Mi pervertidor – segunda parte
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Tranyarlethe.
Anteriormente les conté como fue que don Genaro me convirtió en su mujer por primera vez.
Pues bien, les relataré como fue que llegue a ser su mujer de planta por dos ricos y perversos años.
Todo lo que conocía con respecto al sexo lo había visto solo por videos, pero estaba por descubrir la verdadera perversión en persona, tantas y tantas sensaciones que me llevarían a experimentar cada vez más locuras y sentirme plena como su mujer, llegar a ser desde la nena de la casa hasta la puta personal de mi amo y maestro sexual.
Después de haberme descubierto con ropa interior de mujer y prácticamente violarme, volví a ver a don Genaro, al salir para realizar unas compras encargadas por mama, tenía que bajar a la planta de abajo y caminar junto a su puerta; él estaba ahí parado leyendo el periódico y rascándose su bulto por encima del pantalón, como solía hacerlo todo el tiempo.
En cuanto lo vi mi corazón se aceleró pues no sabía cómo reaccionar, pensé que sería un pesar vivir en el mismo edificio que ese señor por lo que había pasado y que seguro sería objeto de burlas en principio solo de él y luego del vecindario entero.
Sin embargo, ni se inmutó cuando pase junto a él, eso me dio un respiro y al regresar el ya no estaba.
Al día siguiente cuando llegue de la escuela estaba esperándome sentado en la escalera, en cuanto me vio me llamo por mi nombre de niño y me dijo que fuera a su departamento para que me explicara como tenía que ayudarle.
Yo volteaba a todos lados cuidando que nadie nos viera y por fin me decidí a pasar.
Cuando entramos centró su atención en explicarme lo que realizaría y como debía quedar terminada la reparación, en verdad eso me hizo sentirme más tranquila y tener más confianza en él y mientras me encontraba en su sillón pude ver fotos que tenía cuando era joven junto a su esposa.
Una linda y elegante Dama y él era delgado, con cabello y bien parecido, no aguante quedarme con la duda y le pregunte acerca de ella.
Solo se limitó a decirme que había fallecido varios años atrás y que él no había querido estar con nadie más.
Era evidente que el tema lo ponía triste y era también fácil adivinar la causa de su actual apariencia.
Sumido en el alcohol por la depresión había llegado a descuidar de sobremanera su aspecto personal.
Sentí pena por él y un poco de comprensión llego a mí.
Después de eso me preguntó que por qué me vestía de mujer y desde cuando lo hacía, que si me gusta la verga y yo le respondí que nunca había tenido sexo con nadie y en cuanto escucho eso, sus ojos brillaron y me respondío: Lo sabía estas bien apretadita.
Te gustaría seguir haciéndolo? Respondí que si ya que vestirme era mi pasatiempo favorito.
Entonces me pidió que lo acompañara a su habitación, abrió su closet y me dijo que, si yo quería, podía ponerme la ropa de su esposa, que éramos casi de la misma talla.
No supe que decir ya que era un closet completo para mí.
No podía creerlo, aquel vulgar y nauseabundo hombre estaba siendo amable conmigo.
Mi respuesta fue positiva y aunque la ropa era no era totalmente de mi agrado, pensé que sería un gesto de amabilidad aceptar la propuesta, tal vez podría ser divertido portar esa ropa elegante y conservadora de su esposa.
Entonces me pidió que lo esperará como mujer, que el llegaría y tocaría lapuerta y podríamos platicar de lo que yo quisiera.
Llego a casa para realizar las reparaciones en la cocina, yo ya lo esperaba como se debía.
En cuanto llegué de las compras corrí a bañarme, puse crema olor a fresa por todo mi cuerpo, pase al cuarto de mama y me puse una tanga de encaje negro que era mi favorita, me encantaba como contrastaba con mi piel blanca.
Luego unas medias negras con encaje y un top de licra.
Me enfundé en una falda de vuelo color beige pero no me quedaba como esperaba, no la llenaba al igual que mi mama, así que tuve que arremangar la parte de la cintura para subirla a medio muslo.
Me puse labial dorado, rímel en mis pestañas y delineador en mis ojos, un poco de rubor en mis mejillas y ya estaba, toda una niña.
Lo culminé con unas zapatillas no muy altas pero de tacón muy ruidoso, eso me encanta.
Los minutos se me hicieron eternos hasta que por fin tocaron a la puerta, mire por el ojillo y ahí estaba el, igual de zarrapastroso que siempre, pero fue la primera vez que me alegró verlo.
Lentamente quite el seguro y me cubrí con la puerta por si alguien pasaba y lograra verme.
Entró y me miro de arriba abajo pasando su lengua por sus labios, dijo que parecía una muñequita y que así tenía que esperarlo siempre, en ese momento me cargo y me llevo en sus brazos hasta el sillón.
Se sentó y me sentó en sus piernas.
Olía a alcohol y a cigarro, posó su mano en mi pierna y una sensación exquisita me recorría, sus manos ásperas en combinación con la sedosidad de las medias eran en verdad un deleite.
Me beso el cuello y luego busco mi boca, la cual evité porque aún me provocaba asco.
En algún momento pensé en detener todo ya que aún me causaba repulsión estar con aquel señor, pero me excitaba la idea de ser poseída por un hombre, creo que después comprendí que lo que pasaba en mi cabeza era morbosidad y fetichismo por ser la niña de hombre desalineado como lo era él; por ser dominada.
Sus caricias me provocaban palpitaciones y aceleraban mi respiración, hasta que por fin acepte su boca abriendo apenas unos centímetros mis labios, tal vez por la calentura del momento o por la curiosidad de ser dominada.
Era un maestro en el arte de excitar ni yo me había dado cuenta cuando mi pequeño pene comenzó a expulsar ese líquido transparente, pero el tomo con un dedo y me lo dio a probar, era salado y viscoso, me encantó y él se dio cuenta y atino a decirme que era toda una zorrita.
Me recostó en el sillón y me beso completamente toda, paso de mi cuello a mis labios, me beso los ojos, la nariz, lamia toda mi boca y regresaba al cuello.
Yo me quedaba inmóvil siendo solamente capaz de disfrutar todo aquello.
Bajaba a mi top y por encima podían observarse mis pequeños pezones erectos por encima de mi plano pecho.
Se encargó de ensalivarlo todo y apretarlo con una delicadeza que no le conocía.
Bajo a mi ombligo mientras seguía exprimiendo mi liquido preseminal y me lo daba con sus manos.
Paso a mis piernas y hasta la punta de los dedos, eso sí que me hizo suspirar y gemir, lo que le dio a notar que ya estaba al mil, sentía un calor inmenso.
Me volteo boca abajo y cuando de besó mi espalda un verdadero gemido de niña salió de mis labios, fue un gemido autentico ya que me hacía vibrar, beso mis nalgas, las amasaba con fuerza como la vez anterior y descubrí lo mucho que me gustaba ser dominada.
Separo los glúteos y se quedó mirando mi ano, decía que era una chulada de culo, yo no podía decir una sola palabra, estaba paralizada.
Escupió mi ano y sentí su mojada y caliente lengua urgandolo, fue como estar en el cielo, mis ojos se pusieron en blanco y volvía gemir.
Luego comenzó a dedearme, sus rasposos y gordos dedos me hacían retorcerme, primero de dolor y luego de gusto, en ese momento se recostó sobre mí y todo su peso cayó encima quitándome el aliento, el se dío cuenta y se quitó y me pidió disculpas.
Me pidió que le quitara su camiseta sucia y al quedar descubierto su torso pude apreciar su pecho con vellos y canas que me excito demasiado, pasaba mis dedos suavemente por todo su pecho.
Él me decía: así mi putita, así.
Me recostó nuevamente y se paró junto a mí, se bajó los pantalones y su pene ya estaba escurriendo igual que el mío, un hilo de líquido cayó sobre mis mejillas mientras lo acercaba a mi rostro pero esta vez abrí la yo misma la boca para recibirlo, su glande estaba muy hinchado y eso se sentía muy rico en mi paladar y en mi lengua, trataba de hacerlo como lo había visto en los videos y creo que no estaba tan perdida ya que él me decía que era un nena mamadora experta.
Lo saco y me puso sus testículos en mi boca, podía ver su rostro de felicidad cuando pasaba mi lengua por esa piel colgante con canas y arrugas.
Metí un testículo en mi boca provocando una risa lujuriosa en él.
Me tomo de las manos y me levanto, se sentó en el sillón y jalo el pellejito de su verga hacia abajo para aumentar su tamaño, no era muy grande pero cuando hacia eso, crecía de un tamaño que me asustaba pues no sabía si en realidad todo eso podría entrar en mi colita.
Me ordenó que me sentara en su falo pero era muy difícil atinar, tuve que guiarlo yo con mi mano y de nuevo regreso esa sensación de la primera vez, sentía que me partía pero en cuanto entró su cabeza lo demás entro fácil.
Me quede quieta pues no sabía moverme y en eso él me tomó de mi cintura y no hubo necesidad de moverme, el me empujaba hacia arriba con su verga y luego me dejaba caer encima de ella.
Sentía la presión en lo profundo de mis entrañas, pero sobre todo esos sonidos del choque de piel con piel fueron los que terminaron por excitarme.
Ya no estaba en mis 5 sentidos ya solo me dejaba guiar por mi maestro, me recostó en posición de cucharita y me beso en la boca, a lo cual ya no opuse resistencia y deje entrar esa lengua carnosa y muy hábil en mi boca, lo comencé a besar con pasión, luego me colocó en 4 en el descanso del sillón y ya entró más fácil, lo sacaba todo y lo volvía a meter, se escuchaba como si quitaran un corcho a un botella, volvió a gemir como bestia indicándome que estaba por explotar, entonces me la saco y sentí como chorreaba un líquido caliente en mi espalda.
Nuevamente lo tome con mis manos para llevarlo a mi boca, me preguntó si eso me gustaba y prometió que la siguiente vez me los daría directo en mi boquita mamadora.
Después de eso nos quedamos descansando y me fui a cambiar, tuve que lavar la ropa de mama mientras el realizaba las reparaciones en la cocina.
Me sentí como la mujer de la casa.
Le llevé un vaso con soda y el agradeciendo el gesto acarició mis mejillas diciendo: ¡gracias princesita! Acto que me sonrojó.
Llego mama de trabajar y don Genaro aún continuaba en casa terminando y yo con él ayudándole con las herramientas.
Mama se alegró y me dijo que hacíamos buena pareja como trabajadores, a lo que volví a reír y otra vez en mi mente me decía que ya éramos pareja pero otra forma más intensa, jiji.
Don Genaro ofreció a mi mama enseñarme a trabajar en casa ya que él tenía varios pendientes en su departamento y que con todo gusto podría enseñarme mientras yo le ayudaba a lo que ambos accedimos, pues yo tenía perfectamente claro lo que sucedería en la privacidad de su casa.
Paso una semana y no supe nada de él, diario llegaba de la escuela y me vestía esperando que tocara a la puerta, pero nada.
Hasta que por fin un día pidió permiso a mi mama para dejarme ir a su departamento para resanar sus paredes.
Ahí fue cuando de verdad me convertí en su mujercita de planta, pero creo que es merecedor de otro relato que si gustan puedo platicarles.
Espero no haberlos aburrido, besos….
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