Sandy y su chofer (Episodio 2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Sandy_wedd.
La emoción de mi primera noche en la calle y la “semi-violación” de Sandy (http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-15117.html), aún embriagaban mis emociones, varias noches la recreaba en mi imaginación o si tenía suerte, la soñaba con un sinfín de variaciones, lo que hacía que deseara repetirlo, pero me daba miedo, quiero pensar que por mi buena suerte “mi chofer” no se percató que Sandy no era 100% físicamente mujer, pero esa misma suerte no se podía repetir y con eso, podría pagar un precio muy alto, de menos un intento de golpiza, obviamente no estoy manca y no me iba a dejar, pero no era eso lo que quería y eso me tenía angustiada.
Mientras pensaba que hacer, también tenía que ocuparme en “tomar prestada” ropa para poder vestir a Sandy para no tener que usar la misma vestimenta que en esa ocasión, por lo que en la primer oportunidad que tuve, busqué en el ropero de mi hermana algo que usar y que ella no echara de menos, pude hacerme de un vestido primaveral; en esa época esos vestidos eran en la parte superior como un resorte plisado en la misma tela que cubría todo lo ancho del pecho y unos tirantes para que no se bajara, tenía un pequeño “ceñidor” para ajustarlo a la cintura y la parte baja era de amplio vuelo, de una tela floreada muy fresca. También me había podido comprar un terno hermoso color vino y encaje negro, era un bikini cachetero, un bra de media copa y un liguero hermoso, de cintura amplia y ligas cortas, al usarlo junto parecía un corsé, me encantó!!!!! No podía olvidar unas medias en un tono violeta altas con liga ancha de encaje que se me hicieron muy coquetas.
Pensando en que hacer, se me ocurrió ir a la base como niño, ya era de noche pero no muy tarde, en casa a mis padres les dije que iría por un cuaderno a la colonia de abajo y que regresaba pronto, así que me fui a la base para ver si mi chofer estaba de turno, cuando llegué sólo había 3 “combis”, pero ninguna de ellas era de mi niño, esperé como media hora, tiempo en el cual las combis se habían ido y llegado otras, en total 5 o 6, pero mi niño no aparecía, las combis seguía haciendo su rutina de salida y yo ya estaba resignada a no encontrarlo, cuando de pronto, cuando ya había decidido irme, llegó, se veía recién bañado, se bajó de su combi y saludó a los 2 choferes que esperaban turno para salir, platicaron un rato y comenzaron a salir los que estaban en fila, a esa hora ya era casi nulo el pasaje, yo esperé hasta que le tocó el turno de salir a mi niño, me subí a la combi y para mi buena suerte no llegó más pasaje y el despachador le dio salida, un poco de malas bromeó con el despachador y salió de la base, yo aproveché y le comencé a hacer la plática comentándole que la “chamba” estaba floja, a lo que me respondió que era normal, que lo bueno eran las subidas, ya que la otra base está en un paradero a la salida de una estación del metro y la gente que sale tarde de trabajar y no se podían permitir pagar un taxi, ahí los abordaban y ellos hacían la ruta cobrándoles un poco más, con lo que todos salían beneficiados. Lo sondee para saber si le tocaba trabajar toda la noche y él me dijo que hasta que bajara la gente, que como era viernes se ponía bueno a veces hasta las 3 o 4 de la mañana, que sólo se quedaban pocos compañeros y después alguno se quedaba haciendo guardia sacando algunas vueltas más. Como a las 10 calles me bajé contenta de la información obtenida.
Casi corriendo regresé a casa, emocionada de que tenía la posibilidad de volver a encontrar a mi niño y jugármela esa noche. Al llegar a casa mis papás aún no se dormían y me vieron llegar todo agitado, me preguntaron que qué me pasaba y les inventé que al llegar a la calle dónde supuestamente iba, había una fiesta en la calle y ya había algunos borrachos, que no me dejaron pasar de regreso, que me pedían para “las caguamas” y cómo no les quise dar, me quitaron el cuaderno y me habían correteado y que por eso estaba todo sudado y asustado, me dieron su bendición de que había llegado bien y me dijeron que era mejor que me bañara antes de acostarme a dormir, sin querer me dieron un excelente pretexto para bañarme, les dije que eso haría, que sólo me esperaría a que me “enfriara” para que no me hiciera daño y me bañaría y me acostaría, me dijeron que no me tardara mucho y que no hiciera ruido, para que no fuera a despertar a nadie y que ellos ya se iban a dormir.
Me fui a mi cuarto y busqué mis cosas en mi escondite, las saqué y me desnudé, me metí al baño y me bañe emocionada, me terminé de bañar, y me senté en el wc para comenzar a vestir a Sandy. Cómo era mi costumbre, saqué unas pantimedias color natural y comencé a enrollarlas para deslizarlas en mis piernas, adoro esa indescriptible sensación de acariciar con esa delicada prenda mis piernas, me enloquece sentir esa caricia tan suave de tan femenina prenda que poco a poco cubre mis pies, mis pantorrillas hasta mis rodillas, el ponerme de pie y seguir subiéndolas por mis muslos, hasta mi entrepierna esconder mi pequeño pene entre las piernas y aprisionarlo al subirme las pantimedias que poco a poco cubren mi vientre, mis caderas, mi trasero hasta que cubren mi cintura, luego me coloco el brá, procurando con el mismo juntar mis pechos para formarme un pequeño busto, completándolo con unos pequeños rellenos que caseramente fabriqué, me coloqué el liguero un poco apretado para que me formara un poco más de cintura y me puse el bikini acomodándolo para sujetar de mejor manera mi pene para que no se fuera a salir o a asomar, jalándolas un poquito de más para tratar de hacer una simulación de labios vaginales, después tocó el turno de las medias en color violeta, antes que nada acaricié mis mejillas con ellas, repito, la sedosidad de esa prenda tan femenina me vuelve loca, las besé y casi como un ritual sagrado, me las puse, acariciando mi pierna milímetro a milímetro, primero una y después la otra, me ajusté las ligas del liguero y después todo el conjunto, me terminé de secar el cabello y me lo cepillé dejando un flequillo y después até una mascada color azul a mi cabello, a manera de diadema, un poco de sombra de ojos, delineador, ligeramente una base de maquillaje y lipstick color rosa, un poco de desodorante femenino, unos aretes de broche en forma de delfín que también iba a estrenar y me puse las plataformas que usé la vez anterior, dejé el vestido colgado en el tubo de la regadera y salí a mi cuarto a dejar todas las cosas en mi escondite, contemplarme al espejo del ropero, Woow, qué lindo lucía el terno y las medias!!! Tanto me gustó que comencé a mojarme.
Tomé mis llaves, y las coloqué en la pequeña billetera que había tomado de mi madre con un poco de dinero y algunas cosas que se pudieran ofrecer (mentas, lipstick, maquillaje, rímel, kleenex, un espejito y por si se requería, una navajita, una nunca sabe). Me metí al baño a ponerme el vestido, no contemplé el pequeño detalle de que los tirantes del brá asomaban, cosa que no me gustaba, pero ni modo, que le podíamos hacer, acomodé la carterita cruzada a mi pecho, el vuelo de la falda, me contemple al espejo del baño y contenta con el resultado, lancé un beso a la imagen que el espejo reflejaba y salí al patio, esperé un momento para percibir si alguien pudiera estar despierto o alguien pasando en la calle y cuando decidí que era el momento, abrí la puerta y salí. Por fin Sandy salía nuevamente a la calle.
Lentamente caminé toda la calle hasta la avenida y di la vuelta para caminar las 4 calles que me separaban de la base de combis donde trabajaba mi niño, casi contaba los pasos, apretando las piernas para hacer mis pasos más femeninos y si se puede, un poco sensuales sin caer en un contoneo exagerado que llegan a adoptar muchas de nosotras, me encanta apretar los muslos y disfrutar del restregar de mis medias, creo que al hacer esto mi caminar se torna femenino y como ganancia, disfruto de roce de las medias.
Cuando llegué a la base mi niño no estaba, así que me puse a esperarlo, mientras tanto, el despachador no me quitaba la vista, de hecho más que a mí en lo general, a mis piernas en particular, yo disimulada hacía como que no me daba cuenta, de pronto me dice que la combi en turno ya iba a salir y abrió la puerta del pasajero, junto al chofer, pero yo le dije que estaba esperando y que no me iba a subir, el despachador le dijo al chofer: “Lastima mi cuate, te la perdiste”, cerró la puerta y la combi partió. Yo mientras tanto me senté en la banca a esperar, me dieron ganas de cruzar las piernas, pero cómo no sabía cómo hacerlo (cómo niña quiero decir), me abstuve de hacerlo y sólo me senté “de ladito” cruzando mis tobillos para que mis piernas estuvieran bien pegaditas, lo que no tuve precaución de hacer, es plisar la falda del vestido antes de sentarme (obvio, no tenía la costumbre) y al sentarme gran parte de mis piernas quedaron descubiertas, traté torpemente de jalar la falda para taparme, pero se alcanzaba a ver la liga de la media y el liguero que la sostenía, el despachador abrió tamaños ojotes, pero yo ya no hice otra cosa para no complica más la situación, como que no queriendo, el despachador se acercó a mí con la intención de hacerme la plática, pero en esos momentos llegó mi niño, apenas me vio y se le dibujó una pícara sonrisa, yo me hice la que no lo vi mientras el despachador me decía algo, obviamente no le puse atención por lo que me disculpé y le pedí que me repitiera su pregunta, el repitió: ¿Por qué tan solita mamacita? Yo sonreí y le respondí nuevamente que estaba esperando a alguien, él se sentó a mi lado y me dijo que me iba a hacer compañía para que ningún malora me faltara al respeto, yo se lo agradecí y más que nada trataba de que mi niño no pensara que estaba solamente por él, así que seguí platicando con el despachador de cosas sin sentido, en eso mi niño llegó por la parte de atrás y me tapó los ojos con las manos, yo tomé sus manos y haciéndome la tonta pregunté lo primero que se me vino a la mente: “¿Eres tu Daniel?, él lo negó con el clásico sonido gutural y yo comencé a decir nombres a lo tonto y el negaba de la misma manera, hasta que fingiendo disgusto le dije: “ Entonces quién eres!!”, mi niño se acercó a mi oído y me dijo suavemente: “Tu ángel de la guarda” y me besó la oreja al tiempo que poco a poco retiraba sus manos de mis ojos, las mismas que yo aún tenía sujetas con las mías, las dejó arriba de mis pechos, justo en la parte que el vestido dejaba descubierta mi piel, yo voltee lentamente hasta que pude contemplar su cara y fingiendo enojo me puse de pie diciéndole: Ah, eres tú! Y le di la espalda, a lo que comentó: ¿Qué, tan mal recuerdo tienes de mí, la pasaste tan mal conmigo?, con mueca de falso disgusto le dije: No, pero es algo que jamás sucederá de nuevo, además estoy esperando a mi novio que no tarda en llegar, así que no me molestes; la verdad me arrepentí de haber dicho esto ya que me arriesgaba a que en verdad se fuera y me dejara sola; pero afortunadamente no fue así, él dijo: “Ah! Conque tengo socio, mira, no lo sabía Sandy, por eso vienes tan guapa? Yo respondí: No, no tienes socio y no vengo guapa!! A lo que contestó: Cómo, entonces yo soy el efectivo y no te has visto al espejo? Yo me di la vuelta y dándole un ligero manazo en el brazo le dije: “Menso, tú no eres nada mío, además me llevas como 10 años!!”
El pícaramente sonrió y dijo: “Qué importa, al fin y al cabo en la cama uno se empareja!!” y soltó una carcajada junto al despachador, yo me hice la ofendida y me alejé unos pasos de ellos, mi niño caminó hacia mí, me tomó de la mano y me dijo: “No te enojes Sandy, es solo cotorreo, a ver una sonrisita, una sonrisita” y él me hizo reír, “¿Ves? Que linda niña!! Después me llevó a su combi así, tomados de la mano, abrió la puerta de su lado y de pronto me abrazó y repegó su cuerpo al mío sus manos capturaron mis caderas y sus labios comenzaron a besar mis hombros, oh cielos, qué cosa más rica! Logró que mi piel se pusiera “chinita, chinita” y me provocó un sutil gemido, yo más a fuerza que de ganas traté de separarlo de mi empujándole por el pecho diciéndole que me dejara y que además nos estaban viendo, el dijo: No importa Sandy, al cabo “el chori” aguanta (refiriéndose al despachador), además ya se va, ya acabó su turno y se tiene que ir porque le pegan en su casa (dirigiéndose nuevamente al despachador) y soltó una carcajada burlona, yo me separé de la combi, pero mi vestido se atoró y la falda se levantó dejándome en una posición incómoda, mostrando las piernas y el bikini, no sabía si se me había visto “algo de más” por lo que me asusté, yo me “enojé” con él y lo empujé echándole la culpa de mi desgracia, reclamándole mi “mala suerte” y fingiendo que comenzaba a llorar cubriéndome la cara con las manos, el se acercó, me abrazó y delicadamente desatoró mi vestido bajándolo, cariñosamente lo alisó y me repegó a su pecho donde refugié mi cara, me abracé a él y el comenzó a acariciar mi cabello con el clásico: “Shhh, shhh, ya Sandy, no pasa nada, ya” y me besaba tiernamente en la cabeza. Esos detalles tan tiernos me volvían loca. Despegué un poco mi cara de su pecho y vi que el rímel se me había corrido y había manchado su camisa, me disculpé con él y me dijo que no importaba.
Le pedí que si me podía dejar sola 2 minutos, que no quería que me viera “fea” y si me podía dejar retocarme en su camioneta, el me tomó de la mano, dimos la vuelta al auto, me abrió la puerta y me ayudó a subir, me dijo que esperara un momento, cerró la puerta y se dirigió a prenderme la luz interior, se lo agradecí y me senté en la banca de atrás, abrí mi bolsa y retoqué el rímel que se me había corrido, también aproveché para revisar que mi “paquetito” no se hubiera salido de lugar, eso siempre me ha aterrorizado, pero no, cómo ya les había comentado, tengo la suerte de que lo tengo chiquito y normalmente no tengo erección así que todo estaba en su lugar, me acomodé el bikini y una liga que se me había soltado también cuando se me atoró el vestido, apenas me di cuenta que en ese momento mi niño se estaba acercando, me quise apurar a colocar la liga y bajar el vestido, cuando el abrió la puerta y me alcanzó a ver, se quedó perplejo y no apartaba la mirada de mis piernas, yo nerviosa traté de componer mi vestido sin haber logrado abrochar la liga, me ruboricé muchísimo, sentí que me hervía la cara, el se acercó a mi hincado, posó sus labios a mis rodillas y comenzó a besármelas, yo sólo atiné a apretar las piernas y a acariciar sus cabellos mientras él lentamente subía sus manos desde mis pantorrillas, en una caricia muy suave, delicada, apenas el roce de la punta de sus dedos, gemidos ahogados escapaban desde lo más profundo de mis entrañas, comenzó subir con sus besos sobre mis muslos lentamente lo mismo que las caricias de sus manos que ya se apoderaban de los mismos por la parte lateral y me estaba poniendo más que a mil, yo protestaba inútilmente porque mientras le decía que parara, que no siguiera, mis manos seguían acariciando sus cabellos y mi cabeza estaba echada hacia atrás, mis ojos bien cerrados, disfrutando y gozando lo que más podía, cuando su lengua comenzó a lamer mis muslos, justo entre mis dos piernas que yo apretaba lo más que podía, mis gemidos ya eran más que evidentes, sus manos seguían subiendo ya debajo de mi falda y su lengua recorría descaradamente mis muslos desde las rodillas hasta dónde mis manos le permitían, comenzaba a revolverme inquieta en el asiento, sus manos intentaban acariciar mis nalgas pero yo no me levantaba del asiento, el vestido le impedía subirlas más así que regresaba una y otra vez a mis caderas, en una de esas, logro subir por completo la parte delantera de mi vestido y trató de hundir su cabeza en mi entrepierna, yo apreté aún más mis piernas cuando sus besos comenzaron a recorrer el borde de las ligas de mis medias tratando de que yo separara las piernas para poder apoderarse de mi entrepierna, sus manos acariciaban ya mi cintura y mi espalda y su cabeza seguía intentando separar mis piernas, esos lengüetazos me estaban volviendo loca, estaba más que chorreada entre mis piernas y sentía como mis mismos fluidos escurrían ya hasta mi coñito,
Cuando comenzó a besar el bode de mi bikini, por la parte de mis ingles una descarga recorrió mi columna vertebral y ya mi gemido era un grito de placer, su lengua recorría todo el contorno de mi bikini y se hundía en el centro de mis piernas, subía por mi vientre y regresaba por mi otra pierna repitiendo sus lengüetazos en sentido inverso, cuando por segunda vez se entretuvo entre mis piernas se percató que debajo de mis medias llevaba pantimedias, apenas despegando un poco su cara de mis muslos me preguntó: “¿Traes medias debajo de las medias?” Y sin darme tiempo de responder exclamó: “!Qué rico!” y volvió a hundir su cara en mi vientre su lengua alcanzaba a lamer lo que sería el nacimiento de mis “labios vaginales” y sus manos buscaron mis pechos, cuando los tomaron prácticamente brinque del asiento poniéndome de pie en el estrecho pasillo de la combi y con eso, mi niño salió volando hasta el asiento que estaba enfrente y casi sin aliento le dije: “Ya corazón, ya para, no podemos seguir, soy virgen y lo seguiré siendo aunque me muera de ganas, además ya dimos mucho espectáculo” le dije mientras con la cabeza le señalaba al “chori” el despachador y a un curioso que llegó a la hora para contemplar el espectáculo (la verdad me cayó el veinte de que podía descubrir que no era 100% mujer y me espanté mucho), el se volteó y le gritó al chori y al curioso: “¡Qué ven pinches morbosos!, a mi me dio risa pero el chori y el curioso se voltearon y se retiraron, aproveché el momento para componer mis ropas lo mejor que pude e intenté bajarme de la combi, el me tomó del brazo e intentó jalarme hacia él, yo me resistí y con la mirada le dije ¡Ya!, pero el sonrió y me dijo: “No te pusiste la liga y creo que se soltó la otra” se arrodilló y por debajo del vestido buscó la liga, tiernamente buscó el borde de la media y trató torpemente de abrochármela, me dio risa y le dije: “ a ver, yo lo hago” y me levanté un poco el vestido, le mostré completamente mi pierna y abroché la liga, luego hice lo mismo con la otra y con malicia subí mi vestido para mostrarle ambas piernas y le dije: “¿Así están bien?”, él solo afirmó con la cabeza, me tomó de las manos, yo solté la falda de mi vestido y el “acomedido” me lo alisó, bajó de la camioneta y me ayudó a bajar, esos detalles en verdad me conquistaron.
Me quise despedir de él pero no me dejaba ir, con el pretexto de que según estaba esperando a mi novio y éste no debería tardar en llegar, le dije que se comportara, que por favor no me metiera en problemas, además que pensara un poquito en mi, en el “qué dirán” después del espectáculo que dimos, y en el respeto que perdería ya que a veces era usuaria de la ruta y por último, a que él nunca me había dicho su nombre y que así (en son de broma) no sabía a quién iba a decirles a mis padres que tenía que golpear por violar a su inocente hija, el se rió, me tomó de las manos y con una tierna mirada dijo: “Ángel, yo soy Ángel, Sandy, ya te había dicho cuando llegué, Tú Ángel guardián y no permitiré que nadie te falte al respeto, ok? Yo me acerqué a él, le besé los labios y le dije: “Mucho gusto Ángel, mis piernas y yo nos encantó conocerte y al mismo tiempo soltamos la carcajada; una vez que los ánimos bajaron su temperatura me propuso que le acompañara a hacer la ruta, que quizá mi novio aún estaba en el metro y que allá lo recogiéramos cuando llegara, quise pretextar que quizá el ya venía en camino pero el rápidamente y con malicia dijo: “Sabes que todavía no, anda, no seas mala, sólo platicaremos en el camino para conocernos mejor y te juro que si llega tu novio, yo haré que no te conozco aunque me muera de celos, si? No me quedó más remedio que aceptar, me llevó a su combi, mañosamente abrió la puerta de su lado y me indicó que subiera, yo hice un mohín de disgusto al tiempo que comenzaba a pretender dar la vuelta cuando me detiene y me dice que subiera por ahí, por su puerta, hice la cabeza de lado en gesto de extrañeza, pero el sutilmente tomándome del brazo me acercó a la puerta y comenzó a ayudarme a subir, cuando comencé a hacerlo, me di cuenta de su intención de contemplar mis piernas y mi trasero mientras subía y me acomodaba, así que fingiendo inocencia y dificultad para subir, al descuido dejé que el vestido se subiera y le mostrara lo que quería ver, me acomodé en el asiento, el subió, dio marcha a la combi, la acercó para que subieran las 2 personas que esperaban la salida y para mi sorpresa, también el despachador subió, solo que en lugar de subir a la parte de atrás, abrió la puerta de mi lado y se subió, dejándome a mí en medio de los dos, eso me incomodó bastante pero no dije nada, mi niño al ver mi incomodidad, me explicó que sólo le daríamos “aventón” unas calles para llegar a su casa y salimos de la base.
El chori, comenzó a hacer plática preguntando mi nombre y antes de que yo le contestara, mi niño se adelantó y le respondió: “El nombre de mi nena es Sandy, Sandy de Ochoa” (Imagino que ese era su apellido), el chori sonrió y preguntó: ¿Pues cuántos años tienes Sandy? Estás muy bebé para andar con este cabrón, me dio risa y al mismo tiempo mi niño trató de golpearlo, al tiempo que decía que no era un viejo, que todavía era un chavo apenas pasados los 20, a lo que el chori de malora de decía, si ya tienes la “peseta” maestro y Sandy seguro que aún es menor de edad, agradéceme que te cuido que no te claven en el bote, e insistió: “¿Cuántos tienes Sandy?” “16” respondí un tanto apenada, “¿Ves maestro?, y luego agregó: “La verdad Sandy si te ves bien chavita, yo te calculaba 15 o 16, aunque te maquilles, la cara de niña no se te quita, pero la verdad, sin ofender, te ves bien rica y te vistes muy bien, paras el tráfico en las esquinas; mi niño detuvo la combi e inclinándose encima de mi comenzó a manotear al chori y le dijo: “Ya estuvo maestro, ese es mi pedo, además ya llegamos a su casa cabrón”, diciendo esto se enderezó, se disculpó por el “apachurrón” que me dio y le dijo otra vez al chori que se bajara, éste abrió la puerta y me “robó” un beso de despedida al tiempo que decía: “Mucho gusto Sandy y cuídate de éste galán que no te conviene y rápidamente se bajó y cerró la puerta para evitar que mi niño le golpeara de nuevo.
Seguimos la ruta y llegamos a la base dónde había 2 combis más haciendo base, es tomó fila un poco separado de la fila (más bien, bastante separado de la fila), apagó la camioneta, se sentó de lado y prendió un cigarro, me ofreció fumar pero yo lo rechacé al tiempo que abría mi bolsa y sacaba una menta para mí y otra para él, la cual yo misma metí a su boca, momento en que aprovechó para besar mis dedos y sostener mis manos, yo cerré mis piernas cruzándolas por los pies solamente con la intención de evitar una posible intrusión de sus manos en mi entrepiernas con la obvia desagradable sorpresa, además así dejaba un poco al descubierto mi pierna derecha al sentarme de esa manera, no me había equivocado, cómo al descuido posó su mano, junto con la mía que aún sostenía, en mi pierna, sin decir palabra, solo contemplaba mi rostro haciéndome sentir cohibida y apenada, sentía como la cara me hervía, no le pude sostener la mirada y bajé mi rostro, con voz muy baja comenzó a interrogarme: “¿Sandy, te puedo hacer una pregunta?” yo ni siquiera respondí y preguntó: “¿Por qué usas doble media? La otra vez como que se me había figurado, pero hoy veo que tenía razón, ¿Por qué?, “Mira corazón, no sabría responderte a eso, simplemente me gusta, me siento bien así, me encanta usar medias y por eso mismo, vestido ¿Qué más te digo Ángel? Me gusta y me siento sexy”. “Pero estás muy chavita” dijo él, “¿Qué dicen tus papás? “Pues nada ¿qué quieres que digan si no es nada malo? Respondí. “Pues no, al contrario, pero… ¿Cómo es que todavía eres virgen? si la verdad, sin ofender, así vestida a gritos pides ser cogida. Su comentario me tomó por sorpresa e “indignada” me enderecé y me senté bien alejándome un poco de él, me acomodé el vestido y crucé mis brazos en mi pecho volteando mi cara viendo para el otro lado.
El se deslizó por el asiento acercándose a mí, me besó en mi hombro y me dijo que lo sentía, que no me quería ofender, yo moví mi hombro en el clásico gesto femenino de rechazo y le di un poco más la espalda, mi niño insistió con sus disculpas, me tomó de los hombros y comenzó a besarme la nuca, de inmediato se me puso chinita la piel y nuevamente estaba doblegada a sus besos y sus caricias, siguió besando mi cuello muy rico, sus manos acariciaban mis brazos y podía sentir su aliento soplándome en la oreja, su respiración que se comenzaba a agitar y la mía comenzaba a entrecortarse provocando nuevos gemidos, no sé cuánto tiempo disfruté sus labios que besaban casa parte de mi piel desnuda, mis hombros, mi espalda, mi nuca, mi cuello, mis orejas, todo lo que a mano encontraba, voltee mi cara hacia él reclamando sus besos que pronto llegaron a mí, sus labios se posaron en mis labios, con sus característicos besos tan suaves y tiernos, con ansia mis besos se hacían más apasionados y su lengua inmediatamente buscó la mía, estaba rodeada por sus brazos que capturaban los míos que seguían apretados al pecho, muy despacio me fui girando para acomodarme mejor, el me soltó para dejarme hacerlo y no bien estuve acomodada frente a él, me tomó nuevamente entre sus brazos y sus labios poseyeron los míos, besos apasionados, mis manos comenzaron a hurgar entre sus piernas y encontraron lo que buscaban, mi niño estaba teniendo una erección y yo me moría por tener ese delicioso trozo de carne en mi boca, por lo que lentamente me fui deslizando al piso hasta quedar arrodillada frente a él y cuando comprendió lo que pretendía hacer, se recostó en el asiento entregándose por completo a mis deseos, yo pegué mi cara a sus piernas sin apartar mi mirada de su rostro que contemplaba lo que yo hacía, mis manos se afanaban torpemente en desabrochar su pantalón y no sin mucho trabajo por mi falta de experiencia lo conseguí, metí mi mano entre su calzón y encontré lo que ansiosamente buscaba, lo liberé de su encierro y me quedé contemplándolo, estaba brillosito porque estaba empapado en líquido preseminal, casi totalmente erecto, palpitante, delicioso, acerqué mi cara a ese exquisito trozo de carne y con mi lengua comencé a recolectar todo el delicioso néctar que tan generosamente me regalaba, apenas mi lengua tocó su pene y un delicioso gemido de placer salió de su boca al tiempo que decía: “Ay, Sandy, que rico manita, cómetela toda mi reina!” Yo ni tarda ni perezosa abrí mi boca, pero sólo besé la puntita, casi casi besando sólo su “ojito” que no dejaba de obsequiarme tan delicioso néctar, el suspiraba e intentaba embestir mi boca, pero juguetonamente yo me resistía, tomé su pene en mi mano apenas la punta y comencé a masturbarlo al tiempo en que mi lengua comenzaba a lamer ese troco a todo lo largo, despacio, muy despacio, disfrutando cada centímetro por arriba y por abajo, el se levantó un poco del asiento y se bajó el pantalón, permitiéndome con esto poder lamer también sus testículos, la verdad me parecieron enormes, delicadamente besé primero uno y luego el otro mientras que, ahora a 2 manos, masturbaba su rico pene, mis labios no dejaban de besar sus bolas que me tenían loca hasta que él me tomó la cabeza guiándome para que me dedicara nuevamente a su pene, entendiendo sus deseos y sin dejar de masturbarlo juntando un poco más mis manos, dejé la cabecita para que mis labios le prodigaran mis mejores chupetones, esto lo enloqueció, comenzó a embestir mi boca obligándome a tragar cada vez más y más su bien erecto pene, retiré una de mis manos y con la otra le sujetaba firmemente la base mientras mi boca se atragantaba con lo demás, yo succionaba y succionaba a cada embestida, tratando de apretar su pene entre mi lengua y el paladar para darle placer a mi niño, el disfrutaba mucho, sus gemidos así me lo hacían saber lo mismo que sus manos que guiaban mi cabeza, succionaba con tanta fuerza que las mejillas comenzaban a dolerme, por lo que traté de bajar el ritmo, haciéndolo más lento, dejé de acompañar su es embestidas con mi cabeza y sólo sentía como se deslizaba en mi boca ese delicioso trozo de carne que no dejaba de prodigarme con ese néctar que me enloquece, su pene comenzó a escapárseme de los labios y hacía ese “plop” que tan rico se escucha y luego buscaba mis labios otra vez, yo lo chupaba y al salir un nuevo “plop”, entraba y “plop”, “plop”, “plop”, “plop”, “plop” una y otra vez, mi niño ya no gemía, ahora gruñía del placer que le estaba dando, ladee mi cabeza y su pene ahora estaba atravesado entre mis labios, que recorrían el largo de su pene, arriba y abajo mientras que mi lengua lo mantenía húmedo, subía y bajaba, ladeaba mi cabeza y me lo metía en la boca y de nuevo “plop”, “plop”, “plop”, una y otra vez en ese mete y saca delicioso, yo ya estaba más que empapada, podía sentir como me escurría por la entrepierna como jamás lo había hecho, “plop”, “plop”, “plop” seguíamos, yo trataba de hacerlo venir, aunque con ello, tener que recibirlo en mi boca, cosa que para nada me resultaba agradable, pero era mejor a que intentara cogerme y con ello se diera cuenta de mi verdadera identidad, así que me afané tragándome su pene y aumentando el ritmo con mi mano, en un momento dado, el intentó levantarme al tiempo que me decía: “Ya mi amor, te la quiero meter, te la quiero meter” eso me provocó pánico así que le respondí con mi estudiado pretexto: “No papito, no quiero perder mi quinto todavía, por favor entiéndeme y respétame eso, yo si tengo que perder y tu no” el insistió con el clásico: “No más la puntita para venirme” y yo me negué de nuevo respondiéndole: “No mi mamá me dijo que ni eso debía permitir, que nunca ustedes respetaban eso y que en todo caso, podía quedar embarazada” (no sé por qué se me ocurrió eso, pero comenzaba a funcionar) sin darse por vencido nuevamente me dijo: “Anda Sandy, mira como me tienes, déjame hacerte mujer y no te vas a arrepentir”. Yo negué con la cabeza me agaché nuevamente y comencé a besárselo, masturbarlo y al tiempo que entre “plop” y “plop” le decía: no quiere “plop”, venirte “plop” en mi boca “plop” mejor “plop”… se dejó hacer por un momento, pero luego me propuso: “Bueno, entonces déjame como la otra vez, déjame venir en tus piernas” y me para mi sorpresa comentó: “Me enloquecen tus piernas, me enloquecen las medias, son amante de las medias”; su confesión me sorprendió y me dejó helada de la sorpresa, pero accedí a sus deseos, arriesgándome a ser descubierta me incorporé del piso, me senté en el asiento, subí mis piernas al asiento encogidas en tan reducido espacio, mi niño se hizo un poco para atrás para darme espacio y sorprendentemente para mí, tomo mis tobillos, los acarició un poco y desató la pulsera de uno de mis zapatos y me lo quitó, luego tomó mi pie y lo colocó en su pene, tomó mi otro pie y repitió la operación, mis dos pies sobre su pene y el frotándose en ellos, no supe cómo reaccionar así que lo dejé hacer, sus manos recorrían mis pantorrillas y yo disfrutaba de sus caricias, luego tomó mi pie derecho y lo levantó hasta su cara, con lo restregó en sus mejillas y comenzó a besármelo, lo restregaba de nuevo y lo volvía a besar, luego subió mi otro pie y ahora restregaba y besaba mis dos pies, parecía gatito restregándose mis pies por la cara, por el cuello, besándolos y eso me enloquecía, recargó mi pie izquierdo en su hombro y comenzó a besar la pantorrilla de mi pierna derecha, besaba, mordía, lamía y volvía a besar, era muy delicado, en verdad estábamos disfrutando los dos del ritual, beso, mordida, lamida y beso de nuevo, empapando mis medias, mientras tanto, bajé mi pie izquierdo de su hombro y traté de meterlo debajo de la playera tipo polo que usaba, de muy buena gana aceptó mi juego y se subió un poco la playera permitiendo a mi pie jugar en su pecho, bajar a su pene y volver a subir, sus labios iban ya a la altura de mi rodilla, me dificultaba seguir con mi juego en su pecho por lo que, a medida que él se inclinaba más hacia mí, mi pierna podía “abrazar” su cuerpo por la espalda, en un momento dado, el tomo mi pierna izquierda y sus besos, mordidas y lengüetazos ahora recorría mi muslo izquierdo, mi vestido impedía que pudiera ir más allá así que me pidió que me levantara para subirme el vestido lo hice con mucho miedo subiendo mi cadera y jalando mi vestido, aprovechando que mis piernas estaban apoyadas en su pecho, las recogí intentando pegar mis rodillas a mi pecho y él se pudiera acomodar y me comenzara a “coger” las piernas, entendió mi insinuación, me sacó un poco de lado en el asiento para que el pudiera bajar una pierna del asiento y acuclillarse en la otra tomando posición, colocó su pene entre mis piernas justo en el hueco que dejaban las ligas de mis medias y mi bikini, abrazó mi pierna derecha y comenzó a embestirme, aaahhhh! Que delicia sentirlo arriba de mi, mojándome las piernas con su humedad, se frotaba despacio, imagino que le rosaba un poco pero no paró, a medida que sus mismos fluidos lubricaban mis piernas, sus embestidas fueron aumentando, se excitaba más y más a cada embestida la cual acompañaba con un delicioso gruñido, yo, para motivarlo le decía: “Así papi, así, rico, rico mi amor, no pares, no pares, aaaaahhh, que delicia, me encanta, sigue mi amor, sigue, aaaaah, aaaaah, aaaaah, soy tu nena corazón, dale más dale más, aaaaah!!”, hasta que en una de esas se detuvo, bajó mis piernas de su pecho y se recorrió hasta poner su pene en mi cara, comenzó a masturbarse y yo sólo atiné a abrir la boca, no bien lo había hecho cuando un abundante chorro de semen me roció la boca, la nariz, los ojos, toda la cara hasta el cabello, mi niño se “rindió” recargado en la ventanilla para no aplastarme y yo en agradecimiento besé la cabecita de su aún palpitante pene, lengueteandolo y besándolo hasta que poco a poco se ponía flácido, mi bebé se incorporó poco a poco al tiempo que subía su pantalón, yo luchaba por no batirme más con su esperma y desaté mi mascada y con ella comencé a limpiarme lo que escurría, abrí mi bolso y saqué los kleenex, con los que terminé de limpiarme ayudada por mi espejo mientras mi niño me observaba embelesado creo yo, embelesado de qué? Si estaba hecha un desastre con mi maquillaje, todo corrido!!!! Juguetonamente le “reclamé”: “¡Mira cómo me dejaste tontito!” y le mostré la lengua. “Ahora tendré que sacar la tlapalería para quedar bella de nuevo” el tomó los kleenex, comenzó a limpiarme y cuando terminó me dijo: “No niña, no necesitas maquillaje, así te ves muy bonita, mira”, estirándome mi espejo, era verdad, no me veía mal sin maquillaje, los restos del mismo me daban un aspecto muy bonito, conservando el toque femenino por el rímel y el lipstick que me quedó, lo besé, me acomodé el vestido y le dije: “¿Nos vamos ya?”
Arrancó la camioneta, yo tomé de mi bolso otra menta y le di una a él, cargamos pasaje e hicimos la ruta de regreso, yo me abracé a mi niño colgada a su cuello, lo contemplaba y en mi interior me sentía enamorada de Ángel, sin darnos cuenta terminamos la ruta y cuando llegamos a la base, el prácticamente me empujó para separarme de él, no entendí el por qué de su brusquedad, pero no tardé mucho en entenderlo, al llegar a la base una mujer que ahí estaba se dirigía furiosa hacia nosotros, el frenó, apagó la camioneta y se bajó rápidamente, interceptó a la mujer que venía hacia mi abrazándola, no necesitaba entender más, llena de nervios me quedé petrificada mientras la mujer le gritaba a Ángel y me insultaba a mí, obviamente de zorra resbalosa no me bajaba, hasta que Ángel me gritó: “¡Ya vete, luego te busco!” reaccioné, como una zombi abrí la puerta caminé despacio, dirigiéndome a la mujer susurré un: “Lo siento, no lo sabía”, me solté a llorar y salí corriendo de ahí, humillada, con el corazón roto hasta que llegué a mi casa, en el patio me detuve para recobrar el aliento y controlar mi llanto, el cual no podía controlar porque mi corazón se había roto en mil pedazos.
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