Mi última salida como puta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Voy al centro de la ciudad, entro a una residencia para vestirme de mujer.
Me pongo una peluca que me cae a los hombros, me maquillo, me pongo labial rojo y aretes con piedras rojas.
Me pongo un minivestido blanco con flores rojas, cuya minifalda me queda unos 3 cm por debajo de la parte inferior de mis nalgas.
Me pongo unas sandalias blancas de tacón alto, de unos 11 cm.
Son las 10 de la noche, me armo de valor y con mucho nerviosismo salgo de la residencia y comienzo a caminar sola, coquetamente, tratando de ser lo más sexi y sensual posible.
Los hombres que pasan a mi lado se me quedan mirando, algunos me sonríen y yo les devuelvo la sonrisa.
Estoy muy nerviosa pero excitada.
De vez en cuando algún hombre se me acerca y me pregunta cuanto cobro, y nerviosamente respondo y sin siquiera pensarlo, 30 mil.
Pero siguen de largo.
Me excita que me vean y traten como una puta.
Pero la plata es lo de menos porque no estoy putiando, simplemente lo hago por placer.
El tiempo pasa, y cuando camino por una calle solitaria un hombre se me acerca me toma de un brazo y con vos amenazante, mostrándome un cuchillo me dice ¡camina! Siento miedo pero al mismo tiempo mucho morbo de pensar en lo que este desconocido quiere hacer conmigo.
Me lleva a una zona verde del cementerio central y de un empujón me tira al suelo.
Se me echa encima y me da una fuerte bofetada diciéndome, no pongas resistencia o te irá peor.
Me toma de los tobillos y torsiéndome las piernas me obliga a girar para ponerme de espalda a él.
Me obliga a ponerme en 4, me toma de las muñecas haciéndome caer de bruces, con la mejilla contra el suelo.
Ata mis manos a mi espalda, con mis nalgas levantadas.
Tengo mucho miedo de que me haga algún daño, pero también mucho morbo por sentirme indefensa y mi ano expuesto a cualquier ataque.
Me dá varias nalgadas bien fuertes, sólo grito por el dolor pero permanezco inmóvil, empieza a acariciarme desde los tobillos y pasando por mis piernas y muslos, sube a mis nalgas.
Estruja mis nalgas fuertemente.
Con sus dedos acaricia la entrada de mi ano, a pesar del miedo estoy muy excitada y deseando ser penetrada.
Siento que coloca la punta de su pene en mi ano y de un fuerte empujón me penetra hasta el fondo.
El dolor es tan fuerte que doy un grito y me echo hacia adelante tratando de sacarme el enorme falo.
Le suplico que me lo saque, pero eso como que lo enfurece y excita más porque empieza a pegarme y me dice: ¿No es esto lo que buscabas perra? Ahora aguántate.
Me saca la verga completamente para que me vuelva colocar como el quiere.
Me ordena doblar nuevamente las piernas y levantar las nalgas.
El dolor en mi ano es muy fuerte, así que le obedezco lentamente para que pase.
Se enfurece por mi lentitud y tomando la correa de su pantalón me azota las piernas y nalgas, gritándome ¡apúrate! Cuando estoy nuevamente en posición, en 4 pero con mi mejilla contra el suelo, él se pone detrás de mi para empalarme de nuevo, como antes, me penetra bruscamente hasta el fondo, grito por el dolor pero me quedo inmóvil y sumisa.
Sólo me limito a gemir por el dolor y suplicarle que se detenga, pero él no se detiene, por el contrario, sin compasión aumenta el ritmo de sus violentas penetraciones.
Con el tiempo el dolor va pasando y el placer en aumento, hasta que soy yo la que le suplica que me rompa el culo, que abuse de mi todo lo que quiera.
Él me posee clavándome con tanta furia desenfrenada que parece como si quisiera atravesarme toda, sacándomela por la boca o, como si quisiera partirme en dos, y yo, pidiéndole que me diera más fuerte, le pedía que me destrozara el ano, que me rompiera el culo, gemía de placer, disfrutando cada milímetro de su enorme falo penetrando mi maltratado culo, mientras él disfrutaba desenfrenadamente mi expuesto ano, que se resiste a ser desgarrado por el enorme falo.
Disfruto las envestidas violentas de mi violador y siento que él también disfruta clavándome con violencia, diciéndome ¡te romperé el culo perra¡ y yo lo retaba diciéndole ? ¡rómpeme si puedes! ¡dame mas duro! Le repetía una y otra vez que me rompiera y él me clavaba duro, violentamente.
Tratando de romper mi culo introduce también dos dedos para abrirme mas el culo y romperme, pero antes de lograrlo siento sus fuertes espasmos y un mar de semen inundándome por dentro, mientras yo siento un fuerte orgasmo anal.
Nos quedamos quietos unos minutos y el finalmente me saca su miembro, me da unas nalgadas y me desata las manos y diciéndome ¡mamita, tienes un culito deliciosos! Se marcha dejándome tirada en el suelo.
Me levanto y me voy a la residencia caminando feliz y coqueta por la calle con mi adolorido culo saturado de semen
Deliciosa velada que quiero que se repita.
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