Mi primera vez con una chica TV
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por escritorderelatos.
En la estación de la Raza se tardó un poco, venía pensando en muchas cosas cuando se escucharon los tacones de una mujer alta, morena, traía una mini blanca que mostraban unas enormes piernas, se notaba que era chica de gimnasio. Su cabellera era negra y ondulada, le llegaba hasta los hombros. Todos los hombres buscaban el mejor lugar para admirarla. Algunos se acercaron hasta la puerta para decirle algo, pero nadie se animó, dos más se bajaron del metro y otro se cambió de vagón. Las mujeres cuchicheaban entre ellas. Al sonar el metro se pasó para atrás y ahí la pude contemplar mejor. Era hermosísima, sus ojos eran grandes como platos, parecían de anime japonés. Cejas depiladas, pestañas largas. Su boca era ideal para besar, sus labios carnosos, tenía una sonrisa agradable. Sus dientes totalmente blancos. Era un cromo. No pude disimular mi cara de asombro y ella lo notó, me sonrió y me dijo hola. Yo solo sonreí, pero no pude articular palabra. Me dio la espalda y pude notar un trasero impresionante, poseía unas curvas de infarto, su culo se veía duro. Ella sabía que habían valido la pena tantas horas de gym. En pocas palabras era un mujeron, en escala del 1 al 10 era de 10. Solo había un pequeño inconveniente. NO ERA MUJER.
Su perfume era atrapante, por un momento me deje llevar, cerré los ojos, me imagine besándola. Al llegar a la siguiente estación me despertó el roce de ella debido a la gran cantidad de gente que subió en Hidalgo, por lo que quedamos muy juntos. Surgió la duda que a todos los hombres nos pasa. ¿Me estaré volviendo gay? Y por más que me repetía es hombre, es hombre, mi pene comenzó a despertar, se estaba poniendo duro. En Balderas se llenó aún más y prácticamente quedamos uno encima del otro. Mi erección era notoria, casi reventaba mi trusa, estaba seguro que ella lo sentía, aunque nadie lo podía notar. No sé si para mi fortuna o para mi tortura el metro demoraba bastante en cada estación, ya que mi pene comenzaba a dolerme debido a que no tenía una buena posición. Me acerque a su oído y pude ver unos senos pequeños que casi reventaban su blusa, sus ojos los tenía cerrados y se estaba mordiendo un labio, eso me prendió aún más. Le dije discúlpame, ella echó su cabeza para atrás y me contestó no te apures. Cada segundo que pasaba me excitaba más. Por mi mente pasó en pedirle que nos bajáramos y fuéramos a un hotel, pero en ese entonces tenía más preguntas que respuestas.
Los dos teníamos una calentura bárbara, ninguno lo planeo, y ninguno lo provoco, por eso fue más excitante. Ella comenzó a hacer su cola para atrás, comprobé que era un verdadero manjar. Con más experiencia que yo, pasó su mano y me toco el pene, casi grito de satisfacción, me sentí en la luna. Hábilmente bajó el zipper del pantalón, mi pene pedía que lo liberarán de su jaula, a estas alturas ya estaba súper mojado, a ella le agradó, sabía lo que provocaba en los hombres, por lo que me limpió el glande con sus dedos. Bajó mi trusa y mi pene salió impulsado como por un resorte, ella se alzó la mini y justo cuando rozaba ese trasero de infarto, se oyó como un balazo, el metro se sacudió muy fuerte, iba de un lado para el otro, al venir tan rápido creí que nos voltearíamos, la gente se asustó y no era para menos. Se fue la luz y la calentura de un plumazo, la incertidumbre fue grande, se escucharon unos gritos, hubo muchos empujones, se veían unas chispas por la ventanilla. En cuestión de segundos la pasamos muy mal, gracias a dios no duró mucho, poco a poco la velocidad fue disminuyendo hasta que por fin se detuvo. Quedamos en medio del túnel, de lado y totalmente a oscuras.
La calma llegó, respiramos tranquilos. Le pregunté ¿estás bien? Me dijo si, noté que estaba temblando. Le volví a preguntar, y me dijo, me da miedo la obscuridad. No te apures ya pasó. La tomé de la mano y la abrace, ella se acurruco en mi hombro. Si antes el momento fue erótico ahora se tornó muy romántico. Acaricie su brazo y me dijo no me sueltes. Pensé no te voy a soltar nunca. Por fin me atreví y le dije al oído, eres muy linda, me dio un beso en la mejilla y me dijo tú también me gustas. A pesar de que ya pasó bastante tiempo aún conservo ese momento que ha sido imborrable para mí. Ojalá que para ella también lo sea. Mi pene despertó de nuevo y la tome por su breve cintura. Ella solo suspiro, me acerque aún más y le bese su oreja, se cimbró de los pies a la cabeza, vi que por ahí era el camino y le metí la punta de la lengua en el lóbulo, dio un pequeño grito diciéndome No, pero uno sabe lo que eso significa. Me acerque y la bese de nuevo, se estaba prendiendo. Ahora ella se acercó a mi boca y le chupe su orejita, solo me apretó con sus manos y comenzó a agitarse. Tomó una de mis manos y la puso en sus tetas, sus pezones estaban duros y comencé a besarle la nuca.
Baje mi mano y toque su enorme culo, traía puesta una tanga y eso me calentó aún más. Saque mi pene de nuevo, ella se alzó la mini y retomamos el faje. No tengo palabras para expresar el placer que me provoco el sentir su cola rozando mi verga. Se puso de puntitas y mi pene quedó en medio de sus piernas, comenzamos un vaivén como si lo estuviéramos haciendo. No podía penetrarla por falta de espacio. Agarraba sus muslos y me sentí en la gloria. Mi pene comenzó a escurrir de nuevo, ese líquido pre seminal anunciando la eyaculación. Y no me vine porque justo regreso un poco la luz. Nos acomodamos la ropa, al parecer nadie se dio cuenta. Se oyó la voz del operador diciendo que en breve reanudaríamos la marcha. La gente se puso feliz, pero nosotros no. A pesar del gentío sentíamos que viajábamos nosotros solamente. Había un gran barullo pero escuchaba perfectamente su respiración, permanecimos abrazados y nadie nos voltio a ver. El metro arrancó ante la aprobación general. Al llegar a Centro Médico bajaron los que pudieron ya que el andén estaba repleto. Ella se dio la vuelta y quedamos de frente, nos besamos como dos enamorados. A pesar del sabor cereza de su bile, su boca sabía a miel. Si bien el primer beso no se olvida, este ha sido el beso que más recuerdo.
Ya no me importaba si algún conocido me viera besando a una CHICA TV. Al llegar a Zapata tomamos un breve respiro. Le pregunté por su nombre, me llamo Rebeka, mucho gusto Rebe yo me llamo Raúl le dije. Platicamos de varias cosas, le comenté que iba a trabajar y que no podía faltar. Ella me dijo que iba a la fiesta de su mejor amiga que la acompañara. Intercambiamos números telefónicos, la atracción fue mutua, el flechazo fue brutal. Llegamos a Copilco y no queríamos que el viaje terminara. Nos besamos de nueva cuenta, ahora si varios nos observaron pero ni los tomamos en cuenta. Me dolían los testículos de tanta pasión. Mi trusa estaba totalmente empapada. Llegamos a Universidad cuando recibí la llamada de mi trabajo aún me esperaban. Soy vigilante y ningún remplazo había llegado. La acompañe a tomar su micro y en medio de los puestos me empujo y se puso de hinojos, bajo por enésima vez mi zipper y comenzó a chuparlo. Su lengua envolvió mi glande que estaba en su jugo.
Rebe sabía lo que hacía. Había estado con muchas mujeres anteriormente pero nunca había recibido una felación como esa. La goce al máximo. No tarde nada para venirme en esa boca experta. Me salió mucho semen debido a la calentura que me provocaba. Se tragó todo mi esperma, no dejó caer una sola gota al pavimento. Mis testículos descansaron un poco. Se levantó y me dijo hay chiquito la traías atrasada. ¿Tenías un año que no te venias o qué? No, el miércoles me masturbe en el baño le conteste. Terminó de limpiarme el pene que ya reducía su tamaño. Su lengua lo dejó muy limpiecito.
Nos despedimos, en medio de la calle ante las miradas del cobrador, checador y chofer del camión. Quedamos de ponernos de acuerdo para salir el domingo. Pero para mí mala suerte perdí mi cel y no pude recuperar su número. El siguiente viernes fui al metro pero no la vi. Cada dos días iba a la Raza pero jamás la vi. Así estuve un mes y nada. Cada que viajo a la misma hora no pierdo las esperanzas de verla de nuevo, y retomar lo que dejamos pendiente. Quise contarles este relato esperando que algún día lo lea y sepa que aún la busco en el metro, en la calle y en el Facebook. Ojalá que algún día te vuelva a encontrar preciosa REBE.
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