Mis frecuentes visitas con el doctor
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
La gripe ha atormentado de nueva cuenta mi cuerpo.
Decido ir a un hospital similar cerca de mi casa.
Entro y el doctor comienza a revisar minuciosamente mi pecho, mi temperatura y demás mientras noto entre nosotros una especie de coquetería.
Determina que tengo una gripa simple que puede terminarse con unas simples inyecciones.
Las compro ahí mismo en la farmacia y vuelvo con el doctor.
–Acuéstate ahí mismo en el sillón- me dice con un tono dominante, que aunque no tenga nada sexual hace que mi pequeña verga se pare.
Me acuesto mientras el doctor comienza a prepararme la inyección.
–Bájate el pantalón- me vuelve a mandar.
Yo le respondo con un tono sensual –Preferiría que usted me los bajara y me metiera la inyección.
El doctor ríe en señal de mi atrevimiento.
Me baja los pantalones y nota las grandes nalgas que tengo, creo que le han gustado.
Comienza a poner el alcohol y sobarme las nalgas de forma suave.
Termina y me inyecta.
Comienzo a quejarme con el dolor y el doctor pone sus manos en mi cabello diciéndome: -Tranquilo, todo pasara.
Yo con toda esta excitación e imaginación brotando por todo mí ser decido tomar su mano y metérmelo en mi boca.
–Ya ha pasado bebe- El doctor dice esto de forma rápida y nerviosa.
Con el corazón latiéndome a tope le comento: -Aay doctor, pero me dolió mucho, no me sobaría para que se me pudiera quitar un poquito más.
Comienza a sobarme con toda su gran mano por todas mis nalgas.
–Así me gusta doctor.
–Puedes decirme Roberto.
–Así doctor Roberto, sóbame, me gusta.
El doctor con el gran paquete que se le notaba en su pantalón comienza a introducir su dedo en mi ano.
–Que rico doctor, póngale cremita para que se resbale más.
Toma una crema cerca de su mesa y la pone en su dedo para incrustarlo dentro de mi ano.
–Muévete nenita, como si fuera una verga.
Yo sin nada que decir, solo el eco de su voz mueve mi cuerpo.
La puerta comienza a tocar.
Mi doctor Roberto sale y es una señora desesperada que lleva media hora esperando.
El doctor cierra la puerta y viene hacia mí.
–Creo que es hora de irme- le comento mientras me voy bajando del sillón.
–Mañana te espero aquí a esta hora eh- otra vez su tono autoritario me llena y hace que mi ano desee su verga profundamente.
Lo tomo de la cabeza y nos besamos al fin.
Finalmente puedo sentir sus labios y su lengua en mi boca.
Es hermoso.
–Quiero que mañana te traigas ropa interior de mujer, te veras muy rica- me dice mientras me nalguea como a una puta.
Saliendo estuve pensando cómo conseguir algo de ropa interior para llevarlo con mi hombre.
Decidí ir al tianguis de por mi casa a comprar una tanguita negra para llevarla el día de mañana.
Llego el día tan esperado y llevaba en mi pequeña bolsa mis inyecciones.
Cuando el doctor me vio entrar una gran sonrisa se apodero de él.
–Vienes con todo lo que te dije- me pregunta.
Yo con un poco de nerviosismo le mostré las jeringas.
–Sabes, que es otra cosa.
En mi pantalón de hombre subo un poco la tanga y le muestro lo que traigo.
–Que rico mami, ponte agachada y quítate el pantalón para verte bien.
Al fin se cumplía mi sueño, alguien autoritario diciéndome que hacer y cómo hacerlo.
Me pongo como perrita con la pura tanga y la playera conmigo.
–Qué gran culo tienes, metete tu dedo mientras con la otra mano mamas tu dedo.
Comienzo a hacerlo sintiéndome una puta en frente de mi hombre.
–Di lo perrita que eres.
–Soy una perriitaaa.
Me sentía plena, sabía que el doctor era lo que siempre buscaba.
–Bien ahora como buena perrita ven a buscar tu hueso- el doctor Roberto decía esto mientras se sentaba y sacaba su gran verga.
Yo arrodillada con el dedo en el culo, solo agonizaba al ver a mi hombre excitado.
–Ven perrita- me chiflaba para que fuera.
Yo siguiendo el plan del doctor Roberto voy arrodillada y deseosa de mamarle la gran verga que estaba frente a mí.
Al llegar a su verga, empecé a chuparle la puntita saboreando todo el presemen hermoso que le salía, volteando a verle los ojos.
–Tocate las chichis.
Hacia todo lo que me pedia sin pensarlo.
La verga estuvo en mi boca durante más de 15 minutos, hasta que toda la leche se desparramo en mi boca y en mi cuerpo.
Fue algo hermoso.
Creo que se había terminado la cita y el doctor me dijo que a la otra él me conseguiría la ropa y los objetos que utilizaríamos.
Haganme saber si les gusto para hacer más.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!