Retrato en el Restaurant
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por STARCOWBOY.
La verdad ya había visto yo a las shemales o trannys en internet, pero no tenía mayor idea de que o como sería tener sexo con algun@ de ell@s. Ni idea. A mi me gustan todo tipo de mujeres y por fortuna he tenido algo de suerte en cuestiones de "sexo consensuado" con ellas, o sea que siempre he aflojado el cuerpo, no vaya a ser que se sientas despechadas y para que os cuento. Un amigo me dice que soy más fácil que las de multiplicar. En esa ocasión estaba platicando con unos amigos en un restaurant, cuando vimos entrar a tres damas que simplemente se veían "dress to kill". Comenzamos a bromear acerca de si alguno de nosotros era muy macho como para abordarlas. Pero nada, nadie se atrevió. Aunque tuvimos plática por algunos minutos. Iban con pequeños vestidos y medias negras, las tres mostraban algo de más por aquellos escotes.
Nuestras miradas iban y venían hacia su mesa, pero como dije: nada de nada. Ya me nos íbamos pero me regresé al baño, entonces el mesero me dio una servilleta de papel con una boca de lipstick. Me hizo un gesto mirando hacia la mesa donde estaban todavía las ladies. Salí con los amigos y les dije que quería caminar, así que me despedí. Pero lo que hice fue regresar al restaurant y mientras caminaba iba pensando como hablarles. Lo único que se me ocurrió fue acercarme y decirles que estaba yo buscando una boca que se me había perdido.
– ¿Boca? ¿Qué boca? -preguntó una de ellas, creo que era muy mayor a las otras dos, como de cuarenta, pero era bella también. Era rubia, las otras dos de melenas oscuras, como de veinticinco.
– Ésta. -dije mostrando la servilleta.
Las tres rieron, pero sólo una de ellas se ruborizó. Muy observador que soy yo. Si era la mayor.
– ¿Tienes prisa? ¿Por qué no te sientas? – me dijo una de la más jóvenes.
– ¿Y tus amigos? – preguntó la otra joven.
– Bueno …
– Ah, egoísta, reviró la chica.
– Bueno …
– Bueno, el pescado que comimos. -dijo la rubia.
Me hicieron lugar en la mesa, quitaron sus bolsos de la silla para que me sentara. Tardé varios minutos en tomar el control ya que ellas hablaban con mucho desparpajo. Pero entré en confianza y lo único que pensaba era dejarme llevar. Tal vez sería mi día de suerte.
Las dos chicas se levantaron y se despidieron.
– Tienen cita -dijo la rubia. – Yo soy toda tuya.
Así o más claro. Otra vez empecé a titubear, las chicas eran muy muy bellas y aunque la mayor no se quedaba atrás, la verdad ni siquiera había tomado partido. Bueno y ¿por qué no todas para mí? Era mi día de suerte, pero no era para tanto.
Ella se apoyó en la mesa hacia mí dejando que su escote fuera lo único que importaba en ese momento, su aroma era fresco.
– ¿Se te antoja … algo?
– Bueno …
– Tal vez un whisky, con ginger, es lo que yo estoy tomando.
– Bueno …
Esbozó una pequeña sonrisa. Parecía como si hiciera una travesura o como si tuviera acorralada a su presa. Bueno, yo era esa presa.
– ¿Cómo te llamas? -pregunté.
Su gesto cambió, pero trató de componer el semblante.
– ¿Cómo quieres que me llame? -respondió.
La verdad no importaba o tal vez si, pero no. La verdad sólo quería caer en sus redes, en sus brazos, en sus piernas, en sus nalgas.
Vino el mesero varias veces, ella parecía dominar la situación. Se hizo de noche, la clientela fue desapareciendo. Después de varios whiskys me enteré de que era la dueña del restaurant.
Se levantó para ir a retocarse, su figura me pareció simplemente sensual, el taconeo de sus botas hipnotizaron mi cerebro. Tal vez 1.70 sin tacones, tal vez 1.80 con ellos. En el sonido ambiental se podía escuchar Long Cool Woman In A Black Dress, todo un presagio.
Regresó con su fresco aroma acentuado. Se sentó directamente en mis piernas y me miró a los ojos.
¿Y? Nada, primero le sostuve la mirada. Le toque los labios con el dorso de mi mis dedos. La besé despacio, pero ella no se contuvo y metió su lengua, no se convirtió en beso apasionado aquello, se convirtió en verdadera lujuria. Sentí que mi verga escurría. Se me ocurrió llevarla a un hotel, pero ella tenía otro plan. Se levantó y me dijo al oido: "soy transexual". Nunca pensé que podría escuchar esa frase esa noche. No tuve sorpresa, no tuve reacción, en tres segundos evalué la situación y resolví.
– Pero si está buenísima -alcancé a decir.
– ¿Te parece?
– Yo sólo sé que quiero todo contigo. Todo. -dije meloso en su oído.
Se levantó la falda para poder abrir las piernas y se subió a horcajadas en mí. Nuestra lenguas se entrelazaban. Subía la temperatura al cien.
Abrió el escote y toque aquellos senos que eran tan suaves, sentí que sus pezones eran grandes. Había que averiguarlo. Abrí aquel vestido que se abría para mostrar ese rico manjar. Traté de ver si alguien observaba. Entonces besé, mamé y mordí aquellos senos que emitían ese aroma que ya me tenía embriagado de placer. Ella se levantó otra vez y me tomó de la mano. Más bien me jaló fuerte, me llevó por un pasillo hasta una oficina, su oficina. No estaba prendida la luz. Entrando le ayude a que se quitara el vestido, no llevaba brasiere, pero si una pantaleta negra, unos ligeros y por supuesto medias negras. Todo parecía en orden.
¿Transexual? -recordé.
La seguí besando y entonces la tomé de las nalgas y la cargué hasta subirla al escritorio que había allí. ¿Cómo me la cojo? -pensé.
Entonces ella me retiró un poco y se quitó la pantaleta, metió la mano y apareció su verga. Era mediana y gruesa, algo curva, supongo porque la tenía guardada. La tomé con interés, mientras me aflojaba el cinturón y sacaba también mi verga. Y se encontraron, me refiero a las vergas, la mía quería encontrar un refugio, pero en aquel momento se frotó con la otra verga, la sensación era nueva, era muy, pero muy, pero muy sensual o quise decir sexual.
Levanté un poco aquel falo y apareció un orificio. Como pude dirigí mi verga a tierra prometida, me apoyé en mis talones para forzar la entrada. Ella dio un gritito y suspiró mientras mi verga se deslizaba por aquel culo que pareció tragársela con verdadera ansiedad. Seguí mi labor empujando la verga hasta donde podía y comenzando a moverme más en aquello de dejársela ir rápido y sacársela lento. Su verga se frotaba en mi abdomen, me gustó mucho esa sensación. Algo cobraba vida entre ella y yo. Mi corazón bombeaba sangre a raudales. Mi sienes se inflamaban igual que mi verga. Continué con aquella cogida, haciendo cada vez más esfuerzo, hasta que de su verga salió un chorro de semen. No me importó sentir como resbalaba.
– Ya me chingaste. -Alcanzó a decir. No entendí,
Ya iba yo a explotar, así que le de dije: mamacita ya voy. Ella se agarró de mis brazos y me dijo: aguanta papi, dámelo en la boca. Se bajó del escritorio y chupó mi verga, no fue necesario mucho trabajo, me vine en su boca casi de inmediato. Ella sorbió gran parte de mi semen, pero dejo una parte para saborearla y por fin se lo tragó. Luego siguió mamando mi verga pero muy despacio. Por varios minutos quedó pegada a mi hasta que mi verga perdió su extensión.
Por un momento pensé que podía repetir la hazaña y darle otra cogida, pero creo que los whiskys ya habían hecho efecto secundario. Tenía sed. Ella salió y regresó con dos whiskys con ginger. No me quería despedir o más bien no sabía como despedirme. Le pregunté que era eso que quisó decir con "Ya me chingaste". Entonces rió un poco y me dijo: A ver cómo le haces para dejarme cabrón, desde ahora soy tu puta. Supuse que eso indicaba que haría cualquier cosa por mí, pero eso lo pude averiguar después. Al salir al pasillo me topé con la foto de la dueña del restaurant que colgaba de una pared, estaba en un marco antiguo.
Y bueno, mejor después les cuento. Hasta aquí por hoy.
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