MI VIDA II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por concepcion.
CAPITULO II
Después de esa, y de muchas noches y momentos en los que, en la intimidad de alguna habitación, me entregaba a él, y a esa pasión que me envolvía, sin pensar, al menos en esos momentos, en las consecuencias, llegando a considerar la ilusión de ser realmente una mujer, acercándome más en casa a mi madre y hermanas, así como a familiares femeninos, y en la escuela hacia amigas, a fin de entenderlas y ser, al menos en esos fugaces momentos, la perfecta amante y esposa de mi adorado hombre, y amarlo, cuidarlo en los momentos que estuviéramos juntos; el, por su parte, además de amante y marido, empezó a auxiliarme en las tareas escolares, haciendo que cada vez tuviera más éxito en la escuela, y a aconsejarme de cómo llevar la relación en completa discreción, a fin de que nadie se enterara de ella, aunque siempre me quede como, no sé si definirlo así, desadaptada, y haciendo que creciera más y más cada día, mi admiración y amor hacia él,
Entre los muchos sentimientos que también empecé a experimentar fue la envidia y la frustración de no ser realmente una mujer, ya que al ir creciendo, no se definían, como yo hubiera querido, las líneas femeninas en mi cuerpo, y, sobre todo, por el hecho de no poder darle un hijo, lo que me hubiera realizado como mujer.
Todo parecía marchar de maravilla, cada que veía a mi hombre, era entregarnos a una pasión por demás perturbadora y, a la vez, maravillosa, sin considerar ya más nada que el amor que nos profesábamos, hasta que una noche, después de amarnos, el me da una noticia que me impacto y me hizo llorar… Mi tía, su esposa, estaba embarazada¡¡
En un principio, lo tome con alegría, dado que era también mi anhelo, y viéndolo feliz, yo fui feliz con él, pero pronto me invadió el coraje y la tristeza, los momentos que pasábamos juntos fueron cada vez mas esporádicos, debido a su trabajo y a que debía atender a su esposa, a la que ya consideraba mi rival, y, comencé una etapa en la que tuve relaciones con muchos chicos de mi edad, incluidos algunos primos, y con personas maduras, convirtiéndome así, en una verdadera, no se si poner la palabra tal como es, zorra, solo que buscaba el cariño y el amor que me estaba, según yo, empezando a faltar.
No sé, amigas, si les pasa lo que a mí, que el nombre de una persona, nos queda grabado en la vida, asociándolo a eventos y situaciones que vivimos, tanto buenas como malas y marcándonos en forma permanente.
En esta etapa, un tanto promiscua, conocí a un muchacho en la escuela que, literalmente, me movió el piso, teniendo, para colmo, el nombre de mi amado tío.
Al empezarlo a tratar, tuvimos un gran acercamiento, en forma un tanto casual, ya que al estar en el mismo salón de clases, llegamos a formar equipos de estudio, trabajando ya sea en su casa o en la mía, y tomando el la responsabilidad de cuidarme de la maldad de los demás compañeros y de hacerme que fuera lo más varonil posible.
Yo, emocionada, le correspondía con detalles como ayudarle en sus estudios y apoyarlo en los trabajos escolares
Un día, en medio de esos trabajos escolares, y en un descanso, comenzamos con las confidencias, diciéndome que en la escuela mis compañeros me consideraban lo que se dice un mariquita, diciéndome mi amigo que a él no le importaba, siempre y cuando que cuando estuviera en clase, me comportara lo más varonil posible, a fin de acallar las burlas de los demás compañeros.
Emocionada por esa manera de tratarme, le dije que me gustaría ser su amiga, aunque fuera de varón, y el acepto, solo pidiéndome que tratara de comportarme lo más varonil posible, cosa en que quede de acuerdo, iniciando una linda amistad por un lado, y una nueva etapa de un enamoramiento platónico de mi parte.
La relación con mi hombre amado, las pocas veces que lo veía, me hacía sentir aun la mujer más amada, aunque me daba rabia aun el pensar que, de haber podido, me hubiera embarazado de él, a fin de tenerlo por siempre a mi lado.
Con esa idea, pasaba las noches que no lo veía, llorando por su cariño, y las tardes y fines de semana, me volví a encerrar con mis amigos de siempre, los libros, volviendo a mi mundo de fantasía.
Una de esas tardes, llegaron dos de mis primos y me convencieron de acompañarlos a su casa, ya que estaban solos, a ver películas.
Llegando allá, inmediatamente sacaron una botella de tequila, y aunque ya era mayor de edad, la verdad nunca me gusto tomar.
Ellos, que sospechaban de mis inclinaciones emocionales, y, con el pretexto de hacerme más “hombrecito”, me empezaron a convencer que una manera de serlo era empezar a tomar alcohol.
Así, los tres nos empezamos a poner ebrios y uno de ellos saco una película porno, no supe de donde, y la pusieron a correr la cinta.
En ese momento ellos sacaron sus penes, ya erectos y comenzaron a masturbarse delante de mí, diciéndome además que yo sacara el mío y lo hiciera también.
Al verlos, y al ver las escenas en la película, me comencé a excitar, saque mi pene y comenzaron las bromas, ya que los de ellos si eran más largos y gruesos que el mío, diciéndome que en realidad, más que pene era una pena.
Yo, ebria, excitada y enojada por los comentarios, tome el que estaba más cerca de mí y lo empecé a masturbar, ante el asombro y excitación de ambos.
El otro muchacho se acerca a nosotros y me dice: SIEMPRE SUPIMOS QUE ERAS UNA PUTA.
Yo le respondo quieres ver cuánto?
Sin más me desnude e hice que los dos también lo hicieran, los hice acostarse en el piso de la habitación, y me dedique a lamer ambos penes, con un ardor que no había sentido en mucho tiempo, ellos se quedaron estáticos dejándome hacerles lo que quise.
Ya más calientes los tres, puse la entrada de mi ano en la punta del pene del mayor de mis dejándome caer lentamente hasta su regazo, y empezando a subir y bajar, sintiendo como me entraba, mientras que al otro primo le hacía sexo oral de una manera tal, que lo estaba llevando a un orgasmo seguro, el me tomo de la cabeza hasta que eyaculo en mi boca, tragándome todo el semen, mientras el primo que estaba acostado, terminaba en mi ano, llenándome de semen todo el interior.
Ya relajados, les hice prometer que eso quedaría solo entre nosotros, diciéndome que sí, siempre y cuando lo hiciéramos más seguido, haciendo un pacto de amantes, que sellamos esa noche con más sexo intenso, haciéndoles yo una muestra de lo que podían tener, ya que me buscaron ropa sexy de su hermana, y yo, nada negada, les modele, repitiendo el trio en la cama toda la noche, hasta que acabamos cansados abrazados durmiendo juntos.
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