus huevos y con mi lengua los lamo. Deja su verga así unos segundos hasta que no puedo respirar y comienzo a jalonear, pero sus manos sostienen mi cabeza en su lugar. El aire me falta, su verga llena el ancho de mi garganta, ni mi nariz ni mi boca pueden jalar aire. Mis ojos lagrimean, comienzo a ahogarme y perder la vista, y entonces sale de mi y puedo jalar aire desesperadamente. Apenas me estoy recuperando y vuelve a hacerlo, me llena la garganta con su carne oscura y dura hasta casi ahogarme, y vuelve a salir. Su pene, cuan largo y grueso es, azota mi cara duro de un lado y del otro; mi corazón está a mil, mis pulmones jadeantes, pero yo completamente excitado y duro como una piedra.
La blanca me agarra por los brazos que tengo atados por detrás y me levanta, me quita la atadura pero me recuesta en un mueble con forma de X horizontal, ata mis muñecas y mis tobillos a cada extremidad del mueble dejándome boca arriba y con la cabeza colgando hacia atrás. Mi verga se levanta como mástil duro en medio de la cruz.
Entonces sólo escucho un zumbido súbito cortando el aire e impactando mi verga y mis huevos. La asiática, al parecer tan linda, pequeña y tierna es la más cruel de todas; me ha azotado con un flogger, lo vuelve a hacer y mi gemido surge junto con un grito leve, duele y prende; hiere y excita. La blanca tiene una paleta de madera y aprovechándose de la apertura y atadura de mis piernas, me azota duro en los huevos -¡Grita más duro puta! ¡Me excita escucharte gritar perra!- me dice la negra mientras grito y me retuerzo del ardor que siento entre mis piernas.
Al abrir mi boca con la cabeza colgando hacia atrás, ella ve la oportunidad y me mete nuevamente su verga hasta el fondo, se mueve adelante y atrás una y otra vez, rápido, como si me estuviera cogiendo por el ano, pero por la garganta. Mi boca saliva a grandes cantidades. Me ahogo, me asfixio. Mi saliva recorre mi rostro y me cubre los ojos, no puedo parar de gemir entre ser violado por la boca y recibir azotes en la verga y los huevos. ¡Quiero llorar, quiero gritar, quiero correrme de placer!
Me siento algo aliviado porque pareciera que hay una leve pausa, sin embargo, en realidad solo era una rotación. Alcanzo a ver entre lágrimas y saliva que cubren mis ojos que ahora la blanca se ha puesto frente a mi boca. Acerca su grueso pene y con el pellejo de su prepucio me pasa por los labios y por la cara la punta de su verga. Mi lengua, deseosa, la alcanza en repetidas ocasiones. -¡Métemela ya a la boca!- le exijo, -¡Métemela toda!-. Una cachetada a palma abierta es lo que recibo a cambio. -Tu aquí eres la puta, no estas para exigir, solo para obedecer y ser usada como perra- la frase se acentuó con un golpe de la paleta en mi verga y huevos. Me retorcí de dolor, ahora si me había dolido sin excitación, mi erección se achicó mientras apretaba las piernas y, por primera vez, me preocupe de estar atado, indefenso y a total merced de estas tres travestis.
Lo siguiente que vi, fue a la asiática acercarse a mí, su rostro se aproximaba tierno y dulce al mío, su lengua lamió mis labios, mi rostro, me besó y su boca era suave y carnosa. De pronto pasó una pierna por encima de mí para quedar sentada en mi pecho y comenzó a frotarse arriba-abajo sobre mí. Me puso algo como un aceite y se deslizaba muy rico. Podía sentir su pene y sus bolas untándose en mi abdomen mientras me besaba cada vez más apasionadamente. Subió sus pies a mi pecho y al deslizarse con sus pies acariciaba mi verga masturbándome. Esos mismos pies que me habían pateado salvajemente ahora estaban logrando una erección durísima nuevamente. Sus besos fueron mordidas, el ritmo fue aumentando, su lengua entraba cada vez más toscamente, pero me gustaba, me excitaba su papel de tierna malvada, de inocente pervertida.
De repente, se deslizó hasta abajo, se giró sobre mi pecho para quedar con su rostro justo arriba de mi entrepierna y con su boca comenzó a succionar; primero se metió uno y luego los dos huevos, los acarició con su lengua en círculos, succionaba y jalaba hacía atrás, daba ligeras mordidas y volvía a chuparlos. Mi verga palpitaba y se sentía MUY estirada y dura. Eso era lo más rico que había sentido en mucho tiempo. Su boca cubrió mi erección hasta la base de mis huevos metiéndose los dos y la verga al mismo tiempo.
Y mientras su boca me daba tan deliciosa y firme mamada, sin verlo venir, la blanca puso su verga nuevamente en mis labios, solo que ya estaba algo blanda, así que abrí mis labios, dejé que entrara y comencé a chuparla como sentía que la asiática hacía conmigo. Sentía como iba endureciéndose en mi boca, como poco a poco se hacía más larga y gruesa, mi lengua acariciaba cuan larga era y mis dientes presionaban ligeramente para sentir como su pellejo se retraía. Su punta se acercaba cada vez más a mi garganta y la excitación de sentirme ahogado por una verga atorada en mi cuello regresaba. Comencé a mover mi cabeza para mejorar la sensación de estar chupándosela a la blanca y al mismo tiempo movía mi cadera para sentir como si me estuviera cogiendo a la asiática por la boca.
Mi fantasía comenzaba a cumplirse.
Los tres estábamos gimiendo de placer hasta que caí en cuenta que faltaba una… ¿Y la negra?
Sentí cómo desataba mis tobillos y cómo levantaba mis piernas. Sentí cómo cada lamida y mamada se sentía más intensa en esa posición con las piernas levantadas y ligeramente dobladas. Me tomó de los huevos con una mano mientras la asiática seguía chupando mi miembro, me apretó ambos duro y el dolor regresó pero era un dolor que aumentaba la erección. Otra vez apretó. Y otra. Con cada vez que lo hacía, sentía que me iba a correr en la boca de quien me mamaba.
Me ataron los tobillos a las muñecas de tal forma que no podía regresar mis piernas a su posición. Mientras la tortura a mis bolas continuaba. como si estuvieran puestas de acuerdo, una me apretó los huevos, otra me mordió la verga y la tercera dejó hasta el fondo de mi garganta la suya, no podía gemir, no podía gritar, no podía respirar…
De pronto, un punto húmedo se sintió en mi culo, algo frío había tocado mi ano que se contrajo al instante. La negra estaba tomándome por las piernas y jalándome hacia ella mientras me metía su verga preparada con lubricante y comenzaba a dilatar mi ano. Sentía como se estiraba la piel, cómo se abrían pequeñas llagas por el estiramiento y ese dolor agudo de la penetración. Me fui poniendo más y más húmedo, de la punta de mi verga escurría un poco de leche tan solo con sentir cómo entraba todo su paquete. Poco a poco entró más y más, fue tocando diferentes partes y excitándome mucho. Agarró ritmo y en cuestión de segundos ya me estaba cogiendo de lo mas delicioso. La asiática continuó con su trabajo de mamarme la verga y las bolas y la blanca me llenaba la boca con toda su carne jugosa.
Me sentía en la gloria.
Estando volteada como estaba, le agarre la vega a la asiática y se la jalaba masturbándola. sentía lo duro de su pene y lo caliente de sus bolas colgándole. Recordé mi primer impresión y saqué de mi boca el miembro de la otra y me comí sus huevos cubriéndolos completamente. los lamí como ella lamió los míos estábamos en pleno 69 y alternaba entre meterme la verga de la blanca hasta el fondo de la garganta y chuparle los huevos a la asiática, todo mientras la negra me envestía como semental y yo como una puta gemía y salivaba.
Todo fue subiendo de intensidad. No sabía que me daba más placer, sentir una rica verga enorme rompiéndome el ano y penetrándome una y otra vez; sentir mi boca atascada de carne del pene completo de la blanca ahogándome hasta la garganta o si me excitaba más la forma tan profesional en que la asiática me chupaba el miembro y las bolas.
De pronto se detuvieron, me desataron y para como estaban las cosas yo no me opondría a nada, mi deseo estaba a mil y mis ganas de más sexo intenso continuaba creciendo.
-Ahora ¿quién sigue en metérmela y cogerme como puta?- La asiática se recostó en la cruz boca abajo, me puso su culo para que la atravesara así que me dispuse y la penetré de un jalón. Su ano se sentía apretado y caliente. Mi verga estaba dura y ansiosa, pero antes de que pudiera comenzar a moverme, la blanca se puso detrás de mí, me jaló el cabello y me recostó sobre la asiática y sentí como me abría el ano también, me metió la verga tan duro y tan rico que sentía que me corría.
Así quedé en medio. Por un lado cogía metiéndole la verga a la asiática y por el otro me la blanca me metía la verga a mi. Cada movimiento era delicioso, era como un círculo vicioso de placer, sólo faltaba una cosa y la negra me leyó la mente. Se paró sobre la cruz con un pie de cada lado de la cintura de la asiática poniéndome su jugoso y grande miembro enfrente de mi cara, así que yo mismo tome su pene grueso, lo acaricié moviéndolo de atrás a adelante para sentir cuan largo era y no me resistí a ese pedazo de carne de chocolate, lo metí de un solo tirón hasta que me la comí completa como al principio, la apreté hasta el fondo sintiendo la presión en mi garganta, tosía y escupía mucha saliva, pero necesitaba volver a hacerlo, su carne palpitaba dentro de mi boca y con su mano guiaba mi cabeza en el recorrido completo de su larga verga.
El culo de la asiática era apretado, me friccionaba perfectamente la verga al entrar y salir. sentía lo cálida de su carne interior, sentía como movía sus músculos apretando más mientras gemía en esa voz falsa y fingida de mujer tierna. -¡Cógeme más duro!, méteme toda tu verga… así… así… más… ¡mas…!- La agarré de la cadera y tanto como pude intenté embestirla pero no era tan fácil, tenía el culo lleno con la verga de la blanca, ella la que en realidad me embestía a mí, ella estaba dictando el movimiento de los dos al coger. me tenía agarrado del cuello como queriéndome ahorcar lo que hacía que la sensación de tener la negra dentro de mi garganta se intensificara. -¿Te gusta sentirte como una puta violada?, ¿Te gusta que te de duro?- mi única posibilidad de responder era emitir algún tipo de gemido -mjm- asentí acompañado de un gemido de placer.
Era mejor de lo que había imaginado. Todo mi cuerpo estaba recibiendo o dando placer al mismo tiempo. No puede haber algo mejor.
La blanca comenzó a perder la cabeza, estaba muy excitada. me arañó la espalda, me ahorcaba mientras sentía que la verga de la negra estaba más profundo en mi garganta, me nalgueaba, y me embestía más y más duro. De repente sin saber de donde, se hizo con un dildo, un poco delgado y no tan grande pero con una curvatura especial, y, después de un par de intentos, logró meterlo junto con su verga dentro de mi culo. Sentí que me desgarraba pero nunca había imaginado 2 vergas en mi culo al mismo tiempo.
Todo fue más doloroso, e intenso; más excitante y de cierta forma inexplicable. La curvatura era para tocar mi próstata, me estaba dando un masaje TAN DELICIOSO que sentía que orinaba y me corría al mismo tiempo, no quería, ¡no quería terminar! le pedía que parara pero (obviamente) no me obedecía, aquí YO ERA LA PUTA.
Mis piernas fueron perdiendo fuerza, perdía concentración, comencé a temblar y a vencerme, era super intenso sentir 3 cuerpos y 4 vergas dándome placer. Caí al piso.
Sin darme tregua, la asiática me levantó y acomodó en cuatro. Se puso detrás y entre azotes con el flogger y palabras sucias me penetró. A esta altura mi ano ya estaba más abierto que lo grueso de su verga, pero eso no la limitó. Tomó un consolador más grueso que el anterior y lo metió al mismo tiempo. Yo grité y gemí de placer. En realidad lo especial era el tamaño de su verga, quedaba justo en el punto exacto para masajearme por dentro.
No dejaba de azotar mi espalda con esos pequeños látigos mientras entraba y salía de mi cuerpo. La blanca se puso delante de mí, también en cuatro dejándome su enorme trasero de frente. Lo vi y se me antojó. Metí mi rostro entre sus nalgas y lamí su ano, lamí la base de la bolsa de sus huevos y baje hasta su verga. Repetí el movimiento varias veces. Su verga quedó forzada hacia atrás dentro de mi boca. Mi nariz chocaba con sus huevos y su ano.
La negra se tumbó a mi lado y con sus uñas comenzó a arañar mis huevos por debajo de mi, tomó mi verga y la apretó duro. Muy duro. me la jalaba pero más como castigo que como placer, era difícil definir si me detenía por el dolor o si seguía por el placer de que al moverme sentía a la asiática y la verga de goma cogerme duro por el culo.
Se arrastró hasta quedar su cabeza debajo de mí y se metió mi verga en la boca, la mordió, la chupo, la jaló mientras apretaba mis huevos, se la metía hasta el fondo de la garganta y con la lengua la presionaba hacia el paladar intensificando el placer. De pronto, entre tanto placer por todos lados. comencé a temblar, comencé a sentir lo mismo que me había debilitado minutos atrás pero más intenso. y aún sabiendo lo que se venía no se quitó. me apretó más duro los huevos y se metió más al fondo mi verga. Yo exploté dentro de su boca, con cada disparo temblaba y me sacudía. Gemía aun con la verga de la blanca en mi boca. disparé una y varias veces, pero ella seguía con mi verga al fondo hasta que escuché que se ahogaba. Me salí de su boca y me giré cayendo de boca arriba en el piso.
Podía verla llena de mi leche, era mucha, tanto como el placer que había sentido, pero se levantó y aún con mi semen en su boca se acercó a mí , abríó bruscamente mi boca jalando mi cara y mi mandíbula y desde arriba dejó escurrir de su boca a la mía todo mi semen, cayó hasta el fondo, fue llenando mi boca poco a poco, definitivamente había sido mucho.
El sabor entre salado y dulce, lo tibio y pegajoso de su consistencia me encantó. Una vez que terminó de pasarme toda mi propia leche se montó en mí y metió su verga en mi boca salvajemente. Yo aún no me tragaba o tiraba el semen, así que me ahogué más rápidamente. Pero no reparó. No se detuvo.
Una y otra vez metía su verga en mi garganta, sentía que iba más profundo porque resbalaba mejor. Comenzó a cogerme la boca más rápido. terminó poniéndose en cuatro sobre mí y seguía metiéndola más duro, como si embistiera mi culo. y de pronto, se detuvo hasta el fondo, se frenó con toda su verga dentro de mi garganta y sentí como su manguera bombeaba y en cuestion de segundos me estaba ahogando con su leche.
Disparó dentro de mí, se me llenó la garganta y tragué un poco. Hasta ahora NUNCA lo había tragado, pero no había forma de salir de esa sin hacerlo. Sacó su pene de mi boca y aún escurría, su leche y la mía se habían mezclado, yo estaba rebosante de leche caliente y mi boca llena hasta arriba. Mi lengua se movía dentro disfrutando el sabor y la temperatura del elixir. Apenas podía respirar por la nariz.
La blanca cambió posiciones con ella y repitió el proceso. Su verga violó mi boca. Me penetró hasta que lagrimee, hasta que su leche salió rebosando mi boca y llenándome el rostro de una mezcla de 3 sémenes.
Era turno de la asiática, sólo que sabiendo su desventaja, decidió ayudarse de los juguetes, y con uno más, de esos dobles y largos, me lo metió en la garganta mientras tomaba mi mano para que la masturbara. el juguete entró más de lo que creí, mi garganta ya había estirado y le cabía más, sentía que me llegaba hasta la base del cuello y eso me excitaba.. ya había derramado la mayor parte del semen sobre mi rostro, no podía ver, mis ojos, nariz, mejillas, cuello, todo estaba viscoso y pegajoso, aromático a semen caliente y recién disparado. pero aún así, tras algunos brincos y gemidos, la verga de la asiática disparó sobre mí leche, y contrario al tamaño de su miembro, su semen fue mucho terminó de mezclarse y cubrirme con los otros.
Me tomó del cuello ya habiendo sacado el juguete de dentro de mí, me ahorcó ligeramente y con su lengua me lamió el rostro lleno de semen. me lamía y me besaba; succionaba para juntarlo y me lo pasaba en un beso apasionado, poco a poco se nos unieron las demás en un beso blanco lechoso. Hasta que otra vez, todo el semen, las 4 leches estaban dentro de mi boca y entre las tres me obligaron a tragarlo.
Quedé con el culo abierto y cogido, la verga cansada de tanta mamada y la garganta cubierta de leche de 3 exquisitas vergas. Mi fantasía se había cumplido.
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