Mi primera vez
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por bisexone.
La primera vez que tuve una experiencia con una chica transexual fue volviendo a casa tras una noche de marcha en la que no había tenido suerte.
Había salida con una compañera de clase, con la cual tenía esperanzas de liarme, y sus amigas, pero, al final, ella acabó con un tío, sus amigas se marcharon, y yo, solo, opté por volver a casa.
Ya hacía tiempo que me planteaba tener sexo con una transexual, pagando, claro está, ya que aquí, en Mallorca, la mayoría, por no decir todas, trabajan en la prostitución, o, al menos, todos los intentos que había tenido de contactar con alguna por Internet, me habían llevado allí.
Quizás por ello, por el morbo, me desvié del camino a casa y pasé por una calle del centro donde hay un par de clubes donde estas chicas trabajan. Era tarde, las 4 o 4’30 de la madrugada, y vi a muchas que salían para irse a casa, después de que estos clubes cerraran.
Desilusionado, giré una esquina para volver al camino de mi casa y, allí, de pie, vi a una preciosidad, morena, alta, de figura esbelta, con el pelo rizado, esperando.
Se giró hacia mí y me preguntó, después de mirarme de arriba a abajo:
– Hola guapo, ¿sabes dónde se puede pillar un taxi por aquí?
– Si vas a las Avenidas (una calle ancha muy cerca de donde ella estaba) podrás coger alguno- le contesté-.
– Gracias. ¿Por qué no vienes conmigo y lo cogemos juntos?
– Me encantaría, pero es que no llevo dinero encima (era la verdad, aunque estaba un poco sorprendido porque me hiciera esa proposición).
– No te preocupes, te invito yo. Y, si te apetece, te invito a una copa en mi casa.
Al ver que yo no respondía, añadió en voz baja:
– No te preocupes, contigo no te quiero cobrar, solo pasar un buen rato contigo.
Así que, sorprendido, cachondo perdido y un poco aturdido, cogimos el taxi hasta su casa. Una vez allí, me invitó a un trago, tras lo cual, se arrimó a mí.
– Sabes, desde que te vi me gustaste mucho. ¿Sabes que no soy una chica normal? (fueron palabras suyas, para mí todas las chicas, transexuales o no, son normales).
– Lo sé, le dije, acercándome a ella.
A mi respuesta me encontré su lengua dentro de mi boca, hurgando, jugando con la mía, así que, ya suelto, empecé a acariciar su cuerpo, estrujar sus pechos, acariciar su entrepierna, quitarle la ropa…. Casi desnuda, sin falda, ni top ni sujetador, se arrodilló ante mí y me bajo los pantalones, quitándomelos, al tiempo que los zapatos y calcetines, mientras pasaba su boca y su lengua por encima de los calzoncillos, y, por lo tanto, de mi polla, que ya estaba totalmente erecta.
Finalmente, me sacó los slips que llevaba y me hizo la mejor mamada que me habían hecho hasta ese día. Me corrí al cabo de un rato en su boca, llenándosela de semen, pero, al rato, estaba empalmado otra vez, gracias a sus caricias sobre mi pene y al dedito que, por primera vez, me metían dentro del culo. Empalmado de nuevo, le dije que se pusiera a 4 patas. Ella obedeció, ofreciéndome su maravilloso culito enfundado en unos pantys marrones y unas bragas de color morado debajo.
Primero bajé los pantys y, luego, las braguitas, las dos cosas hasta sus rodillas. Caliente como estaba, no me entretuve mucho, fui directo hacia su ano. Jugué en él con mi lengua y mis dedos hasta que Nadia, que así se llamaba ella, me suplicó que la follara. Mientras jugaba con su culo ella me había puesto un condón y me lo había lubricado, así que no me costó mucho entrar en su agujerito.
Desde siempre me había gustado el sexo anal, aunque con las otras chicas me era mucho más difícil practicarlo, así que fue una delicia entrar en ese culito y oírla a ella gemir de placer. Así que, tras un rato de meterla y sacarla a buen ritmo, me corrí por 2ª vez. Acabé masturbándola mientras nos besábamos, hasta que se corrió entre suspiros de placer.
Me despedí de ella, ya que a las 8 tenía que trabajar (aún estaba en la edad de poder ir a currar sin haber dormido), así que llegué a casa a tiempo de ducharme y salir.
Nos vimos varias veces más, pero ella se fue a vivir y a trabajar a Barcelona, así que no he vuelto a saber más de ella, pero nunca se me olvidará la primera noche que pasamos juntos.
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