No puedo, por mucho tiempo, resistir el deseo de sentirme mujer
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Arcami.
Desde siempre tuve envidia de las mujeres porque tienen la posibilidad de ser poseídas por algún hombre, pueden sentir que una parte del cuerpo de alguien penetra su cuerpo y gozar con eso y a pesar de la sumisión y entrega que eso implica también tienen la posibilidad de hacer gozar al hombre que las está poseyendo.
Con esa idea en la mente, desde siempre, experimenté con objetos fálicos en mi propio cuerpo tratando de conseguir esa sensación. Esta práctica me hizo gozar durante mucho tiempo mientras me masturbaba, pensando que algún hombre se adueñaba de mí y me sometía a sus deseos. Pero, evidentemente esto no era suficiente, me faltaba el poder de hacer gozar a alguien mientras me masturbaba.
El tiempo transcurrió y las sesiones de masturbación asistida por miembros falsos fueron cada vez más intensas y la necesidad de sentir un hombre dentro de mí creció en proporción. Ya he contado en otros relatos como fueron mi primera vez y las muchas más que sucedieron a esa. Hoy les quiero contar acerca de mi deseo de sentirme mujer una vez más cuando va llegando la noche.
Volví del trabajo ya con esa sensación creciendo dentro de mí. Llegué a casa y mientras me sacaba la ropa llamé por teléfono a mi amigo Raúl, quien tiene la capacidad de estar siempre disponible y siempre deseoso de hacerme suya. No vive lejos de casa pero me da el tiempo suficiente como para arreglarme para él. Me ducho rápidamente, me perfumo, y me visto como se que le gusta, una hermosa lencería de encaje en colores pastel, medias con ligas y porta ligas, una bata de seda larga hasta arriba de mis rodillas, tan solo un poco de maquillaje y una peluca de cabello natural color negro y corte garzón. Ya estoy lista, temporalmente salí del closet para recibir a quien va a cumplir mi deseo.
Serví dos copas de vino blanco que estaba refrescándose en el refrigerador, iluminé la sala solo con lámparas eliminando la luz del techo, música suave románticos de los 80. Ahí estaba la escena lista para gozar y hacer gozar.
Raúl, llegó y entró directamente porque tiene la llave de casa, me vio y sus ojos se iluminaron, se acercó y tomándome por la cintura me dio un hermoso beso y me dijo que me había extrañado, nos vimos la semana anterior pero igual a mi me gustó que me lo dijera. Nos sentamos en el sofá a tomar esas copas de vino y lentamente empezamos a acariciarnos. Su mano en mi cuello me daba masajes dulces y suaves, su voz completamente seductora me decía lo linda que estaba y cuanto quería tenerme. Mi mano sobre su muslo lo incentivaba a seguir avanzando. Me comportaba como una niña mimosa, lo miraba a los ojos deseándolo y haciéndome un poco la arisca cuando él intentaba acercar sus labios a los míos, yo alejaba un poco la cara pero no tanto como para que sepa que sí quiero comérselos.
Finalmente la excitación pudo más y comenzamos a acariciarnos con mayor pasión. Su mano entró por mi bata y me masajeó los pechos, aunque son pequeños tengo unos pezones muy sensibles, pellizcándome suavemente las tetillas, eso me hace delirar y él lo sabe. Yo no me hice esperar y comencé a darle un masaje delicioso sobre su miembro, que estaba duro y listo para que mi ano se lo comiera. Nos besábamos apasionadamente mientras nos magreábamos sin ningún tipo de prurito. Nos fuimos sacando la ropa mutuamente, a mi solo la bata, porque yo quiero que me posea con la lencería puesta y a él lo deje desnudo. Su pene me miraba reclamando que por favor fuera a saludarlo, me abalance sobre él introduciéndomelo en la boca de un solo golpe, mientras con mi lengua recorría su glande.
Raúl gemía, su mano ya estaba en mis nalgas y corriéndome la bikini introducía su dedo ensalivado en mi orificio que sin ningún miramiento se lo comía haciéndome sentir todo el placer del mundo en ese esfínter. Le supliqué que me hiciera suya, me puso en 4 en el sofá y el arrodillado se puso detrás de mi, apoyo su miembro y mi ano se abría y cerraba reclamando que entrara de una vez, ya estaba ya habíamos hecho toda la previa, ahora te quiero dentro de mi gritaba mi orificio. Su pene entendió el llamado y comenzó una penetración lenta y sostenida hasta el fondo, su cuerpo estaba apoyado en mis nalgas, sus testículos rozaban los míos, y una vez ahí yo comencé a moverme hacia delante y atrás mientras Raúl se quedaba estático dejando que fuera yo misma quien se cogiera con su soberbio instrumento de macho.
Me sostenía por la cintura dejando que yo me deslizara en su vara tiesa y caliente. Gemíamos y jadeábamos juntos. Raúl tomó el control, me detuvo firmemente y comenzó a entrar y salir de mi cuerpo. Ya lo había logrado, ya me sentía una verdadera mujer que estaba siendo satisfecha por su hombre descontrolado, su transpiración o saliva, no se, me humedecía la espalda. Con mis manos lo tomaba por sus nalgas empujándolo cada vez más adentro, mi ano tenía vida propia y apretaba su miembro cada vez que arremetía hacía mi. Ambos pedíamos más, le exigía que me cogiera fuerte, rápido y él me decía eres mía, mía. El estallido fue único. Agotados, con su semen saliendo de mí, nos quedamos abrazados y recostados en el sofá. Después de un rato servimos un poco más vino en nuestras copas y tomados de la mano nos fuimos al dormitorio a seguir con otra nueva experiencia.
Así, cumplo mis deseos de sentirme mujer.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!