Regia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por STARCOWBOY.
Recién había llegado a Monterrey, salía yo del aeropuerto en un taxi rumbo al hotel cuando saqué de la cartera la tarjetita donde había apuntado el teléfono de ella. Entre comillas aparecía el nombre de Vanessa. Su voz parecía sorprendida, tal vez no me esperaba, aunque yo le había confirmado por whatsapp. Le dí el nombre del hotel y me preguntó a que hora sería nuestro encuentro. Yo le dije: a la hora que puedas, yo ya estoy por llegar, cuando llegues tú me hablas y ya te digo en que habitación estoy. Me dijo que entonces se arreglaba y en una hora llegaba.
Al entrar al hotel repasé la decoración del lobby y pensé si no habría problema cuando ella llegará. En algunos hoteles ven con desagrado que uno meta el sexoservicio a sus instalaciones. La cosa es que no se note. Se me había olvidado decirle a ella que no se vistiera muy "hot". En fin, ya en la habitación, me metí al baño y me dí un remojón de dos minutos, me puse ropa cómoda y prendí la tv. Apenas estaba yo en la onda del zapping cuando oí el teléfono. Once cero dos, le dije, pero me pidió que bajara por ella. Le dije que llevaría puesta una camisa amarilla. Tal vez era mejor, ya que si las fotos de internet no correspondían con ella, podía cancelar todavía. Me amarré un sweater y bajé al lobby y me senté en un sillón mullido y cómodo desde donde se podía dominar la vista del área. Vi un par de mujeres jóvenes que salían, una mujer madura que a lo lejos también esperaba a alguien. Entraban y salían personas, empleados, que sé yo. En eso alguien llegó por detrás y me tapó los ojos con sus manos.
Escuché la voz que me dijo: ¿Esperas a alguien?.
Me soltó y giré al mismo tiempo que me levantaba. Encontré una bella sonrisa, en una chica alta con un escote algo provocador pero nada vulgar. De pronto mi expectativa cambió. Le invité una copa en el bar. La verdad ella podía pasar por una mujer ejecutiva o tal vez una gerente de relaciones públicas. Aceptó y entramos al bar del hotel, que para esa hora deleitaba a los parroquianos con un pianista que evocaba en sus notas melodías románticas. Nos sentamos y estiré mi brazo para abrazarla. Sus ojos eran grandes y bien maquillados, su perfume era suave, su cercanía me provocó una erección casi inmediata. Entonces busqué su boca. Primero un beso de reconocimiento, luego una risita de ambos y luego otro vez más profundo y luego otro más largo. Me preguntó si ella era lo que esperaba. Le dije que era mejor y creo que se sonrojó un poco. Sin más le dije: me gustas mucho mamacita.
Ella río y me dijo que le gustaba ser "mi mamacita". Traté de calmar mi excitación y ya un poco más repuesto le pregunté de manera inocente: ¿Qué quieres hacer?.
La respuesta fue obvia e inmediata: ¿Lo que tú quieras?
Me le fui otra vez a lo besos, el tiempo comenzó a transcurrir, tomamos dos bebidas y sin pensarlo ya teníamos una hora en ese lugar. Entonces jugué una carta que ni siquiera sabía que tenía. La invité a bailar. Supuse que se negaría ya que tal vez para ella el negocio era su único objetivo. Sin embargo me preguntó si conocía un buen lugar para bailar o si podíamos ir a un lugar que ella conociera. Me dejé llevar. La verdad no conocía muchos lugares en la ciudad.
Tomamos un taxi y nos dirigimos a un antro mitad bar, mitad cabaret. Había un show de travestis. Varias personas la conocían ahí. Una travesti con maquillaje exagerado estaba imitando a Madonna. Nos sentamos y comenzamos a platicar, aunque el volumen de la música era alto. Después del show vino la música para bailar. Me tomó la mano y me dijo: Me invitaste a bailar. Bailamos un buen rato, e inclusive cuando hubo música suave nos abrazamos para bailar como dos enamorados. Cuando estábamos sentados nos tocábamos las piernas pero sin llegar a nuestros sexos.
Me sentía muy a gusto, pero también los tragos comenzaban a hacer su efecto, así que mejor pedí unas tapas para acompañar la bebida. Me extrañó que ella no tuviera prisa, pero entonces me dispuse a pasar otro largo rato ahí, miré el reloj: eran las 2. La imitadora de Madonna se nos acercó y saludo a mi acompañante con un beso y le preguntó si yo era su novio, entonces ella le dijo: "que más quisiera". No sabía si se refería a mí o a ella. Le invité una copa a la Madonna de la noche y charlamos unos minutos, luego se despidió diciendo que no debería hacer mal tercio. Nos miramos y reímos.
Sería como las cinco cuando llegamos al hotel, Íbamos jugando en el elevador. Yo la quería tomar por detrás y ella quería tenerme de frente y besarme. Caminos en zig zag rumbo a la habitación, no encontraba la tarjeta para abrir la puerta, ella metió la mano a mi pantalón y sacó la tarjeta y abrió, entramos. Entonces la abracé otra vez por atrás fuertemente y no le permitía que volteara, le besaba el cuello y repetía: "mamá, como me gustas". Ella sólo suspiraba y trataba de liberarse. Una vez que lo logró me besó en el cuello también y me quitó el sweater y la camisa para besar mi tetillas, mi excitación iba en aumento, se arrodilló y frotó su rostro contra mi vientre, mi verga pedía mayor libertad. Sin embargo mi inspiración me llevó a levantarla y tomarla de la cintura, mientras la besaba, la cargué con la manos por detrás tomándola de las nalgas y la senté sobre el escritorio de la habitación, le levanté la falda y le saque la pantaleta que llevaba.
Entonces ví una verga un poco dormida pero gruesa y con buen tono, le abrí las piernas y se las levanté hacia arriba, ella se abrió más tomando con sus manos las piernas. Me saqué la verga y la penetré con urgencia, la entrada fue un poco ruda en aquel lugar tan estrecho, ella gritó un poco pero de inmediato se contuvo. Ya adentro de ella, le quité la blusa y a mordizcos le quité también el brasiere. Sus tetas eran de buen tamaño para ser naturales, se notaba un largo trabajo de hormonas. Más mordizcos, más saliva, su verga comenzó a crecer. Entonces puse sus piernas sobre mis hombros y empecé a mover mi cadera hacia ella y hacia afuera, entrando y saliendo a ese culo que ya se había dilatado y que le daba un excelente masaje a mi miembro que ya había alcanzado su máximo tamaño posible. Y vino un juego de meter rápido y sacar despacio. Sentí como una de sus manos me clavaba las uñas en la espalda, se estaba viniendo. Perdón, dijo.
Apenas me salpicó su semen, pero escurrió sobre su abdomen y llegó hasta donde mi verga y su culo se encontraban unidos. Eso me prendió más, así que mi boca se fue de lleno a morder sus labios, mientras tomé su verga para reanimarla. Me sentí al borde de la eyaculación, así que hice una tregua. Le saqué la verga y la cargué hasta la cama. Ahí me tendí y le pedí que subiera en mí. Ella se la metió lentamente tomando posición sobre mí y comenzó a cabalgarme primero lento y luego rápido mientras gemía y ponía sus ojos en blanco. Me vine a chorros mientras ella hacía unos pequeños chillidos. Con ella arriba me dí a la tarea de masturbarla mientras duraba mi erección, entonces logre que se viniera de nuevo, me pareció que su eyaculación fue mayor que la primera vez. Luego dejó caer su cuerpo sobre mi, nuestra respiración era agitada y poco a poco se normalizó Así estuvimos unos minutos más. Después de que mi verga se retrajo, ella se recostó a un lado. Me dijo que sus piernas se le habían dormido,
Ya casi no le puse atención, entré en un sueño profundo. Al despertar ella seguía ahí. Me tenía que ir a arreglar un asunto de negocios, así que me bañé y me vestí mientras ella seguía dormida. No quería despertarla pero tuve que hacerlo. Ella se levantó, miró la luz del día que entraba por la ventana y se vistió rápido. Me dio un beso en la frente y salió. Fui a buscar mi saco antes de salir, pero escuché que alguien tocaba a la puerta. Era ella, me dijo que no tenía dinero para el taxi. Recordé que no le había dado dinero por su compañía, así que saqué unos billetes y se los dí.
Me dijo: Que pena, no siempre soy una puta. La miré y me acerqué para decirle con voz baja: Ojalá sólo fueras puta para mí
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