Trío
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por STARCOWBOY.
Cada día esperaba la hora de salida de la tienda. Casi siempre a las 9 de la noche.
Entonces salía caminando al estacionamiento por mi auto y tomaba la avenida Nuevo León rumbo al sur. Encendía el radio y comenzaba a relajarme. Llegaba a casa casi a las 10 y al día siguiente otra vez salía a las 9 de la mañana para ir al trabajo. Sí, ya había visto a las travas, transexuales y demás prostis que a esa hora comenzaban a merodear por la zona. Tenía curiosidad sobre "ellas", pero nada que me quitara el sueño. Pero ese día salimos como a las 11 de la noche. Apenas recogí el auto y al salir del estacionamiento dos siluetas que se veían en la siguiente esquina llamaron mi atención. Me acerqué en el auto a velocidad muy lenta. Una de ellas era alta, delgada y rubia de largas piernas estilizadas, la otra menos alta y más frondosa, con el pelo rubio y mechones rojos. Sin pensarlo me detuve frente a ellas y traté de mirarlas con más detalle.
La de mechones se acercó de inmediato y se asomó por la ventana.
– ¿A donde vas? -me preguntó.
– A la casa -contesté a la primera.
Me dí cuenta de que estaba dando información personal. Bueno, no tan personal, pero podía haber contestado con alguna evasiva o como siempre hago cuando no quiero soltar datos, es decir con otra pregunta. La cosa es que mi mente se había desviado hasta su escote.
A pesar de que su voz era un poco fingida, me cayó bien. Tenía un rostro bellísimo, un maquillaje impecable.
– ¿Vives muy lejos?
– No tanto -otra vez respondí con confianza.
– Y … ¿No me quieres llevar?
– ¿A donde vas? -ahora si contesté con otra pregunta.
– Hace frío y se me están congelando las …
Entonces se alejó un poco de la ventana y dio un giro. La minifalda era muy mini, lo que se dice mini. Sus nalgas se veían muy apetecibles, su tanga contrastante se asomaba por la mini. También llevaba mallas de red en juego con su top. En eso estábamos cuando la más alta se acercó a nosotros y le dijo a la otra:
– Deja de echar novio.
– Déjame en paz -dijo sonriente-. Yo no te digo nada cuando andas de resbalosa.
La otra también era muy guapa. Cuando menos de cuerpo se veía bien rica, no le alcanzaba a ver bien la cara.
– ¿Entonces? -insistió la primera.
Trataba de ver cómo era la otra. Me distraje.
– ¿Entonces? -repitió,
– Mmmm. -No dije nada.
– ¿Te gusta mi amiga?
– No sé.
– Ven Claris, saluda a mi amigo.
Orale, ya hasta amigos éramos. Se acercó la chica alta y estiró su mano para saludarme. Su mano era fría. No tenía falda, solo un bikini blanco con adornitos que brillaban. Sus piernas eran largas y torneadas. Se veía un pecho casi plano, del todo natural. Me gustó su cara. Por un momento me sentí en una disyuntiva. ¿Con quién quería platicar?.
¿Platicar? Me dije. ¿Quién quería platicar? Pues yo. Yo que siempre me aburría entre semana y esperaba los sábados para regresar a Pachuca donde vive mi familia. De allá soy.
– ¿No tienen frío?
– No wey, estamos con un pinche calor -soltó entre risas la de mechones,
Recordé que no cargaba dinero, apenas tenía cien pesos.
– Hijole, pero no traigo dinero -dije algo apenado.
– No todo en la vida es dinero -me dijo la más alta.
– Pues… súbanse -les dije. -Aunque sea les invito un café.
– Huy!, que caballeroso -dijeron al mismo tiempo.
Rieron también al mismo tiempo. Yo no sabía si se estaban riendo conmigo o de mí. Me sentí caballeroso y le dije con cierta inocencia:
– Yo las llevo a su casa, para que no pasen frío.
Se vieron entre ellas y siguieron riendo.
Me dí cuenta de mi error, entonces traté de componer la situación.
– Las llevo a mi casa. Vivo solo. -Otra vez soltando información, que bárbaro.
– Pero somos dos -dijo la rubia-. No creo que puedas con las dos.
Ah caray. ¿Era un reto? Para eso de los retos me pinto solo. Pero nunca había tenido ese tipo de retos. Vaya cosa.
– Súbanse un minuto y platicamos.
No sé si fue un gesto de aburrimiento o resignación. Se vieron entre ellas y se se subieron. La rubia se subió primero atrás y dijo algo así como que no quería quitarle el novio a la otra. Subió también la otra adelante y se acercó dándome un beso en la mejilla.
– Me llamo Marla y ella Claris. La chamba ha estado floja toda la semana y el frió no se quiere quitar.
– Insisto, les invito un café
– No, si te digo que es todo un caballero -alcanzó a decir Claris.
– Los escojo bien -remató Marla.
Percibí un perfume rico de ella mientras miraba su escote y me distraje con ello.
– Te dije que teníamos mucho calor. Ahora a ver como nos quitas la calentura -sentenció Marla.
La rubia soltó la carcajada.
– Yo si estoy bien caliente papito, Marla y yo no hemos tenido éxito estos días y hay cosas que urgen.
– Si papito. ¿Cómo te llamas? -preguntó Marla.
– Raúl, … Raúl Trejo Hertias.
– ¡Cuanta formalidad! Qué hombre me encontré. Diosito no me abandona.
Comenzaba a sentirme cohibido. Yo creo que lo notó. Puso su mano en mi pierna y la deslizó a manera de caricia. Me miró fijamente unos segundos, como queriendo reconocer quién era yo. Se acercó y me volvió a besar en la mejilla. Pero me dio otro beso acercándose a mi boca y luego llegó a mis labios. Primero fue un beso tierno, luego no tanto. Metió su lengua y me besó con bastante carga de sensualidad. Puse mi mano en su pierna, se sentía algo fría. Creo que la de atrás estaba buscando como encender un cigarro. Contesté a su boca y entonces abrí lo que más pude la mía y la besé con muchas ganas. las ganas que tenía contenidas por un tiempo.
Su mano comenzó a maniobrar hacia mi verga, por encima del pantalón. Me acariciaba con una mano, mientras con la otra me tomaba por la nuca para seguir besándonos. Me hizo sentir bien, seguimos en el cachondeo. me atreví a meter mi mano debajo de aquella minifalda. Como pude también toqué sus senos. La pasión iba en aumento. Seguimos así por varios minutos. No pude evitar la erección, ella frotaba a mi gran amigo. En un respiro, se alcanzó a oír desde atrás.
– Si quieren los dejo solos.
– No manita, ahorita te toca a ti -susurró Marla.
Otra vez: Ah caray. ¿Cómo está eso? Pensé. No importa me dije. La estaba pasando bien. Seguimos en los nuestro. Sus muslos eran suaves, su boca sensacional. Después nos separamos.
– ¿A donde vamos? -preguntó Claris.
– ¿Cómo ves Claris, si quieren vamos a mi casa? -Ya era mi amiga Claris.
– No tienes miedo -dijo Marla en mi oído.
– Sí, pero me lo aguanto.
– Entonces vamos -dijo impaciente Claris.
– Pues vamos. ¡Que caray! -soltó mi compañía.
En el trayecto me paré en una tienda y compré tres cafés. Serían como las 11 y media, me despacharon por la ventanita. Al regreso, vi como Marla se estaba retocando el maquillaje. La otra echaba grandes bocanadas de humo.
– Eres cumplidor. Dijiste un café y cumpliste.
– Bueno …
Traté de manejar con seguridad, pero mis piernas me temblaban un poco. Estaba nervioso, así que encendí el radio. La música era estruendosa, así que bajé el volumen. Abrí un poco la ventana. ¡Tenía calor! Entonces Marla comenzó a hablar en tono serio.
– Mira papito, no deberías subir a cualquier zorra a tu coche. No sabes si te pueden asaltar. ¡Y luego dos zorras al mismo tiempo!. Ya te hubieras quedado sin coche cuando fuiste por el café. Dejaste las llaves, no lo puedo creer. Cuídate cabrón, no sabes lo que te podrían hacer un par de desconocidas. Te ves buena onda, Pero te más cuidado. ¿Ok, papito?
– Ok.
¿Qué más podía decir? Llegamos rápido al edificio de mi departamento y subimos las escaleras. Aproveché para escanearlas. La alta, que no pasaba de los veinte, llevaba además de un traje de dos piezas tipo bikini, una gran bolsa y unas botas a media altura todo en blanco, el pelo lacio casi le llegaba a la cintura. Su maquillaje era discreto y algo infantil. No llevaba medias y su piel era muy blanca. Marla llevaba todo su atuendo en negro y de piel con malla. Calzaba unas zapatillas muy altas de plataforma. El maquillaje un poco recargado con ligero toque "dark". Le calculé un poquito más de treinta. Tal vez treinta sin maquillaje.
El ruido de sus tacones me excitó. Saqué la llave y me costó trabajo abrir, seguía nervioso pero al abrir la puerta me sentí más tranquilo.
– ¿Dónde tiro mi vasito? -preguntó Marla.
– Déjalo sobre la mesa.
Las miré bien. Pensé que era mi día de suerte. Dos viejas para mi solito, habría que cumplirles. No sabía como, pero las oportunidades no ocurren todos los días.
– ¿Quieren algo de tomar?
– Lo que tengas -dijo Claris-. Tengo antojo.
Fui a la cocina por la vodka y las quinas, dejé mi saco en una silla y me quité la camisa. Claris se dio cuenta que la luz se controlaba con un dimmer y bajó la luz. Me entretuve con el hielo. Primero les lleve sus vasos. Luego me serví yo, traté de que mi bebida tuviera poco alcohol. Ya habían encendido mi estéreo y buscaron una estación de radio.
¿Podemos? -dijeron casi al mismo tiempo.
-Están en su casa.
Marla se acercó a mi oído y en voz muy baja me dijo: "no me digas eso, no me vas a sacar de aquí". Me tomó de la cintura y comenzamos a bailar, creo que era Hotel California de Eagles. Comenzamos a besarnos, me abrí paso en su escote, pude sacar un pecho y le quité el saquito negro que llevaba. Mi verga se endureció casi de inmediato. Entonces ella trató de alejarse mientras yo seguía sus labios.
-Esperate -me dijo-. Ahora va Claris.
¡Oops! Ya me lo esperaba, pero no tan pronto.
-Ven Claris, éste besa rico. Perdón, no es "éste". Raúl besa rico. ¿Verdad amor?
Marla se hizo a un lado. La más alta se acercó y se puso frente a mí. Tenía los ojos entre azul y gris claro. Con tacones era un poco más alta que yo. Levantó su mejilla sonriendo.
Su gestó retador me decía: ¿y?.
Y nada, toqué con mi mano su boca y después me le fui a los besos. Se tardó en responder, pero cuando lo hizo me abrazó muy fuerte y pegó su boca contra la mía haciendo presión. Creí que me iba a venir en ese momento.
– ¡Que calor! Me separé un instante y alcancé mi vodka, le dí un gran sorbo como de medio vaso.
Bailé un poco con Claris, la tomé de las nalgas y también ejercí presión contra su cuerpo. Ya no se sentía fría. Marla se puso por detrás de mí y comenzó a besar mi cuello. Entonces giré la cabeza para buscar su boca y Claris me siguió. Nos pudimos besar los tres al mismo tiempo. Todo era nuevo para mí. Mi primera vez con travas, mi primera vez en trío. Mi primera vez en el departamento.
Como pude me zafé, pero me aseguré que ellas se siguieran besando.
Ellas me dieron gusto, sin hacer esfuerzo. Bebí mi vodka, sentado en el sofá, mientras disfrutaba de la escena. Siempre me habían gustado las escenas lésbicas en las películas. Esto era parecido, pero por alguna razón mucho mejor. Tal vez porque era "en 3D". Ya no sabía que hacer con mi erección, así que aflojé el cinturón y dejé salir a mi gran amigo. Ellas presintieron algo y voltearon. Se separaron y se hincaron hacia mi. Claris fue la primera que engulló mi verga. Marla acariciaba a su amiga y con otra mano recorría mis piernas.
-Esperen – alcancé a decir casi como una súplica.
Me quité los zapatos, el pantalón y la trusa. Mi verga se bamboleaba con alegría. Entonces reiniciaron la felación, primero Claris, luego Marla, al principio medio minuto cada una, luego en periodos más cortos, tenían hambre de verga y querían saciarla. Alternaron mi verga con besos entre ellas. Mi cabeza era una olla de presión. Me vendría en cualquier momento. Ellas lo notaron.
-¿Te quieres venir papito? -casi gritó Marla.
-Sí, pero no …
-Aguanta, estamos muy calientes.
-Voy a servir otras copas -dijo Claris y se incorporó.
Yo jalé del brazo a Marla y la senté junto a mí. Sus labios sabían a mi verga supongo. Claris regresó con los tragos y me extendió uno de ellos. Al mirarla, ella comenzó a quitarse el brasiere, mostrando su pecho con pezones casi rosas. También se quitó el bikini, sin quitarse las botas. Tenía un triángulo de bello bien delineado. Abrió un poco sus piernas y desdobló la verga que tenía oculta en ellas. No me sorprendí, pero si me sorprendí. ¿Se entiende? Tenía un aspecto algo raro: un poco larga y delgada, hacía una curva caprichosa. Marla tomó la verga de Claris y la acarició con las dos manos.
-Te toca -dijo Claris a Marla.
Marla, no se levantó del sofá, pero también comenzó a desnudarse. Primero se quitó la falda y luego las medias, finalmente una tanga blanca. Pero se volvió a calzar los tacones. Eso también me gusto, Creo que lo mío es el fetichismo. También sacó su verga. Era más corta que la de Claris, pero más gruesa y también estaba un poco curva, tenía bien depilado el vientre y sin bello alguno. Mientras besé a Marla en la boca y luego en su tetas, tomé su verga con gran curiosidad, Tenía vida propia: palpitaba.
Como pude jalé a Claris, ella se inclinó y pude alcanzar su verga, su consistencia era un poco menos dura, aunque suave al tacto. Traté de masturbarlas un poco y vi como respondían a la excitación. Marla se fue contra la verga de Claris y se la tragó todita. La verga de Claris iba creciendo en su boca. La mía se ubicó en el cuello de Marla y besé su espalda, mordí aquel tejido de malla que permitía oler su piel directamente. Ella hizo un espacio en la mamada que le estaba aplicando a Claris para quitarse la prenda. Le recorrí parte de la espalda con la lengua. Mientras ella mamaba la verga de Claris, tomaba la mía y se dejaba cachondear. Yo froté la verga de Marla para seguir con la masturbación. Su verga se engrosaba cada vez más.
-Soy interactiva, por si te interesa -dijo ella.
Dato interesante, cambiamos de posición. Yo seguí sentado y recibí a Claris de espalda. Marla siguió mamándole la verga. Costó un poco de trabajo que metiera mi verga en su ano, pero al final ese culito cedió y Claris gimió con gran placer, no era fingido creo. Todo su cuerpo era joven y firme.
Pensé que podían escucharnos los vecinos, pero la música de fondo, aunque a bajo volumen, me regresó al momento. Ella se movía en círculos lentos sobre mi verga. Parecía que su culo mamaba mi verga. La apretaba cuando llegaba al fondo, luego la dejaba resbalar hacia afuera y cuando parecía que iba a salir la volvía a apretar. Cogía riquísimo. Ya había lubricación suficiente y se movía cada vez más rápido, haciendo pequeños gemidos. Marla se levantó y subiendo una pierna al sofá, pegó su cuerpo contra el de Claris. Besó sus pequeños pechos y eso encendió más a la rubia. Pero Claris, dejó de ser rubia en segundos.
Estaba que ardía y ante mi sorpresa, se retiró la caballera. Tenía el pelo corto y muy negro. Sus facciones eran muy finas y el maquillaje la hacía ver muy hembra a pesar de tener el pelo muy corto. Marla se encimó sobre Claris y frotaron sus vergas. Después Marla subió la otra pierna al sofá y su verga quedó sobre el pecho de Claris que aprovechó para acariciarle el culo y besarle las tetas. Todavía se estiró más y la verga le quedó en la boca a Claris, mientras yo atrás de Claris alcazaba su ricas tetas. En verdad que sabrosas estaban y algo más grande de lo normal, sus pezones sin embargo eran pequeños. No alcancé a distinguir si eran naturales o siliconadas. Pero tenían una forma esférica casi perfecta. Con un ligera caída y una consistencia suave y a la vez firme. Mis manos trataban de alcanzar sus nalgas, no al mismo tiempo, pero si las pude acariciar.
Claris tuvo que dejar la verga de Marla, Estaba a punto de eyacular. Marla se inclinó para recostarse a mi costado izquierdo y se apoyó en una de las piernas de Claris para mamarla y jalarle la verga con gran fuerza. Ella se vino en la cara de Marla, su semen fue abundante y sentí un ligero chorro que escurrió de su vientre hacia el culo y por ende hacia mi verga. Se puso aquello un poco más resbaloso. Ella se siguió moviendo en círculos apretando más el culo y no me pude contener apreté la mano de Marla, Claris se zafó y ambas esperaron mi semen. No tardé casi nada, ya había aguantado mucho. Se dieron gusto sorbiendo lo que cada una pudo tomar del semen, limpiando mi verga con gran apetito y besándose entre ellas.
-Mi vida. -dijo Marla a Claris-.
-Mi amor. -reviró la otra-. ¡Cómo me hacía falta!
Claris sentó a Marla y comenzó a mamar su verga, yo regresé a los besos y a mamarle los senos, alcancé a probar algo de semen. Ella suspiraba y gemía tenuemente. Entre Claris y yo nos aplicamos a calentar a Marla. Yo le comencé a decir cosas calientes:
-Te vamos a coger rico, cabroncita, ya verás. Tendrás toda la verga que quieras.
Claris excitaba su sexo, yo excitaba su mente:
-Dinos que quieres mamacita, tú mandas.
-Así, así -alcanzó a decir Marla que se dejaba llevar por la mamada de Claris.
Entonces Claris apretaba aquella verga con las manos y le daba lenguetazos a su glande.
-Qué buenas tetas tienes -le dije. -Seguro eres una puta cara.
La boca de Claris no se alejaba de aquella gran verga que ahora parecía un miembro que crecía aún más y vibraba.
-Ya mamita, ya -la interrumpió. Quiero verga.
Eso me excitó y mi verga comenzó a recuperarse. Claris se dirigió hacía mi me propinó una mamada tan rica que mi verga volvió a condición peligrosa. Las dos se dieron un beso y aquello terminó por decidirme.
-Vamos a la cama -les dije. Ahí está más grande.
-¡Vamos! -soltaron como siamesas.
En el trayecto a la recámara me quité lo último que me quedaba de ropa: una playera y los calcetines. Me tiré en la cama boca arriba. Marla se recostó a mi lado y Claris reinició la excitación de nuestras vergas, mientras yo mordía esas ricas tetas de Marlita, primero leve y luego muy fuerte y pasional, pero tratando de no hacerle daño y menos dejar marcas. Después de poco tiempo ya estaba más que repuesto y quería cogérmela. La ayudé a ponerse en posición de cuatro o "dog style" como se quiera decir.
Claris dijo -pido mano.
Y pensé que también quería penetrarla, pero no era así. Le abrió un poco las piernas y le lamió el culo. Su lengua era muy diestra y Marla comenzó a poner los ojos en blanco y a gemir. Metí la cabeza debajo de su pecho y succioné de nuevo sus pezones, mientras mi mano apretaba y jalaba su verga. Así estuvimos unos momentos, hasta que urgió por la penetración.
-Ya métemela.
-Lo que digas mami, estoy listo -le dije desde abajo.
Todavía besé su ombligo que tenía un piercing antes de disponerme a montarla. Cambiamos de posición. Ella seguía en cuatro. Claris se puso por debajo y la comenzó a masturbar y a darle lenguetazos en la verga. Yo, me puse atrás de su gran culo y apunté lo mejor que pude y metí el glande en aquel rincón que estaba expuesto y que ya esperaba su merecido. Luego despacio metí el resto mientras ella, apoyada en su manos, levantaba la barbilla y abría más las piernas para recibir mejor la verga que le estaba entrando.
La tomé de las caderas y comencé el ancestral ritmo del mete-saca. Primero despacio, trataba de sentir su culo y ver su reacción. Me calienta saber que estoy dando placer y este era el caso. Luego apreté el ritmo tratando de no perder el control. Cuando menos me dí cuenta ellas ya estaban en acalorado 69. Yo seguí mi trabajo, hice algunas pausas, para luego arremeter contra ese caliente orificio. La verga entraba sin dificultad y ella apretaba lo necesario. Después, se levantó Claris y se puso a mi lado metiendo su lengua en mi oído. Marla comenzó a suplicar: "¡Ya vente cabrón, me urge!". No tardé demasiado me deje llevar por la sensación de tener mi verga presa de aquel ano apretado y de sentir en un costado a un cuerpo que restregaba su verga contra mi cadera. Era una sensación nueva y sabrosa.
Casi grito al venirme, pero ahogué mi grito en la boca de Claris.
– Dame tu leche, dámela -gimió Marla. -Dámela cabrón.
Luego me recliné y besé la espalda de Marla mientras ocurrían los últimos estremecimientos de mi verga, que se fue haciendo flácida y salió de manera natural. Escurrió algo de semen y alcancé a ver ese hoyito violentado que se estremecía. Me recargué y ella se dejo caer sobre la cama. Yo quedé encima de ella y la ex-rubia se recostó junto a nosotros.
Luego me acomodé entre ellas y comenzé a entrar en un letargo de sueño. Ellas también cerraron los ojos, pero supe que no dormían porque cuchicheaban y tuve que despertar.
-Ya es tarde -dijo Claris.
-Nadie te está corriendo -replicó la otra.
-Quédense -dije-, no tengo problema.
-Gracias -dijeron otra vez casi juntas.
Entonces si se durmieron y me dejaron dormir. Comenzaba la mañana y desperté vi sus rostros y me llenaron primero de ternura y luego de excitación. Una mariquita bien sabrosa y una transexual caliente que a pesar de todo lucían femeninas. Y yo un cabrón que había cumplido un sueño sin haberlo tenido antes.
Bye.
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