Mi pervertidor – 3ra parte
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Tranyarlethe.
Hola amigos, continuando con la historia de mi pervertidor, en esta ocasión les platicare como poco a poco fui haciéndome la puta personal de aquel viejo lujurioso y como me fui adentrando más y más en este delicioso mundo; aprendiendo tantas y tantas cosas.
Una vez que me cogió ya vestida de niña, me quede con más ganas de ser su mujer, de portarme como su hembra y dejarme hacer todo lo que a ese viejo libidinoso.
En la última vez que estuvimos juntos, pidió permiso a mi mama de que me dejara ir a su departamento para ayudarle con unas reparaciones, a lo que mi madre accedió para, según ella, “aprender cosas nuevas” jijiji y vaya que las aprendí.
Ya con la proposición en puerta en el trascurso de la semana cada día que regresaba de la secundaria me ponía lencería esperando a que Don Genaro tocara la puerta y pasaba horas imaginando como sería la próxima vez que me hiciera suya, practicaba maquillaje y caminar con tacones.
Así paso una larga semana hasta que el Domingo por la tarde, Don Genaro toco la puerta para decirle a mi madre que al día siguiente comenzaría a reparar una de las paredes de su cuarto y quería que cuando yo llegara de la escuela pasara a su departamento para comenzar, a lo que mi madre solo pidió que me diera espacio para hacer mi tarea.
Casi no dormí esa noche por la ansiedad de que llegara esa hora, sería la primera vez en casa de mi hombre, casi como si fuera su mujercita.
Llegue corriendo de la escuela y él ya me esperaba parado afuera de su puerta, ni si quiera me dejo pasar a mi casa y casi a empujones me metió a su depa.
Ya adentro me dijo: ahora si mi putita, ya eres mía y de aquí no sales si no con el culo bien abierto.
Eso me provocaba tanta excitación que me mordía los labios y suspiraba.
Me dijo: tengo una sorpresa para mi puta; y saco una bolsa de plástico que evidente mente tenía ropa adentro, me la entregó y me ordeno que pasara a su recamara a vestirme.
Cuando entre a su cuarto revise su obsequio y en verdad que era una sorpresa; era la falda de la secundaria; si, aquella que usaban mis compañeras del colegio y que en más de una ocasión había fantaseado usar, unas calcetas con encaje, unos zapatos con un pequeño taconcito muy coqueto y un calzón de niña que si bien no era tanga, era de una textura muy ligera y de tamaño pequeño, todo me quedó a la medida, solo me quite la parte baja de mi atuendo, y quede como una colegiala, si como mis compañeras.
Salí de su cuarto haciendo ruido con mis tacones ya que eso me excita mucho y cuando me miró me llamo a sentarme en sus piernas mientras miraba la televisión y tomaba una lata de cerveza.
Cuando me senté en sus piernas se me subió la falda y esa sensación de mi piel desnuda sobre su pantalón me encantó.
Me pregunto si me había gustado mi regalo y obvio respondí que me encantó, comenzó a tocarme las piernas con sus manos grandes y rasposas, me subía la falda y masajeaba mi pequeño pene como si se tratara de un clítoris y yo le correspondía pasando dulcemente mis manos sobre su pecho velludo por dentro de su camisa.
Me pidió que la desabrochara y no de inmediato lo hice, ahora acariciaba sus pezones y baja hasta su ombligo, no sé qué tenía aquel macho que me encantaba, nunca imaginé que estar sobre un cuerpo como aquel me provocaría tanto placer.
Paso una de sus manos hacia mis nalgas y me comenzó a tocar mi ano con su dedo, lo movía en círculos y presionaba, me apretaba una nalga completa con solo una mano, luego me tomo de la cintura cual muñeca de trapo y me sentó en su pene ya duro por debajo del pantalón, yo instintivamente comencé a moverme en círculos y el me subió la fala completamente hasta la cintura, hizo a un lado mi calzoncito y sentía la tela endurecida directamente en mi ano.
Yo ya estaba en las nubes así que me jaló hacia atrás y me beso en el cuello, cosa que me estremeció y solté un largo suspiro, con mi piel chinita me agarro de mis pequeños pezones y masajeo mis tetitas haciéndome temblar de pies a cabeza.
Estábamos fajando de lo más rico y de pronto se levantó dirigiéndose hacia un cajo, saco una especie de liga, se deshizo de su pantalón y la liga la colocó en su pene ya duro, con la liga apretó tanto sus testículos como su verga, eso hacía que se viera más grande.
Se sentó en el sillón mi dijo que me incara como perrita, lo hice y el colocó mis manos sobre sus muslos, no hubo necesidad de que dijera nada, yo ya sabía lo que tenía que hacer, bese la punta brillosa de ese hermoso falo y comencé con lengüetazos en el la cabecita y luego por todo el tronco, al alejar mi lengua se formaba un hilillo transparente con ese líquido salado que ya me había comido otras veces, y en ese instante él tomó mi cabeza y la empujo hacia su tronco duro apenas dándome tiempo de abrir la boca diciéndome: deja ya de estar jugando escuincla y mamame la verga; su pene llego hasta mi garganta provocándome arcadas, mis lágrimas salían y una cantidad abundante de saliva escurría por la comisura de mis labios, un sonido raro se formaba por la combinación de líquidos y mis arcadas, como si estuviera atragantándome y eso a él le gustaba porque me repetía una y otra vez: eso es puta, traga, traga que yo sé que te encanta.
En cuanto soltó mi cabeza me escapé de ese ritmo agotador y por fin pude respirar de manera normal.
Mucha espuma y baba escurrían de su pene y de mi boca unidos por varios hilos viscosos.
Limpié mis lágrimas y lo escupí su pito, con mi mano lo sobaba hasta dejarlo lleno de saliva y esta vez yo misma me lo trague hasta que no quedo un centímetro fuera, cosa que le encantó y me decía que ya estaba aprendiendo.
Me encantó la satisfacción que le provoque porque sentía que estaba complaciendo a mi hombre.
Me cargo de las piernas y así sobre el sillón yo seguía mamando mientras me acomodaba en posición del 69, yo encima de él y con su cara en mi culo comenzó a besármelo y escupirlo, seguía tocándome con los dedos hasta que pronto entró el primero, lo sacaba y lo metía lo giraba y lo movía adentro de mí, metía el segundo y repitió el tratamiento, luego ya eran tres y fue ahí comencé a sentir dolor y lo notó, me dijo que si aún no me la metía y ya estaba chillando ni iba a aguantar ni la puntita.
Su verga cada vez estaba más hinchada por acción de la liga que se había puesto y sus huevos también amarrados se veían sumamente antojables y no me contuve, los bese los chupe y los pase por todo mi rostro y eso un sonido de un golpe se escuchó haciendo me saltar de la impresión y de ese ardor que te provoca un nalgada.
Metió ambos pulgares en mi pequeño orificio y con sus manos abría mis cachetes para acostumbrarme a lo que venía.
Estando así montada sobre él, fue llevando mis caderas hasta quedar encima de su verga ya bastante lubricada con mi saliva.
Me dio varios golpecitos en mis nalgas con su verga dura y luego la empujo en mi entrada hasta que sentí como su gran cabeza iba entrando, esta vez su verga estaba más hinchada de lo común y no fue como las otras veces que una vez entrando la cabeza, lo demás me entraba fácil.
Todo el tronco iba entrando despacio y abriéndose espacio en mis entrañas, sentía todas las paredes de mi recto en contacto con su piel hasta que por fin sentí llegar a su pelvis, yo quería moverme pero él me detuvo por un momento y luego comenzó a moverme con sus manos al ritmo que él marcaba, sentía que los cabellos se me ponían de punta y cada vez gemía más fuerte, movió mis piernas para que queramos de frente y me dijo que ahora podía darme los sentones que quisiera, yo ni tarde ni perezosa comencé a cabalgar esa rica tranca, la sacaba toda para dejarme car sobre ella y él solo con las manos en mis tetillas suspirando con esa respiración ronca de un macho excitado.
Nos levantamos y me llevó a cuarto, cuando iba caminando me levanto la fada y yo como toda una zorra moví más mis caderas contoneándome para provocar a mi macho, a la entrada de su habitación me detuvo y apenas me inclinó un poquito y me volvió a penetrar así de pie.
Me dijo que si lograba llegar a la cama sin sacarme su verga de mi culo me daría un regalo y así lo hice daba pasos pequeños y pegaba mis caderas a su pelvis para no dejar escapar de mi interior aquella deliciosa barra de carne.
Por fin llegamos al borde de la cama y solo puso mis piernas sobre la esquina, me tomo de los hombros y comenzó a empujar con una fuerza descomunal, se escuchaba como su pelvis golpeaba mis nalgas, y gritos de verdadero placer salían de mi garganta, me sacudía todo el cuerpo con cada embestida y comenzaba a sentir una extraña sensación en mis entrañas, era como esa sensación que tienes al masturbarte pero provocada desde el interior, mis ojos se volteaba hacia atrás, apretaba el esfínter y la sensación se agudizaba llegando al punto de no poder conterme mas y comencé a eyacular sin siquiera tocarme el pene.
Fue una lluvia de sensaciones, mis piernas temblaron y mi ano se contraía y se expandía por sí solo, todo mi estómago tenía contracciones y los chorros de mi pene parecían no tener fin, todos mis músculos se encontraban contraídos y mis gritos debieron escucharlos hasta la calle.
Mi macho me daba ánimos a seguir disfrutando y me decía que le gustaba que su perrita gozaba mucho la verga.
Saco su verga de mi culo e inmediatamente la tome con mi boca, tenía un olor delicioso, a semen y a mí; olía a sexo, lo tome de sus bolas y lo mamaba con desesperación, lo metía todo en mi boca y yo misma me daba golpecitos en las mejillas.
Me puso boca arriba y mis piernas las colocó en sus hombros, me penetro por otros 5 min, su piel se tornó roja, tembloroso saco su polla de mi ano ya bastante abierto y apunto a mi cara, un chorro caliente broto de su miembro punzante y yo solo abrí la boca y saque la lengua para recibirlo seguía expulsando leche en abundancia que caía sobre mi cara, en mi cuello, en mis tetillas y mi abdomen con una mano lo acercaba a mi boca y lo posaba en mi lengua, no me lo pasaba, lo saboreaba y lo difundía por cada rincón de mi boquita.
Mi macho acerco su verga a mi cara y con gusto la tome aun con su semen en la boca hasta dejarla completamente limpia.
Me beso con mucha pasión y yo correspondí, me sentía tan llena que me quede por un rato recostada en su cama, me dijo que así sería siempre, que cojeríamos de todas las formas posibles y que yo tenía que obedecer en todo lo que él me dijera y yo como buena hembra e decía que sí a todo lo que mi papi me pedía.
Al siguiente día repetimos la faena, pero como me lo prometió, mi papy me llevo un regalo, mi primera peluca.
Era peliroja con un poco de risos, bastante larga, me llegaba casi hasta la cintura.
Tome a escondidas la tanga de mama que era mi favorita, esta vez me pidió que tomara algo de ropa de su esposa.
Tome el vestido más corto que encontré, me llegaba debajo de la rodilla porque su esposa fue una mujer muy conservadora, con mi tanga debajo de él, me coloque mis zapatos colegiales, mi peluca y un poco de labial de mama.
Esa tarde estuve caminando por todo su departamento.
Le servía cerveza y le pasaba la herramienta, al calor de las copas se comenzó a calentar y se rascaba la verga por encima del pantalón, rápidamente me ofrecía rascárselo y sonriendo me dijo: ya sabes cuál es tu trabajo.
Desabroche su cinturón y su verga salto como un resorte, como siempre la bese primero y luego a tragármela toda, ya tenía más práctica y podía desaparecerla toda en mi boca, mi macho tomo un cigarro y se relajó mientras yo lo atendía con mi boca, me tomaba de las orejas y me jalaba y me alejaba, me echaba el humo del cigarro en la cara mientras yo seguía comiéndome ese trozo de carne cosa que me incitaba comerlo con más ansias, lo miraba con ojos de lujuria y sentía como su verga palpitaba en mis labios.
De nuevo me llevo a su habitación caminando con la verga en adentro.
Ya en su cama me cogió en todas las posiciones pero esta vez terminó mas rápido, cuando sentí que aumentó sus embestidas me salí y me hinque para recibir mi dotación de leche nuevamente, no salió tanta como el día anterior por lo que no desperdicie ninguna gota.
Esos días pasaron igual y yo me sentía en el paraíso, llegaba de la escuela directamente a su casa, ya no había necesidad de hablar con mama, antes de que ella llegará, yo ya estaba en casa haciendo tarea por lo que no había sospechas de lo que pasaba entre don Genaro y yo.
Cada día me ponía ropa diferente, incluso llegue a recortar algunas prendas para dejarlas un poco más adecuadas a la chica sexy que vivía en mi interior.
Mi macho a diario me cojia en una parte distinta de la casa y en una ocasión mientras le hacía sexo oral en un 69, sentí como después de dilatarme con sus dedos, algo más grande y duro entraba en mí.
Cuando pude observar lo que era, me sorprendí bastante al ver que mi nene me introducía un pepino en mi colita, una vez adentro me dedique mamar con más excitación hasta que en esa misma posición tuve un orgasmo estremecedor, mi cojedor me puso de cabeza junto al sillón y con las piernas al aire, me metió lo más que pudo de ese gran vegetal, tocaba mi ano y me di cuenta que se quedaba abierto como una boca esperando su comida y así siguió hasta que con su mano exprimió su néctar encima de mi otra vez como tanto me gustaba.
Una tarde llegue a tocar a su puerta y no lo encontré sino hasta las 7 de la noche aproximadamente y tristemente escuche que había tenido que buscar un empleo y que a partir de ese día trabajaba en la zapatería del mercado de la localidad.
Eso me entristeció demasiado porque ya no podría seguir siendo su mujercita por las tardes, pero siempre sabia como consolarme.
Un día comentó a mi mama que había tareas de medio tiempo que necesitaban hacerse en la zapatería y que la dueña de la tienda estaba dispuesta darme un pequeño empleo y de esa manera pasar las vacaciones que ya se aproximaban.
Mi madre aceptó y en cuanto llegaron las vacaciones yo ya estaba más que caliente por las semanas en que no tuvimos sexo.
Llegue el primer día con una tanga debajo de mi ropa y en la bodega me cojio muy rico entra cajas de cartón y zapatos tirados me monte otra vez sobre aquella hermosa verga, al día siguiente fue mejor, ya que había bastante calzado de mujer en las bodegas, fue como encontrar un tesoro.
Cuando la dueña salió, yo me metí a calzarme en los tacones más sexys y más altos que encontré, probé varios frente a mi macho, incluso se los modelé solo entanga y ahí mismo me la metió con la adrenalina de poder ser descubiertos por otros empleados.
Así fueron varios días y don Genaro cada vez era más atrevido, me daba nalgadas cuando pasaba por detrás de mí, me daba miedo que alguien descubriera nuestro secreto.
En una ocasión en la que la dueña salió de la tienda, me hizo caminar con unos tacones de aguja, pero con un pepino adentro de mi recto, no tenía que dejarlo caer ya que de lo contrario no me daría mi dotación de leche caliente.
Así lo hice y cuando me saco el pepino me senté en su verga ya con mi ano totalmente dilatado hasta terminó dentro de mí, rápidamente nos cambiamos porque la dueña estaba por llegar.
Pasaron dos semanas y casi del diario me cojia mi macho entre cajas y siempre con unas zapatillas diferentes.
Cuando llego el primer pago me compre maquillaje, una tanga, fue mi primer prenda propia.
En una ocasión en que terminamos de cojer en la bodega, don Genaro me dijo que uno de los ayudantes de la tienda nos había visto y que había amenazado con ir con el chisme a la dueña a menos que accediera a hacerle sexo oral, no sabía que responder ya que si bien me sentía muy puta, no quería estar con alguien diferente a mi Papy don Genaro.
Pero él me aconsejo que debía acceder ya que de lo contrario los dos perderíamos nuestro trabajo y aunque a mi no importaba dejar la zapatería pensé en don Genaro que si necesitaba el empleo.
Al día siguiente de eso, aquel chico de unos 30 años ya me esperaba en la bodega a las 9 de la mañana, me dijo que me había visto en tacones y con tanga, así que debía usar lo mismo pero con los labios pintados, así lo hice y me hinque como ya sabía hacerlo le toque la verga por encima del pantalón y cuál fue mi sorpresa, se sentía más dura y mucho más grande que la de don Genaro.
Metí mi mano a su bóxer y toda mi mano se llenaba de carne, cuando la saque por completo me quedé anonadada.
Con mi mano no alcanzaba a cubrir toda la circunferencia de aquel tremendo animalon, era un poco más larga que la de don Genaro pero lo que más me impresionó fue su grosor, con una venas muy marcadas y una cabeza el doble de grande que la de mi macho, pensé que eso no me iba a caber, abrí la boca lo más que pude y solo llegaba a la mitad de aquel enorme tronco, ese chico me decía que ya llevaba tiempo sin coger porque su esposa y él se llevaban mal.
Que, si se venía rápido lo disculpara, estaba tan embelezada engullendo esa enorme verga que no me di cuenta cuando don Genaro entro a la bodega, si no hasta que ya estaba acariciando mis nalgas con mi tanga nueva, empezó a besarme y a lubricarme, yo solo me dejaba guiar por ese par de machos, era hermosa la sensación de ser poseída por aquellas vergas.
Don Genaro se acomodó debajo de mí y hizo empalarme mientras seguía mamando la verga del otro chico.
Fue cuando sentí que me ahogaba del abundante chorro de leche que aquel chico lanzó; sí que tenía tiempo sin eyacular pensé yo.
No desperdicie ni una gota y mi papacito don Genaro se levantó y me hizo mamársela también, no vi en qué momento se le volvió a parar al otro chico, pero sentí como me tomo de la cintura para intentar metérmela.
De inmediato me zafe porque me daba miedo que aquella cosota me entrara, además de que le pedí al chico que se pusiera condón.
Don Genaro me apoyo y pude sentir esa protección que su macho le da a su hembra.
El chico me colocó muchísima saliva y poco a poco sentí como me partía el culo en dos, cuando sentí que entró me di un respiro, pero mi macho Genaro me dijo que ya había entrado la cabeza.
No lo podía creer, tanto trabajo y apenas había entrado la cabeza, es algo que salía de mi control, no iba a poder con esa descomunal herramienta.
El chico comenzó a meterla y sacarla, con mis manos la tocaba y no entraba ni la mitad, aun así el chico siguió intentando pese a mi dolor hasta que lanzó una estocada brusca que me desgarraba, quise gritar per Genaro tapo mi boca con su mano y me trataba de calmar para que me relajara y no nos descubrieran, se escucharon ruidos en la recepción, y todos corrimos a vestirnos lo más rápido que pudimos, me tuve que esconder entre las cajas porque la dueña había llegado a la tienda y aun no debía estar ahí, mi entrada era hasta después de medio día.
Como pude, salí de la tienda con las piernas temblando y casi llorando.
En casa revise mi ano y sangraba, no me contuve y llore por un largo rato en la soledad de mi habitación.
Ese día no regrese a trabajar y la dueña de la zapatería llamo a mi madre para preguntar por mí.
Yo solo argumente que me sentía mal por un resfriado y casi no salí de mi habitación hasta la mañana siguiente.
Mi madre me había dejado el desayuno y Genaro paso a visitarme antes de ir al trabajo.
Me dijo que estaba preocupado por mí y para compensar lo ocurrido la mañana anterior, me entrego una bolsa que se notaba con ropa en su interior.
Me beso en la mejilla y se fue a la zapatería.
Corrí a mi cuarto y saque las cosas, era un conjunto de lencería hermoso, un corset con liguero y medias, ambos en color negro, además un minivestido súper entallado y muy corto, ese dia me lleve todo mi arsenal en la mochila, tanga lencería y maquillaje.
En cuanto pudimos Genaro y yo nos metimos a la bodega a estrenar todo aquello.
Mi macho me besaba todo el cuerpo y de decía obscenidades que me ponían como perra en celo y me dijo que el vestido era un regalo del otro chico en compensación por lo que había pasado pero que le gustaría repetir.
Paso una semana más y estaba a punto de terminar mis vacaciones, sabía que ya no era la misma, regresaría a la escuela ya convertida en una mujer, aun con apariencia de chico pero ya hecha toda un mujer.
Faltaban dos días para terminar mi trabajo en la zapatería por lo que decidí sorprender a mi macho por la mañana y que sabía que la dueña llegaba tarde, llevaba además el minivestido que el otro chico me había obsequiado e iba decidida a coger con ambos, con toda la convicción de satisfacerlos a los dos, llegue sigilosamente por si encontraba a la dueña, me acerque a la bodega pero escuche ruidos extraños, sin duda eran gemidos de una mujer, sentí que mi corazón se salía de mi pecho, cuando por fin llegué al origen de aquellos ruidos mis ojos se llenaron de lágrimas, tape mi boca con mis manos para no soltar el llanto… era él, mi macho, el que era solo mío, estaba totalmente desnudo detrás de la dueña de la zapatería, una señora de unos 50 años, a mi parecer muy fea, no aguante un minuto más ahí y salí corriendo de aquel lugar a llorar nuevamente en la soledad de mi habitación.
Cuando iba saliendo el chico del pene grande me vió correr por lo que de seguro le fue a decirle a Genaro, al cual no quise ver por largos días.
Me sentía tan decepcionada y también como una estúpida.
Genaro insistió por varios días hablar conmigo, pero yo lo evadía, ya no regresé a la zapatería por mi última paga.
Y la dueña llamo a mi madre y le entregó el dinero, el cual me entregó completo.
Por varios días estuve triste y estaba por reingresar ya a la escuela, a una nueva escuela donde seguro encontraría nuevas experiencias que me harían olvidar de todo ese sueño que viví.
Creí que mi relación con Genaro había llegado a su fin, tenía tanta rabia que había dejado de vestirme incluso en casa y pensé en volver a ser un niño hetero; si no hubiese sido por el chico de aquella enorme verga, que un día pasando por el mercado me llamo, me hizo una proposición bastante tentadora y como cereza en el pastel tenía como final una dulce venganza contra Genaro.
Si no les he aburrido demasiado, continuare con esta historia en mi siguiente relato que no salió como yo esperaba, pero que terminó darme placeres que no imaginaba y continuar con esta aventura de ser una niña travesty, saludos y besos a todos.
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