Miriam, la mujer de mi vida
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Sucedió cuando cumplí los 22 años de edad, hace aproximadamente cinco años.
En ese entonces cursaba la licenciatura y en las tardes trabajaba en un call center.
Siempre había tenido la fantasía de hacerle el amor a una chica transexual.
Veía pornografía y ocasionalmente entraba en el chat en la espera de conocer a la indicada.
Debo admitir que no fue rápido, ni nada fácil entablar conversación en las salas del chat, porque era un tremendo caos sobre pláticas de sexo.
En ese entonces tenía una novia, acababa de cumplir dos años con ella, sin embargo nuestra relación no pasaba por un momento bastante bien.
Recuerdo que era a principios de febrero, y en una de mis tantas peleas con mi novia, entré al chat y vi un nombre de usuario que me llamó mucho la atención: Miriam chika trans df.
Rápidamente di clic e inicie la conversación con ella.
Primero me presenté, y comencé a preguntarle sobre su vida.
Ella me contó que tenía 32 años, vivía en la CDMX, al igual que yo, tenía una estética y vivía sola en su departamento.
Me interesó mucho su conversación porque era una persona que no fue directo al tema del sexo, sino que entabló una conversación agradable y amena.
Ella por su parte, también le agradó conversar conmigo a tal grado que me pidió mi número celular y mi cuenta de Facebook.
Cuando la agregue a mi cuenta de facebook, quedé atónito, era muy guapa, no era una modelo o tenía el cuerpo perfecto, pero se defendía bastante bien.
Media 1.
69, piel blanca, cabello lacio, muy bien cuidado, tenía unas bonitas piernas, me gustaba su cintura, pero algo que no pude evitar, como todo hombre, fue admirar sus senos llamativos y su trasero redondito.
Por su parte, ella me dijo que era un chico bien parecido y muy agradable, que deseaba conocerme.
En eso me hace una pregunta bastante peculiar en las chicas: “¿Cuánto mides?”, yo contesto: “1.
79?”
Miriam: “Perfecto, entonces me sentiré a gusto caminar a tu lado cuando me invites a salir”
Yo sólo asentí, pero era obvio que Miriam ya se estaba haciendo ideas conmigo, y por supuesto, yo con ella.
En eso me hace una invitación a vernos por Skype, lo cual encantado de mi parte, ahí pude comprobar que era real y que tenía un rostro divino que me enamoraría rápidamente.
Con el paso de los días, conversamos a todas horas, en la mañana, tarde, noche.
Hablábamos de música, comida, películas, experiencias, gustos, intereses en común, y otras cosas.
Ella estaba encantada porque me marcaba a todas horas.
Sin embargo, en una plática en especial, me dijo que quería saber las intenciones que tenía yo.
Desde un principio que la conocí le deje en claro que no buscaba algo en concreto, simplemente que me interesó conocerla y por eso le hable en la sala del chat.
Pero era obvio que para ese entonces no era el mismo interés de días atrás.
Fue al grano y me dijo textualmente: “¿Sabes que soy una chica trans? No soy como las demás, no sé a dónde quieres que llegué esto”
Yo le contesté que me gustaba mucho y que la quería conocer, que se me hacía una chava increíble y muy bella.
Pero la conversación subió un poco de tono porque sacó sus traumas existenciales, me dijo que jamás me podría dar hijos, o estabilidad social.
Yo me saqué mucho de onda, pero trate de calmarla.
Al final del día se tranquilizó y acordé con ella que era hora de vernos en persona.
Ella me propuso que nos viéramos el 14 de febrero, pero yo no podía comprometerme en esa fecha porque había quedado de ver a mi novia de la facultad, así que tuve que inventarle que tenía exámenes.
No obstante, ese día en la mañana me pelee con mi novia y decidimos irnos cada quien por su lado.
En eso se me ocurrió marcar a Miriam y proponerle que nos viéramos.
La invité al cine, pero me dijo que no podía ya que tenía mucho trabajo en su estética, yo le propuse que pasaba a verla a su trabajo sin problema, lo cual acepto.
Me mando su dirección, y me fui directo a verla.
Cuando salió a recibirme a la calle, me enamore a primera vista de ella.
Era preciosa, y tenía una voz dulce que se difícilmente se notaba que era una persona transexual.
Le entregue un ramo de flores y me invitó a pasar a su estética.
Su estética estaba en su domicilio, su apartamento era grande, modesto pero con buen espacio.
Allí mismo, en las plantas de arriba vivía su mamá y sus hermanas.
Estuvimos platicando hasta tarde, hablábamos de las conversaciones pasadas.
Le gustaron mucho sus rosas, y me lo agradeció con un rico beso en la mejilla.
Ese día tenía un escote rojo, modesto, no exuberante, pero dejaba ver sus senos a la vista de mis ojos.
Mientras ella hablaba conmigo, yo no podía despegar mis ojos de sus pechos, a simple vista eran 36c.
Cuando empezó a oscurecer le dije que era hora de irme y que había sido un placer conocerla en persona.
Ella me dijo que esperaba verme pronto y en eso me iba a dar un beso de despedida directo en los labios, pero voltee mi cara para que ese beso fuera a dar en mi mejilla.
Sólo recuero que me dijo que era una persona mala y grosera, debido que eso no se le hace a una dama, pero yo quería que ella se guardara las ganas y que se enamorara de mí.
Cuando llegué a mi casa, me marco a mi celular para saber si llegue bien a mi domicilio, era evidente que Miriam se estaba clavando.
Yo la chuleaba y de le decía que era una mujer hermosa y que mi corazón era suyo.
Ese mismo día me dijo que quería volver a verme y que me invitaba el sábado a su casa, me dijo que ese día iba a cerrar a las 7 de la noche y podía llegar a esa hora, que no me preocupara, que me podía quedar a dormir en su casa.
Sabía que ese arroz estaba a punto de coserse.
Pos supuesto que no me negué y le dije que estaría allí ese día sin falta.
Tres días después el sábado llegó, había estado esperando con ansia ese momento.
Ni siquiera recordaba que tenía novia.
Para Miriam, yo era un chico soltero en busca del amor y eso bastaba.
Me bañe, me vestí con mi mejor ropa, me puse loción.
Tuve que hacer un trayecto lejano en el metro para poder verla, pero no me importaba, sabía que ese día iba a descargar mis embriones dentro de ella.
Me lleve una caja de condones para tomar la iniciativa.
Llegué a las 7:20 a su domicilio, salió a abrirme, se veía divina: Jeans entallados, bien ajustados, botas de vaquero, un escote negro cubierta por una chamarra de piel color café, muy bien maquillada y su hermoso cabello suelto, se veía increíble.
Todavía no terminaba de trabajar, terminó con su último cliente y cerró.
Pase a su sala y me preguntó que si quería beber algo, le dije que sí, me sirvió vodka, puso música y conversamos.
No había prisa de nada, teníamos toda la noche para gozarla y así fue.
Nos terminamos el vodka y salimos al oxxo a comprar unas parís de noche, yo jamás las había probado, pero a ella le encantaban.
Pagué dos six y salimos, en eso me toma de la mano, se detiene y me dice:
“Me la estoy pasando increíble, me gustas”
Y de beso, no pude rehusarme, me gusto besarla, sentí su lengua, sus labios, aunque eran operados, estaban carnosos y suaves.
Nos reintegramos al camino y nos volvimos a detener para comprar algo de comer.
Llegamos a su domicilio y seguimos con la música, bebimos, cenamos, bailamos, nos besamos, nos tomamos fotos.
Era ya la 1:00 am y entonces decidí empezar a trabajarla.
Le pregunté que si me deseaba íntimamente y me dijo que era más que obvio.
Le explique sólo había experimentado el rol de activo y que así me gustaba.
Por su parte, ella me dijo que sólo era pasiva y que me la podía dar, sin pena ni gloria.
En eso se levanta y me pide que la abrase.
Nos besamos apasionadamente, le quite la chamarra, y le arranque su escote, sus pechos eran preciosos, grandes.
Le empecé a chupar las tetas.
Ella me fue desnudando de arriba hacia abajo.
No sabía cómo agarrarla, quería atorármela en ese momento.
Me pidió que me sentara y ella se agachó a hacerme sexo oral.
Sentí fabuloso, jamás me lo habían hecho de esa manera, se sentía tan genial, duro un buen rato allí abajo, pero no fue suficiente para que me viviera.
Ella se levantó y me dijo que fuéramos a su habitación.
La acosté en su cama, le quite los jeans, acaricie su trasero, yo ya estaba completamente desnudo.
En eso saca un lubricante y empieza a untármelo en mi pene, sacó los condones de la bolsa de mi pantalón, y le pedí que me lo pusiera.
La desgraciada me lo puso con la boca, y cuando lo untó con su lubricante, se dispuso a montarse encima de mi pene.
La penetré, sentí divino, en ese momento no pensaba en absolutamente nada.
Cambió de posición la puse de perrito y le daba con todo.
Fue en ese momento cuando ella, empezó a gritar y cada vez sus gritos eran más intensos.
Me pedía más y más, hasta que terminé.
Fueron los mejores minutos de mi vida.
Sentí mucha satisfacción.
Algo que no había sentido antes, no sé si fue porque me había enamorado de Miriam o porque había hecho algo tan excitante como prohibido.
Me salí de ella, retiré el condón y me di cuenta que el condón se había roto porque le untaron lubricante de aceite en vez de agua.
Fui al baño, me lave, y regrese con ella, para agradecerle el rico momento.
Ella me dijo que me hice mucho del rogar, puesto que había estado esperando ese momento días atrás.
Dormimos un rato, pero desperté por el remordimiento de lo que había sucedido.
No sabía si era correcto, incorrecto o sí sólo era la cruda de las bebidas.
Mi cabeza no paraba de pensar.
Quería irme en ese momento, pero eran las 3:15 am.
, difícilmente podría haber sido.
Miriam se despertó y me dijo que si estaba bien, me beso y me tranquilizó de alguna manera.
No sé qué pasó con mi mente, pero de pronto ya quería volver a fornicar con ella.
Me dijo que si me ponía de nuevo el condón se rompería, y que iba a sentir mejor sin él.
Yo estaba tan excitado que dije que sí, ya no me importaba nada.
Pero de buenas a primeras, no me puso el mismo lubricante que había utilizado, sólo alcance a escuchar que sentiría extremadamente rico y que tratara de no acabar tan rápido.
Lo que me puso no era un lubricante cualquiera, era como una especie de crema, como si fuera vaporub.
Se sentía increíble.
Se puso boca arriba y subió sus piernas a mis hombres, colocó mi pene en la puerta de su culo, y me dijo: “jalale papi, sin compasión”
Lo único que hice fue obedecer como todo un semental.
La sensación que tuve no la puedo explicar con palabras, pero fue lo más rico que he sentido hasta este momento.
Mi pene sólo quería estar entrando y saliendo de ella.
Miriam sólo gritaba.
Pedía más y más.
Yo podía ver su rostro, estaba gozando al igual que yo.
Me besaba, me gritaba, me decía me amaba.
Yo veía su rostro y sus senos y eso me ponía al mil.
Con una mano me sostenía y con la otra le apretaba sus bubis.
De pronto sentí que me iba a venir y le dije a mi hembra que me iba a salir porque ya me iba a ganar.
Su respuesta fue un rotundo NO, me abrazo con sus piernas y manos para que no me saliera y me dijo que me podía venir dentro, que no había problema porque ya tenía el dispositivo.
Fue una respuesta irónica, pero excitante.
Caí rendido, no quería saber más.
Me fui al baño, me lave y me fui a acostar con ella.
Estaba más relajado.
Dormí de nuevo.
En la mañana, desperté a Miriam para que me diera de nuevo, ella como todo una dama me dejo penetrarla.
Esta vez los hicimos de ladito.
Fue un rico mañanero, muy placentero.
Miriam me volvió a poner ese estimulante que era una maravilla.
A pesar de estar agotado, no perdía la erección.
Esta vez fue un poco más rápido, pero volví a correrme en ella.
Desayunamos, nos bañamos juntos y lo volvimos a hacer en la bañera, yo ya estaba harto, pero ahí estaba dándole como todo un semental.
Al terminar, mi pene estaba tan irritado que al soltar el semen ya comenzaba a arder.
Esa noche fue increíble.
Fue una experiencia única, más no la última.
Cuando me dispuse a retirarme, Miriam me preguntó qué en que íbamos a quedar.
Yo no podía destrozarle el corazón diciéndole que tenía pareja, además quería seguir viéndola, así que le propuse que fuera mi novia.
Ella acepto y me dijo que me amaba, que era el hombre de su vida.
Duramos más de seis meses, prácticamente ella fue mi otra vida, la vida que no podía ser, una vida condenada a fracasar tarde o temprano, una vida sin muchas esperanzas, una vida prohibida.
Con ella experimente muchas cuestiones del sexo, aunque jamás toque su pene, por qué ella lo ocultaba debido a que renegaba de él, considero que era una mujer de pies a cabeza, nunca se comportó de otra manera.
Sé que su condición no era la de una mujer biológica, pero ella siempre actuó como una mujer biológica en todo momento.
Lamento no haberla podido corresponder con todo ese amor que me brindó durante esos meses, pero agradezco a la vida haberla puesto en mi camino.
Saludos.
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