Mujer bien dotada
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por deepin.
4. Mujer bien dotada
La experiencia narrada más arriba hizo que tuviera el pensamiento recurrente de verme estirado sobre una cama haciendo un 69 con un hombre, otra de mis (hasta aquel momento) no realizadas fantasías, pero esa posibilidad era mucho más remota, ya que los únicos contactos que había tenido era con personas desconocidas en lugares públicos no muy cómodos.
En una de estas, mirando anuncios en el periódico, se me ocurrió que me gustaría probar la experiencia de estar con un travesti y una tarde en la que tenía tiempo y estaba sólo elegí un número de teléfono en los anuncios del periódico y llamé.
Me contestó esa voz profunda pero acaramelada que he escuchado algunas veces después. Me dijo donde estaba, el precio, que si quería podía pasar y así lo hice.
Me abrió la puerta que daba a un pasillo medio en penumbra un cuerpo más alto y más recio que el mío que llevaba puesto un picardías transparente y un tanga cuyo color rojo se podía ver claramente por debajo.
Me acompañó hasta una habitación donde me dijo que le pagara, que me preparara y que volvía en un minuto. Le di el dinero, me desnudé y me senté en la cama a esperar.
La habitación estaba iluminada con luces de tonos rojos, en la mesita de noche había un rollo de papel higiénico y un frasco de lo que parecía crema corporal. En la pared se podía ver un cartel con una foto de cuerpo entero y debajo las palabras Sonia Miss Travesti Discoteca (no recuerdo el nombre). No decía el año, pero por el aspecto de la foto deduje que había tenido su momento de gloria hacía ya unos pocos.
Al cabo de un momento volvió y bajándose el tanga sacó una polla bastante grande y ya dura de no sé donde, pues no me había parecido que tuviese nada prominente debajo de esa prenda tan minúscula cuando la había mirado. Como yo estaba sentado en la cama y ella de pie, se acercó, me puso la polla delante de la cara y empujándome por la nuca hizo que me la metiera en la boca. Al principio me chocó el sabor pero estuve chupando unos minutos. Ella me apretaba más contra si, pero no me podía meter ni la mitad sin atragantarme.
Al cabo de un poco me puso un condón, se mojó los dedos, se los pasó por entre las nalgas y se sentó en el borde de la cama, levantó las piernas y dijo que la follara. Mi polla, ya muy dura, entró sin ningún problema por su acostumbrado y ya dilatado esfínter. Como yo iba bastante caliente y no dominaba la situación me corrí enseguida y en total, aunque muy placentera, la visita no duró más de 15 o 20 minutos.
Me sentí decepcionado porque una de las cosas que más me gusta del sexo es ver que mi compañía disfruta también de él y esto había sido demasiado rápido y profesional. Sus gemidos simulando placer sonaban extremadamente falsos y encima había pagado por ello. Finalmente pensé que había pagado por la experiencia, pero debía encontrar la manera de hacerlo sin pagar y con alguien que lo disfrutara como yo, aunque volví otra vez a ver a este travesti porque no habíamos hecho el 69 que yo llevaba en la cabeza y además también empecé a fantasear con aquella polla dentro de mi culo.
Quizás habían pasado dos o tres semanas cuando volví a llamar a Sonia y la visité de nuevo. El protocolo fue el mismo; me hizo pasar, le entregué el dinero y salió volviendo en un minuto. De nuevo me asombré de que al quitarse el minúsculo tanga, que esta vez era de color morado, apareciera como por arte de magia aquella hermosa polla que yo recordaba. De nuevo intentó empujar mi cabeza hacia ella para que se la chupara.
?Espera, túmbate en la cama? le dije suavemente.
Complaciente, se tumbó boca arriba con las piernas abiertas mientras se masturbaba lentamente. Yo me tumbé a su lado al revés de cómo estaba ella y acerqué mi polla a su cara mientras agarraba la suya y me la ponía en la boca. Lo entendió inmediatamente y nos estuvimos chupando mutuamente unos minutos. Yo lamía y chupaba su verga tal y como me apetecía, pero ella la chupaba un poco y luego se la sacaba de la boca masturbándome rápidamente, supongo que intentando hacer que me corriera lo más pronto posible, pero al hacerlo tan rápido no lo conseguía, cosa que en realidad era lo que yo deseaba porque quería pasar más rato y no acabar enseguida. Al cabo de unos minutos me incorporé.
?¿Por qué no me follas?? le pregunté y me puse en la posición que ella se había puesto la vez anterior, tumbado con el culo al borde de la cama.
?Sí cariño, te follo lo que tú quieras? Sus frases debían de ser estándar para todos sus clientes, pero tenían su morbo.
Levanté las piernas y las abrí. Con la destreza que da la experiencia, ella se puso un condón, puso en su mano algo de crema y me la paso entre las nalgas asegurándose de que mi agujero estaba bien cremoso. Me estiró un poco más hacia fuera de la cama cogiéndome por los muslos y empujó mis abiertas piernas hacia mi cabeza.
?Sujétate las piernas, corazón. Y bien abiertas
Eso hice y ella, ayudándose con su mano, fue empujando y moviendo el glande poco a poco sobre mi contraído esfínter que seguía intentando impedir que entrara.
?Relájate, no aprietes. Empuja hacia fuera, como si soplaras? me aconsejó con voz de experta.
Me concentré en su consejo y de repente noté como mi esfínter se abría, como envolvía la cabeza de su polla tragándosela y volvía a cerrarse un poco en su base. Así se quedó quieta un momento mientras yo contenía la respiración. Volvió a repetirme que me relajara y conseguí hacerlo. Entonces comenzó a empujar suavemente y con cada empujón entraba cada vez un poco más hasta que después de varios lentos empujones que cada vez deslizaban más su polla dentro de mi sentí sus huevos golpeándome las nalgas y me relajé por completo comenzando a disfrutar de sentir que me estuviera follando aquella esplendida polla y que no me hiciera ningún daño, sino todo lo contrario.
Puse las manos por debajo de nuestros cuerpos y le acaricié los huevos dejando de sujetar mis piernas que ella agarró por los tobillos forzándolas hacia arriba para tener más libre la entrada. Mi excitación iba en aumento y le puse las manos sobre sus nalgas acompañando el ritmo de sus caderas apretando hacia mi con fuerza en cada empujón suyo.
No acostumbro a hacer ruidos ni a decir nada mientras follo y mis orgasmos siempre son silenciosos, pero en aquel momento me salió de dentro espontáneamente.
?¡Sí, sí, así, así. Más, más, más adentro. Fóllame, fóllame!? Nunca lo había dicho antes, lo recuerdo perfectamente.
Era como si los labios de mi culo se hubieran acomodado a aquel cilindro de carne que entraba y salía deslizándose con suavidad entre ellos y estaba disfrutando como nunca. Ahora me agarré los huevos con una mano y la polla con la otra apartándolos para poder ver mejor como se movía y la base de su polla que era visible cuando movía el culo hacia atrás.
?Hazte una paja? Supongo que para ella ya era suficiente, pero para mi no.
Incluso el sentir el contacto de mi mano con mi muy familiar polla me producía un placer distinto al sentir al mismo tiempo la suya entrando y saliendo de mi culo, que en esos momentos se había trasformado en un coño.
Antes de correrme la aparté suavemente y le dije que se tumbara en la cama boca arriba de nuevo. Quería probar algo más.
?¿Pero, te vas a correr o no?? Creo que se estaba impacientando.
?Ahora mismo acabo.
Se estiró sobre la cama con la tranca apuntando al techo y yo me arrodille encima de ella dirigiéndola hacia el agujero que me estaba dando tanto placer en aquel momento y que la acogió hasta el fondo. Una vez sentado encima de ella con todo mi peso me follé a mi mismo, no subiendo y bajando, sino simplemente moviéndome hacia delante y hacia atrás con un suave balanceo sintiendo hasta el fondo lo que tenía dentro.
Ahora sí que me agarré mi excitada polla y mientras la cabalgaba me masturbé. Como apuntaba a su cara, cuando notó que yo ya llegaba se puso la mano delante.
?Tranquila, no tiene tanta potencia? De todos modos ella la mantuvo allí protegiéndose la cara.
En un par o tres de segundos salió el primer chorro, que aunque no le llegó a la cara, le dejó sus curiosamente redondas tetas llenas de semen. Lo siguientes ya fueron más débiles, pero fue un polvo de los más intensos que he vivido.
Ya no volví a verla más. Eso no se tenía que pagar y además yo quería que la otra persona disfrutara también y los profesionales, en la mayoría de los casos, son trabajadores que no sienten placer.
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