Mi tío me hizo mujercita 5
Suri pasa la navidad en casa de la familia de su tío, y aunque no puede coger con su macho de planta, no por eso deja de divertirse como toda una sissy..
¡Hola! a los pocos lectores que tengo.
Hace mucho que no hablo con ustedes, y es por que nunca he sido bueno en ello y la verdad no recibo mucha respuesta de ustedes así que no es como que me sienta muy inspirado a hacerlo.
Aquí esta el nuevo capítulo de esta serie, que como recordarán es le reescritura de unos relatos muy cortos en esta misma pagina, escritos por LAURATRANLIBRE, Pues bien, escribo esta nota al principio de este capítulo para pulir y aclarar ciertos detalles de la historia.
Uno: En el capítulo 3 se mencionaba que en el capítulo 4, Suri y Rafael serian descubiertos teniendo sexo por su Tía, cosa que no sucede. Eso tampoco pasa en este capítulo, la verdad es que mientras escribía el cuarto capítulo la historia simplemente se tomó su propio ritmo, y se me ocurrieron varias aventuras sexuales para Suri, por lo cual al final terminé escribiendo dos capítulos más, así pues la última frase del capítulo 3 ya no tiene validez, cosa que no puedo corregir por el sistema de publicación de esta pagina.
Dos: otro error en el capítulo 3 es que llamé a la tía o la madre de Suri, Samara, lo cual fue un error, he aquí los nombres y edades de los personajes, para que no haya más confusiones, ni para ustedes ni para mí.
Suri Saavedra 12 años, protagonista de nuestra historia.
Sarahí Saavedra 27 años. Madre de Suri.
Samantha Saavedra 34 años. Tía de Suri.
Rafael Etiení 35 años. Tío de Suri.
Ahora sí, después de estas aclaraciones continuamos con la historia.
♠♥Capítulo 5♥♠
Ahora les contaré de la aventura marica que viví el día de navidad en casa de la abuelita de mi tío Rafael.
Como ya le he contado, la familia de parte de mi madre, es solo mi tía Samantha, pues el padre de ellas, ósea mi abuelo, había muerto cuando ellas eran muy jóvenes, y mi abuelita había muerto unos años antes de que comenzara esta historia.
Por lo cual cada navidad, mi madre y yo la pasábamos con la familia de mi tío Rafael, que, a diferencia de la familia de mi mami, era mucho muy extensa, entonces cada navidad toda su familia se juntaba en la casa de la abuelita de mi tío que con casi noventa años de edad todavía vivía.
Aquellas personas nos conocían a mi madre y a mi desde hace mucho tiempo, y nos trataban como si fuésemos parte de la familia, aunque no podríamos ser más diferentes.
Así pues, las tres mujercitas pasamos aquella tarde del 24 de diciembre preparándonos para la fiesta, poniéndonos hermosas y elegantes.
Yo por supuesto no podía ir con mi ropa casual de niño emo, pero yo ya me había preparado para ese día, pidiéndole prestado unos pantalones de vestir de mujer a Kimberly, quien me prestó uno de cuando era más niña, y simplemente me dediqué a ajustarlo a mi figura, en el taller de corte y confección al que asistía los viernes.
No lo había explicado antes, pero en mi escuela todos teníamos que elegir un taller al que asistíamos cada viernes durante las últimas tres horas del día.
Yo por supuesto había elegido el taller más femenino que encontré, corte y confección, además de que me era sumamente útil aprender a usar las tijeras, el hilo, y la aguja, sin mencionar la máquina de coser, al ser una nena tan pequeñita como soy siempre supe que debería poder ajustar mi ropita para que me quedara perfecta, además, ¿Qué niña no ha soñado con ser una modista o una diseñadora famosa?
Pues bien, ese día fui a la fiesta con unos ajustados pantalones de vestir de mujer que se me pegaban a mis piernas y a mi culo como una segunda piel, resaltando mi gordo y redondo trasero, y gracias a un cinturón bien femenino que me había prestado Ana Sofi mi cinturita lucia diminuta.
Para la parte de arriba me puse una camisa de vestir, negra y de mangas largas, muy ajustada también, lo cual remarcaba mis tetitas, que aun debajo de mi sostén deportivo se notaban cada día más, como toque final usé también una coqueta corbata de color blanco, que combinaba con un bonito abrigo de peluche blanco, super peludo y femenino.
Aquel abrigo me lo había regalado mi macho aquella mañana como presente navideño.
Mi madre y mi tía lo miraron extrañadas por lo obviamente femenino que era aquel regalo, pero como siempre no se atrevieron a llevarle la contraria o a cuestionar a aquel macho alfa.
El cabello me lo peiné en una corta trenza amarrada con un listón de terciopelo blanco, dejándome un mechón al frente que me cubría la mitad del rostro de manera muy linda.
Me maquillé muy levemente, solo un poco de delineador, y rímel para enchinar mis pestañas y hacerlas más gruesas.
Me puse rubor en las mejillas, y una capa de GLOSS rosada, con sabor a durazno.
Mis uñas las llevaba pintadas de negro, y ese día estrené los elegantes zapatos tipo Oxford que me había regalado Kim.
Cuando me miré al espejo apenas me pude reconocer, estaba hermosa, y nadie que no me conociera hubiese dudado que yo era una niña, de verdad parecía una nena biológica.
Después de pensarlo un poco decidí llevar una mini mochilita de cuero negro tipo mariconera, que me colgué al hombro y se veía un poco como una bolsa de nena. Dentro eché un poco de maquillaje, mi delineador, mi rímel, el brillo de labios, toallitas húmedas, rubor, una paleta de sombras, aunque ni me había puesto sombra ese día. Después de ponerme perfume en el cuello, las orejas, mi pubis y de bañarme en una nubecita DOUBLE NATURE WILD, el morado, metí también esa botellita de perfume super femenino que hasta la fecha me encanta y estuve lista.
Mi apariencia era tan femenina que mi madre no pudo contenerse y me regañó por lucir demasiado femenina. Dijo que las uñas pintadas eran una exageración y casi me obliga a despintármelas.
Pero de nuevo mi macho llegó a mi rescate, diciéndole a mi mami que no había tiempo para tales tonterías, y que él se encargaría de explicar a su familia que yo simplemente estaba pasando una fase darketa.
Mi madre y mi tía también lucían hermosas, mi tío también les había regalado sendos abrigos, igual de peludos y bonitos como el mío, solo que en colores diferentes.
Por fin llegamos a la casa de la familia de papi Rafael.
Aquella enorme casa estaba llena de gente, mucha gente.
La abuela de mi tío Rafa había tenido doce o trece hijos que a su vez habían tenido media docena de hijos cada uno, y a su vez cada uno de esos hijos había tenido más hijos.
Mi tío rafa a sus treinta y cinco años era el más joven de los nietos de esa señora, y los bisnietos tenían edades que variaban dese recién nacidos hasta los veintitantos años.
Algunos de esos bisnietos y bisnietas de esa familia tenían mi edad, y como es obvio, cada que iba a esa casa yo me juntaba con las niñas, quienes siempre me habían aceptado en su grupo gracias a mi naturaleza de nena.
Algo que he de explicar es que la abuela de mi tío Rafa era una mujer blanca, muy blanca y en su juventud había sido muy hermosa y sexy rubia, lo realmente extraño era que ella se había casado con un haitiano negro, lo cual había sido un escándalo en su época, tanto es así que había sido repudiada por su familia y ella y su esposo negro habían tenido que salir adelante solos.
Eso por supuesto explicaba la piel mulata de mi tío Rafael.
Y todos los hijos e hijas de esa señora eran igual o más mulatos que mi macho, había incluso algunos netamente negros.
Algo notable de aquello era que todos aquellos machos de piel oscura tenían como parejas a mujeres blancas, muy blancas, ya fueran novias, esposas o amantes.
Al parecer todos los machos de esa familia habían heredado ese gusto por las nenas blancas, hermosas y sexys como mi madre, mi tía y yo.
Mientras la fiesta de navidad avanzaba yo notaba como todos aquellos machos de ascendencia africana se quedaban mirándome, pero a diferencia de mis tímidos compañeros de escuela, todos estos varones me comían con la mirada de manera descarada.
Lamiéndose los labios cada vez que yo meneaba mis nalgas, me inclinaba o posaba como puta de manera “accidental” frente a ellos. Yo me sonrojaba y les sonreía de manera tímida mientras los miraba a los ojos.
Las niñas con las que me juntaba no se cansaban de decirme lo bonita que era, y que me apoyaban por salir del closet por fin.
Yo ni negaba ni aceptaba nada, simplemente me reía y fingía ignorancia.
Me dediqué a disfrutar de las ardientes miradas que me daban todos los machos de la fiesta. Pero en especial pude notar la codiciosa y lujuriosa mirada de Ramiro, uno de los sobrinos de mi tío, un joven de piel oscura, de 22 años de edad.
Ramiro no quitaba su oscura y ardiente mirada de mí, recorriendo mi cuerpecito de arriba abajo, una y otra vez, desnudándome con la vista.
No podía negar que disfrutaba de aquel nivel de atención, y sin poder evitarlo comencé a regresarle miraditas, coqueteando con él cada vez más descaradamente, agitando mis gruesas pestañas, mirándolo mientras me mordía el labio, o sonriéndole de manera tímida pero sensual.
Cada que podía me inclinaba frente a él para enseñarle mi culo de femboy, esa noche sí que estuve muy torpe, todo el tiempo se me caían las cosas de las manos, y pues claro tenía que inclinarme a recogerlas, eso sí, con las piernas completamente rectas y sin doblar las rodillas, ¡UPSY! Creo que enseñé mi tanga un par de veces.
Por supuesto que tío Rafa trataba de pasar tiempo conmigo, tratando de disfrutar mi elegante atuendo de nena.
Me manoseaba de repente, me acariciaba e incluso a me robó uno o dos besos durante la noche, pero todo aquello a escondidas y muy apresuradamente, pues tenía que cuidarse de que nadie nos viera, al mismo tiempo tenía que atender a su esposa, a sus hermanos y a sus padres.
Pronto ya no pudo ponerme atención, pues se puso a beber con sus hermanos y yo me encontré rodeado solo de niñas y muchachas de todas las edades, todas nosotras charlando y riendo, contándonos chismes y consejos de belleza o de moda.
A la que perdí de vista fue a mi madre, que al principio estaba al lado de mi tía Samantha, charlando con las hermanas y cuñadas de mi tío Rafa. Pero después de un rato simplemente no supe dónde estaba, pensé que había ido al baño o algo así, pero después de quince minutos no regresaba y me preocupé.
Yo era una buena hija, y mi naturaleza sumisa y gentil me obligaba a buscarla para asegurarme de que estuviera bien.
Faltaban muy poco para la media noche, y pronto se serviría la cena, así que fui a buscarla.
La casa era enorme, de tres pisos y llena de cuartos, baños y salitas, eso sin contar el enorme comedor y la gigantesca cocina en la planta baja.
Como sea ahí me ven paseando por toda la casa hasta llegar al cuartito en el que siempre dormíamos mi madre y yo cada navidad.
Cundo me acerqué pude escuchar ruidos, ruidos muy familiares, y por instinto me acerqué de puntitas y en silencio.
Lo que escuche me dejo helada.
“¡UNGH… ♡ DIOSSSS ♡! ¡MNGH… ♡ GHNN… ♡! ¡QUE RICO PAPI ♡! ¡Ay♡! ¡Ay♡! ¡Ay♡! ¡Que rico… ♡!” Aquellos femeninos gemidos eran tan parecidos a los míos que por un momento no supe que diablos estaba pasando, pues por un instante mi cerebro creyó que era yo la que estaba gimiendo dentro del cuarto mientras mi tío Rafa me follaba.
Por supuesto aquello no tenía ni un poco de sentido así que al segundo siguiente comprendí que lo que estaba escuchando era a mi madre mientras la follaban.
Así que conmocionada pegué mi oreja a la puerta para escuchar más.
“¡Aghh…! ¡Toma! ¡Toma! ¡que rico aprietas, pinche zorrón! ¡No manches pinche Samantha, estás bien pinche rica! ¡Mira este cuerpecito, estás hecha para que te follen, mira que nalgotas piche puta rica! ¡Aggh…! ¡Joder como aguantas la verga pinche putón!” Aquellos gritos y gruñidos eran de un hombre, uno de los hermanos de mi tío Rafa seguramente, pero no podía identificarlo.
“¡Ay… ♡! ¡Ay… Ahh… Ahhhg… ♡! ¡Siii…! ¡Carlos…! ¡Sí! ¡Ooooh… ♡! ¡que ricooo… ♡! ¡Ahhh… ♡! ¡Dios… ♡! así… ♡! ¡así… ♡! ¡así… ♡! ¡que rica verga tienes Carlos… ♡!” Mi madre gritaba como una puta poseída, disfrutando del cogidón que le estaba dando tío Carlos.
Como dije, la familia de mi tío Rafael nos trataba como si fuésemos parte de ellos, por lo cual para mi era normal llamar a todos los hermanos de mi tío Rafael, tíos, aunque no compartiéramos sangre.
Ahora sabia quien le estaba metiendo la verga a mi mami, tío Carlos, un señor bien moreno, casi negro de unos cuarenta años, que siempre me miraba como con enojo, al parecer no le gustaba que yo fuese tan marica.
Tío Carlos era un hombresote de 1.90 metros, gordo pero musculoso, con el cabello rizado y corto y una barba espesa, parecía un poderoso jeque árabe o algo así.
“¡Pinche putita culona! ¡Puta madre, Samantha, estás riquísima! ¡Te gusta esto, ¿verdad?! ¡¿Te gusta la verga negra verdad puta?! Por eso vienes todas las fiestas ¿verdad, puta? ¡Ahhggg… como aprietas! ¡Seguramente andas esperando que llegue la navidad para venir a recibir verga, ¿o me equivoco, zorra?! ¡Eres mi puta verdad? ¡Te encanta ser mi puta navideña, ¿verdad zorrita rica?” Tío Carlos preguntó entre gruñidos de macho en celo.
¿Su putita navideña?
“¡Ahhhh… ♡♡♡! ¡Ahhggg… ♡♡♡! ¡No! ¡Yo no soy una puta…! ¡¡Diosss… ♡♡♡! ¡Joder… ♡♡♡! ¡Ayyyy… Ayyyy… Ayyyy… que rico… ♡♡♡! ¡Yo… ♡♡♡! ¡Yo no soy una putaaaa… ♡♡♡!” Mami dijo eso último en un grito de placer muy parecido a los que yo daba cuando me corría, al parecer mami estaba orgasmeandose en ese momento.
“¡No lo niegues puta! ¡No te atrevas a negarlo zorra! ¡Eres mi puta navideña! ¡Te encanta venir esta casa vistiendo como puta y que te meta mi vergota en este coñito apretado que tienes! Te encanta mi verga… ¡dilo! ¡Di que eres mi puta! ¡Di que eres mi putita navideña! ¡Di que vienes a esta casa por tu ración de verga! ¡dilo puta! ¡Dilo o te saco la polla, pinche ramerita culona!” Ordenó tío Carlos mientras yo podía escuchar los “aplausos” que provocaban las embestidas de ese macho contra las nalgas de mi madre.
“¡No…! ¡No me la saques…! ¡No me saques la verga, papi! ¡Soy tu puta…! ¡soy tu zorra! ¡Soy tu perra…! ¡Soy tu zorrita navideña, papi! ¡soy lo que tú quieras, pero no me la saques por favor!” Rogó mi mami mientras se corría de nuevo, pues sus chillidos de cerda en matadero no dejaban a dudas que era igual que yo multiorgásmica.
Yo estuve ahí escuchando todas esas barbaridades unos cinco minutos más, pero como no tenía pinta de que tío Carlos fuera a acabar pronto, me fui antes de comenzar a tocarme a mí misma, pues no podía dejar de excitarme con aquel concierto de gemidos, gritos y aplausos húmedos.
Cuando regresé a la fiesta me senté a pensar, tratando de procesar lo que acababa de descubrir.
Al parecer mi santa madre, tan modosita y correcta ella, era la puta de tío Carlos.
Por lo que había entendido de su charla sucia, mami era usada como puta por ese machazo todas las navidades, o mejor dicho en todas las fiestas de esa familia.
Y al parecer a mi mami le encantaba aquello, lo cual pensándolo bien no me sorprendió, pues, si el hermano de mi macho era como él en el departamento sexual, mami se daba un banquete de verga cada navidad.
Una pregunta que me surgió fue; Si mi madre se acostaba con Carlos cada que lo veía ¿Por qué mami no dejaba que mi tío Rafael se la follara?
Pues tanto mi tío como mi madre me habían confirmado, que entre ellos no había nada, aunque mi madre me había confesado que tío Rafa sí que había intentado seducirla.
Esa duda tendría que esperar, pues sabía muy bien que tarde o temprano yo terminaría por preguntarle a mi mami sobre sus aventuras sexuales con el hermano de mi macho.
Mientras pensaba todo aquello, el sentimiento de culpa que sentía desde que comenzó mi romance con mi tío se disipó un poco.
Pues ahora ya no me sentía tan mal por ser tan puta y tan zorra, ahora sabia de quien lo había heredado, pues al parecer de tal palo tal astilla, o, mejor dicho, de tal puta tal putito.
De alguna manera me sentía mejor, como si hubiese encontrado la respuesta a una pregunta que no había formulado. Pero ahora lo sabía, yo era tan sexy, tan femenina, y tan puta porque había heredado todo de mi madre.
¡No era mi culpa ser un putón! ¡No era mi culpa ser una pequeña mariquita en celo!
Ahora solo me atormentaba la idea de estarle poniendo los cuernos a mi tía, quien siempre fue buena conmigo.
Pero dejando eso de lado, lo que ahora reclamaba mi atención era lo caliente que me había puesto escuchar cómo se cogían a mi madre, mi clítoris estaba mojado, mi coño de niño estaba húmedo y caliente, y podía sentir como mis pezones se ponían duros y sensibles.
Así toda alborotada y caliente traté de concentrarme en los chismes que estaban contando las chicas con las que estaba pasando la noche.
Dieron las doce de la noche y comenzamos a cenar, mi madre llegó tarde a la mesa, por supuesto tío Carlos había llegado antes.
Y aunque pude notar que se había arreglado antes de bajar, nada le podía quitar ese aspecto de recién cogida, ni la enorme y satisfecha sonrisa que adornaba su rostro.
Para mi sorpresa, Ramiro se sentó al lado mío y mientras todos comíamos, él comenzó a acariciar mi muslo, yo por supuesto me dejé hacer, y pasé toda la cena temblando de deseo, pues las caricias y manoseos de Ramiro se hicieron cada vez más intensas.
Cuando por fin terminé de comer estaba que me quemaba de calentura, o me masturbaba en ese momento o me volvería loca. Así que fui a la habitación donde se habían follado a mi mami una hora atrás.
Llegué al cuartito y lo primero que noté fue el delicioso y obsceno olor a sexo, la cama estaba tendida pero las cobijas y las sábanas se notaba húmedas.
Agradeciendo que aquel cuarto contara con su propio baño, entré rápidamente al sanitario.
Lo primero que hice fue usar el lavabo y tratar de refrescarme, lavándome la cara con agua fresca.
Después de que me tranquilicé un poco, y pensé mejor las cosas decidí que a lo mejor no era tan buena idea comenzar a masturbarme en aquella casa llena de gente.
Si yo había encontrado a mi madre cogiendo con Carlos, cualquiera podría encontrarme jugando con mi vagina de nena, y eso sería muy malo.
Así que mejor usé mi tiempo y el espejo para darle algunos retoques a mi maquillaje. Estaba dándole los toques finales a mis pestañas cuando la puerta del baño se abrió de manera sorpresiva, provocando que mi corazón se saltara un latido por el susto.
Cuando me giré, miré sorprendida a Ramiro, aquel alto y joven mulato de veinte años, que me miraba con esos ojos oscuros ardiendo de lujuria.
En su guapo rostro mulato brillaba una sonrisa malvada y cínica, idéntica a la que tenía mi tío, y por supuesto mi corazón comenzó a acelerarse ante aquel joven macho.
Nos quedamos en silencio por unos minutos, mirándonos uno al otro, él con esa mirada cínica y yo con timidez, miedo y expectación, una parte de mi sabía lo que iba a suceder.
“Emmm… hola… ya terminé… si quieres puedes usar el baño…” Dije yo mientras trataba de salir del baño.
“No vas a ir a ninguna parte putito, no hasta que me dejes las bolas secas, pinche maricón.” Me dijo aquello sin siquiera parpadear, con toda la seguridad del mundo.
“Yo… emmm… ¿qué…? ¿Cómo…? ¿Perdón…?” Tartamudeé super nerviosa, pero pude sentir como mi cuerpito se preparaba para el sexo, mis pezones comenzaron a ponerse duros y sensibles, mi piel se erizó todita, y mi coño de niño comenzó a humedecerse y apretar mi PLUG anal, sin olvidar el delicioso dolor que sentí cuando mi clítoris intentó ponerse duro, atrapado por mi jaulita de acero.
“¡Claro que debes pedirme perdón, pinche jotito! Has pasado toda la noche provocándome con esas miraditas de perrita en celo, y con esas nalgotas de puta. Así que de aquí no te vas hasta que me saques toda la leche.” Ramiro se acercó a mí y me arrinconó contra el lavabo, y comenzó a acariciar mi cinturita con sus manotas.
Yo comencé a temblar de emoción y de excitación. ¡Dios mío! ¡Era una locura! ¡Con solo cuatro meses de hormonas ya estaba atrayendo a machos alfa como Ramiro! ¡no podía imaginar como cambiaria mi vida después de un año de feminización, o después de dos años!
Ramiro comenzó a pasar sus manos morenas por todo mi cuerpo, acariciando y apretando mis nalgas, mis piernas, y mis tetitas.
Como siempre, mi lado sumiso salió a flote y yo simplemente dejé que aquel joven mulato me tocara, y lo único que atiné a hacer fue gemir y suspirar de placer.
Ramiro comenzó a emocionarse cada vez más, y sus caricias y manoseos se hicieron cada vez más bruscos e intensos.
Yo no pude más y me abracé a él, cruzando mis brazos detrás de su cuello, poniéndome de puntitas y tratando de besarlo.
Pero cuando estaba a punto de besarlo, Ramiro se alejó de mi y me empujó contra el lavabo de manera brusca, pude notar la furia en su mirada.
“¡No te atrevas a besarme, pinche mariquita! ¡Yo no soy puto!” Y diciendo aquello ramiro me dio una bofetada, no muy fuerte pero lo suficiente para dejar marcada su mano en mi mejilla.
“Lo siento… perdona… lo siento…” Me disculpé automáticamente, mi naturaleza sumisa siempre se imponía, y terminé pidiendo perdón.
“¡Cállate puta! ¡mejor ponte de rodillas y comienza a usar esa boquita para lo que de verdad sirve!” Me ordenó ramiro mientras con sus manos en mis hombros me obligó a bajar poco a poco, hasta que quedé de rodillas frente a su entrepierna.
Se notaba que Ramiro también se había excitado mucho con el manoseo que me había dado. Pues debajo de su pantalón se notaba una gigantesca verga, larga y gorda que le llegaba casi hasta la rodilla, al parecer las pollas gigantes también eran algo de familia o tal vez de raza.
“¡Sí señor! ¡Lo siento señor!” De nuevo me estaba disculpando como una nena sumisa.
“¡Dije que te callaras maricón! Ahora sácame la verga y comienza a chupar, que es para lo único que eres buena.” Ordenó Ramiro.
Obedecí como la niña buena que soy, y comencé a desabrochar el cinturón, después bajé la bragueta y tomando una respiración profunda, por fin bajé el pantalón y el bóxer juntos hasta las rodillas.
La verga de Ramiro estaba tan dura y tensa que salió de un brinco y me golpeó el rostro con un ¡plaf!, dejando un rastro de presemen en mi bonito rostro.
¡Guau! Aquella polla joven era diferente a la de mi tío, pero no por eso menos impresionante. Era casi tan gorda como la de mi macho, más o menos del grosor de una lata de Coca-Cola de las nuevas. Su glande era casi del mismo grosor que el tallo, lo que le daba un aspecto mucho más uniforme y recto. Pero lo que si me sorprendió y mucho fue lo larga que era esa polla, al menos veinticinco centímetros, calculé aquello gracias a que la polla de mi papi era más o menos una pulgada más grande.
La piel de este joven macho eras más clara que la de mi tío, pero su verga y sus huevos eran igual de oscuros y peludos como los de mi macho, y hablando de sus testículos, eran impresionantes, mientras que Tío Rafa le tenía la verga más grande, Ramiro tenia los huevos más grandes.
Si las bolas de mi macho eran bolas de billar, los huevos de Ramiro eran toronjas, así de enormes eran, más parecidos a los testículos de un toro de verdad que de un humano.
Y el olor, ¡Dios mío, el aroma! En cuanto dejé al descubierto la entrepierna de Ramiro, el poderoso aroma a almizcle de macho joven me golpeó el olfato.
No había bebido ni una sola gota de licor aquella noche, pero me sentí completamente embriagada al aspirar ese delicioso aroma a macho en celo que tienen todos los hombres alfa, ya saben a sudor, a semen, a orina y a testosterona.
Me quedé mirando la segunda polla de mi vida, y no podía sentirme más afortunada, hasta una nena marico de doce años como yo, sabía que era extraño encontrar vergas tan impresionantes y masculinas una después de otra.
Debí quedarme admirando aquella preciosa polla demasiado tiempo, pues Ramiro terminó por desesperarse y me dio otro golpe con su vergota en el rostro.
Como dándome una bofetada, pero con su húmeda y olorosa verga.
“¡Ay!” Exclamé yo sorprendida, y un poco adolorida por el golpe, así de pesada y dura era ese vergón.
“Deja de babear como una puta tonta y comienza a chupar ahora pinche putito.”
“Sí… señor… lo siento señor…” Respondí de manera mimosa tratando de calmar a ese irascible macho.
Por supuesto, comencé mi trabajo oral como todas las sissys deben hacerlo, dándole un tierno y dulce besito a la cabeza de la verga que una se va a comer.
Así comencé a dar de besitos por toda la cabeza, para después ir bajando por el tallo, sintiendo con mis brillantes labios cubiertos de GLOSS cada hinchada vena que atravesaba ese hinchado pedazo de carne caliente.
Cuando mis labios llegaron hasta la raíz hundí mi rostro en el escroto de Ramiro y aspire su delicioso aroma a amacho profundamente, deleitándome con su aroma a hombre de verdad.
Estuve frotando mi carita contra sus huevotes un largo rato, y pude sentir como su vergota se endurecía más y daba saltitos entre mis dedos. Era obvio que le encantaba ver mi actitud de puta deseosa de macho, tal vez ninguna mujer antes hubiese hecho algo así por él.
Cuando me llené de su aroma, por fin comencé a chupar, lamer y babear las peludas bolas de aquel joven mulato, por supuesto con mis bonitos ojosa azules fijos en los suyos.
Y así sin necesitar más indicaciones o regaños comencé a hacerle una mamada de campeonato.
Después de diez minutos, Ramiro estaba dando gemidos y gruñidos de placer, mientras yo movía mi cabeza de atrás a adelante, tragándome su vergota casi hasta la raíz cada vez.
Los sonidos dentro del baño eran realmente obscenos, mis arcadas, mis lametones, mis sorbidos y el húmedo choque de sus huevos contra mi barbilla llenaba el pequeño cuarto.
“¡Ghlurgh ♡! ¡Shrrrp ♡! ¡Bhlurgh ♡! ¡Slurrrrp… ♡!” hacia yo mientras forzaba a mi garganta a dejarse violar por aquel grueso camote, mis ojos llorosos no dejaban de mirar a Ramiro, me fascinaba ver las muecas de placer que hacía cada vez que tragaba un centímetro más de su preciosa verga.
“¡Joder puta! ¡Mamas verga como una profesional…! ¡Puta madre como chupas! ¡Me vas a arrancar la polla pinche putito hermoso!” Ramiro comenzaba a bajar la guardia.
Y de vez en cuando me soltaba uno que otro piropo como ese.
Pero yo quería más, quería ser la mejor darle la mejor mamada de su vida.
Así que, después de tomar una respiración profunda, lo tomé de sus nalgas y me clave yo misma contra su entrepierna, hasta que mi nariz chocó contra su pubis cubierto de rizado vello.
Me quede ahí un minuto entero, sufriendo arcadas y aguantando las ganas de vomitar, por supuesto para ese momento ya estaba llorando, pero no de dolor si no por el esfuerzo y la falta de aire, debía de tener todo el rímel corrido.
Aun así, no deje de mirar directo a los ojos a aquel joven macho alfa, y él me miraba a mí, sorprendido y encantado con la putita mamadora que tenia de rodillas frente a él, comiéndose toda su verga.
“¡Puta madre! ¡De verdad que eres bien puta! Ninguna de mis perras había podido comerse mi polla hasta la raíz…. ¡Ufff! se siente increíble… y tu garganta aprieta riquísimo, pinche maricón, te ves precioso con la cara toda mojada y con la boca llena de verga.” Ramiro al igual que mi tío Rafa actuaba encantado y sorprendido por mis habilidades y mi naturaleza marica.
Por fin se me acabó el oxígeno y con una húmeda arcada me saqué aquel pollón de la garganta
Mientras recuperaba el aliento continuaba masturbando esa preciosa verga llena de baba y presemen con mis dos manitas.
Pero Ramiro no esperó a que su nueva puta mamadora se recuperara y me tomó de los cabellos y me enterró su pollón dentro de mi boca y garganta de un solo empujón, y sin esperar más comenzó a follarme la garganta, usando mi rostro como una vagina.
Yo simplemente dejé que me usara a su antojo, aferrándome a sus muslos mientras gorgoteaba y babeaba, tratando de no ahogarme.
Después de otros quince minutos por fin Ramiro comenzó a gruñir y a embestir de manera más rápida y fuerte, buscando liberar la frustración que yo misma le había provocado, al estar coqueteando con él toda la noche.
Ramiro terminó por correrse un montón dentro de mi estómago, cuando dando un empujón final me metió toda su polla hasta el fondo de mi garganta, pude sentir como a verga latía casi una docena de veces, escupiendo fajo tras fajo de delicioso semen de macho joven.
Ramiro mantuvo mi cara pegada a su pubis en todo momento, y fue solo gracias a toda la práctica que había tenido con mi tío Rafa, que no terminé por desmayarme por la falta de oxígeno.
Yo solo me concentré en respirar lo más profundamente por la nariz, cosa que me encantó pues podía oler el delicioso almizcle de macho directamente del pubis cubierto por rizados vellos.
Mientras sentía cada una de esas poderosas eyaculaciones llenar caer directamente a mi estómago, también pude sentir como mi propio clítoris latía media docena de veces, mientras babeaba como loco.
Mi coñito latía al mismo tiempo que la vergota de Ramiro, apretándose contra el PLUG.
¡Estaba teniendo un sissygasmo! ¡Estaba teniendo un orgasmo por que un joven macho mulato estaba usando mi garganta como una vagina! ¡Fue un orgasmo delicioso! Sentir como mi clítoris trataba de ponerse duro dentro de mi vientre, con ese tubito de acero atravesando mi uretra, mis testículos completamente restringidos y ahorcados por la argolla en la base de mi micropene.
Al mismo tiempo mi coño de nene se mojó a niveles extraordinarios mientras se convulsionaba alrededor del PLUG.
¡Dios mío! ¡Que rico orgasmo!
Por fin después de lo que pareció una eternidad Ramiro dejo de correrse y me despegó de su pollón.
¡Es increíblemente erótico sentir como una polla larga, venosa, y espumosa de babas, va saliendo poco a poco de tu boquita! Solo las Sissys podrán entender ese hermoso sentimiento.
Cuando por fin, con un obsceno ¡PLOP! La punta de su verga salió de mi boquita, agarré ese pollón con mis dos manitas y después de recuperar el aliento, rápidamente cumplí con mi deber de putita sumisa, y como mi macho me había enseñado, comencé a limpiar la vergota de Ramiro a lamidas y chupadas, tragando toda la saliva, semen y espuma que cubrían aquella maravilla de polla. Y como ya era costumbre exprimí con mis manitas desde la raíz hasta la punta aquel pitón moreno, mientras al mismo tiempo chupaba con todas mis fuerzas la punta, tratando de sacar hasta la última gota de leche.
Ramiro se limitó a acariciar mis sedosos cabellos, era la primera muestra de ternura que lograba arrancarle a ese macho alfa.
Él gemía y gruñía de placer cada vez que yo chupaba con fuerza su glande como si de un popote se tratara.
Cuando terminé de limpiar aquella preciosa verga, Ramiro se alejó de mí, y comenzó a subir los pantalones, mientras recuperaba la respiración, pues él al igual que yo se había agitado mucho.
“¡Joder, puta! ¡Si que sabes mamara verga!” Ramiro se hecho agua en la cara y se miró en el espejo, refrescándose. “Los primos y yo siempre supimos que eras un mariquita. Pero nunca me imaginé que te pusieras tan buena. ¡Y maldita sea! ¡Comes verga como una profesional!”
Yo seguía de rodillas mirándolo con adoración, esperando órdenes. Mi tío me había entrenado muy bien.
“Gra… Gracias, Ramiro. Me alegra que te haya gustado. Tienes una verga deliciosa.” Dije yo de manera femenina y mimada.
“Te ves preciosa así, con todo el maquillaje corrido, y la cara llena de babas y leche. ¡Hasta se me está poniendo dura otra vez!” Ramiro se acarició esa larga polla que ahora descansaba sobre uno de sus muslos.
“Si quieres, puedo chupártela de nuevo…” me ofrecí yo mientras me lamia los labios golosa. “O si prefieres podrías usar mi coñito… puedes hacer lo que tú quieras.”
“¿Tu coño? ¿Desde cuándo los putos tienen coño? ¿O es que ya te hiciste la jarocha?” Preguntó extrañado Ramiro, mirándome desde toda su altura.
“No… no… Yo me refiero a que puedes usar mi… mi colita… perdón, lo siento.” Dije yo arrepintiéndome de inmediato por haberlo sugerido.
“No mames pinche maricón, como crees que te voy a coger por el culo. No soy puto. Pero si tengo ganas de que me la chupes otra vez, ya te buscaré yo. La neta nunca me la habían mamado tan bien.” Ramiro entonces se terminó de arreglarse y se marchó, dejándome sola en el baño.
Diez minutos después estaba yo frente al espejo, había limpiado mi clítoris y había tratado de secar la parte delantera de mis jeans.
Ya me había lavado la cara y ahora estaba maquillándome de nuevo. ¡Gracias al cielo había traído mi mochilita de maquillaje!
Mientras delineaba mis ojos de nuevo, comencé a pensar en lo puta que era yo, y en lo facilona que había comportado.
Por supuesto no es como que yo hubiese buscado a Ramiro, fue él el que me atrapo en el baño y me acorraló, y fue él el que me obligó a arrodillarme, fue él el que me ordenó chupar su vergota, y fue él quien usó mi garganta como si fuese la vagina de una prostituta barata.
Pero, aunque todo eso era verdad, también era verdad que fui yo laque comencé a mamar como una becerrita hambrienta, fui yo quien le demostró que podía hacer garganta profunda. Fui yo quien lo miró a los ojos mientras mamaba, chupaba y masturbaba esa polla con todas mis fuerzas y toda mi voluntad.
Fui yo quien lo había estado provocando toda la noche, con mis miradas coquetas, y mis sonrisas tímidas e insinuantes.
Y fui yo quien se corrió cuando aquel joven mulato vació sus bolas dentro de mi garganta, llenándome de lechita mi barriguita.
Tardé unos diez minutos en estar completamente maquillada de nuevo, y me sonreí a mí misma en el espejo, viendo lo bonita y hermosa que me veía.
Ahora estaba segura de lo femenina y linda que era yo, tan hermosa y femenina que había podido hechizar a un joven macho heterosexual como Ramiro.
Vi mis hermosos ojos azules en el espejo y tuve que admitir que mi mirada era super femenina y sensual, una mirada que invitaba al pecado.
Sonriendo guardé mis cositas en mi mochilita, y estaba a punto de salir de aquel baño cuando de repente y causándome un susto de muerte, la puerta se volvió a abrir.
Y entonces para mi gran sorpresa entró al baño Issac, otro de los sobrinos de mi tío Rafael, Issac a l igual que su primo Ramiro era alto, fuerte y mulato,
Él tenía unos dieciocho años o algo así, y aunque era más delgado que Ramiro, era igual de imponente y dominante, con esos cabellos rizados delatando su ascendencia negra, y esa sonrisa blanquísima y cínica, marca registrada de los varones de esa familia.
“¡Vaya, vaya, vaya! Mira lo que tenemos aquí.” Dijo Issac mirándome de arriba abajo, y sonriendo de manera malvada. “Ramiro me contó lo que le hiciste, y ahora vas a mamarme la verga a mí también, putito.” Ordenó Issac mientras se desabrochaba el cinturón.
“¿Qué? ¿Yo? Yo no… yo no hice nada… Ramiro está mintiendo… yo no sé… yo no quiero… yo no… ¡Auch!” Grité yo cuando Issac me dio una bofetada tan dura que tuve que sostenerme del lavabo para no caer.
“¡Cállate puta! Ramiro bien que nos contó cómo se la chupaste completa. Nos dijo que pudiste tragarte su verga hasta la raíz. Dice que eres la mejor chupapollas que ha tenido.” Issac me tomó de la trencita que llevaba y me obligó a mirarlo. “Así que deja de hacerte la santa, y ponte de rodillas. ¡Voy a comprobar si Ramiro está mintiendo o no!”
Yo estaba en blanco, completamente confundida y mareada.
Ramiro no había tardado ni media hora en contar lo que habíamos hecho, o mejor dicho lo que él me había hecho.
De inmediato me llené de pánico al pensar que, si Ramiro estaba contándolo todo y a todos en la fiesta, pronto mi madre se enteraría que su hijo era una mariquita come vergas, o peor aún, mi tío Rafa se enteraría de que Ramiro me había follada la boca y garganta justo como él.
Y tío Rafa me había dejado bien claro que yo era suya, y que no tenía permiso para tocar a otros machos que no fuese él sin su permiso.
Si se corría el chisme de que en el baño de la abuela se encontraba Suri, el putito de la familia, dando mamadas a cualquier macho que quisiera, aquella navidad sería la última, pues mi vida quedaría destrozada.
Pero no tuve tiempo de pensar más sobre aquello, ni tampoco tiempo para hacer nada más.
Pues en ese momento Issac me dio una orden que me hizo volver a encenderme.
“¡Ponte de rodillas y abre esa boquita de puta que tienes y comienza a tragar verga, marica! ¡quiero follar esos labios de estrella porno que tienes! ¡Joder! ¡Estás bien bonito, pinche putito lindo!”
Después de escuchar aquellos halagos ¿cómo podría negarme a darle al menos una mamada?
Y ahí me podías ver, de rodillas y desesperada por liberar la polla de Issac, un muchacho al que había conocido desde mi más tierna niñez, aunque por supuesto nos veíamos muy poco, una o dos veces al año, ambos nos conocíamos bien, por supuesto él al igual que los demás primos, me habían separado de su manada de jóvenes machos pues desde siempre se vio que yo era un débil y pequeño maricón que nada tenía que hacer jugando con esos mulatos super masculinos y sus juegos bruscos.
Como sea por fin liberé esa nueva polla y de nuevo me maravillé de lo larga, gorda y morena que era.
La verga de Issac media al menos veintitrés centímetros, era más gorda que la de Ramiro, y su glande era muy grande y cabezón, en forma de hongo como la de mi tío Rafa.
Olía deliciosa, toda sudada y grasosa, exquisita, su almizcle era más fuerte y más intenso, era obvio que Issac no era tan limpio como Ramiro, pero eso solo lo hacía más apetecible, más delicioso.
Fue oler esa esencia de macho, y convertirme en una gatita hambrienta.
Pronto estuve chupando, lamiendo, besando, tragando, mordiendo y en general adorando aquella apestosa polla, ¡que delicia!
Issac entonces demostró ser mucho más dominante y más activo que Ramiro, pues sus manos nunca se quedaban quietas, a veces me acariciaba el cabello, las mejillas, otras veces me daba bofetadas, más o menos fuetes que me hacían gemir y reír femeninamente.
También comenzó a penetrar mi garganta, tomándome la cabeza de los lados y moviendo sus pelvis de atrás hacia delante.
Yo me sentía en las nubes, saboreando esa deliciosa vergota, mirando con amor a Issac directo a los ojos, casi enamorada.
Era una puta, una completa perrita en celo, era suficiente conque un macho se sacara una buena verga delante de mí para que yo callera de rodillas y comenzara a mamar como becerrita hambrienta.
Pues bien, Issac comprobó varias veces que yo podía hacer garganta profunda, enterrándome su pollón hasta la raíz.
En fin, esa noche descubrí que la super virilidad que demostraba mi tío Rafael no era la excepción en esa familia, era la norma. Issac aguantó follándome la cara más de media hora, durante la cual Issac a veces me sacaba la verga de la boca y me daba húmedos golpes en mi carita, yo por supuesto simplemente sacaba la lengua para recibir aquellos pollazos.
Al final Issac no se corrió en mi garganta como Ramiro, él eligió mi boquita, llenándomela de leche caliente de macho joven, yo demostrando mis habilidades de putita tragona, no dejé que se desperdiciara ni una gota, tragando fajo tras fajo de semen.
Isaac entonces me tomo del cabello y me levantó a la fuerza, él era tan alto que aun de pie me sacaba al menos 40 centímetros, yo tenia que mirar hacia arriba para poder verlo a los ojos.
“¿Te gustó mi leche? Ahora quiero que pruebes mi saliva” me ordenó.
“¡Sí, papi!” Emocionada hice un puchero super infantil y femenino esperando que aquel muchacho me besara.
“¡No voy besarte, pinche maricón pendejo! ¡No soy puto! ¡ahora abre bien esa boca de puta y saca la lengua, perra!” Me ordenó furioso.
Yo por supuesto obedecí de manera automática, y saqué mi lengüita como la perrita sumisa que soy.
Y entonces me escupió directo en mi boquita.
Yo gemí de placer y me tragué su saliva encantada.
“¡Gracias papi!” Dije yo, usando mi vocecita de nena.
“¡Pinche puta! ¡Eres increíble! ¡Tragas leche como una zorra y mamas verga como una perra! ¡Para ser una marica te ves preciosa! ¡Hasta me dan ganas de cogerte pinche jotito!” Isaac me miraba maravillado.
“Si eso quieres, puedes hacerlo, papi. Mi coño de niño está super mojado y calientito. Me muero porque me folles, papi.” Dije yo mientras mi manita agarraba su vergota y comenzaba a masturbarlo suavemente.
“No puedo puta. Los otros están esperando su turno… ya será otro día.” Y diciendo aquella atemorizante frase se levantó los pantalones y se marchó sin si quiera despedirse.
¡¿Los otros?!
¿De qué demonios estaba hablando?
Pero antes de que pudiera preguntar, pensar o siquiera levantarme del suelo entró Raúl, otro de los primos, este de 17 años y sin siquiera decir palabra se bajó los pantalones y dejó libre una polla que podía competir con cualquiera de las anteriores. Ya estaba semidura.
Esta nueva verga era larga, gruesa, y cabezona, y unos pesados y gordos huevotes peludos a juego.
“¡Guau! ¡De verdad eres tú, pinche Suri! Ramiro dijo que eres una mamadora de lujo. ¡Pero, maldita sea! ¡Pareces una actriz porno! Te ves super sexy así con toda la carita toda mojada. Ahora comienza a chupar putito, que me puse bien caliente escuchando como te ahogabas con la verga de Isaac.”
Yo me quedé en blanco solo un minuto, pues al ver como aquella verga daba de saltitos hasta estar completamente erecta al verme toda cubierta de babas, dejé de pensar y me abalancé sobre ese delicioso salchichón moreno.
Para no hacer esto más largo solo basta decir que estuve comiendo vergas toda la noche hasta terminar con los siete miembros de esa manada de machos jóvenes que eran los sobrinos de mi tío Rafa.
Ramiro repitió turno, a Isaac le gustó tanto mi boquita que me hizo mamarle la verga tres veces esa noche.
Lamentablemente ninguno me cogió por mi coñito de niño, pues ya que durante las mamadas los demás muchachos estaban en el cuarto esperando su turno, y ninguno de ellos parecía animarse a follarse a un putito frente a sus primos.
Cuando por fin terminaron conmigo, yo quedé hecha un desastre ahí de rodillas en el baño completamente cubierta de babas, lagrimas y leche de macho.
Me levanté super cansada, con las rodillas deshechas y con mucho esfuerzo me limpié hasta quedar más o menos presentable. Cuando salí del baño me di cuenta de que eran pasadas las tres de la madrugada, y decidí acostarme a dormir, pues estaba deshecha.
Además, apenas y podía caminar, me sentía muy llena, había quedado empachada de leche de macho.
Yo creí que ese sería el final de aquella aventura navideña pero no.
Pues un par de horas después de acostarme fui despertada por los ruidos de jadeos, gemidos y el rechinar de la cama de al lado.
Por supuesto era mi madre que estaba siendo follada por el tío Carlos, en la otra cama individual, donde apenas y cabían ambos.
Yo no hice ni un solo ruido y solamente abrí los ojos lo suficiente para poder ver que es lo que estaba sucediendo.
El cuarto estaba apenas iluminado por la lampara de mesa que estaba en el buró al lado de la cama en la que se estaban cogiendo a mi madre.
Ahí estaban los dos, mi madre acostada boca abajo, completamente estirada sobre la cama, y tío Carlos sobre ella, penetrándola desde atrás, mientras con uno de sus poderosos brazos ahorcaba a mi mami, y con la otra usaba el cabello de mi mami como si fueran unas riendas, ¡se la estaban cogiendo en mi posición favorita, de perrita echada! ¡Que envidia!
Tío Carlos estaba embistiendo una y otra vez las nalgotas de mi madre, provocando ese obsceno sonido de aplausos que tanto me prende.
Mami estaba tan mojada que incluso se podía escuchar el ruido húmedo de su vagina al ser penetrada por aquel machazo.
“¡Ahggg! ¡Joder! ¡Puta madre! ¡Que rica hembra eres, Sara! ¡Estás bien chiquita y aprietas durísimo, es casi como cogerse a una niña! ¡Que rico coño tienes, pinche puta!” tío Carlos estaba gruñendo y bufando mientras le decía aquellas hermosas palabras a mi mami.
“¡NGHH ♡! MNGH ♡! ¡UNGH ♡! ¡MNGHHHH… ♡! ¡OOOOOOOOOOOOOOOH ♡♡♡! ¡UFFF… ♡! ¡Que rico… papi… ♡!” Gemía mi madre como una actriz porno, muriéndose de placer.
Se notaba que tío Carlos tenia una buena verga y que sabia usarla.
¡Que envidia! ¡Yo estaba super caliente! ¡Me había quedado super excitada después de mamar todas esas deliciosas vergas morenas!
Si bien me había encantado ser usada como una puta barata por todos aquellos machos jóvenes, y me había corrido unas cuantas veces mientras me daba ligeros sentones sobre mi PLUG anal mientras tragaba leche de macho, me había quedado con ganas de que un buen macho me montara como la perrita en celo que era.
Se pueden imaginar la tortura que fue estar acostada al un metro de distancia y estar escuchando como se cogían mi mami de aquella manera tan brusca y deliciosa.
Así que lo que hice fue comenzar a masturbarme lenta y suavemente, sacando y metiendo mi PLUG de mi húmedo coñito de nene.
No tuve que ser tan cuidadosa, pues tío Carlos no se estaba conteniendo nada.
Penetraba a mi mami con todas sus fuerzas mientras al mismo tiempo seguía insultándola con su ronca y fuerte voz.
“¡Pinche Sara, estás bien rica! ¡Me encanta follarte, estás más apretada que mi vieja! ¡Dime que te gusta mi varga! ¡Dime que te encanta como te meto la verga, pinche putita hermosa!” ordenó tío Carlos.
“¡Ahhhgg… ♡! ¡Ufff… ♡! ¡Mngh… ♡!! ¡Que ricooo… ♡!” Mami estaba gritando en susurros, disfrutando de la cogida pero sin querer hacer demasiado escandalo. “Carlos… Ufff… ♡! Mghh… ♡! Carlos más despacio… por favor… no grites tanto…♡! Suri está durmiendo aquí al lado… ¡¿Qué pasa si se despierta?!” Mi mamá gemía y daba grititos de placer mientras trataba de calmar a mi tío Carlos, y convencerlo de no ser tan ruidoso.
“¡Me vale verga si se despierta el puto de tu hijo! ¡Como si ese pinche mariconcito pudiera hacer algo! ¿De qué te preocupas, puta? Si el putito de tu hijo viera como te estoy cogiendo, seguramente se le antojaría mi vergota. ¿Crees que no vi como vino vestido hoy? Pinche Suri, está igual de culón que su madre. Seguramente es igual de puta que su madre.” Y diciendo aquello tío Carlos le dio una sonora nalgada que hizo que mi madre diera un sexy gritito de dolor.
“¡No…♡! ¡Aghh…♡! ¡Mmmmhhhgg…♡! ¡Dioooos♡!” Gimió mi madre cuando tío Carlos aceleró sus embestidas, provocando que la cama rechinara mucho más. “¡Suri no es maricón! ¡Él no es puto!” Mami trató de defender mi inexistente masculinidad.
“¡Claro que es un maricón! ¡Desde siempre se supo que tu hijo era una pinche maricona, pero nunca pensé que se fuera a poner tan buenota! ¡No mames Sarahí, tu hijo está bien rico, hasta me lo quiero coger! ¿Te gustaría eso puta? ¿Te gustaría que me cogiera al putito de tu hijo frente a ti? ¿Quiere que yo lo vuelva mujercita? A él si me lo podría coger por el culo, ya que tu no quieres, pinche puta!”
“¡No… por el culo noooo…♡! ¡Me va a doler mucho papi…♡! ¡Pero tampoco quiero que te cojas a mi hijoooo…♡!! ¡No quiero que vuelvas a mi niño en una puta como su madre…♡! ¡Por favor no toques a mi niñooo…♡! ¡Esta vergota es solo mía no quiero compartirla con nadie…♡! ¡Ni siquiera con Suri ♡! ¡Solo cógeme a mi papi…♡! ¡Quiero tu vergota para mi solita, papi… ♡!” Mi mami ya estaba gritando igual que mi tío, sin importarle que su hijo estuviese a un metro de ella.
¿Yo? Yo estaba como agua para chocolate, supercaliente, metiendo y sacando mi PLUG de mi coñito, mientras que con la otra mano me pellizcaba mis pezoncitos.
Estaba mordiendo la almohada para no dejar salir mis gemiditos y jadeos.
Estaba por correrme al escuchar como tío Carlos también había caído en mis encantos femeninos.
Como sea, aquello terminó media hora después cuando tío Carlos se corrió dentro de la vagina de mi madre mientras bufaba como toro, mi madre para ese momento solo podía gemir y lloriquear de puro placer, yo me había tenido dos pequeños sissygasmos que aunque muy suaves e insatisfactorios, al menos me habían servido para calmarme un poco.
Tío Carlos se folló a mi madre otras dos veces antes de que amaneciera, cuando estuvo satisfecho se levantó de la cama de mi madre dejando que el delicioso aroma a sudor, semen y almizcle de macho llenara el cuarto.
Yo tuve que esforzarme muchísimo para no levantarme en ese instante y comenzar a limpiar la vergota y los huevos de aquel enorme macho alfa, mami tenia mucho que aprender sobre los deberes de una buena puta.
A la escasa luz de la lampara pude ver lo mojada y espumosa que había quedado esa preciosa y gorda salchicha morena, la boca se mi hizo agua al pensar en el sabor que tendría aquel pollón, bañado con semen de macho y aderezado con lo jugos de mi madre.
Mami estaba completamente exhausta, tirada en la cama, empapada en sus jugos sexuales y en sudor. Temblando de placer y jadeando por oxigeno.
Tío Carlos se vistió y salió del cuarto no sin antes de mirar hacía mí, con una sonrisa arrogante y malvada, como si supiese que yo lo había presenciado todo.
Tuve que masturbarme una vez más para poder dormir, mami se durmió casi al instante en que tío Carlos salió de la habitación.
Mamá y yo despertamos después de medio día, ambas habíamos quedado exhaustas después de aquella navidad tan llena de sexo. Comimos el recalentado de la cena navideña, y por fin nos marchamos de ahí.
Los siete machitos que la noche anterior me habían usado como un saco de semen, me estaban ignorando olímpicamente, al parecer a la luz del día ya no se atrevían a acosarme y a usarme como putita grupal. Aunque Isaac seguía comiéndome con los ojos, al parecer a él no le importaba tanto que yo fuese una sissy marica.
Regresamos a casa a eso de las dos o tres de la tarde, yo seguía super caliente y le echaba unas miraditas cargadas de deseo a mi macho, quien también se notaba desesperado por follarme.
Afortunadamente mi tía Samantha y mi mami decidieron que querían darse una ducha mientras nosotros íbamos a buscar algo de comer a las desiertas calles de Reynosa, y por supuesto aprovechamos para por fin para coger como desesperados en la parte trasera de su JEEP.
Tío Rafa me hizo cabalgarlo en la posición de vaquerita, yo abrazada a su cuello nomas gemía y gritaba de placer mientras le daba de sentones, empalándome en esa preciosa vergota de veintisiete centímetros, ambos estábamos super deseoso, besándonos super apasionadamente, con nuestras lenguas enredándose una con la otra, mientras mi macho me agarraba de mis nalgas levantándome y dejándome caer una y otra vez.
Tío Rafael se había estacionado en un callejón vacío y abandonado, pero yo estaba gimiendo y lloriqueando tan alto, y el JEEP se mecía de manera tan descarada que no me hubiese extrañado que alguien nos hubiese descubierto.
Gracias a la diosa de las maricas no sucedió aquello y después de media hora de sentones tío rafa me llenó de su deliciosa leche de macho alfa. Yo me corrí un montón de veces, mi clítoris nunca dejó de babear sobre el vientre de mi macho, era como estar en un sissygasmo perpetuo.
Cuando regresamos a la casa con una pizza para todos, pusimos de excusa que no había nada abierto, comimos mientras charlábamos sobre la fiesta de la noche anterior.
Después de aquello mami y yo nos retiramos a nuestra casa a dormir temprano, tanto mi madre como yo teníamos una sonrisita en la cara, era obvio que éramos unas putitas satisfechas.
Mientras tomábamos una última taza de té antes de ir a dormir, yo vestida con una pijama de niño, de dos piezas, que aún así me quedaba super ajustado, remarcando mis curvas de nena. Mamá me recordó que tenia que comenzar a ir a gimnasio en cuanto pudiera, ya que estaba llamando demasiado la atención.
Yo solo dije que sí, sabiendo que ella estaba celosa por que yo estaba llamando la atención de su macho, tío Carlos.
Por fin nos fuimos a dormir, yo súper contenta de lo bien que marchaba mi transformación en nena, y en lo popular que me estaba volviendo entre los machos alfa.
Ufff riquísimo, ya faltaba buen sexo en esta historia que tu tío no sea celoso e invite por lo menos a Isaac para que te disfrute bien