ROCIO: El rencuentro con Carlos.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Rocio-Sabeen.
Todo comenzó por un capricho del destino, estaba de compras por el centro buscando un regalo para mi amiga Carla que había sido mamá, había entrado a varias tiendas y no había encontrado nada que me llamara la atención.
Eran casi las 17:00hs y aun no conseguía el regalo que buscaba, seguí caminando ya sin esperanza pensando en las tiendas que había visto y la ropa de bebe que compraría al día siguiente.
Cuando sin ninguna razón una pequeña tienda de bebes, escondida a mitad de una calle de barrio viejo tan tranquila, tan monótona e idéntica a cualquier otra.
Como la calle de entrada al barrio de cualquier persona en esta ciudad pero aún mantenía ese encanto nostálgico y encantador.
Recuerdo el nombre de la tienda, Mi Bebé, me invadió un sentimiento tan tierno leer ese nombre que decidí entrar a esa última tienda.
En cuanto entre solo una pequeña campanita sobre mi cabeza, aquel sonido me recordó inmediatamente a la puerta del pequeño negocio de Carlos, el primer hombre que me vio como una nena y me hizo sentir mujer.
Una voz calidad oculta detrás de un mostrador era cálida y amable, el dueño se encontraba agachado acomodando unas pequeñas cajas con calcetines.
Cuando por fin se incorporó aquella figura encorvada vi un rostro familiar, una segunda sacudida me refresco la memoria, la campanilla, su voz, era él, Carlos.
Mi primer hombre en la vida y del cual no había vuelto a saber de él, estaba igual a como lo recordaba con sus canas y barriga, sus manos, sus hermosas manos con las que apretaba mis tetas cuando tan solo eran unas tetas de nena gorda.
Por un momento quise jugar con su memoria pero mi impaciencia me venció y en una sola oración hice que recordara un tiempo en que fue libre y feliz.
-Hola.
PAPI- con aquella entonación lasciva que tanto sonaba hace años atrás.
Sus manos cayeron rendidas sobre el vidrio del mostrador y con una sonrisa y una mirada nostálgica me respondió caso un lamento con un –Mi nena bella-
Ya no era su putita había pasado a ser su nena, cada tarde que me tenía para él entre sus manos y los años que ya no me tenía me habían colocado en la posición de su nena.
Casi había olvidado que estaba buscando o por quien estaba allí parada en la puerta.
Me acerque al mostrador y volví a repetirle –Hola papi…- esta vez más claro para que no se perdiera ningún detalle.
Charlamos hasta que las horas parecían no alcanzar, yo seguía en mi papel de nena y él en el papel de papi.
De pronto entro una pareja a la tienda y Carlos se apresuró en atenderme y lo vi meter un pedacito de papel en la bolsa.
Cuando llegue a casa, revisando la bolsa encontré aquel papel, un teléfono.
La emoción no se hizo esperar y lo agregue en mi móvil, inmediatamente le escribí un mensaje y casi como si esperar del otro lado me respondió, y así estuvimos hasta largas horas de la noche… los mensajes iban y venían con la rapidez de los deseos.
Nos pusimos al corriente, él no paraba de elogiar mi figura, en un segundo se había percatado de los cambios en mi cuerpo, ahora sí ya es el de una mujer, mis tetas ahora turgentes se alzan orgullosas, mi cintura estrecha que guía decidida mis caderas que parecen carreteras, mi culo tan esférico y firme y mis piernas torneadas, mi piel tersa y blanca.
Ahora tenía el cuerpo que soñaba salvo por mi pene que aún se ocultaba entre mis piernas.
Entre tantos mensajes era imposible no masturbarse mientras conversábamos y se lo hacía saber, él me contaba que ahora tiene una nen@ como yo con la que tiene sexo muy rico y disfrutan el uno del otro yo me puse contenta de saber que encontró alguien especial.
Por fin el mensaje que tanto deseaba recibir lo tenía entre mis manos como alguna vez tuve su polla.
#CARLOS: *Cuando nos vemos, tengo muchas ganas de tenerte conmigo*
Solo eso basto para que explotara de leche entre mis manos, cuando pude recobrarme le respondí de inmediato sin desprenderme de las imágenes de notros en la cabeza.
#ROCIO: *Este martes si estas libre podemos ir al hotel que esta antes de la avenida*
El tan esperado día llegó y como era nuestra costumbre, por la tarde nos encontramos muy cerca del hotel.
Caminamos charlando como lo hacen dos amigos, como un padre y un hija.
Llegamos a la puerta y entramos, de la recepción pasamos a la habitación.
Ahora si, por fin me tenía para él a su disposición… casi sin mediar palabra nos abrazamos y nuestras bocas se buscaron, sus manos me tenían loca; por un instante sentía que tenía más de dos manos recorriéndome el cuerpo y yo respondía a su cuerpo.
Nos dimos una pequeña distancia para vernos a los ojos nos quitamos de a poco la ropa.
Él no dejaba de ver mi cuerpo completamente desnudo y con los rasgos de una mujer, como si me viera por primera vez.
Con una mirada picara fui la primera en meterme en las duchas y luego él me siguió detrás, sentía su mirada en mi culo, mis hombros, en mi boca y mis tetas, aquellas que tan deliciosamente me chupaba con devoción cuando mi carne ya era tierna.
De pronto sus manos, esas hermosas herramientas con las que me hacía volar la cabeza de excitación, las tenía tocándome, acariciaban mi espalda y se deslizaban firmes hacia mi culo, marcando mi cintura y reposando sobre mi cadera.
Fue en ese instante en que un gemido se escapó de mi boca la cual ya tenía ahogada en saliva deseando morder ese pedazo de carne que apenas cavia en ella.
Nos besamos y el me apretaba las tetas -SIII.
– por fin el único dueño de mis tetas volvía a reclamarlas.
No pude contener mi soberbia y le dije
–Que, Te gustan ahora mis tetas?-
Él dibujo una sonrisa en su rostro y mirando fijo una teta abrió su boca para engullirla y mamar, sentí en mis pezones una electricidad punzante que hizo se pusieran duros y dispuestos a recibir esa boca deliciosa que sabía hacer magia con la lengua y los dientes, yo no podía dejar de gemir y la respiración me faltaba.
En cuanto soltó una teta se dirigió a la otra para repetir su magnifica función.
Me tenía tan sumisa como el me recordaba y yo disfrutaba de cada mordisco, cada chupada, capa pellizco en mis pezones, la manera en que se aferraba a mi culo y hundía sus dedos en mi carne, buscando mí ya dilatado agujero.
Nos seguimos besando y tocando, yo sujetaba su pene todo lo que cavia en mi mano lo sobaba de arriba abajo una y otra, y otra vez.
No quería soltar ese rabo rígido que amenazaba con perderse en mi culo.
Me arrodille porque ya no aguantaba el deseo de poner en mi boca ese pedazo de carne, de lamer esa cabeza rosada y gorda, el sabor que tenía en mi memoria y tantas noches me mar turbe pensando aquella imagen de m arrodillada, sumisa, devorando su polla.
Ahora la tenía sola para mí, por esa tarde, otra tarde en la que sería su nena y el mi papi, deseaba que me guiara a la cama.
Seguí mamándole ese rabo grueso y duro como piedra.
Cerramos las duchas y con una toalla me envolví dejando mis tetas a su vista, quería ver cuán interesado estaba en ellas y eso me excitaba aún más.
Quise verme más sexi para él y me puse un juego de lencería, al ver su cara mi excitación se multiplico aún más, volvía a usar lencería para él, para mi papi y yo volvía a ser su hijita.
Los años habían pasado y yo ya no tenía 10 añitos; me había convertido en toda una chica de 26, con la carne tierna y las curvas filosas, dispuesta a que me haga gozar como una mujer otra vez.
Él corrió a su bolso buscando una cámara para filmarme y hacernos fotos, yo quería cumplir todo lo que me pidiera, me pidió que abriera mi culo para fotografiarme mejor, quería verme apretando mis tetas, verme en cuatro como una perra.
En cuanto dejo la cámara en el suelo lo sentí cogerme por la cintura y hundir su nariz entre mis piernas, su lengua que ardía como las brasas dibujaba cirulos en el agujero de mi culo y penetraba mi gruta con la fiereza que recordaba, eso siempre me gusto, estaba a tope.
De nuevo una foto de mi culo todo empapado por su lengua que sabía cómo hacerme suya.
Fuimos directo a la cama, se había colocado detrás de mí y yo con las piernas abiertas, en cuatro, esperando su polla para que me haga lo que quisiera.
Sentí esa cabeza gorda rozar mi agujero haciendo algo de presión, de a poco fue penetrando con movimientos suaves, introduciendo un poco más y más con cada movimiento.
Yo me aferraba a las sabanas, extasiada, llena de placer.
Le pedía más y más… la quería tener toda dentro de mí.
Sus manos seguían aferrándose a mi cadera y apretando por momentos una teta.
Me repetía cuanto me extrañaba, los dos gemíamos de placer, la cama se sacudía y se alejaba poco a poco de la pared de la habitación.
Con mucha suavidad me quito del culo ese enorme pedazo y me pidió que me acostara de frente, quería ver mis tetas mientras se sacudían con cada embestida de esa polla hermosa, me la volvió a meter y se recostó sobre mí, acercando su boca a mis tetas, apretando los pezones con los dientes.
Era tan delicioso ver y sentir esa boca que quemaba, devorarse mis tetas, yo no podía estar más satisfecha.
Volvió a sacar de mi culo su polla para introducirme sus dedos, mientras sumaba uno y luego dos dedos a mi agujerito me daba grandes jaladas a mi pene que ya lo tenía a punto de reventar.
Volvió a meter esa cabeza gorda que se abría camino en mi interior y a chupar mis tetas, ese viejo manjar de su devoción… por fin en un inmenso chorro me llenó de su rica leche, sentía como se me escapaba por las paredes de mi agujero.
Yo aún seguía excitada y con mi pequeño pene erecto.
Él se acostó rendido a mi lado y se puso en cuatro patas, ahora era él quien se ubicaba sumiso.
En nuestra largas charlas de mensajes por el móvil me contaba que con su otra nena@ tenían sexo de mil poses y era ella la que se lo montaba a él por detrás y lo disfrutaban enormemente.
Y eso me despertó un morbo único, quise darle libertad a nuestros deseos y con la misma suavidad con la que me había penetrado fui introduciendo mi pene en su culo poco a poco.
Lo sentía tibio y suave al tacto, lentamente fui aumentando la velocidad y comencé a disfrutarlo como loca.
Me apretaba mis tetas mientras vía como entraba y salía mi pene de su culo, estuvimos así un buen rato hasta que casi estuve por llenar su culo como hizo conmigo, pero esta vez me contuve.
Él se incorporó y se lanzó sobre mis tetas, me pidió que me masturbe mientras él se alimentaba de mis pechos, mordía y pellizcaba mis pezones.
Era una sensación tan hermosa y perfecta.
Yo seguía masturbándome mientras mis tetas desaparecían en su boca.
Mis gemidos ya se oían en las habitaciones continuas, cuando de pronto.
-AAAAAAAAHHHHHHHHHHH.
!-
Que rico placer, mis manos bañadas de mi leche y mis pechos hinchados y morados por sus mordidas y chupadas, Carlos se arrodilló para limpiar mis dedos y mi pene, chupando con la misma dedicación con la que siempre se lo chupé cuando era niño aquellas tardes maravillosas.
Espero que haya sido del gusto de ustedes par mi si lo fue.
Muchas gracias Carlos!!! No te olvidare jamás.
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