Tu putita personal
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por LilithCDMX.
Estaba lista para la cita en un hotel, ya me había dado un baño, e iniciaba el ritual, mi tanguita, mis ligueros, mi micro faldita y una blusa, no podían faltar unas zapatillas altas, maquillaje y peluca, preguntándome “¿cómo sería en persona?, me encantan las citas a ciegas, sin saber mayor información de la necesaria.
La adrenalina de saber que llegaría un desconocido que te haría su putita personal era parte del ritual y para hacerlo más real, fue que me dejé algo de dinero en el buró.
En eso, tocó a la puerta y presurosa, me dirigí a abrirle, no sin antes volver a mirarme en el espejo y al abrir la puerta, no esperó ni un segundo para manosearme las nalgas y darme un beso, diciéndome con aires de dominador “¡qué puta te ves!, espero que así seas en la cama”.
Al momento, nos abrazamos y nos dirigimos a la cama, ahí nos enfundamos en un abrazo y en besos hasta que le quité su camisa y empecé a desabrocharle su pantalón; por su parte, él me metió un dedo por el culo, apenas haciéndome la tanga a un lado.
Ya desnudo, se sentó en la orilla de la cama, enseguida le di la espalda y le empecé a bailar, levantándome la falda y ofreciéndole mi culo hasta que me senté sobre sus piernas, restregándole mi culo en su miembro, sintiendo como se le ponía caliente y duro.
Sin más, pasé a chupárselo, succionándose profundo una y otra vez, con fuerza y luego despacio, disfrutando ser su puta; en un momento dado, él tomó el control, sujetándome de la cabeza y empujándomela, diciéndome “cómetela toda, putita” y sólo le obedecí.
Eso me puso muy caliente y de pronto, se paró y me ordenó “ponte en cuatro”, esa es mi posición favorita, como perra en celo para recibir toda su fuerza.
A continuación, me la metió de un sólo golpe y aunque al principio había un poco de dolor, empecé a gozar una y otra vez, sintiendo su caramelo adentro, yo sólo me dejé llevar y gemía de placer.
Sin sacármela, me levantó y me acercó a una ventana de la habitación, abriéndola y corriendo la cortina, diciéndome “aquí verán quién es la más puta”, cogiéndome y haciendo que mis gemidos se escucharan por todo el hotel; para terminar, me hizo hincarme y se masturbó hasta que me bañó mi cara con su leche caliente y espesa.
Posteriormente, él se bañó y se cambió, dejándome satisfecha y depositando unos billetes en el buró.
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