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Bisexual, Travestis / Transexuales

Perfecta, El despertar en la secundaria

Alejo, un joven bailarín, se transforma en “Axsy” para salvar a su equipo de salsa. Entre roces sensuales, lencería y la química con Lucas, un beso y las palabras “Fuiste perfecta” despiertan deseos ocultos. Una historia de pasión y autodescubrimiento..
Cuando tenía quince años, mi vida como Alejo giraba alrededor del grupo de baile de la secundaria. Éramos un equipo unido, y yo era el chico más delgado, con facciones suaves y un cuerpo ágil que me permitía moverme con gracia. Ese año, clasificamos para una competencia nacional de salsa, un baile cargado de pasión y tensión, donde cada mirada y cada roce contaban. Practicábamos sin parar, perfeccionando giros sensuales y pasos que exigían una conexión casi erótica con la pareja. Mi pareja de baile era Pao, y entre nosotros había una química especial. Nos coqueteábamos constantemente durante los ensayos, y a veces, cuando la tensión se volvía insostenible, terminábamos en encuentros de faje, excitados por la proximidad y la sensualidad del baile.

A dos semanas del evento, Mariana, una de las chicas del grupo, se torció el tobillo en un ensayo. El pánico cundió: sin ella, la coreografía se desarmaba. En una reunión de emergencia, las chicas me miraron con insistencia. “Tú podrías suplirla, Alejo tú bailas con Lucas (el suplente) y que Pao baile con Juan (actual pareja de Mariana)”, dijo Sofía, la líder. “Eres el más delgado, y tus facciones… son ideales para pasar por mujer”. Me negué al principio, riéndome nervioso, pero Pao insistió, prometiendo “agradecimientos sensuales” si aceptaba. Tras días de resistencia, cedí, aunque en secreto, la propuesta despertaba una curiosidad profunda que me inquietaba y excitaba a partes iguales.

Para los ensayos, no me vestía completamente de mujer aún; llevaba pants ajustados de algodón negro y tacones rojos de aguja para acostumbrarme al equilibrio y al movimiento de cadera. El suplente hombre, un chico llamado Lucas, se unió a nosotros para practicar. Los ensayos con él fueron un torbellino. En la salsa, nuestros cuerpos se rozaban constantemente: su mano firme en mi espalda baja, mis pasos siguiéndolo en una entrega total. Durante un giro íntimo, con mis pants ajustados y los tacones obligándome a arquear la cadera, sentí una erección de Lucas creciendo, incontrolable en mi trasero que meneaba pegada a él, el bulto era evidente en la tela fina, lo miré y el solo sonrió discretamente, sus ojos brillando con una complicidad que me hizo sonrojar. No dijo nada, pero esa sonrisa quedó grabada, avivando una tensión que crecía con cada práctica. Ahora, era yo quien sentía la excitación, pero en un rol diferente: era la presa, y él, el cazador.

El día de la competencia, me transformé por completo en “Axsy”. Las chicas me llevaron a casa de Sofía para prepararme. Primero, me depilaron las piernas y brazos con cera, que dolió muchísimo y me dejó jadeando, pero mi piel quedó super suave y sensible. Ahí, mientras estaba desnudo, las chicas observaban mi cuerpo delgado y ágil, comentando lo bien que se vería con el disfraz, lo que me hizo sentir expuesto, un poco avergonzado, pero también curioso. Luego, llegó el momento de vestirme. No tenía planeado usar lencería, pero las chicas insistieron porque el vestido de salsa es super ceñido y se notaría cualquier cosa debajo. “Tienes que ponértela, Alejo, si no, el vestido no va a quedar bien y se va a ver raro”, dijo Sofía. Pao fue clave en esto; ella me ayudó directamente. Primero, el sostén acolchado negro con encaje, que se ajustó a mi pecho , creando curvas. Luego, la tanga a juego, fina y sedosa, que se deslizó por mis caderas.
En ese momento, sentí una erección inmediata por el roce y la situación, y Pao lo notó. Para ayudarme a controlarla y que pudiera seguir vistiéndome, se arrodilló y tomó mi pene en su boca, chupando suave al principio, luego con más ritmo, su lengua girando alrededor de la cabeza mientras succionaba, hasta que me corrí en su boca. Fue explícito y rápido, para calmarme. Después, las medias de red subieron por mis piernas depiladas otro mundo de sensaciones es completamente distinto, mi piel se erizaba y no podía nuevamente contener mi dirección. Pao lo notó y dijo que tenía que calmarme, los tacones rojos se calzaron, y el vestido negro de salsa se ciñó a mi cuerpo, con falda ajustada y raja alta. La peluca castaña ondulada y el maquillaje —sombras ahumadas, pestañas postizas y labial rojo— completaron el look.

Cuando me vi en el espejo, fue impactante. Pasaba perfectamente por una chica atractiva, con curvas de las prótesis y caderas acolchadas, facciones delicadas realzadas. Me sentí excitado y confundido por lo bien que me veía miré a Pau con ojos de enamorada, diciendo que me veía fantástica, no me contuve y la besé al voltear al espejo, no vi la imagen de un hombre besando a una mujer, sino una escena lésbica, súper excitante,.
En el escenario, la tensión sexual con Lucas fue clave para ganar. Nuestras miradas se cruzaban con intensidad, sus manos rozando mi cintura posesivamente. Cada giro y roce era electrizante: sentía el encaje de la lencería rozando mis pezones erectos, la tanga abrazando mi erección constante, el vestido ceñido haciendo que cada movimiento acentuara mis curvas. Lucas me guiaba firme, su cuerpo pegado al mío, tocándome la espalda baja y muslos en los pasos, lo que me ponía super excitado. Me sentía seducido, deseado, como si él me estuviera cazando en el baile esa pasión fue clave hasta el final del baile,.
Ganamos el campeonato, y al yo estar a un lado de Lucas, lo abracé del cuello cuál niña enamorada, el respondiendo me apretó la cintura me besó la mejilla y susurró: “Fuiste perfecta”. Esa frase me golpeó fuerte, resonando en mi mente como algo que definía todo, y supe que sería el centro de lo que vendría después en mi vida.

Esa noche, en la cena de gala, no tenía planeado seguir vestido de chica. Quería cambiarme, pero las chicas insistieron. Sofía dijo: “Si te ven como chico ahora, nos pueden descalificar por fraude”. Las otras agregaron: “Venga, Alejo, solo por esta noche, para celebrar”. Pao, aunque un poco reacia al principio, me animó: “Hazlo, ya lo hiciste una vez, y ganamos gracias a ti”. Contra mi voluntad inicial, accedí, pero en secreto sentía un poco de deseo interno por repetir las sensaciones del baile. Me pusieron lencería negra de encaje floral otra vez —tanga delgada que rozaba sutilmente—, aunque protesté, y un vestido de noche azul cobalto largo con escote en V y falda fluida.
En la cena, Lucas me coqueteaba sutilmente: me apartaba la silla, rozaba mi mano, tocaba mis piernas con el pretexto de ajustar la servilleta, me abrazaba por la cintura diciendo que era para disimular que éramos pareja del baile. Me sentía en las nubes con su atención, el corazón latiéndome rápido. Luego, me sacó a bailar una canción romántica lenta. En la pista, bajo las luces tenues, me miró fijamente, sus ojos verdes brillando con una intensidad que me dejó extraviada, como si el mundo se detuviera. No podía apartar la vista, mi pulso se aceleró, y sentí un calor subiendo por mi pecho acolchado. Se acercó lentamente, su rostro a centímetros del mío, su aliento cálido rozando mi mejilla maquillada. El aire se sentía espeso, cargado de anticipación. Entonces, me besó. Sus labios firmes presionaron los míos con una pasión contenida que se desbordó rápido; su lengua exploró mi boca con suavidad al principio, luego con más urgencia, saboreando a menta y deseo. El beso se alargó, sus manos apretando mi cintura, atrayéndome contra su cuerpo duro. Al inicio puse un poco de resistencia, mis manos empujando ligeramente su pecho por la sorpresa, pero pronto me dejé llevar, respondiendo con la misma intensidad, mis labios moviéndose contra los suyos, el roce de su barba incipiente contra mi piel maquillada enviando escalofríos por mi espalda. Sentí mi erección crecer bajo la tanga, el vestido fluido rozando mis piernas depiladas, y todo mi cuerpo vibraba con una mezcla de confusión y placer. Las chicas nos vieron y me echaron carrilla: “¡Mira a Axsy robando besos! Vi la cara de decepción de Pao, que nos miró dolida porque había algo entre nosotros, y llorando y recogiendo sus cosas se fue de la fiesta molesta.

al principio, me atormenté, pero Lucas llegó y me abrazó haciéndome. Sentir protegida, y eso me desinhibió, nos besamos más intensamente en un rincón apartado del jardín,, toqueteándonos por encima de la ropa —sus manos en mis curvas, las mías en su paquete—, yo me sentía incontenible, no me reconocía, me sentía tan mujer, en un momento desabroché su pantalón y metí mi mano por debajo de su boxer, por fin, tenía en mis manos aquel miembro que tanto me había hecho excitar durante los ensayos comenzaban, masturbarlo a una adentro de la ropa Pero no me aguanté las ganas, y finalmente, liberando lo de su boxer, me incliné y comencé a hacerle una felación, Yo ya no tenía ni el más mínimo sesgo de masculinidad. En mí, me sentía una adolescente enamorada, y él era mi Hombre, quería hacerlo, disfrutar continué bajando de forma rítmica, metiendo todo su pene en mi boca, hasta que en un punto presionó mi cabeza y espacio todo su semen en mi garganta, yo no estabas satisfecha, quería Más

y seguir chupando hasta que él me detuvo porque no podía con el placer  Cuándo lo saqué ya flácido de mi boca y vi el labial impregnada en su miembro, fue un recordatorio Más de mi feminidad, sin embargo, un momento de lucidez volví en mí y las dudas de estar siendo atraída por un hombre se dispararon, lo aparté y me fui Cuál cenicienta que le habían dado las 12 de la noche.

Días posteriores, Lucas trató de buscarme, me escribió y por medio de las chicas del baile trató de obtener nuevamente un contacto conmigo, pero yo apenado por la situación me aportaba de él

Traté de recuperar a Pao en los días siguientes, enviándole mensajes y buscándola, pero ella ya no quería saber más de mí, ignorándome por completo.

54 Lecturas/15 agosto, 2025/0 Comentarios/por Axsy
Etiquetas: adolescente, chica, chico, joven, mujer, pene, secundaria, semen
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