TE LLAMARÁS WANDA (1)
¡Te lo dije! ¡Sos andrógino! ¡Podés ser hombre y mujer a la vez!” – Dijo Casandra, sin que yo reaccionara aún de mi grata sorpresa..
Hola a tod@s
Estaba por cumplir mis 16 años de edad y ya llevaba 8 de experiencia, en mi condición de gay “ultra, super e hiper” pasivo. Me habían penetrado ya en innumerables ocasiones y mi popularidad, al respecto, llegaba inclusive a otros vecindarios, además del obvio establecimiento educativo.
Mi falta total y absoluta de pudor, de prejuicios, de vergüenza, etc., sumado a la firme decisión y determinación que había tomado desde muy niño, para no reprimir todo aquello que me producía tanto placer, sino, por el contrario, acrecentarlo día a día, me habían convertido en alguien sumamente deseable y apetecible.
Por aquel entonces, llegó al barrio un hombre cuya pareja era un travesti, de nombre Casandra y, como no podía ser de otra manera, rápidamente comenzó toda clase de “dimes y diretes” al respecto; peor aún, porque el hombre era el encargado de un “cabaret”, en el cual alternaban “los parroquianos, junto con mujeres y travestis que ejercían la prostitución”.
Para contextualizar la situación, tengo que hacer hincapié en que, este hecho (ciento por ciento real, como todos y cada uno de mis relatos), ocurrió hace unos 35 años atrás, época en la cual todo lo referente a internet, telefonía celular, redes sociales, pornografía, etc., prácticamente no existía, al menos en la región donde vivo.
Como muy curioso en todo lo que tenía que ver con temas de índole sexual, busqué la manera de acercarme a aquel travesti, algo que no me fue para nada dificultoso, porque, a decir verdad, fue Casandra la que dio el primer paso, invitándome a su casa, cierto día que yo había salido del colegio y me dirigía, caminando a mi casa.
Por supuesto acepté aquella invitación y de muy buen grado, causándome una por demás grata y agradable sorpresa, ya que tenía un vestuario increíble y alucinante, aún para alguien como yo, quien, supuestamente y hasta esa ocasión, nada tenía que ver con el mundo de las mujeres.
“Me enteré que sos muy popular en el barrio, Marcos” – Me dijo, una tarde y agregó:
-“Todos hacen comentarios acerca del chico que tiene semejante culo y que le gusta muchísimo que se lo cojan”
Yo sonreí y asentí con la cabeza, ya que, primero, no tenía porqué negarlo y segundo, porque, para mí, aquello no tenía absolutamente nada de malo, sino, por el contrario, era más que gratificante.
“¡Enseñame el culo! ¡Yo te muestro el mío, si querés!” – Exclamó Casandra, en modo imperativo y como yo nunca tuve pudor ni vergüenza alguna, me bajé el pantalón y el calzoncillo y me di vuelta, ofreciendo a sus ojos, aquel magnífico, increíble, alucinante, fuera de serie y cuánto otro adjetivo calificativo, “culazo”.
“¡Epa! ¡Caray! ¡Con razón! ¡Qué semejante culo!” – Exclamó Casandra, gratamente sorprendida, por la forma y el tamaño de mi “zona trasera” y agregó:
“Es una mezcla perfecta, entre el culo de un hombre y el de una mujer” – Y finalizó diciendo:
“¿A que, además, tenés tetitas?” – Yo la quedé mirando con asombro y diciendo para mis adentros “¿Cómo lo sabe? Y volví a asentir con la cabeza.
“¡A ver! ¡Dale! ¡Mostrame tus tetas! Yo después te muestro las mías” – Dijo y yo, inmediatamente, desabotoné mi camisa y dejé, al descubierto, mis dos insipientes, pero muy bien definidas “tetitas”.
“¡Lo sabía! ¡Genial! Sos andrógino, Marcos! – Exclamó Casandra y antes de que yo reaccionase, puesto que no tenía la menor idea de lo que acababa de oír, volvió a decir:
“¡Vení! ¡Vamos a mi cuarto y te explico!”
Ingresamos a la habitación, que, entre paréntesis, era un sueño y Casandra, sin decir palabra alguna, se desvistió por completo, dejándome ver ese espectacular, único y alucinante cuerpo desnudo.
“¡Desvestite! ¡Sacate toda la ropa y te explico!” – Ordenó y yo me desnudé inmediatamente.
Una vez ambos total y completamente desnudos, Casandra se acercó a mí y comenzó a explicarme:
“¡Ves! ¡Yo estoy operada! ¡Me puse mucho más culo y también tetas! Todo esto se hace con una prótesis de siliconas, en un quirófano y por un médico cirujano plástico” – Y agregó:
“¡Todo esto vale muy caro! Mi pareja me lo pagó hace un tiempo atrás”.
Yo seguía aún sin entender, qué tenía que ver todo ello conmigo, pero inmediatamente, Casandra comento:
Tu semejante culo, en cambio, es natural, lo mismo que tus muslos, tu cintura, tus caderas e inclusive tus tetitas” y preguntó:
-“¿Cuándo comenzaron a asomarte esas tetitas?”
“Entre los 11 y 13 años, más o menos” – Le respondí.
“¡Claro! ¡Justo en la etapa del desarrollo hormonal! Porque tus tetitas, no son los pechos de un varón, son tetas de mujer” – Me dijo, aunque yo seguí sin entender, entonces, pasó directamente a la acción.
“¡Hagamos una prueba! ¡Dejá que yo me encargue y después vos mismo te vas a dar cuenta!” – Dijo y comenzó a vestirme con toda clase de prendas femeninas; bombacha, corpiño, vestido; una a una, fue eligiendo y poniéndome la que, a su criterio, mejor iba conmigo, hasta que completó su faena con un hermoso par de zapatos con tacos, una peluca y un ligero maquillaje, que incluyó sombras, rímel, delineador, rubor y lápiz labial, para decirme después que avanzara junto con ella, con los ojos cerrados.
“¡Abrí los ojos ahora!” – Exclamó, sonriendo.
Yo no lo podía creer; no salía de mi asombro y me quedé pasmado, absorto y estático con la imagen que me devolvía el espejo; era una mujer, era una chica, pero ¿Cómo podía ser ello?
“¡Ves! ¡Te lo dije! ¡Sos andrógino! ¡Podés ser hombre y mujer a la vez!” – Dijo Casandra, sin que yo reaccionara aún de mi grata sorpresa.
“¡Pero yo no soy afeminado!” – Exclamé.
“¡Claro que no! ¡Y no tenés porqué serlo!” – Me dijo y agregó:
“Un andrógino, es una persona que tiene un cuerpo y unos rasgos, que le permiten, con solo un ligero cambio de ropas, ser hombre y mujer a la vez” – Para finalizar diciendo:
“¡Es un don de la naturaleza! ¡Fuiste tocado por una varita mágica! ¡No son muchas las personas andróginas!”
Si bien yo aún estaba en un cierto estado de shock, tuve que admitir que, aquella imagen que reflejaba el espejo, no solo no me desagradaba en absoluto, sino, que, por el contrario, me causaba una muy grata sensación y como, además, en mi aún corta vida, yo había tomado la firme decisión, como comenté en varias ocasiones, de no reprimir todo aquello que me produjera algún tipo de gozo, placer y satisfacción, sino, por el contrario, llevarlo adelante y hacerlo una realidad concreta, me dije para mis adentros: “¡Bueno! ¡Me gusta! ¡Si esto es ser andrógino! ¡Pues bien! ¡Soy andrógino!”
“¿Y? ¿Qué me decís ahora? – Preguntó Casandra.
“¡Me encanta! ¡De verdad, me encanta como me veo!” – Respondí.
“¡Bien! Pero, siendo una chica tan pero tan linda, no podés hacerte llamar Marcos ¿Verdad?” – Volvió a decir y antes de que yo responda, agregó:
“¿Qué te parece Wanda? Wanda es un nombre corto, lindo, pegadizo, musical ¿Te gusta?
“¡Sí! ¡Me encanta! ¡Qué lindo nombre!” – Exclamé y en ese instante, bajé la vista hacia el cuerpo desnudo aún de Casandra y noté que su píja estaba erecta, entonces ella me dijo:
-“¡Probala, si querés! ¡Metétela en la boca!”
Si bien ella tenía un hermosísimo y voluptuoso cuerpo de mujer, esa preciosa verga no estaba como para dejarla pasar, así que me arrodillé y comencé a chuparla.
“¡Ay! ¡Cuidado Wanda! ¡Los dientes!” – Dijo Casandra y agregó:
-“¿No la sabés chupar? ¿Nunca chupaste una pija, con todo lo que te cogen?
“¡Chupé algunas pocas, nomás! ¡Pero enseguida me quieren coger!” – Respondí, algo avergonzado.
“¡Bueno! ¡Yo ahora estoy re contra caliente y también te quiero coger! – Dijo y agregó:
“Pero otro día te voy a enseñar como se chupa y te voy a convertir en un experto chupa pijas” – Para finalizar diciendo:
“¡Los hombres se vuelven locos cuando aprendés a chuparles bien la pija! ¡Te pueden llegar a dar hasta lo que no tienen, cuando se calientan!” (Esto último, si bien, en un principio, no lo registré, con el tiempo me di cuenta de, a donde me quería llevar Casandra).
Presos ambos de calentura, me tomó por detrás y me penetró rápidamente, para comenzar a cogerme; era la primera vez que estaba siendo cogido por un travesti y vaya si me gustaba, después de todo, ella tenía culo, tetas, cuerpo y cara de mujer, pero su pija era como todas las que, ya mi culo, había probado en tantísimas ocasiones.
Los detalles de la cogida que me dio Casandra, no vienen al caso ahora, aunque apelo a la capacidad de l@s lector@s, para imaginarla.
Este fue el inicio de mi vida como Wanda y, a partir de aquel entonces, Marcos y ella se volvieron inseparables.
Obviamente, este relato, tendrá su continuación.
Son marcoscomodoro y mi correo es: [email protected]
Espero sus valoraciones y comentarios. Besos a tod@s.
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