Soy Travesti y bien Puta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
¡Hola Chicas!, deseosa como ustedes de relatos que dan a conocer alguna de nuestras experiencias como Mujeres, no me quiero quedar atrás y les relato algunas de ellas y mis sensaciones como Mujer en un cuerpo de hombre.
Siento la noche con una suave brisa acariciar mis piernas, subir por mis nalgas y sentir mi panocha acariciada en un éxtasis sensual de minifalda, pantimedia y pantaletas muy apretadas sobre mis genitales que le dan ésa apariencia tan especial de mujer: suave montículo con esa rayita en medio y que tantos manoseos han sentido al tomarla , apretarla y exprimirla con deseo de manos de hombres que se apoderan de mi cosita acariciándola, metiéndomelas en mi entrepierna en delicioso preámbulo a la penetración. A este momento me han hecho suya muchos hombres y me han dejado su semen en un éxtasis de macho descargando muy profundo en mi recto su leche, su hombría provocada por mi femineidad, mi aspecto y lo rico de mi recto tibio, lubricado y profundo, que con el tiempo y experiencias, es capaz de acomodar vergas de diversas longitudes, grosores, cabezas y ¡qué digamos, ímpetus que embisten de manera deliciosa!. Me encanta sentir y sentirme mujer con aquella leche escurriendo por mi ano, tibia, espesa y cómo me han depositado por millones los espermatozoides de hombres que corren libres por mi vientre haciéndome sentir una verdadera mujer.
Aquella noche de bar, ambiente pesado, cargado de deseos de varones deseando coger, obscuro, lleno de humo y palabrotas obscenas al verme entrar, vestida, deseosa y provocativa. Me gusta provocar a los hombres con el contoneo de mis nalgas, enseñarlas maquilladas con las pantaletas elegidas por mí para ésa noche, con los movimientos al vuelo de mi falda, con el cruzamiento de mis piernas, al empinarme en el mostrador pidiendo una bebida: muchos hombres inician su acercamiento diciéndome: "sé de qué color son tus pantaletas, te las he visto", sé que eso los excita y los engancha para disponer de mí, en el cuarto de un hotel, donde damos rienda suelta a nuestras pasiones.
No elijo, me coge el primero que se anima a acercarse a mí, ya no lo dejo ir sea joven, maduro, viejo ó su cuerpo no sea tan estético. Disfruto mucho el que me deseen, el que quieran cogerme porque les gusto, porque ya no descansarán hasta haberme hundido aquel rico garrote caliente, parado y que ha respondido a mi presencia; ya no descansarán hasta ver hecha realidad su fantasía al verme desnuda, con mis nalgas al aire y penetrándome una y otra vez, embistiéndome hasta venirse con densos y agresivos chorros de semen, en contracciones profundas dentro de mi ano.
Los jóvenes son ricos, vergas muy duras y mucho semen pero terminan muy rápido y se van. Los maduros son corteses, algunos tímidos pero a la hora de cogerme son verdaderos esgrimistas que saben para que tienen ésa ricura en medio de sus piernas, ésa espada que se hunde una y otra vez inmisericorde, en mi ano hasta dilatarse y venirse en chorros de leche, bufando, gruñendo y llenándome de palabrotas que serían incapaces de decirle a su mujer. Los viejos, son tiernos y agradecidos de tener a alguien más joven que ellos; los lleno de ternura y los animo haciéndolos sentir jóvenes otra vez, me mueven la verga de una manera suave, deliciosa, tierna; hacen palpitar mi ano en medio de sensaciones, de sentirme clavada tiernamente, profundamente; tardan en venirse porque no quieren que el coito termine y cuando no pueden evitarlo, se descargan lentamente y en medio de caricias en mi rostro, besos pegajosos en mis senos, mi cuello, mis orejas y mi rostro maquillado lindamente. Me gustan mucho los hombres con grandes vientres y vaya que he tenido algunos verdaderos ejemplares de masa de carne humana, peluda, echándose sobre Mí con aquel garrote palpitante, buscando mi ano, la entrada a su felicidad. Con cariño y deseo, los guío acomodándome entre su vientre lo que los excita mucho para que me claven empujándome sobre aquel garrote palpitante; me siento hermosa, deseada al cogerme éste tipo de hombre con embestidas de semental que mueven sus panzas en un baile acomodados entre mis nalgas y mis piernas abiertas, levantadas al aire, que se balancean al ritmo de sus embestidas; los veo embestir, gemir como animales que bufan, aprietan los dientes y siento la respuesta de sus vergas endurecerse, sus cabezas abrirse paso en los pliegues de mi ano y de mi recto, bufar, dientes apretados, al venirse dentro de Mí, algunos lentos, otros, con verdaderos chorros incontrolables de semen.
Me gusta mucho mamarles la verga a todos los que me cogen, hundir mis labios calientes y húmedos en sus cabezas y cuerpo del pene, lamer sus testículos tibios, blandos, tomarlos con mi boca y lamerlos con mi lengua en una sumisión total que les arranco verdaderos gemidos de placer; más de uno no ha resistido tanto placer y se han venido en mi boca llenando mi garganta de su leche espesa, tibia, salada que he bebido íntegra, cachonda, sin desperdiciar una gota.
Me gusta ser como soy, una puta, una mujer que da placer y se sirve de un hombre para sentir sólo aquello reservado a las mujeres: Un Hombre.
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