Tania, experiencias y fantasias 1 inicios
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Fui hija unica, hoy en día travesti de closet (aún) tengo 25 años.
Para empezar contaré cómo y me fui dando cuenta de mis gustos.
Cuando era pequeña como a los 7 u 8 años, las primeras veces que sentí esa tensión sexual con alguien fue con mis amigos de la escuela primaria cuando llegaban a venir a la casa, pues mi madre me dejaba invitarlos para que tuviera con quién jugar.
Nos gustaba jugar luchitas en la cama, era divertido y pues jugábamos dándonos patadas o golpes (muy leves y solo en el cuerpo) y tomarnos del cuello para ver quién podía someter a su contrincante.
Me encantaba ese juego, y aunque casi siempre tuve un poco más de fuerza que mis amigos me encantaba sentir sus golpecitos y como me sometían y decían te rindes y pues yo prolongaba la cosa lo más que podía, era algo muy inocente pero de niño me hacía ponerme algo raro (me exitaba mucho que me pegaran y me ganarán la pelea).
Esta situación en realidad nunca activo ningún foco rojo (pensé que era algo normal de niño) y seguía mi vida normal, jugaba videojuegos y siempre escogía personajes femeninos y de hecho me gustaba que les "bajarán vida" hasta ver cómo caían y gritaban, eso siempre se me hizo muy excitante, se que es raro pero creo que fueron las raíces de lo que ahora es mi gusto de vestirme de chica y ser humillada.
La primera vez que tuve contacto sexual con un chico fue con un primo, como a los 13, y fue por algunas casualidades que terminamos durmiendo juntos esa noche.
Empezamos platicando de chicas que nos gustaban y salió el tema de que si seguíamos siendo vírgenes, y pues si así era y acordamos hacernos una paja (el a mí y yo a el), a esa edad sé sentía bien, total que ni siquiera nos venimos y se me ocurrió preguntarle qué día de la habían mamado y respondió que no y nos quedamos viendo con u a expresión pícara en los ojos pero al final dijimos al unisono.
Nahh, y nos quedamos dormidos, sin embargo la idea no dejaba de darle vueltas a mí cabeza y pues mientras el dormía yo lo abrazaba y le agarraba su verga (de unos 13 cm y blanquita me encantaba y decidí hacer algo que cambiaría las cosas, bajarme a mamarsela.
Poco a poco fui acercando mi cara a su trusa (recordándolo se le veía muy sexy) y con su verga flácida empecé a comerla con todo y ropa interior unos momentos para después sacarla por un ladito y meterla en mi boca, al sentirlo ahi sentí un vacío en el estómago (como maripositas) sabía muy rico, y se le paró muy rápido, yo empecé a aplicar lo que había visto en las pelis porno y pues me pegue a mamar con singular alegría hasta que de repente me apretó mí cabeza contra su pelvis y no me dejó quitarme mientras un chorro de rica leche inundó mi boquita, el muy cabron evidentemente fingió estar dormido y una vez que se vino, no me dejó quitarme lo cual me obligó a comerme su semen para no ahogarme, fue mágico.
Al otro día ni hablamos de tema y seguimos nuestras vidas normales (sólo fue algo fugaz).
Creo que esos eventos fueron los que me marcaron para hacer que una noche acabará vistiendome de chica en la universidad, cuando descubrí el mundo de las chicas travestis callejeras, y la primera vez que me acerque a una de ellas (son cachondisimas).
Esa noche iba caminando, un poco ebrio tuve la fortuna de que prostitutas travestis hicieran lo suyo en una esquina cerca de mi casa y me acerque a la que más tarde me iniciaría en esto, Vanessa, una chica travesti de piel morena clara y cabello a la cintura pintado de rubio, su cara no era bella pero daba mucho morbo.
Le pregunté cuánto tiempo cobraba y me respondió que unos 20 dólares a lo que le dije que no traía para el hotel (pues era estudiante), y me dijo que no había problema pues vivía también cerca de ahí.
Llegamos a su casa y empezamos a besarnos en el sofá, besaba muy rico e intenso, y pues nos desvestimos y yo por los nervios no conseguía que se me parará y empezamos a platicar:
Vanessa: Entonces eres pasivo
Yo: que es eso?
Vanessa: que te gusta mamar y que te la metan
Yo: (me recorrió un escalofrío) pues solo he mamado una vez hace mucho
Vanessa: y te gustó?
Yo: la verdad si
Vanessa: pues que esperas
Y me tomo por la cabeza y me hizo que se la comiera mientras me daba instrucciones de cómo le gustaba
Vanessa: así putita cómetela toda, dale con tu lengua abajo de la cabeza (en el frenillo) y recorrelo varias veces
Yo: que rico sabe
Vanessa: si putita, ya vez como se lo que te gusta? Ahorita que me querías coger no se te paró, como hombre no sirves, voy a hacer de ti una putita, al menos la mamas rico y tienes bonitas piernas y nalgas.
Yo: si hazme niña por favor (no supe en lo que me metí)
Vanessa: ponte boca abajo putita, te voy a estrenar, una vez que te la meta no hay marcha atrás
Yo: quiero ser una chica como tú Vanessa siempre quise serlo.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!